MUNDO Y RELIGION - M&R
   
  MUNDO Y RELIGIÓN - M & R
  Jesús, el médico - misionero
 


Jesús, el gran médico - misionero

"Cristo es el verdadero jefe de la profesión médica. El supremo Médico se encuentra siempre al lado de todo aquel que ejerce esa profesión en el temor de Dios y trabaja por aliviar las dolencias humanas. Mientras emplea remedios naturales para aliviar la enfermedad física, el médico debe dirigir a sus pacientes hacia Aquel que puede aliviar las dolencias del alma tanto como las del cuerpo. Lo que los médicos tan sólo pueden ayudar a realizar, Cristo lo cumple. Aquéllos procuran estimular la obra curativa de la naturaleza; Cristo sana. El médico procura conservar la vida; Cristo la da." (El Ministerio de Curación, pág. 75)

"La misión de cristo fue sanar a los enfermos, alentar a los deseperanzados, vendar a los quebrantados. esta labor de restauración debe ser hecha entre los dolientes necesitados de la humanidad." (El Ministerio de la Bondad, pág. 75)

"Al curar las enfermedades, Cristo decía muchas veces a los enfermos: "No peques 
más, porque no te venga alguna cosa peor." (S. Juan 5:14). Así les enseñaba que habían atraído su dolencia sobre si al transgredir las leyes de Dios, y que la salud no puede conservarse sino por medio de la obediencia. El médico debe enseñar a sus pacientes que han de cooperar con Dios en la obra de restauración. El médico echa cada vez más de ver que la enfermedad resulta del pecado. Sabe que las leyes de la naturaleza son tan ciertamente divinas como los preceptos del Decálogo, y que sólo por la obediencia a ellas puede recuperarse o conservarse la salud. El ve que muchos sufren los resultados de sus hábitos perjudiciales cuando podrían recobrar la salud si hiciesen lo que está a su alcance para su restablecimiento. Es necesario enseñarles que todo hábito que destruye las energías físicas, mentales o espirituales, es pecado, y que la salud se consigue por la obediencia a las leyes que Dios estableció para bien del género humano." (El Ministerio de Curación, pág. 76-77) 
 
JESÚS Y EL USO DE LOS REMEDIOS NATURALES
 
"En sus milagros, el Salvador manifestaba el poder que actúa siempre en favor del hombre, para sostenerle y sanarle. Por medio de los agentes naturales, Dios obra día tras día, hora tras hora y en todo momento, para conservarnos la vida, fortalecernos y restaurarnos. Cuando alguna parte del cuerpo sufre perjuicio, empieza el proceso de curación; los agentes naturales actúan para restablecer la salud. Pero lo que obra por medio de estos agentes es el poder de Dios. Todo poder capaz de dar vida procede de él. Cuando alguien se repone de una enfermedad, es Dios quien lo sana." " (El Ministerio de Curación, pág. 75-76).

"El aire puro, el sol, la abstinencia, el descanso, el ejercicio, un régimen alimenticio conveniente, el agua y la confianza en el poder divino son los verdaderos remedios. Todos debieran conocer los agentes que la naturaleza provee como remedios, y saber aplicarlos. Es de suma importancia darse cuenta exacta de los principios implicados en el tratamiento de los enfermos, y recibir una instrucción práctica que le habilite a uno para hacer uso correcto de estos conocimientos." (El Ministerio de Curación, pág. 88) 

No obstante, el médico - misionero deberá estudiar concienzudamente los efectos que estos remedios naturales pueden llegar a hacer en beneficio de la salud humana a fin de restaurar el bienestar pérdido y también cómo, cuándo y dónde usarlos, ya que aún las cosas buenas que nos ha proporcionado la naturaleza, si se usan sin el debido conocimiento, pueden llegar a ser perjudiciales e incluso mortales para el enfermo. Siendo así, el médico - misionero deberá adquirir el suficiente y responsable conocimiento de la anatomía y fisiología humana a fin de conocer cuándo y por qué aplicar determinado agente natural en beneficio del paciente que desea recuperar su salud.

