Diagrama de 1863 (Jaime White)
Quienes defienden la validez del Diagrama de 1843 y su posterior reedición de 1850, no aceptan en cambio la reedición de 1863, alegando que no fue "inspirado" por Dios, ya que no encuentran una referencia de la Sra. White que apoye decidida y claramente dicho diagrama, aunque huelga decir que el Diagrama de 1863 fue realizado y diseñado por su propio esposo Jaime White. Se sostiene que hay silencio de parte de la Sra. White respecto del Diagrama de 1863 editado por su propio esposo y eso claramente indica, en opinión de estas personas, que ella no aprobaba dicho diagrama. Esto por supuesto, es caer en un terrreno especulativo de peligroso nivel, ya que si la Sra. White no aprobaba la realización de un tercer diagrama, ciertamente es probable que ella se lo hiciera saber personalmente a su esposo, cosa que al menos no está documentado que ocurriera.
No obstante, respecto del Diagrama de 1863 la Sra. White señala lo siguiente en 1868:
“Mi esposo se había apoderado del asunto del libro en Battle Creek, y esa iglesia había establecido un noble ejemplo. En la reunión en Fairplains, presentó el asunto de poner en manos de todos los que no pudieron comprar, tales obras como Dones Espirituales, Llamado a las madres [Appeal to Mothers], Cómo vivir [How to Live], Mensaje para los jóvenes, Lecturas sabáticas [Sabbath Readings], y las tablas, with guía de explicación. El plan recibió la aprobación general. Pero de este importante trabajo hablaré en otro lugar.” (1T 666.2) (Experiencias del 23 de diciembre, 1867 al 01 de febrero 1868)
"Ustedes pueden colgar los cuadros [los diagramas] y mostrarles la verdad, tal como se muestra ahí ilustrada. Puede enseñarles, si tienen una mente para hacerlo, al explicar la historia profética y rastreando las profecías, que el final de todas las cosas está a la mano. Pueden impresionarlos con lo sagrado de la ley de Dios, y mostrarles sus reclamos sobre ellos “. (RH, March 29, 1870 par. 14)
Las "tablas" o "cuadros" que aquí se mencionan, incluyen el Diagrama de 1863 y que al decir de la Sra. White constituyen parte del trabajo de su esposo y que son parte de un plan que "recibió la aprobación general". Ella no menciona nada en oposición a dicho diagrama o que permita concluir que no estaba de acuerdo con su confección y distribución.
Quienes argumentan que al no haber un apoyo explícito de Elena G. de White al Diagrama de 1863 (editado por su propio esposo), éste debe ser considerado como no inspirado o no apoyado por Dios, debieran sopesar este mismo argumento en relación a la interpretación que los dichos diagramas hacen de las "trompetas del Apocalipsis", que, igualmente, no cuentan con un apoyo explícito de la Sra. White en ninguno de sus libros y sin embargo, los apologistas de los "diagramas" insisten majaderamente en considerar dicha interpretación como inspirada y apoyada por Dios.
De los antecedentes que existen, se concluye que la Sra. White nunca estuvo en contra del Diagrama de 1863 y menos lo desaprobó, a pesar de que éste, era en realidad una versión alterada del Diagrama de 1843, que los apologistas de los "diagramas" indican que nunca debía ser alterado mal utilizando una declaración de la Sra. White al respecto.
Nótese, que la Sra. White en su libro El Conflicto de los Siglos, publicado aproximadamente en 1888, jamás hace referencia positiva a la interpretación que de las trompetas hacen los controvertidos diagramas de 1843 y posteriores, teniendo en cuenta que el libro El Conflicto de los Siglos es una obra que describe pormenorizadamente todos los hechos históricos y de relevancia espiritual desde los días de Cristo y más allá de la Segunda Venida de Cristo. ¿Si estas interpretaciones de los diagramas eran correctas porque ella nunca los usó en ningún libro de su autoría? Debemos dejar de aferrarnos a ideas favoritas y atenernos a la pristina realidad.
¿Las "cifras" que no debían ser alteradas eran todas las cifras que aparecían en el Diagrama de 1843 y posteriores? No, de ninguna manera. Las "cifras" que no debían ser alteradas eran aquellas que conducían a 1843 y posteriormente a 1844, a saber "457 a.C." como la fecha del decreto oficial para reconstruir Jerusalén emitido por Artajerjes. "27 d.C." como la fecha del bautismo de Jesús en el Jordan. "31 d.C." como la fecha de la crucifixión y muerte de Jesús en la cruz. "34 d.C." como la fecha de la muerte de Esteban el primer mártir cristiano y fecha de término de las 70 semanas separadas o apartadas por tener que ver con la historia y dispensación de Israel. Esas fechas, parte de la profecía de los 2300 días de tarde y mañana no debían ser alteradas y hasta la fecha, entre los adventistas del séptimo día, no han sido alteradas porque esa es la voluntad de Dios.
