Generalmente cuando asistimos a un funeral o despedimos a un ser querido, vienen a nuestra mente un sinnúmero de ideas y pensamientos al respecto, ¿qué ocurre después de la muerte? ¿Va el hombre al cielo o al infierno? ¿Existe el alma?
Muchas personas viven sus vidas sobresaltadas por estas interrogantes y no son pocos los que temen a la muerte no tanto porque con ella cesa la vida, sino porque no saben lo que ha de ocurrir con ellos después de que exhalen el último hálito de su existencia. Las imágenes de un infierno eterno, del purgatorio y, de tantas otras ideas populares agobian el corazón y le quitan muchas veces la capacidad de encarar la vida de una manera positiva u optimista.
Frente a todas estas inquietudes que surgen en nuestro corazón, cabe preguntarse sinceramente ¿qué es la muerte?
Quizás pudiéramos decir que la muerte es lo contrario a la vida y de ello se concluye que para saber qué es la muerte, debemos saber primero en qué consiste la vida.
La Biblia en sus primeros capítulos señala que cuando Dios creó al hombre lo hizo del polvo de la tierra e insufló en su nariz aliento de vida. La unión de estas dos cosas, polvo de tierra y aliento de vida, dio como resultado que el hombre llegase a ser "un alma viviente" (Génesis 2:7)
"La vida brotó del ser divino, se comunicó al hombre y recorrió la red de sus nervios. Entonces los músculos se contrajeron, los pulmones entraron en acción y el hombre inspiró el aire vivificante. Dios había creado el aire de manera que respondiera a las necesidades del cuerpo, y cuando el hombre llenó sus pulmones, ese hálito aspirado lo convirtió en un ser animado e inteligente, es decir, en un alma viviente.
El hombre no está dotado de dos naturalezas separadas y antagónicas, una física y otra espiritual, reunidas en el momento de la creación. Tal enseñanza no se funda en la Palabra de Dios. Según el pasaje citado, el hombre es el resultado de la combinación del polvo de la tierra con el poder vital de Dios. Es por lo tanto un ser único e indivisible, reducido a lo siguiente: Polvo de la tierra + soplo de vida = alma viviente" (Tesoros de Vida, La Voz de la Esperanza, lección N° 13)
Del texto de Génesis 2:7, se deduce que el hombre no recibió de parte de Dios "un alma", sino que él llegó a ser un alma desde el momento en que comenzó para él la vida. El alma en consecuencia no es algo etéreo o invisible, que mora en el cuerpo del hombre como un ente distinto al mismo hombre, sino que el alma, tal y como enseña la Biblia es el hombre mismo, es la persona viviente.
Se deduce en consecuencia que el alma, según enseña la Biblia, es la vida misma de la persona y no una sustancia etérea que habita en él. Que el alma es la vida queda aún más claro de una cuidadosa lectura de Deuteronomio 12:20-25. En este texto bíblico se enseña claramente que la sangre, que es la vida de toda criatura, es el alma. De este mismo texto, a despecho de lo que piensan o creen muchas personas, se desprende que aún los animales tienen "alma", pues tienen vida.
Que los hombres y los animales tienen alma, sinónimo de vida, y que no es el hombre superior a las bestias en cuanto a la posesión de "alma" se aclara a partir de Ecclesiastés 3:19-21.
Comprendiendo este sencillo asunto, estaremos en condiciones de comprender qué es en realidad la muerte.
El hombre fue creado del polvo de la tierra, recibió aliento de vida y llegó a ser un alma viviente. En la muerte, por el contrario, el hombre pierde su aliento de vida, su cuerpo inicia un progresivo regreso al polvo y en consecuencia deja de ser un alma viviente (Génesis 3:19).
Sobre este último punto se concluye lo siguiente: "La sentencia divina: ‘Polvo eres y al polvo serás tornado,’ entraña la extinción completa de la vida." (El Conflicto de los Siglos, página 58) La muerte es en consecuencia la extinción completa de la vida. Lea además Ecclesiastés 12:7. En este último texto se enseña que el "espíritu" que vuelve a Dios, es la fuerza vital que permite y sostiene la vida.
¿QUÉ SUCEDE CUANDO UNO MUERE?
La Biblia enseña que cuando una persona muere, ahí termina su vida consciente (Salmo 146:4).