"El empleo de los remedios naturales requiere más cuidados y esfuerzos de lo que muchos quieren prestar. El proceso natural de curación y reconstitución es gradual y les parece lento a los impacientes. El renunciar a la satisfacción dañina de los apetitos impone sacrificios. Pero al fin se verá que, si no se le pone trabas, la naturaleza desempeña su obra con acierto y los que perseveren en la obediencia a sus leyes encontrarán recompensa en la salud del cuerpo y del espíritu." (El Ministerio de Curación, pág. 88)

SIGUIENDO EL EJEMPLO DE JESÚS
EN LA OBRA MÉDICO - MISIONERA
 
El médico - misionero debe ser un buen cristiano.

"En ninguna otra circunstancia se necesita una comunión tan íntima con Cristo como en la obra del médico. El que quiera cumplir debidamente los deberes de médico ha de llevar día tras día y hora por hora una vida cristiana." (El Ministerio de Curación, pág. 80-81) 

"Los enfermos tendrán mucho mayor confianza en el médico acerca del cual están seguros que ama y teme a Dios. Confían en sus palabras. Experimentan un sentimiento de seguridad en presencia de un médico tal y bajo su cuidado. Por el hecho de conocer al Señor Jesús, el médico cristiano tiene el privilegio de invocar su presencia en la estancia del enfermo por medio de la oración." (El Ministerio de Curación, pág. 80) 

* El médico - misionero debe ser un ejemplo de los principios de salud.

"El ejemplo del médico, no menos que su enseñanza, debe ser una fuerza positiva para el bien. La causa de la reforma necesita hombres y mujeres cuya conducta sea dechado de dominio propio. La valía de los principios que inculcamos depende de que los practiquemos. El mundo necesita ver una demostración práctica de lo que puede la gracia de Dios en cuanto a devolver a los seres humanos su perdida dignidad y darles el dominio de sí mismos. No hay nada que el mundo necesite tanto como el conocimiento del poder salvador del Evangelio revelado en vidas cristianas.

El médico se ve continuamente puesto en relación con los que necesitan la fuerza y el aliento de un buen ejemplo. Muchos tienen escasa fuerza moral. Carecen de dominio propio, y la tentación los vence con facilidad. El médico puede ayudar a estas almas, pero sólo en la medida en que manifieste en su propia vida un vigor moral que le haga capaz de triunfar sobre hábitos perjudiciales y pasiones contaminadoras. Debe verse en su conducta la obra de un poder divino. Si no alcanza a esto, por mucha que sea la fuerza de persuasión de sus palabras, su influencia resultará contraproducente." (El Ministerio de Curación, pág. 93) 
 
* Ser cada vez mejores profesionales de la salud por medio del estudio y dedicación a perfeccionar la obra de aliviar el dolor y sanar la enfermedad.

"La vida del paciente está en manos del médico. Un diagnóstico superficial, una receta equivocada en un caso crítico, o un movimiento de la mano que en una operación desacierte por el espesor de un cabello, puede sacrificar una existencia y precipitar un alma a la eternidad. ¡Cuán solemne resulta pensar en esto! ¡Cuánto importa, pues, que el médico esté siempre bajo la dirección del Médico divino!" (El Ministerio de Curación, pág. 81)

"El médico que desee ser colaborador acepto con Cristo se esforzará por hacerse eficiente en todo ramo de su vocación. Estudiará con diligencia a fin de capacitarse para las responsabilidades de su profesión y, acoplando nuevos conocimientos, mayor sagacidad y maestría, procurará alcanzar un ideal superior. Todo médico debe darse cuenta de que si su obra es ineficaz, no sólo perjudica a los enfermos, sino también a sus colegas en la profesión. El médico que se da por satisfecho con un grado mediano de habilidad y conocimientos, no sólo empequeñece la profesión médica, sino que deshonra a Cristo, el soberano Médico.