EL PROBLEMA DE LOS 2520 AÑOS DE LEVÍTICO 26
¿Por qué si todas las “cifras” aportadas por los diagramas de 1843 y 1850 respectivamente son de importancia vital para el conocimiento del pueblo de Dios no son referidas en manera alguna en los escritos de Elena White y no son mencionadas de modo alguno en El Conflicto de los Siglos que precisamente trata de esos temas?
Respecto al cómputo de los 2520 años proféticos que mencionaba el Diagrama de 1843, basados en la interpretación de Levítico capítulo 26, se puede señalar que efectivamente, los pioneros adventistas basados en los cómputos que aportara Miller inicialmente, aceptaron que la expresión “seven times” traducido en la Biblia King James (BKJ) como “siete tiempos” mencionados en Levítico 26:18,21,23,24,28 equivalían a 2,520 años (7 x 360) de castigo para el pueblo de Israel, los cuales, según el entendimiento de aquella época, comenzaban en el año 677 a.C cuando el rey Manasés fue llevado cautivo y terminaban justamente en 1844.
La expresión griega que es traducida como “siete tiempos” y que procede de “seven times” en la BKJ, más propiamente debe ser traducida como “siete veces” y que es la forma en que la mayoría de las traducciones de la Biblia vierte dicha expresión del griego.
La expresión “tiempos” que aparece en la versión BKJ no aparece en el original griego, una traducción más apegada al original sería “siete veces”. Expresión, como se dijo, que aparece en muchas versiones en español, indicando de manera correcta que el numeral “siete” no tiene ninguna relación con un período de tiempo determinado y, por lo tanto, resulta incorrecto aplicar el principio de día por año a dichas menciones en Levítico capítulo 26.
Por su parte, Jaime White y Urías Smith, dos exponentes bien reconocidos de temas proféticos en la historia temprana del adventismo, descartaron la profecía de los 2520 años propuesta inicialmente en el Diagrama de 1843.
Respecto a la reedición del Diagrama de 1843 en 1863 por el propio Jaime White y que no incluía la profecía de los 2520 años, el declaró: "no hay ningún período profético en Levítico 26; y aquellos que imaginan que tales cosas existen y se rompen la cabeza ajustando las fechas están dando golpes al aire." (Review and Herald, 26 de enero de 1864).
Urías Smith escribió: “Casi todos los esquemas del "Plan de las Edades", "La Edad a Venir", etc., hacen uso de un supuesto período profético llamado “los siete tiempos”; haciendo así un intento de encontrar un notable cumplimiento por los acontecimientos de la historia judía y gentil. Todos estos especuladores podrían evitarse sus preocupaciones; porque no hay tal período profético en la Biblia.” (Daniel y Apocalipsis, Pág. 736, versión en inglés).
ELENA WHITE Y LOS 2520 AÑOS DE LEVÍTICO 26
Decir que en su cita sobre el Diagrama de 1843 Elena White estaba apoyando la cifra de 2520 así como la interpretación de las trompetas, es sacar lastimosamente de contexto la cita. Cuando Elena White dijo estas palabras, su principal enfoque estuvo dado en relación a la interpretación de los 2300 días y que llevaban equivocadamente a 1843 y posteriormente a 1844, lo cual está ampliamente detallado en El Conflicto de los Siglos su principal publicación sobre los tiempos proféticos y en que huelga decir no menciona para nada el período de 2520 años ni tampoco la interpretación de las trompetas como aplicables a períodos de la historia secular.
Elena de White escribió que la profecía de los 2300 años es el “gran período profético” (El Conflicto de los Siglos, Pág. 326), “el período profético más largo y último de que habla la Biblia” (El Conflicto de los Siglos, Pág. 350) y “este periodo profético, el más largo de la Biblia” (El Conflicto de los Siglos, Pág. 327). Si la Sra. White respaldara los 2520 años propuestos inicialmente en el Diagrama de 1843 y que el entender de sus defensores “no debe ser alterado” jamás hubiese realizado tal declaración, ya que en cantidad de años los 2520 años sería la profecía más larga en las Escrituras. De todo esto, se desprende al buen entendedor, que la Sra. White sólo apoyó el cómputo de los 2300 años de Daniel 8:14 y no así la interpretación de 2520 años para Levítico 26.
ELENA WHITE Y LAS SIETE TROMPETAS DE APOCALIPSIS
Concluyentemente, usar la cita de Elena White referida al Diagrama de 1843 para apoyar todo lo propuesto en el diagrama es forzar la cita y sacarla de contexto, asumiéndose que la interpretación de las trompetas propuesta en el diagrama y también por otros hermanos de la época, fue propia de la efervescencia del “movimiento adventista”.
