MUNDO Y RELIGIÓN - M&R |
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La Puerta Abierta y Puerta Cerrada de Apocalipsis 3:7-8 |
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En el Capítulo 2 y 3 de Apocalipsis se encuentra registrado el mensaje de Jesús a las siete iglesias que están en Asia (Apocalipsis 1:4). Estos mensajes tienen una aplicación local que va dirigido a las siete iglesias de Asia, que efectivamente existían en los días del apóstol Juan y que estaban en diferente necesidad espiritual respecto a su relación con el cristianismo primitivo.
Los mensajes a las siete iglesias también poseen una aplicación temporal y que considera a cada iglesia como una parter de la historia temporal de la iglesia cristiana a lo largo de los siglos, desde los días de Cristo hasta nuestros días, con una historia que comprende casi dos mil años. Siendo así, los investigadores consideran a cada iglesia como un período de tiempo según la siguiente división temporal: Efeso (31 d.C. - 100 d.C.); Smirna (100 d.C. - 313 d.C.); Pérgamo (313 d.C. - 538 d.C.); Tiatira (538 d.C. - 1517 d.C.); Sardis (1517 d.C. - 1798 d.C.); Filadelfia (1798 d.C. - 1844 d.C.); Laodicea (1844 d.C. - nuestros días).
Además de estas dos aplicaciones (local y temporal), el mensaje a las siete iglesias comprende una aplicación espiritual y que concierne a los cristianos de todas las épocas, desde que Jesús fundó la Iglesia y hasta nuestros días. Este mensaje, aplica a las iglesias cristianas de manera colectiva, pero también a cada cristiano de manera individual.
EL MENSAJE DE JESÚS A FILADELFIA
LA PUERTA ABIERTA Y CERRADA
A la Iglesia de Filadelfia (Apocalipsis 3:7-13), la iglesia comprendida temporalmente entre los años 1798 a 1844, Jesús se presenta como "el Santo y Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra y cierra y ninguno abre".
¿Qué es la llave de David? La única mención que en la Biblia se hace directamente de esta llave es en Isaías 22:20-22. En este pasaje con una fuerte connotación mesiánica se anuncia que sobre Eliacim (figura de Cristo) se delegará la autoridad sobre la ciudad de Jerusalén, permitiendo o negando el acceso a ella, el acceso al servicio del tesoro, la mayordomía y custodia de la ciudad: “Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro, y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá.”
La posesión de la llave de David como una gran responsabilidad se desprende de la expresión "sobre su hombro" y que aplicada a Cristo, denota el poder absoluto que hay en Jesús y en quien está el poder de la vida y la muerte, la salvación y la perdición (Lea Apocalipsis 1:18 up; Juan 5:25, 28-29).
La expresión "abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá" habla de oportunidad y de un tiempo específico de oportunidad, ya que mientras Jesús abre hay oportunidad y nadie cerrará. Sin embargo, cuando Jesús cierra, se acaba la oportunidad y nadie abrirá.
El tiempo de oportunidad "la puerta abierta" se dispone frente a toda una generación de personas en un tiempo específico de la historia humana y para quienes, por rechazo de dicha oportunidad que el cielo les envía, se decreta igualmente "la puerta cerrada" como símbolo del fin del tiempo de dicha oportunidad (Juan 3:19-21).
A lo largo de la historia humana, muchas veces se ha abierto y cerrado una puerta de oportunidad para los habitantes del mundo. La puerta de la misericordia divina se abre y cierra de manera colectiva, para toda una generación de cristianos en un tiempo o época dada y de manera individual, para cada individuo a quien Dios dirige una llamado o da una oportunidad.
APLICACIÓN ESPIRITUAL
DE APOCALIPSIS 3:7-8
- La Puerta Abierta y Cerrada en los días de Adán.
En todo tiempo ha habido una puerta abierta y una puerta cerrada para la humanidad. En los días de Adán, éste gozaba de todo el favor divino, sin embargo, después de la desobediencia en el Edén, una puerta de oportunidad se cerró para Adán y como consecuencia, para toda su descendencia (Vea Génesis 3:22-24).
- La Puerta Abierta y Cerrada en los días de Noé.
