De aquí se desprende que hay dos tronos en el Santuario Celestial, un trono donde Jesús se sienta a la diestra del Padre y en que el oficia como Sacerdote y Mediador en favor de la humanidad. En este trono Jesús ha estado oficiando por casi dos mil años. El otro trono, "el trono de su gloria" donde el se sienta como Rey de reyes y Señor de Señores le será dado en su segunda venida para establecer el reino de su gloria.
Lea con detenimiento Apocalipsis 3:21. En este breve y hermoso pasaje encontrará la mención de los dos tronos. Jesús refiere diciendo "al que venciere le daré que se siente conmigo en mi trono". En este trono (mi trono), algunos de los redimidos se sentarán junto a Jesús para ser con él reyes y sacerdotes (Apocalipsis 5:10). En este trono Jesús se sienta como Rey y Sacerdote, privilegiando su obra como Sacerdote. Sin embargo, el continúa diciendo: "como yo he vencido y me sentado con mi Padre en su trono". Este último es el Trono de Dios donde el se sentará como Rey del Universo (Salmo 11:4; Apocalipsis 4:2-3).
DOS TRONOS EN EL SANTUARIO CELESTIAL
A través de una interpretación específica de la Biblia, se concluye que hay dos tronos en el Santuario Celestial. El Santuario Celestial es una realidad en el cielo y es el lugar donde Jesús se encuentra ministrando en favor de quienes le han aceptado como Salvador.
El Santuario Celestial, al igual que el Santuario Terrenal, consta de dos lugares o compartimentos: el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. En el Lugar Santo, se encuentra el trono en que Jesús se sienta a la diestra del Padre como Sacerdote para interceder por los creyentes, mientras que en el Lugar Santísimo se encuentra el Trono de Dios, el Padre.
Es claro entonces que en el Santuario Celestial hay a lo menos dos tronos, Uno de estos tronos es el Trono de Dios, ubicado en el Lugar Santísimo del Santuario y, el otro, un trono donde se sienta el Hijo junto al Padre, ubicado en el Lugar Santo del mismo Santuario, seguramente al lado norte, donde se ubicaba la mesa con los panes de proposición en el Santuario Terrenal.
Ya mencionamos que Jesús señala claramente la existencia de estos dos tronos en el cielo en Apocalipsis 3:21.
Considere lo anterior a la luz del Espíritu de Profecía:
“Vi un trono, y sobre él se sentaban el Padre y el Hijo.” (Primeros Escritos, pág. 54)
“Vi al Padre levantarse del trono, y en un carro de llamas entró en el lugar santísimo, al interior del velo, y se sentó. Entonces Jesús se levantó del trono, y la mayoría de los que estaban prosternados se levantó con él.” (Primeros Escritos, pág. 55)
“Después de eso, un carro de nubes, cuyas ruedas eran como llamas de fuego, llegó rodeado de ángeles, adonde estaba Jesús. El entró en el carro y fue llevado al lugar santísimo, donde el Padre estaba sentado. Allí contemplé a Jesús, el gran Sumo Sacerdote, de pie delante del Padre.” (Primeros Escritos, pág. 55)
Se desprende claramente de estos pasajes del Espíritu de Profecía que existen dos tronos en el santuario celestial. Uno, el trono de Dios, ubicado en el lugar santísimo y el otro, el trono en que se sienta el Padre y el Hijo y que se ubica en el lugar santo.
Es claro que muchos, dentro del adventismo, se oponen a esta sugerencia argumentando que no puede haber dos tronos en el santuario celestial, por cuanto en el terreno solo se prefiguraba la existencia de uno y que, por tanto, el santuario original en el cielo debe ajustarse en todo a su fiel bosquejo en la tierra.
Lo anterior se observa en el siguiente comentario de un afamado teólogo adventista sobre la posición de los intérpretes sobre el trono de Dios:
“En otras palabras, muchos comentaristas han supuesto erróneamente que en el santuario celestial Dios tiene un solo lugar para su trono, y que éste equivale al recinto interior del santuario terrenal del Antiguo Testamento, conocido también como lugar santísimo.” (C. Mervin Maxwell, “Apocalipsis: sus revelaciones”, pág. 171)
El mismo autor refiere lo siguiente:
“La suposición de que el trono celestial de Dios está ubicado únicamente en el lugar santísimo del santuario celestial pasa por alto el hecho de que en el Antiguo Testamento la presencia de Dios no siempre estaba confinada al lugar santísimo, sino que a veces estaba también en el lugar santo. (Veáse, por ejemplo, Exodo 33:9 y Ezequiel 9:3.) También pasa por alto el simbolismo de la mesa de los panes de la presencia (de los panes de la proposición, Reina-Valera).” (C. Mervin Maxwell, “Apocalipsis: sus revelaciones”, pág. 171)
Sobre este punto de discusión, debemos considerar algunos aspectos. Primero, afirmar que en el santuario terrenal solo se prefiguraba un trono es tan solo un prejuicio y un impedimento para poder comprender una verdad más amplia.