Note que, si bien el Diagrama de 1843 refiere a las trompetas de Apocalipsis 8 y 9 como eventos pasados y relacionados con la historia secular de nuestro mundo, lo mismo que hace Urías Smith en su libro Daniel y el Apocalipsis, la Hna. White en cambio indica de manera clara que los acontecimientos relacionados con las trompetas son en realidad eventos futuros, tal y como se desprende de los siguientes párrafos del Espíritu de Profecía:
“Solemnes eventos están delante de nosotros. Se escuchará el sonido de una trompeta tras otra, y copa tras copa será derramada sobre los habitantes culpables de la tierra. Escenas de tremendo interés están delante de nosotros.” (Elena G. de White, Comentario Bíblico Adventista, tomo 7, pág. 982. Texto que también se encuentra en Mensajes Selectos, tomo 3, pág. 487 y Eventos de los Últimos Días, pág. 242).
“La batalla del Armagedón se librará, y aquel día no debe encontrar a ninguno de nosotros durmiendo. Debemos estar bien despiertos, teniendo, como las vírgenes prudentes, aceite en nuestras vasijas junto con nuestras lámparas. . .
Debe reposar sobre nosotros el poder del Espíritu Santo, y el Capitán de las huestes del Señor estará a la cabeza de los ángeles del cielo para dirigir la batalla. Solemnes eventos están a punto de ocurrir ante nosotros. Las trompetas suenan una tras otra, se derrama una copa tras otra sobre los habitantes de la tierra.” (Elena G. de White, “Maranatha”, pág. 255)
Si bien existen algunas referencias a la quinta y sexta trompeta en El Conflicto de los Siglos, éstas nunca han sido realmente aceptadas como propuesta de una acertada interpretación para los símbolos y pasajes de Apocalipsis 8 y 9.
Notemos lo expresado por un eminente estudioso del tema sobre los pasajes comentados:
“En ningún lugar de sus escritos, Elena White comenta las siete trompetas. Su única referencia a Apo. 8 y 9 es un breve comentario en El Conflicto de los Siglos, en el capítulo titulado: ‘Una Reforma Significativa’. En esas páginas ella comenta el despertar que condujo a la desilusión de 1844. Hay en ese capítulo dos expresiones interesantes. En la página 382 dice: ‘En 1840 otro notable cumplimiento de la profecía despertó interés general’. En la página siguiente dice: ‘En la misma fecha en que había sido especificada. Turquía aceptó, por medio de sus embajadores, la protección de las potencias aliadas de Europa.’
Algunos sostienen que en estos pasajes Elena White apoyó la interpretación de Litch acerca de la quinta y sexta trompeta. Otros sostienen que ella meramente declaró que se cumplió lo que Litch interpretó acerca de las trompetas, y no lo que Juan intentaba que entendiéramos.
En la Consulta Teológica de Glacier View en 1980, los pastores White y Olson, de la Corporación White, apoyaron este último punto de vista. El autor de estos Estudios de Apocalipsis sostiene esta misma posición.” (Ricardo Cabero A., Sermones para Pastores y Predicadores Laicos, pág. 109)
Sin ir más lejos, un hombre muy conocido dentro del mundo adventista el Dr. Desmond Ford, un hombre muy talentoso, erudito bíblico y orador elocuente, quien después de ser un adventista ferviente tristemente apostató de la iglesia, al momento de su alejamiento presentó un documento conteniendo 101 preguntas a la iglesia, entre las cuales se encontraba la siguiente en relación a “Apocalipsis 9 y Josías Litch”:
Ford declara: “La interpretación hecha por Josias Litch de Apocalipsis 9:15 para el día 11 de agosto de 1840, estaba completamente errada, como el propio Litch admitió en años posteriores.” “Elena White aceptó las conclusiones proféticas de Josías Litch concernientes al 11 de agosto de 1840” (Ford, pp. 659-660, 584)
En atención a esta pregunta del Dr. Ford la Iglesia Adventista del Séptimo Día respondió de la siguiente manera:
“No. Esta es la única referencia conocida a Apoc. 9 en todos los escritos de Elena White que aparece, no en conexión con un estudio exegético de la Biblia, sino como parte de una descripción del movimiento millerista. Con base en su interpretación de Apoc. 9:15 Josías Litch predijo en 1838 que el poder otomano sería quebrantado en 1840. El 1° de agosto de 1840 el predijo que esto ocurriría el 11 de agosto. Lo que ocurrió en esa fecha confirmó la fe de multitudes en la interpretación de las Escrituras por parte del movimiento millerista y dio un gran impulso al movimiento del advento.
Si Elena White hubiese querido decir en El Conflicto de los Siglos, pág. 334, que la profecía de Juan el revelador tuvo su cumplimiento el 11 de agosto de 1840, estaría apoyando la interpretación de Litch sobre Apoc. 9:15. En cambio, si ella simplemente dijo que la predicción de Josías Litch se cumplió, ella no necesariamente está apoyando la comprensión del texto por parte de Litch.” (Respuesta de la Iglesia Adventista del Séptimo Día a las 101 preguntas del Dr. Ford, pág. 64 y 65)
Es claro que la interpretación histórica de Josías Litch enfrentaba serios problemas. Uno de estos fue el problema de los cambios de calendarios ocurridos en 1582 y 1752. Efectivamente, los cálculos y fechas propuestos por Litch no habían considerado de modo alguno que entre los años 1449 y 1840, que se señalaron como cumplimiento de los 391 años y 15 días de Apocalipsis 9:15, se habían experimentado dos importantes cambios de calendario que afectaban directamente las fechas por él dadas y que, al ser considerados, echaban por tierra las fechas y los períodos propuestos. Esto causó un serio cuestionamiento de la interpretación que Litch propusiera para la quinta y sexta trompeta del Apocalipsis.
