MUNDO Y RELIGION - M&R
   
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  El gran adversario del hombre
 



¿Cree Ud. que exista el Diablo? Es probable que ante esta pregunta muchas personas digan que no. Es claro que cada vez menos personas piensan que la existencia del Diablo sea algo real y muchos tienden a concluir que es sólo producto de una ficción de la mente humana. 

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in embargo, la Biblia enseña que la existencia del Diablo es algo real y no una simple ficción de la mente humana (Lea Mateo 4:1-11). La circunstancia de que Jesús haya hablado y contendido con Satanás en el desierto, demuestra que el Diablo no es una ficción o una simple manifestación del mal sino que es una persona que existe y cuya naturaleza es real. El Nuevo Testamento menciona al Diablo 71 veces. Todo el que acepta la Biblia cree que este ser existe, porque la Biblia nos habla de su existencia. 

Puede que alguien honestamente pregunte: ¿De dónde surgió el Diablo? ¿Creó Dios al Diablo?

Es claro que todo lo que Dios hace es perfecto de lo cual se desprende que Dios no creó al Diablo tal como es hoy. Sin embargo, la Biblia enseña que el Diablo fue arrojado del cielo, ¿cómo se explica que estuviera allí?

Lea Ezequiel 28:12-15. Bajo el símbolo del "rey de Tiro" se presenta a Satanás el Diablo como un ángel poderoso que fue creado por Dios y para quien se dispuso lo mejor el día de su creación, hasta que se halló en él maldad. Esto quiere decir que hubo un tiempo en que el Diablo no era malo y que en determinado momento de su existencia él era un ángel del cielo, perfecto, dotado de gran hermosura y de mucha sabiduría. Originalmente no era el Diablo. Y, sin embargo, hoy lo es, y es, además, el enemigo mortal de Dios y del hombre.

El Isaías 14:12-14, se nos entrega más información sobre el autor del pecado. Bajo el símbolo del "rey de Babilonia" se señala a Satanás y se dice que el pensamiento en su corazón era llegar a ser "semejante al Altísimo." Sí, Satanás en su corazón deseaba ser reconocido como un dios.

El pecado no tiene razón de ser. "Lucero" o "Lucifer", el hijo de la mañana, ocupaba un puesto muy elevado en el universo, inmediatamente después del Hijo de Dios. Pero el orgullo y el egoísmo que nacieron en su corazón lo impulsaron a rebelarse contra el gobierno divino y contra su Creador. Esta rebelión estalló como guerra declarada y el ángel caído, a quien se llamó desde entonces Diablo y Satanás, nombres que en griego y hebreo respectivamente significan "adversario", fue arrojado del cielo junto a quienes le acompañaron en su rebelión. 

Si bien "Lucero", ahora convertido en Satanás el Diablo se puso en contra de Dios, en esto no estuvo solo. Con su inteligencia, ahora convertida en astucia para el mal, logró arrastrar a muchos ángeles leales, llevándolos a ubicarse también contra Dios y convirtiéndolos en ángeles demonios. El registro bíblico, informa que la tercera parte de los ángeles leales de Dios, abandonaron sus lugares de fidelidad y se unieron al "adversario" acompañándolo en su rebelión (Apocalipsis 12:4).

INICIO DE LA REBELIÓN

¿Cómo llegó "Lucero" a convertirse en el Diablo y Satanás? La Biblia informa que la rebelión que ha sostenido Satanás contra el gobierno de Dios se remonta a muchos siglos atrás, aún más allá del principio de nuestra propia creación (1 Juan 3:8).

"Antes de la aparición del pecado había paz y gozo en todo el universo. Todo guardaba perfecta armonía con la voluntad del Creador. El amor a Dios estaba por encima de todo, y el amor de unos a otros era imparcial. Cristo, el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno con el Padre Eterno: uno en naturaleza, en carácter y en designios; era el único ser en todo el universo que podía entrar en todos los consejos y designios de Dios. Fué por intermedio de Cristo por quien el Padre efectuó la creación de todos los seres celestiales. ‘Por él fueron creadas todas las cosas, en los cielos... ora sean tronos, o dominios, o principados, o poderes" (Colosenses 1:16, V.M.); y todo el cielo rendía homenaje tanto a Cristo como al Padre.