"Un mensaje fue enviado del cielo al mundo en tiempo de Noé, y la salvación de los hombres dependía de la manera en que aceptaran ese mensaje. Por el hecho de que ella había rechazado la amonestación, el Espíritu de Dios se retiró de la raza pecadora que pereció en las aguas del diluvio." (Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos, pág. 484)
"Antes del diluvio, después que Noé hubo entrado en el arca, Dios le encerró en ella, dejando fuera a los impíos; pero por espacio de siete días el pueblo, no sabiendo que su suerte estaba decidida, Continuó en su indiferente búsqueda de placeres y se mofó de las advertencias del juicio que le amenazaba." (Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos, pág. 545)
“Se vio un relámpago deslumbrante, y una nube de gloria más vívida que el relámpago descendió del cielo para cernerse ante la entrada del arca. La maciza puerta, que no podían cerrar los que estaban dentro, fue puesta lentamente en su sitio por manos invisibles. Noé quedó encerrado adentro y los que habían desechado la misericordia de Dios quedaron afuera. El sello del cielo fue puesto sobre la puerta; Dios la había cerrado, y sólo Dios podía abrirla. Asimismo, cuando Cristo dejé de interceder por los hombres culpables, antes de su venida en las nubes del cielo, la puerta de la misericordia será cerrada. Entonces la gracia divina ya no refrenará más a los impíos, y Satanás tendrá dominio absoluto sobre los que hayan rechazado la misericordia divina. Pugnarán ellos por destruir al pueblo de Dios; pero, así como Noé fue guardado en el arca, los justos serán escudados por el poder divino.
Durante siete días después que Noé y su familia hubieron entrado en el arca, no aparecieron señales de la inminente tempestad. Durante este tiempo se probó su fe. Fue un momento de triunfo para el mundo exterior. La aparente tardanza confirmaba la creencia de que el mensaje de Noé era un error y que el diluvio no ocurriría. A pesar de las solemnes escenas que habían presenciado, al ver cómo las bestias y las aves entraban en el arca, y el ángel de Dios cerraba la puerta, continuaron las burlas y orgías, y hasta se mofaron los hombres de las manifiestas señales del poder de Dios. Se reunieron en multitudes alrededor del arca para ridiculizar a sus ocupantes con una audacia violenta que no se habían atrevido a manifestar antes.
Pero el octavo día obscuros nubarrones cubrieron los cielos. Y comenzó el estallido de los truenos y el centellear de los relámpagos. Pronto grandes gotas de agua comenzaron a caer. Nunca había presenciado el mundo cosa semejante.” (Patriarcas y Profetas, págs. 86-87)
- La Puerta Abierta y Cerrada en los días de Lot.
"En tiempo de Abrahán la misericordia dejó de alegar con los culpables vecinos de Sodoma, y todos, excepto Lot con su mujer y dos hijas, fueron consumidos por el fuego que descendió del cielo." (Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos, pág. 484)
- La Puerta Abierta y Cerrada en los días de Cristo.
"Otro tanto sucedió en días de Cristo. El Hijo de Dios declaró a los judíos incrédulos de aquella generación: 'He aquí vuestra casa os es dejada desierta.' (S. Mateo23:38)." (Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos, pág. 484)
"Los judíos que rechazaron la luz concedida en el tiempo del primer advenimiento de Cristo, y se negaron a creer en él como Salvador del mundo, no podían ser perdonados por intermedio de él. Cuando en la ascensión Jesús entró por su propia sangre en el santuario celestial para derramar sobre sus discípulos las bendiciones de su mediación, los judíos fueron dejados en obscuridad completa y siguieron con sus sacrificios y ofrendas inútiles. Había cesado el ministerio de símbolos y sombras.
La puerta por la cual los hombres habían encontrado antes acceso cerca de Dios, no estaba más abierta. Los judíos se habían negado a buscarle de la sola manera en que podía ser encontrado entonces, por el sacerdocio en el santuario del cielo. No encontraban por consiguiente comunión con Dios. La puerta estaba cerrada para ellos. No conocían a Cristo como verdadero sacrificio y único mediador ante Dios; de ahí que no pudiesen recibir los beneficios de su mediación." (Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos, pág. 483)
- La Puerta Abierta y Cerrada en los días de Filadelfia.
Aplicadas de manera temporal las palabras de Jesús en Apocalipsis 3:7-8 refieren a los cristianos de la época de Filadelfia, es decir aquellos cristianos que vivieron durante los años 1798 d.C. - 1844 d.C.