Junto con el cuestionamiento de la interpretación propuesta por Litch, los ojos se volcaron sobre Elena G. de White quien aparentemente lo había apoyado en dicha interpretación y aún muchos dudaron realmente de que la hermana fuera profeta de Dios al haber avalado un error manifiesto, no obstante, es claro, como respondió la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que ella nunca apoyó de manera directa la interpretación del hermano Litch, sino que solamente enfatizó que las fechas por él señaladas se habían cumplido sorprendentemente dando un gran apoyo y auge al movimiento del advento.
De todo esto, se desprende que los pasajes aludidos del Conflicto de los Siglos, no pueden ser usados como apoyando una correcta interpretación de Apocalipsis 9, toda vez que la misma Elena White no los consideró de esa manera y dado que el supuesto acierto de la fecha indicada para el 11 de agosto de 1840, no pasó de ser una curiosidad que asombró posteriormente al propio Litch después de considerar el problema de los cambios de calendario que estropearon su interpretación.
¿ES VÁLIDO TODO LO QUE CREÍAN LOS PIONEROS?
Algunos adventistas se sienten inclinados a aceptar como válido todo lo que enseñaban los pioneros del movimiento adventista, asumiendo que a los pioneros el Espíritu de Dios los motivó y llevó a escribir sus propuestas proféticas dado que el movimiento en sí es considerado como un movimiento inspirado por Dios, tal como en su momento fue el cristianismo de los apóstoles y más tarde el protestantismo de la Edad Media. Sin embargo, así como se manifestaron errores en el movimiento protestante iniciado por Lutero, igualmente, hubo errores en las propuestas de los pioneros respecto a diversos temas, como por ejemplo la divinidad de Cristo, el Armagedón, el Apocalipsis, etc. lo cual nos lleva a examinar cuidadosamente todo lo que enseñaron o sostuvieron en su momento los pioneros, no con el afán de encontrar errores en sus planteamientos, sino sólo con el interés de asegurarnos que éstos guardan armonía con las Santas Escrituras.
En 1898, Elena White se levantó firmemente en contra del semiarrianismo de Urías Smith, uno de los pioneros adventistas. (Compare el editorial de Smith en la Review del 16 de marzo de 1897 con El Deseado de Todas las Gentes, pág. 489.)
Frente a las declaraciones de algunos pioneros que enseñaban que Jesús no es Dios, Elena White se levantó decididamente diciendo: “La divinidad de Cristo es la garantía que el creyente tiene de la vida eterna.” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 489).
¡Sí!, algunos de los pioneros enseñaban que Jesús no es Dios y lo distinguían absolutamente del Padre, en naturaleza, esencia y autoridad, a pesar que el propio Jesús dijera en una ocasión: "Yo y el Padre una cosa somos" (Juan 10:30) ¿Era inspirada esta creencia de los pioneros? Por supuesto que no. La Sra. White decía: "La divinidad de Cristo es la garantía que el creyente tiene de la vida eterna".
Como se puede ver no todo lo que enseñaron los pioneros debe ser aceptado como la verdad presente para este tiempo. Esto aplica a los Diagramas de 1843 y su reedición de 1850.
No debemos caer en el error de pensar que toda la verdad que necesitamos es lo que enseñaron los pioneros en el Siglo XIX y que dichas enseñanzas son infalibles, la luz que Dios imparte a su pueblo es progresiva y debe ser estudiada y considerada de manera permanente.
"Al investigar cuidadosamente cada jota y tilde de lo que pensamos que es verdad ya establecida, al comparar texto con texto, podemos descubrir errores en nuestras interpretaciones de las Escrituras. Cristo quiere que el investigador de su Palabra clave el pico cada vez más profundo en la mina de la verdad. Si la búsqueda se lleva a cabo correctamente, se encontrarán joyas de inestimable valor" (Elena White, Review and Herald, 12 de julio de 1898).
¿ELENA WHITE ÁRBITRO EN CUESTIONES DOCTRINALES?
Ya se dijo que los cristianos creen en la Biblia y la Biblia sola, no dependiendo de manuales de interpretación, catecismos o intérpretes particulares. Cada cristiano debe estudiar la Biblia por sí mismo y ver si las cosas son como se le presentan a su mente.
Elena White no es un árbitro en cuestiones doctrinales, sino una valiosa ayuda en el estudio de las Santas Escrituras. En cuestiones sobre las que ella guardó silencio, no debemos forzarla a servir de árbitro para dirimir disputas que por lo demás no constituyen puntos de salvación.