Como la ley de amor era el fundamento del gobierno de Dios, la dicha de todos los seres creados dependía de su perfecta armonía con los grandes principios de justicia. Dios quiere que toda sus criaturas le rindan un servicio de amor y un homenaje que provenga de la apreciación inteligente de su carácter. No le agrada la sumisión forzosa, y da a todos libertad para que le sirvan voluntariamente.

Pero hubo un ser que prefirió pervertir esta libertad. El pecado nació en aquel que, después de Cristo, había sido el más honrado por Dios y el más exaltado en honor y en gloria entre los habitantes del cielo. Antes de su caída, Lucifer era el primero de los querubines que cubrían el propiciatorio santo y sin mácula."
(El Conflicto de los Siglos, página 547.)

Satanás es un engañador por excelencia. Hasta el momento en que se rebeló contra Dios no se conocía la mentira o el engaño. Naturalmente, cuando el poderoso ángel comenzó a mentir y engañar, los ángeles no alcanzaban a comprender lo que sucedía. De igual manera Satanás levantó en la tierra un falso concepto de Dios. Frente a todo esto, cabe preguntar, ¿por qué no destruyó Dios a Satanás de inmediato?

La respuesta es sencilla. No se podía demostrar inmediatamente el horror del pecado. Había que dar tiempo para que las consecuencias demostrasen la enormidad del pecado y la falsedad de las afirmaciones de Satanás.

Dios podía declarar que el diablo era malo y perverso, pero se requería tiempo para probarlo. Era necesario que el pecado se manifestara con toda su terrible realidad en contraste con el amor de Dios. Entonces todo el universo comprendería las abarcantes consecuencias de la desobediencia y la transgresión.

No hay nada que justifique la existencia del pecado. No tiene excusa. Cuando todas las criaturas, en el cielo y en la tierra, hayan comprendido qué es el pecado y sus terribles consecuencias, entonces el pecado será erradicado del universo y nunca más volverá a levantar su odiosa influencia.
 
 
LAS ASECHANZAS DE SATANÁS

¿En que ha estado empeñado Satanás desde el principio? La Biblia señala que la gran obra de Satanás ha consistido en engañar y destruir las almas. Refiriéndose a este ángel caído Jesús declaró: "El, homicida ha sido desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso, y padre de mentira." (Juan 8:44)

"Desde los días de Adán hasta los nuestros, el gran enemigo ha ejercitado su poder para oprimir y destruir."
(El Conflicto de los Siglos, página 564)

Las Sagradas Escrituras enseñan que después de su rebelión el gran engañador fue arrojado a la tierra y sus ángeles con él. La Biblia señala que las actividades de Satanás están limitadas a nuestro mundo (Job 1:7; Apocalipsis 12:7-9).

Desde entonces la obra del Diablo ha consistido en destruir las almas de los hombres. Para ello, trabaja individualmente en cada persona, tentando, oprimiendo y engañando (Lucas 22:31). ¿Cómo logra esto? Por medio de su sagacidad y astucia (2 Corintios 11:3). Una ilustración dramática de la obra que Satanás puede llegar a hacer en la vida de los hombres se puede encontrar en la experiencia de Judas, a quien el Diablo llevó a traicionar a su Maestro para que al fin, agobiado por el remordimiento y la tortuosidad de sus hechos, el desdichado buscase la muerte, suicidándose (Juan 13:3, 21, 26-27; Mateo 27:3-5).

Satanás también es responsable del dolor, la enfermedad y de la muerte (Job 1:6-22; 2:1-8; Lucas 13:11, 16).