"Es un hecho por demás cierto que el cuerpo del hombre no puede subsistir sin la vida que alienta en sus células y que le viene de sus ascendientes hasta llegar al Creador. No bien cesa la vida, comienza la desintegración del cuerpo. De la misma manera, tampoco la vida y las facultades mentales y morales pueden existir fuera del cuerpo. La razón es simple: cuerpo y vida forman un todo único e indivisible al que la Biblia da el nombre de alma. De ahí que, bíblicamente, resulta inconsistente imaginar el alma separada del cuerpo. Ella no existe mientras dura la vida." (Tesoros de Vida, La Voz de la Esperanza, lección N° 13)
"Cuando un persona muere, el alma deja de existir. Con ella desaparecen las facultades intelectuales y morales; por lo tanto, no recuerda cosa alguna, ni siquiera a Dios. En el Salmo 88, versículos 11 y 12, indirectamente se llama a la muerte ‘la tierra del olvido’, expresión acorde con lo que el mismo Salmista declara en otro lugar:
‘Porque en la muerte, no hay memoria de ti: ¿Quién te loará en el sepulcro? (Salmo 6:5)
En vista de que los muertos no tienen memoria de ninguna cosa, tampoco pueden alabar a Dios. ‘No alabarán los muertos a Jehová, ni cuantos descienden al silencio.’ (Salmo 115:17)"
La misma enseñanza se encuentra en Salmo 30:9 e Isaías 38:18.
Lea Ecclesiastés 9:5, 6-10. "Todas las emociones humanas concluyen con la muerte. Cuando uno muere, el amor, el odio, la envidia, y todas las funciones del alma humana se apagan como la luz de una bombita eléctrica al cortarse la corriente."
"Los muertos no dirigen la vida de los vivos, ni influyen en los asuntos de sus amigos vivos. No tienen ningún dominio sobre las circunstancias terrenales. Están completamente separados del mundo de los vivos." (Tesoros de Vida, La Voz de la Esperanza, lección N° 13)
Lea Job 3:17. "Los muertos no tienen preocupaciones. No pueden ser atormentados mientras están en ese estado" (Tesoros de Vida, La Voz de la Esperanza, lección N° 13)
Lea Job 14:21. "Los muertos nada saben de lo que sucede en la tierra. Sus hijos podrán hacerse célebres o deshonrar su nombre, pero los muertos no lo sabrán. Están totalmente ignorantes de sus intereses terrenales." (Tesoros de Vida, La Voz de la Esperanza, lección N° 13)
LA MUERTE ES COMO UN SUEÑO
En la Biblia la muerte es comparada con el sueño. La muerte es como un sueño inconsciente. Es la inconsciencia total. Lea Job 14:10-14.
"La Biblia enseña a las claras que los muertos no van inmediatamente al cielo. Se les presenta como si estuvieran durmiendo hasta el día de su resurrección." (El Conflicto de los Siglos, página 605)
Que en la Biblia la muerte es comparada a un sueño se deja ver claramente en el Evangelio de Juan, capítulo 11:1, 11-14. Ahí, se relata la muerte de Lázaro, amigo de Jesús. El texto deja claro que Lázaro estaba muerto. No se trataba de un simple desvanecimiento. Sus familiares testificaron que había estado muerto por espacio de cuatro días y que en hecho, su cuerpo había entrado en un manifiesto estado de descomposición. Sin embargo, refiriéndose a la muerte de aquel hombre, Jesús dijo: "Lázaro nuestro amigo, duerme, mas voy a despertarle del sueño." Los discípulos al escucharle, pensaron que Jesús se refería a que Lázaro estaba descansando en un sueño reparador. Sin embargo, después comprendieron que Jesús se refería en realidad a la muerte de él. (Lea además Marcos 5:21-24 y 1 Tesalonicenses 4:13-16)
Las Sagradas Escrituras enseñan que cuando una persona muere, cae en un letargo, un sueño muy profundo, en el cual se sumirá durante un tiempo indefinido en espera de la resurrección.
¿A DÓNDE VAN LOS MUERTOS?
Puesto que las personas que mueren entran en un estado de profundo letargo comparado a un sueño, es lógico pensar que ellas no van a ningún otro lugar que no sea su propio sepulcro, su tumba. Sin embargo, muchas personas sinceramente creen que cuando una persona muere va al cielo o al infierno indistintamente, dependiendo de sus obras, buenas o malas. Lo cierto es que la religión cristiana, tal cual se desprende de la Biblia, no enseña tal cosa. En ninguna parte de la Biblia se enseña que los muertos vayan a un "cielo" de eterna felicidad o a un "infierno" de indescriptible tormento. Esas son creencias que no hallan lugar en el cristianismo bíblico y original. Mas bien se originan en el pensamiento pagano de los griegos, quienes creían en un alma inmortal. Ante esto, es lógico preguntar: ¿A qué lugar van entonces los muertos? Lea Job 7:8-10.