Si bien, con relación a algunos aspectos doctrinales ella manifestó una posición firme y decidida, ayudando así a resolver ciertos puntos en disputa, hubo, sin embargo, aspectos sobre los cuales ella guardó absoluto silencio y no se manifestó decididamente al respecto, el tema de las siete trompetas de Apocalipsis 8 y 9 es uno de ellos.
Un disidente adventista, Desmond Ford señaló lo siguiente con relación al papel de la Sra. White sobre puntos de controversia doctrinal: "Elena G. de White se negó a ser el árbitro en asuntos de controversia doctrinal. Vez tras vez le pidieron que concluyera con la controversia acerca del 'continuo' por medio de la palabra autorizada del Señor ... Se negaba a hacerlo, e instaba a todos a estudiar sus Biblias y decidir a base de aquella autoridad suprema antes que citar sus escritos. Esto preparó el camino para el enfoque correcto de problemas doctrinales similares. ofreciendo a la iglesia un saludable paradigma" (Ford, págs. 606,616).
La propia Elena White declaró lo siguiente a los dirigentes de la Iglesia Adventista y de sus instituciones, en una reunión especial celebrada en la Biblioteca del Colegio de Battle Creek, el día anterior a la apertura del Congreso de la Asociación General de 1901: "No os pido que toméis mis palabras. Dejad a la Hna. White a un lado. No volváis a citar mis palabras mientras viváis. hasta que podáis obedecer la Biblia. Cuando hagáis de la Biblia vuestra comida. Vuestra carne y vuestra bebida, cuando hagáis de sus principios la base de vuestro carácter, sabréis mejor cómo recibir consejo de Dios. Ensalzo la preciosa Palabra delante de vosotros hoy. No repitáis lo que he dicho diciendo: 'La Hna. White dijo esto', y 'la Hna. White dijo aquello'. Escudriñad lo que el Señor Dios de Israel dice y luego haced lo que El ordena" (Citado por Ford, pág. 589).
LA SITUACIÓN ACTUAL
DE LA POSICIÓN HISTORICISTA DE LAS TROMPETAS
Si bien en la actualidad aún hay muchos adventistas que se aferran a la posición historicista de las trompetas, a pesar de que deben lidiar constantemente con una serie de errores en el fundamento de esta posición, es claro a su vez, que de manera progresiva los teólogos y estudios del Apocalipsis han ido abandonando dicha posición debido a las muchas inconsecuencias en dicha interpretación.
Comentando sobre los errores de la posición historicista, un autor señala: "El primero y más importante error de las posiciones historicistas, es defender al papado como si fuera la iglesia de Dios, perseguida por “doscientos millones” de turcos otomanos. Pero, a pesar de lo que creían Lutero y la mayoría de los intérpretes adventistas, Elena G. de White escribió que el poder más opresor del pueblo de Dios no vino de Turquía sino de Roma; y que “la providencia de Dios había contenido las fuerzas que se oponían a la verdad”, gracias a la invasión musulmana de sus días. Eso ocurrió, especialmente, cuando los otomanos, liderados por Solimán el Magnífico (1520-66), apoyaron la causa protestante contra el emperador Carlos V. Por supuesto, nunca hubo en la historia una batalla con 200 millones de combatientes." (Leroy E. Beskow, Apocalipsis pág. 89)
¿Fue la interpretación de Josías Litch y la fecha de 1840 sobre la quinta trompeta en verdad una revelación de Dios? Veamos lo que se dice al respecto:
"Es relativamente fácil buscar en la historia un evento que pueda fortalecer una posición. Pero siempre habrá una parte de esa historia que revelará si esa posición podrá ser sustentable. Si examinamos un poco más la historia, el imperio otomano no llegó a su fin en 1840, en 1844 o poco después. En 1919 los turcos nacionalistas se rebelaron en Angora con el fin de establecer un gobierno republicano, y en 1922 el Imperio Otomano llegó a su fin. Al año siguiente Mustafá Kemal llegó a ser el presidente de la República de Turquía.
Y EGW, que había escrito la fecha propuesta por Litch sin haber recibido alguna revelación al respecto ─así como el Espíritu Santo lo había permitido a Pablo y otros profetas bíblicos por razones estratégicas (1 Cor. 7:12)─, comenzó a recibir las primeras revelaciones sobre el tema.
Los historicistas tratan de hacer cumplir la profecía con hechos históricos poco trascendentes y se ven obligados a dejar a un lado los acontecimientos más destacados del imperio otomano, como ser el establecimiento de la capital del reino en Constantinopla con Selim II, y la extensión mayor de su imperio entre los años 1566 a 1574. Es decir, en el tiempo cuando los protestantes fueron favorecidos por ellos. También que en 1683, con la victoria de la “Liga santa”, se inició la expulsión de los otomanos del territorio europeo.
Desde entonces nunca más pudieron recuperar sus antiguos dominios. De ahí que lo ocurrido en 1840 se pierde en la insignificancia, y nos muestra la inconsistencia de estas posturas. Litch tampoco tomó en cuenta en su cómputo profético, los cambios de calendario en 1582 y 1766.