Segundo, el santuario terrenal era simbólico, una mera representación inferior de algo superior, de donde no podemos suponer que en el santuario celestial existan literalmente los mismos elementos que había en el terrenal. No podemos suponer, por ejemplo, que en el santuario celestial exista una mesa de madera enchapada en oro y que contenga dos hileras de pan que deban ser cambiadas constantemente para que no sufran descomposición.
Es indudable que el pan de la proposición contenido sobre la mesa de oro del santuario terrenal era un símbolo de Cristo, el “verdadero pan del cielo” (Juan 6:32-51). En consecuencia, el pan literal era símbolo de una persona, a saber, Cristo quien es señalado bíblicamente como “el pan de vida”. Siendo así, no es razonable entender que Jesús se encuentre en el cielo depositado sobre una mesa en el santuario celestial como sucedía con el pan literal, sino que es consecuente suponer que la mesa sea símbolo de un trono, distinto al trono de Dios, y que al igual que éste, se ubica en el cielo.
Que la mesa del pan de la proposición simboliza un trono, es compartido por no pocos estudiosos del tema, como vemos en los siguientes comentarios:
“Dentro del santuario la primera habitación recibía el nombre de lugar santo. La mesa de los panes de la presencia estaba ubicada allí. Representaba el trono celestial de Dios, y el pan que se ponía sobre ella representaba a nuestro viviente Salvador.” (C. Mervin Maxwell, “Apocalipsis: sus revelaciones”, pág. 163)
En la Revista Adventista de mayo de 1995, página 11, en un artículo que analiza los objetos del santuario terrenal, se comenta lo siguiente sobre los tronos que estos simbolizan:
“El primero que consideramos fue el de Cristo, representado por la mesa de los panes de la proposición.”
Aún podemos referir otro detalle. La mesa del pan de la proposición se ubicaba al lado norte del santuario terrenal, señalando que, en esa posición cardinal, el norte, se ubica la presencia de Cristo en el cielo.
Los escritos de los profetas dejan ver que en el lado norte del santuario celestial hay un trono donde sentarse ya que cuando Satanás se reveló en el cielo, quiso usurpar el lugar que ocupa Cristo en el cielo. De acuerdo a lo registrado por el profeta Isaías, Satanás habría declarado: “Subiré al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios ensalzaré mi solio (trono), y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del aquilón (norte). Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:12-14).
¿Por qué esperaba el ángel rebelde “sentarse a los lados del norte”? ¿Pensaba él sentarse en una mesa? No, de ninguna manera. Satanás sabía muy bien que, en el lado norte del santuario del testimonio en el cielo, se ubica el trono de Cristo, en que él se sienta junto al Padre. En este trono, Jesús se sienta junto al Padre como nuestro sacerdote y mediador, intercediendo por nosotros con su propia sangre inmaculada. (Lea el Conflicto de los Siglos, páginas 548-549)
Con relación a la mesa del pan de la proposición como simbolizando un trono leemos lo siguiente:
“La conclusión lógica y sencilla que podemos extraer de todo esto es que en ocasión de su ascensión en el año 31 DC Jesús se fue inmediatamente al lado de su Padre, que estaba sentado en el santuario celestial en el lugar equivalente al de la mesa de los panes de la presencia (la mesa de los panes de la proposición), es decir, en el ‘lugar santo’ de ese vasto y glorioso santuario.” (C. Mervin Maxwell, “Apocalipsis: sus revelaciones”, pág. 171)
Repasemos todo lo anterior a la luz del siguiente párrafo de la pluma inspirada:
“"Y se sentará y reinará sobre su trono, siendo Sacerdote sobre su trono." No todavía "sobre el trono de su gloria;" el reino de gloria no le ha sido dado aún. Solo cuando su obra mediadora haya terminado, "le dará el Señor Dios el trono de David su padre," un reino del que "no habrá fin." (S. Lucas 1: 32, 33.) Como sacerdote, Cristo está sentado ahora con el Padre en su trono. (Apocalipsis 3: 21.)” (CS 468)
Analicemos lo expuesto por la inspiración. El párrafo dice que “Cristo está sentado ahora con el Padre en su trono”. La pregunta es: ¿Dónde está sentado Cristo en este momento? ¿Está sentado en el trono de Dios ubicado en el lugar santísimo del santuario celestial?
Según se desprende de todo lo referido sobre este asunto, se puede concluir que Cristo está sentado con el Padre en un trono, distinto al trono de Dios y ubicado no en el lugar santísimo sino en el lugar santo. Este trono, es llamado también con propiedad el trono del Padre y en él, está sentado Jesús, junto al Padre, como hombre intercediendo por nosotros (Salmo 110:1 y 4; Mateo 26:64; Hechos 7:55-56; Efesios 1:20-21; 1 Timoteo 2:5; Hebreos 1:1-3; 8:1-2).
Este trono, ubicado en el lugar santo, es el trono que le ofreció el Padre a Jesús después de su resurrección y en el que fue entronizado cuando fue recibido con gloria en el cielo (Hebreos 1:8).
En este trono, Jesús está sentado como Sacerdote, no como Rey, pues el trono de Soberano, el “trono de su gloria”, le será dado “sólo cuando su obra mediadora haya terminado” y él regrese a la Tierra en su segunda venida (Mateo 25:31).