Los que se sienten ineptos para la obra médica deben escoger otra ocupación. Los que se sienten con disposiciones para cuidar enfermos, pero cuya educación y cuyas aptitudes médicas son limitadas, deberían resignarse a desempeñar los ramos más humildes de dicha obra y actuar como fieles enfermeros. Sirviendo con paciencia bajo la dirección de médicos hábiles podrán seguir aprendiendo, y si aprovechan toda oportunidad de adquirir conocimientos, podrán tal vez llegar con el tiempo a estar preparados para ejercer la medicina." (El Ministerio de Curación, pág. 79)

"El propósito de Dios con respecto a nosotros es que ascendamos siempre. El verdadero médico misionero será cada vez más diestro. Hay que buscar a médicos cristianos de talento y de superior habilidad profesional, y alentarlos a servir a Dios en lugares donde puedan educar y preparar a otros para ser misioneros médicos. El médico debe acopiar en su alma la luz de la Palabra de Dios. Debe crecer continuamente en la gracia. Para él, la religión no ha de ser tan sólo una de tantas influencias. Debe ser la influencia predominante. Debe inspirar todos sus actos en altos y santos móviles, que serán poderosos por proceder de Aquel que dio su vida para revestirnos de poder para vencer el mal. Si el médico se esfuerza con fidelidad y diligencia por hacerse eficaz en su profesión, si se consagra al servicio de Cristo y dedica tiempo a escudriñar su corazón, comprenderá los misterios de su sagrada vocación. Logrará disciplinarse y educarse de tal modo que cuantos se encuentren dentro de la esfera de su influencia reconocerán la excelencia de la educación y de la sabiduría adquiridas por quien vive siempre en unión con el Dios de sabiduría y poder." (El Ministerio de Curación, pág. 80)  

* Actuar decididamente en la obra de educar al enfermo sobre los malos hábitos que perjudican la salud.

"Cuando el médico ve sufrir al paciente de una enfermedad derivada de alimentos o brebajes impropios o de otros hábitos erróneos, y no se lo dice, le perjudica. Los beodos, los dementes, los disolutos, todos imponen al médico la declaración terminante de que los padecimientos son resultado del pecado. Los que entienden los principios de la vida deberían esforzarse por contrarrestar las causas de las enfermedades. Al ver el continuo conflicto con el dolor y tener que luchar constantemente por aliviar a los que padecen, ¿cómo puede el médico guardar silencio? ¿Puede decirse que es benévolo y compasivo si deja de enseñar la estricta templanza como remedio contra la enfermedad?"  (El  Ministerio de Curación, pág. 77)

* El médico - misionero y su obra de salvar almas.

"Con demasiada frecuencia, en su roce continuo con la enfermedad y la muerte, los médicos pierden de vista las solemnes realidades de la vida futura. En su afán por desviar el peligro del cuerpo, olvidan el peligro del alma. Puede ser 83 que aquel a quien atienden esté perdiendo la vida y sus últimas oportunidades se estén desvaneciendo. Con esta alma volverá a encontrarse el médico en el tribunal de Cristo. Muchas veces dejamos escapar las más preciosas bendiciones al no decir una palabra en el momento oportuno. Si no discernimos la áurea oportunidad, la perdemos. A la cabecera del enfermo, evítese toda palabra acerca de dogmas o controversias. Diríjase la atención del enfermo hacia Aquel que quiere salvar a todos los que a él acuden con fe. Con fervor y ternura, procúrese ayudar al alma pendiente entre la vida y la muerte.

El médico que sabe que Cristo es su Salvador personal, porque él mismo fue llevado al Refugio, sabe cómo tratar con las almas temblorosas, enfermas de pecado, que sienten su culpa y le piden ayuda. Sabe contestar a la pregunta: "¿Qué es menester que yo haga para ser salvo?" (Hechos 16:30) Puede contar la historia del amor del que nos redime. Puede hablar por experiencia del poder del arrepentimiento y de la fe. Con palabras sencillas y sinceras puede presentar a Dios en oración la necesidad del alma, y alentar al enfermo a pedir y aceptar la gracia del compasivo Salvador. Al desempeñar así su ministerio junto a la cabecera del enfermo, procurando dirigirle palabras que le auxilien y consuelen, el Señor obra por medio de él y con él. Cuando el espíritu del paciente es conducido al Salvador, la paz de Cristo llena su corazón, y la salud espiritual que recibe es como mano auxiliadora de Dios que restaura la salud del cuerpo." " (El Ministerio de Curación, pág. 83)
 
 
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