La mayoría de los historicistas creen que durante “cinco meses”, que interpretan como “150 años literales”, los atormentados buscaron la muerte pero huyó de ellos (Apoc. 9:5). Si aceptáramos esto, los libros de historia deberían contarnos de longevos de 150 años o más.Dicen que en la Biblia hay varios ejemplos de personas que buscaron y esperaron la muerte (Job 3:21; 7:15; 24:17; Sal. 55:4; Prov. 21:6, etc.). Pero jamás ocurrió lo que dice la profecía, porque no es historia sino una profecía. Estos errores dieron origen a una interpretación historicista más simbólica, donde la quinta trompeta ya no se iniciaba en 1844, sino desde los eventos del siglo XVIII." (Leroy E. Beskow, Apocalipsis pág. 90)
¿PODEMOS IR MÁS ALLÁ DE LO QUE LA BIBLIA ENSEÑA?
1. Las trompetas son eventos que se producen como parte del séptimo sello (Apocalipsis 8:1-2)
Es innegable que las trompetas de los capítulos 8 y 9 del Apocalipsis son parte integrante del séptimo sello de manera que son eventos futuros.
De acuerdo a la interpretación adventista de las profecías, nos encontramos actualmente en el período profético del sexto sello, período que comenzó en el año 1755 con el gran terremoto de Lisboa, pasando por el día obscuro del 19 de mayo de 1780 para luego dar paso a la fantástica caída de estrellas del 13 de noviembre de 1833. Todo lo anterior según Apocalipsis 6:12-13.
El apóstol Juan declara:
‘Y cuando él abrió el séptimo sello, fue hecho silencio en el cielo casi por media hora. Y vi los siete ángeles que estaban delante de Dios, y les fueron dadas siete trompetas.’
Aunque ha habido quienes desean desconocer que el sonar de las trompetas es parte integrante del séptimo sello, lo cierto es que no se puede separar las trompetas de este sello, y al pretender hacerlo sólo se desconoce las Escrituras de un modo totalmente antojadizo y fuera de una sana interpretación. El apóstol Juan dice claramente: ‘Y vi cuando él abrió el séptimo sello… y vi los siete ángeles que estaban delante de Dios, y les fueron dadas siete trompetas.’ Luego, si aceptamos que las trompetas y el sonar de ellas, corresponden al séptimo sello, resulta incuestionable que dicho evento debe necesariamente ubicarse en el futuro y no en el pasado.
2. Las trompetas son tocadas después de terminado el sellamiento.
Es claro que estamos viviendo en el período final del sexto sello y en que se está llevando a cabo una gran obra de sellamiento de los siervos de Dios descrita con claridad en Apocalipsis 7:1-4 y que debe indudablemente realizarse antes de la apertura del séptimo sello.
El apóstol Juan, una vez terminado el sellamiento, dice: ‘oí el número de los señalados’. Resulta fácil comprender que el apóstol sólo podía escuchar el número de los sellados una vez que éste concluyera, después de lo cual pasa a describir la apertura del séptimo sello. Luego, como parte del séptimo sello el apóstol describe el sonar de las trompetas.
Sin embargo, más allá de eso, de una lectura simple del capítulo 9 versículo 5 del Apocalipsis, en que se desarrolla el sonar de la quinta trompeta, resulta claro que el sonar de esta trompeta se verifica sólo una vez terminado el sellamiento, pues la orden dada a las simbólicas langostas del capítulo 9 reza así: “Y les fue mandado que no hiciesen daño a la hierba de la tierra, ni a ninguna cosa verde, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tienen la señal de Dios en sus frentes.”
Admitiendo que el sellamiento comenzó en 1844 es de sola lógica que la quinta trompeta debe ser tocada con posterioridad a esa fecha y sólo una vez que éste termine, toda vez que la orden dada a las langostas había de afectar a quienes en definitiva rechazaron la señal de Dios y dicha clase de personas rebeldes "que no tienen la señal de Dios en sus frentes" solo podrá ser conocida definitivamente una vez concluido el señalamiento de los 144.000.
Aunque se argumenta que la señal de Dios (el sábado) ha sido guardada en todas las épocas y que aún durante la Edad Media hubo fieles testigos que mantuvieron su observancia, es claro que el sábado como señal de Dios sólo constituye una prueba a partir de 1844. Es por eso, que personas como Adán, Noé, Abraham o los apóstoles, que indudablemente guardaron el sábado como día de reposo no pueden ser considerados como “sellados” más si como hombres fieles a Dios y que en definitiva componen la grande multitud de salvos de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas que el apóstol Juan vio como estando delante de Dios, pero que de ningún modo hacen parte del grupo de los 144.000.