"Entonces comprendieron la aplicación de las palabras que Cristo dirigió en el Apocalipsis a la iglesia correspondiente al tiempo en que ellos mismos vivían: "Estas cosas dice el que es santo, el que es veraz, el que tiene la llave de David, el que abre, y ninguno cierra, y cierra, y ninguno abre: Yo conozco tus obras: he aquí he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie podrá cerrar." (Apocalipsis 3: 7, 8, V.M.)
Son los que por fe siguen a Jesús en su gran obra de expiación, quienes reciben los beneficios de su mediación por ellos, mientras que a los que rechazan la luz que pone a la vista este ministerio, no les beneficia." (Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos, pág. 483)
- La Puerta Abierta y Cerrada después de 1844.
"La condición de los judíos incrédulos ilustra el estado de los indiferentes e incrédulos entre los profesos cristianos, que desconocen voluntariamente la obra de nuestro misericordioso Sumo Sacerdote. En el servicio típico, cuando el sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo, todos los hijos de Israel debían reunirse cerca del santuario y humillar sus almas del modo más solemne ante Dios, a fin de recibir el perdón de sus pecados y no ser separados de la congregación. ¡Cuánto más esencial es que en nuestra época antitípica de la expiación comprendamos la obra de nuestro Sumo Sacerdote, y sepamos qué deberes nos incumben!
Los hombres no pueden rechazar impunemente los avisos que Dios les envía en su misericordia." (Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos, pág. 484)
"Cuando pasó la fecha fijada para 1844, hubo un tiempo de gran prueba para los que conservaban aún la fe adventista. Su único alivio en lo concerniente a determinar su verdadera situación, fue la luz que dirigió su espíritu hacia el santuario celestial. Algunos dejaron de creer en la manera en que habían calculado antes los períodos proféticos, y atribuyeron a factores humanos o satánicos la poderosa influencia del Espíritu Santo que había acompañado al movimiento adventista. Otros creyeron firmemente que el Señor los había conducido en su vida pasada; y mientras esperaban, velaban y oraban para conocer la voluntad de Dios, llegaron a comprender que su gran Sumo Sacerdote había empezado a desempeñar otro ministerio y, siguiéndole con fe, fueron inducidos a ver además la obra final de la iglesia. Obtuvieron un conocimiento más claro de los mensajes de los primeros ángeles, y quedaron preparados para recibir y dar al mundo la solemne amonestación del tercer ángel de Apocalipsis 14." (Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos, pág. 485)
"En el corazón mismo del Decálogo se encuentra el cuarto mandamiento, tal cual fue proclamado originalmente: "Acordarte has del día del Sábado, para santificarlo. Seis días trabajarás, harás toda tu obra; mas el séptimo día será Sábado a Jehová tu Dios: no hagas obra ninguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija; ni tu siervo, ni tu criada; ni tu bestia, ni tu extranjero, que está dentro de tus puertas: porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay; y en el día séptimo reposó: por tanto Jehová bendijo el día del Sábado, y lo santificó." (Éxodo 20: 8-11, Versión Valera de la S.B.A.)
El Espíritu de Dios obró en los corazones de esos cristianos que estudiaban su Palabra, y quedaron convencidos de que, sin saberlo, habían transgredido este precepto al despreciar el día de descanso del Creador. Empezaron a examinar las razones por las cuales se guardaba el primer día de la semana en lugar del día que Dios había santificado. No pudieron encontrar en las Sagradas Escrituras prueba alguna de que el cuarto mandamiento hubiese sido abolido o de que el día de reposo hubiese cambiado; la bendición que desde un principio santificaba el séptimo día no había sido nunca revocada. Habían procurado honradamente conocer y hacer la voluntad de Dios; al reconocerse entonces transgresores de la ley divina, sus corazones se llenaron de pena, y manifestaron su lealtad hacia Dios guardando su santo sábado.