Los muertos no van al cielo, ni tampoco a un lugar de tormento. Cuando una persona muere es depositada en su sepulcro, donde duerme, en espera de la resurrección. ¿Pero no dice acaso la Biblia que los muertos van al infierno?
Si, pero la Biblia enseña que todos los muertos van al infierno, no sólo los malos como se acostumbra creer. En hecho, el así llamado "Credo" católico enseña que Jesús llegó a estar en el infierno. ¿Cómo es esto? La respuesta es sencilla, la palabra española "infierno", del latín "inferno" quiere decir "sepulcro" o "tumba". Siendo así, todos los que mueren llegan a estar en el "infierno" por cuanto todos son depositados en el "sepulcro".
De una sencilla comparación bíblica lo anterior se hace muy claro. Lea Salmo 16:10 y compare con Hechos 2:27. Note que la versión del Nuevo Testamento rinde "infierno" donde el Antiguo Testamento traduce "sepulcro". De ahí, que "infierno" y "sepulcro" sean la misma cosa, son sinónimos.
Es claro que las Escrituras del Antiguo Testamento se escribieron en hebreo y desde esa lengua han sido traducidas a distintos idiomas. Siendo así, la palabra hebrea "sheol", que designa la morada de los muertos, se ha traducido "sepulcro" en las versiones españolas de la Biblia. No obstante, cuando dicha palabra es traducida al Nuevo Testamento, que se escribió mayormente en griego, se vierte como "hades", que significa igualmente sepulcro, el lugar de los muertos. Esta última palabra griega es vertida en latín como "inferno", de donde procede la forma española "infierno", que igualmente designa el sepulcro, el lugar o morada de los muertos. En consecuencia, el término "infierno" no indica un lugar de tortura o tormento eterno donde los malos han de expiar sus culpas, sino coherentemente, dicho término refiere a la tumba, adonde van todos los que mueren. ¿Significa entonces que los muertos no van al cielo o a un lugar de indecibles tormentos?
No. La Biblia no autoriza a nadie a creer tal cosa. ¿Qué los muertos no van al cielo se desprende de una cuidadosa lectura de Hechos 2:29, 34. En este pasaje, el apóstol cristiano Pedro, señala que el rey David, quien para entonces había muerto hacia casi 700 años, no se encontraba en el cielo y que en hecho nunca había subido allí, sino que se encontraba en su tumba, su sepulcro.
Pedro razona que, puesto que David no subió al cielo después de su muerte, lo que él dijo en Salmo 110:1 debe haberlo dicho de algún otro, pero no de él mismo. Así, Pedro presenta a los judíos que dicho texto en verdad hablaba proféticamente de Jesús, quien si subió al cielo después de su muerte.
Sobre el tenor refiere el siguiente párrafo: "El hecho de que David permanecerá en su sepulcro hasta el día de su resurrección, prueba que los justos no van al cielo cuando mueren." (El Conflicto de los Siglos, página 605)
En hecho, el propio Jesús declaró en una oportunidad que ningún hombre había subido jamás al cielo. (Juan 3:13 pp.)
Por otra parte, la Biblia enseña que el destino de los malvados no es un lugar de indecible y eterno tormento, sino que "la paga del pecado es la muerte" (Romanos 6:23) De una concienzuda lectura de Juan 3:14-16, se desprende que lo opuesto a la vida eterna es la perdición, no la tortura eterna. La Biblia enseña que los impíos serán finalmente destruidos y que para siempre dejarán de ser. Esto la Biblia lo llama "la muerte segunda", una muerte de la que no hay resurrección (Apocalipsis 20:14; 21:8).
El Señor Jesús hizo una maravillosa promesa a la Iglesia, él dijo que todos aquellos que en su vida hayan manifestado fe en él, aunque mueran, vivirán (Juan 11:25] Jesús se presenta a la Iglesia como aquel que tiene las llaves del infierno (sepulcro) y de la muerte (Apocalipsis 1:18).
Lea Juan 5:25, 28-29. "A consecuencia del pecado de Adán, la muerte pasó a toda la raza humana. Todos descienden igualmente a la tumba. Y debido a las disposiciones del plan de salvación, todos saldrán de los sepulcros." (El Conflicto de los Siglos, página 599)
¿Cómo resucitarán los muertos? A la verdad esto sólo podemos imaginarlo. Sin embargo, es claro que Dios tiene poder para liberarnos de la muerte. Lea 1 Corintios 15:35-58.
La resurrección ha sido siempre la esperanza de la Iglesia y en ella por siempre se han consolado los santos (Hechos 24:15; Job 19:25-27)
*** VEA el apartado ¿existe realmente el infierno?
en la sección Investigación en la Biblia
https://cebchile.es.tl/%BFExiste-realmente-el-infierno-f-.htm