Es claro que el libro del Apocalipsis es un todo completo y armónico, de modo que la quinta trompeta del capítulo 9 y el lenguaje empleado en ella, debe principalmente ser interpretado a la luz del propio Apocalipsis y en el contexto del lenguaje escatológico usado en él. Siendo así, la referencia a la “señal de Dios” utilizada en Apocalipsis 9:5 debe ser entendida e interpretada a la luz del propio sellamiento descrito con anterioridad en el capítulo 7 y que fija dicho período a partir de 1844 y no antes, de manera que la quinta trompeta es tocada con posterioridad a esa fecha y una vez terminado la obra de señalar a los siervos de Dios, pues sólo entonces se conocerá definitivamente a quienes “no tienen la señal de Dios en sus frentes”.
Lo anterior se desprende claramente del siguiente párrafo del Espíritu de Profecía:
“Vi que la prueba actual acerca del sábado no podía producirse antes que terminase la mediación de Cristo en el lugar santo y él hubiese pasado al interior del segundo velo. Por lo tanto, los cristianos que durmieron antes que se abriese la puerta de acceso al santísimo cuando terminó el clamor de medianoche, el séptimo mes, en 1844, sin haber guardado el verdadero día de reposo, descansan ahora en esperanza; porque no tuvieron la luz ni la prueba acerca del sábado que tenemos ahora desde que la puerta se abrió.” (PE 42-43)
De todo lo anterior, se desprende que cuando se habla de “la señal de Dios” en “las frentes” indudablemente se está hablando del sellamiento siendo esta expresión propia del lenguaje de Apocalipsis 7:1-4, de manera que la aplicación de la quinta trompeta resulta muy clara.
Luego si el sonar de la quinta trompeta es ubicado con posterioridad al sellamiento, es de toda lógica que no puede corresponder a las invasiones sarracenas acontecidas entre los años 1299 y hasta 1449.
3. Las trompetas sólo pueden ser tocadas una vez que termine el tiempo de gracia. (Apocalipsis 8:3-5)
La clave para establecer la correcta ubicación en el tiempo del sonar de las trompetas está en la comprensión de los versículos 3 al 5 del capítulo 8. Ahí, se nos presenta a un ángel ofreciendo incienso delante del altar en el Santuario Celestial.
Veamos lo que opina al respecto un afamado intérprete:
“Se presenta a las trompetas antes de la visión del ángel que intercede por el pueblo de Dios (Apoc. 8:2). El sonido de las trompetas no comienza hasta que el ángel termina de ofrecer el incienso (Apoc. 8:6). La visión del ángel ofreciendo incienso y arrojando el incensario a la tierra es la introducción a la profecía de las trompetas. Es como si Juan dijera: “Los siete trompeteros están listos para hacer sonar sus trompetas. Pero antes debe cesar la ofrenda del incienso. Luego, las trompetas sonarán. Entonces Dios dejará que se desencadenen los eventos descriptos en cada trompeta.” (Joseph Battistone, Verdad Presente-Gloria Futura, pág. 71)
Es claro que el sonar de las trompetas se dejará escuchar sólo una vez que el ángel del incienso finalice su ofrenda. Note que al abrirse el séptimo sello Juan ve a los siete ángeles a quienes se les entregan las trompetas (vers. 1-2). Luego, el apóstol describe a aquel “ángel” quien realiza su ofrenda delante del altar (vers. 3-5) y sólo una vez que ha presentado esta visión Juan dice: ‘Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se aparejaron para tocar.’ (Vers. 6) No se pueden separar todos estos hechos y al no hacerlo, es claro que el sonar de las trompetas no sólo es parte del séptimo sello y por tanto futuro, sino que dichas trompetas no pueden ser tocadas de modo alguno antes de que el ángel del altar finalice su ofrenda y termine su obra mediadora. Desconocer esto, es querer premeditadamente creer algo que la Biblia no autoriza a creer, a saber, que las trompetas no son parte del séptimo sello.
¿Qué reveló Juan en Apocalipsis 8:3-5? ¿Quién es el “ángel” de la visión y cuándo dejará de ofrecer el incienso delante de Dios?
El “ángel” a que hace referencia el apóstol Juan en este pasaje es Jesús, quien ha estado intercediendo por nosotros delante de Dios y oficia como Sumo Sacerdote en el santuario celestial.
Bajo el título “Terminación del Tercer Mensaje” en el libro Primeros Escritos, el Espíritu de Profecía ubica el término de la ofrenda del incienso por parte del ángel de Apocalipsis 8 como correspondiendo al tiempo en que ha de terminar el sellamiento y con ello el fin del tiempo de gracia. Veamos.
“Vi ángeles que iban y venían de uno a otro lado del cielo. Un ángel con tintero de escribano en la cintura regresó a la tierra y comunicó a Jesús que había cumplido su encargo, quedando sellados y numerados los santos. Vi entonces que Jesús, quien había estado oficiando ante el arca de los diez mandamientos, dejó caer el incensario, y alzando las manos exclamó en alta voz: ‘Consumado es.’ Y toda la hueste angélica se quitó sus coronas cuando Jesús hizo esta solemne declaración: ‘El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.” (PE 279-280)
De este párrafo, en que además se establece que el “ángel” oficiante es Jesús, se deja ver claramente que la ofrenda del incienso terminará cuando termine el sellamiento y sean “sellados y numerados los santos”. Cuando esto ocurra, Jesús dejará caer el incensario en tierra, evento descrito en Apocalipsis 8:3-5 y con ello se decretará el fin del tiempo de gracia quedando cada caso fallado para vida o para muerte por la eternidad.