/Satanás/ "Se introduce en todos los hogares, en todas las calles de nuestras ciudades, en las iglesias, en los consejos de la nación, en los tribunales, confundiendo, engañando, seduciendo, arruinando por todas partes las almas y los cuerpos de los hombres, mujeres y niños, destruyendo la unión de las familias, sembrando odios, rivalidades y muertes."
(El Conflicto de los Siglos, página 562).
 
UNA CLARA ADVERTENCIA

La Biblia es clara en advertirnos positivamente en contra del gran adversario de las almas. Satanás es un acérrimo enemigo del hombre. El apóstol Pedro fue enfático en recomendar a la Iglesia: "Sed templados, y velad: porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devore." (1 Pedro 5:8)
 
El apóstol Pablo también nos advierte: "Porque no seamos engañados de Satanás: pues no ignoramos sus maquinaciones." (2 Corintios 2:11)
 
¿Cómo podemos contrarrestar la obra de Satanás? De la misma manera en que el Señor Jesús lo hizo, dependiendo completamente de Dios, ajustándose a su Palabra y confiando en ella. En este sentido, el apóstol Santiago recomienda: "Someteos pues a Dios, resistid al diablo, y de vosotros huirá." (Santiago 4:7)
 
También el apóstol Pablo de manera general exhorta a la Iglesia diciendo: "Ni deis lugar al diablo." (Efesios 4:27)
 
Mientras resistimos la obra del Diablo mantengámonos en una actitud de decidida lealtad al cielo, guardando en todo momento las avenidas del alma y orando en todo tiempo a Dios en lo alto: "no nos dejes caer en tentación, más líbranos del malo" (Mateo 6:13)
 
EL DESTINO FINAL DEL GRAN ENGAÑADOR

La Sagrada Escritura enseña que el destino final del Diablo es la destrucción (Ezequiel 28:19). Dios no permitirá que el pecado, de quien el Diablo es la raíz, siga perturbando a la humanidad y llevando tras sí a hombres perversos, quienes como sus ramas, perpetúan la nefasta obra del mal.
 
Lea Malaquías 4:1; 2 Pedro 3:5-13; Apocalipsis 20:7-10, 14; 21:8 a la luz del siguiente párrafo inspirado:

"Dios hace descender fuego del cielo. La tierra está quebrantada. Salen a relucir las armas escondidas en sus profundidades. Llamas devoradoras se escapan por todas partes de grietas amenazantes. Hasta las rocas están ardiendo. Ha llegado el día que arderá como horno. Los elementos se disuelven con calor abrasador, la tierra también y las obras que hay en ella están abrasadas. (Malaquías 4:1; 2 Pedro 2:10) La superficie de la tierra parece una masa fundida, un inmenso lago de fuego hirviente. Es la hora del juicio y perdición de los hombres impíos, ‘es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sión.’
(Isaías 34:8)

Los impíos reciben su recompensa en la tierra. (Proverbios 11:31) ‘Serán estopa; y aquel día que vendrá, los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos.’ (Malaquías 4:1) Algunos son destruidos como en un momento, mientras que otros sufren muchos días. Todos son castigados ‘conforme a sus hechos.’ Habiendo sido cargados sobre Satanás los pecados de los justos, tiene éste que sufrir no sólo por su propia rebelión, sino también por todos los pecados que hizo cometer al pueblo de Dios.
Su castigo debe ser mucho mayor que el de aquellos a quienes engañó. Después de haber perecido todos los que cayeron por sus seducciones, el diablo tiene que seguir viviendo y sufriendo. En las llamas purificadoras, quedan por fin destruidos los impíos, raíz y rama, Satanás la raíz, sus secuaces las ramas."
(El Conflicto de los Siglos, página 564)

Satanás deberá dar cuenta de todos los pecados de que es responsable, no sólo de los propios, sino de todos aquellos en que ha sido responsable como tentador e instigador. El apóstol Pablo hablando a la Iglesia y a fin de animarla a seguir luchando contra el gran adversario del hombre dijo: "el Dios de paz quebrantará presto a Satanás debajo de vuestros pies." (Romanos 16:20)
 
 
 
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