Se hizo cuanto se pudo por conmover su fe. Nadie podía dejar de ver que si el santuario terrenal era una figura o modelo del celestial, la ley depositada en el arca en la tierra era exacto trasunto de la ley encerrada en el arca del cielo; y que aceptar la verdad relativa al santuario celestial envolvía el reconocimiento de las exigencias de la ley de Dios y la obligación de guardar el sábado del cuarto mandamiento. En esto estribaba el secreto de la oposición violenta y resuelta que se le hizo a la exposición armoniosa de las Escrituras que revelaban el servicio desempeñado por Cristo en el santuario celestial. Los hombres trataron de cerrar la puerta que Dios había abierto y de abrir la que él había cerrado. Pero "el que abre, y ninguno cierra; y cierra, y ninguno abre," había declarado: "He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie podrá cerrar." (Apocalipsis 3:7, 8, V.M.) Cristo había abierto la puerta, o ministerio, del lugar santísimo, la luz brillaba desde la puerta abierta del santuario celestial, y se vio que el cuarto mandamiento estaba incluído en la ley allí encerrada; lo que Dios había establecido, nadie podía derribarlo." (Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos, pág. 487-488)
APLICACIÓN DE APOCALIPSIS 3:7-8
LA PUERTA ABIERTA Y CERRADA
PARA LOS CRISTIANOS DE HOY
¿De qué manera aplican las palabras de Cristo en Apocalipsis 3:8 para los cristianos de hoy?
“El Testigo fiel nos aseguró que ha colocado delante de nosotros una puerta abierta, que ningún hombre puede cerrar. A los que buscan ser fieles a Dios se les pueden negar muchos de los privilegios del mundo; los enemigos de la verdad pueden entorpecer su camino e intentar menguar su obra, pero no hay poder que pueda cerrar la puerta de la comunicación entre Dios y sus almas.” (Elena G. de White, 7 CBASD 961)
Analicemos el anterior comentario a la luz de las siguientes palabras:
"¿Por qué han de ser los hijos e hijas de Dios tan remisos a orar, cuando la oración es la llave en la mano de la fe para abrir el almacén del Cielo donde están atesorados los recursos infinitos de la Omnipotencia.?" (Elena G. de White, El Camino a Cristo, pág. 81)
“La tesorería que guarda las joyas de la verdad está abierta para todos. ‘He aquí he dado una puerta abierta delante de ti – declara el Señor -, la cual ninguno puede cerrar’. Ninguna espada guarda el paso de esa puerta. Las voces que provienen de los que están adentro y de los que están a la puerta dicen; Ven.” (Elena G. de White, Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 102-103)
"Considerando los últimos días, el mismo— Poder Infinito declara respecto de los que "no recibieron el amor de la verdad para ser salvos:" "Por lo tanto, les envía Dios operación de error, para que crean a la mentira; para que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, antes consintieron a la iniquidad." (2 Tesalonicenses 2: 10-12.) A medida que se rechazan las enseñanzas de su Palabra, Dios retira su Espíritu y deja a los hombres en brazos del engaño que tanto les gusta.
Pero Cristo intercede aún por el hombre, y se otorgará luz a los que la buscan. Aunque esto no lo comprendieron al principio los adventistas, les resultó claro después, a medida que los pasajes bíblicos que definen la verdadera posición de ellos empezaron a hacerse inteligibles." (Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos, pág. 484)
EL FIN DEL TIEMPO DE GRACIA
EL CIERRE DEFINITIVO DE LA PUERTA
“Cuando quede concluida la obra del juicio investigador, quedará también decidida la suerte de todos para vida o para muerte. El tiempo de gracia terminará poco antes de que el Señor aparezca en las nubes del cielo. Al mirar hacia ese tiempo, Cristo declara en el Apocalipsis: [se cita Apocalipsis 22:11-12]
Los justos y los impíos continuarán viviendo en la tierra en su estado mortal, - los hombres seguirán plantando y edificando, comiendo y bebiendo, inconscientes todos ellos de que la decisión final e irrevocable ha sido pronunciada en el santuario celestial. Antes del diluvio, después que Noé hubo entrado en el arca, Dios le encerró en ella, dejando fuera a los impíos; pero por espacio de siete días el pueblo, no sabiendo que su suerte estaba decidida, Continuó en su indiferente búsqueda de placeres y se mofó de las advertencias del juicio que le amenazaba. ‘Así – dice el Salvador – será también la venida del Hijo del hombre.’ (Mat. 24:39). Silenciosa e inadvertida como ladrón a medianoche, llegará la hora decisiva que fija el destino de cada uno, cuando será retirado definitivamente el ofrecimiento de la gracia que se dirigiera a los culpables.” (El Conflicto de los Siglos, pág. 545).
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