Leyendo Apocalipsis 8:3-5 a la luz del párrafo antes indicado, es fácil deducir que las trompetas no pueden ser tocadas sino hasta que termine el tiempo de gracia, lo cual evidentemente ubica el sonar de ellas en el futuro y de ninguna manera en el pasado.
Sin ir más lejos, el propio Urias Smith, quien era un ferviente defensor de la posición histórica, reconoció que el pasaje de Apocalipsis 8:3-5 correspondía al fin del tiempo de gracia, según se desprende del siguiente comentario:
“El acto del ángel al llenar de fuego su incensario y arrojarlo a la tierra evidencia que esta visión nos lleva al fin del tiempo, y por este acto indica que su obra ha terminado. Ya no se han de ofrecer más oraciones mezcladas con incienso. Este acto simbólico puede aplicarse tan sólo al momento en que termine para siempre en el santuario el ministerio de Cristo a favor de la humanidad. Después de aquel acto del ángel, hay voces, truenos, relámpagos, y terremotos; exactamente lo que según se nos dice en otra parte, ha de suceder cuando termine el tiempo de gracia de los hombres.” (Urías Smith, “El Libro del Apocalipsis”, pág. 126)
Otra autora adventista concluye de igual manera con relación a Apocalipsis 8:5:
“Este versículo nos está anunciando el fin de la intercesión de Cristo al lanzar Su incensario…” (Atala Villarreal, “Jesucristo el rey ya vuelve”, pág. 20)
En cuanto al toque de las trompetas otro autor afirma:
“El sonido de las trompetas no comienza hasta que el ángel termina de ofrecer el incienso.” (Joseph Battistone, “Verdad Presente-Gloria Futura”, pág. 71)
Una cosa es cierta, si las trompetas forman parte del séptimo sello, la aplicación de éstas no puede ser pasada sino futura y puesto que la casi totalidad de los intérpretes del Apocalipsis concuerdan en decir que estamos viviendo actualmente en el período correspondiente al sexto sello es lógico que la apertura del séptimo sello es futura y con ello el sonar de las trompetas. Por otra parte, los versículos 3 al 5, que describen el fin de la mediación de Cristo y con ello el fin del tiempo de gracia, son parte integrante del séptimo sello y están íntimamente ligados al sonar de las trompetas, pues el sonar de ellas se ubica en íntima relación con este evento y después de que el ángel deja caer su incensario decretando el fin del juicio investigador.
CONCLUSIÓN
Suponer que al dar apoyo a la interpretación que el Diagrama de 1843 realizaba sobre las profecías Elena White estaba validando todo lo que indicaba o enseñaba el diagrama es equivocar completamente el sentido de las palabras de la Sra. White, ya que en este caso sucede lo mismo que se puede notar al sugerir ella misma que se publicaran los libros de Daniel y Apocalipsis de Urías Smith, aunque estos libros contenían errores respecto a los reyes del oriente, el rey del norte y el rey de sur, así como la identificación temporal del Armagedón. Aun así, ella misma sugirió que se publicaran, pues su interés estaba basado en las grandes profecías y visiones de Daniel y Apocalipsis, sabiendo que los hombres crecen con el tiempo en el conocimiento y no se puede desechar todo aplicando la enseñanza de 1 Tesalonicenses 5:21: “examinadlo todo, retened lo bueno”.
En consecuencia, habiendo examinado la introducción del Conflicto de los Siglos donde la Sra. White explica el proceso de elección de citas de autores que escribieron sobre historia u otros asuntos y habiendo, asimismo, considerado lo que la Sra. White dice sobre los diagramas de 1843 y 1850, así como la historia de dichos diagramas y el efecto de ellos en la fe de los adventistas del séptimo día, se concluye que ella no apoya todo lo que está señalado en el Diagrama de 1843 o en su reedición posterior de 1850, entendiendo en su contexto lo que ella afirma sobre este material que en su época ayudó considerablemente al movimiento del advento. Creemos que Elena White, no se equivocó en cuanto a lo que dijo acerca de los diagramas y que, en consecuencia, ella dijo sobre ellos la verdad y se aceptan sus dichos como estando inspirados por Dios para el avance de la obra del pueblo que espera la segunda venida de Cristo al mundo.
Ahora bien, los diagramas cumplieron su propósito y constituyen parte importante de la historia de los adventistas del séptimo día, pero no debemos ni por un instante hacernos dependientes de ellos para comprender o explicar la verdad a las gentes, ya que la Biblia para ello es enteramente suficiente.