El 12 de febrero de cada año se celebra "el día de Darwin" como un reconocimiento a la contribución que este célebre autor realizó a la comprensión del origen y desarrollo de la vida en la Tierra.
La teoría propuesta por Charles Darwin (1809 - 1882) por primera vez en su libro "El origen de las especies por medio de la selección natural" editado en 1859 se transformó rápidamente en el pensamiento que dominó la manera en que la ciencia visualizó el origen y desarrollo de la vida en la Tierra. La teoría de la evolución explicada profusamente en el libro de Darwin se estableció desde entonces como la explicación más veraz del origen de todas las especies, incluido el hombre, en nuestro planeta.
La fuerza que llegó a cobrar este nuevo planteamiento sobre el origen de las especies se hizo tan notable que un famoso biólogo dijo algo que quedó plasmado como la frase que terminó por consolidar las ideas de Darwin sobre el tema. Theodosius Dobzhansky dijo: "Nada tiene sentido en biología si no es a la luz de la evolución."
Desde ahí en adelante, la teoría de la evolución se da como algo aceptado por la comunidad científica y que no encuentra desde el punto de vista empírico punto de refutación alguna que haga tambalear su planteamiento de cómo llegó a existir la vida en la Tierra y de cómo esta vida ha llegado a manifestarse de millones de formas distintas interrelacionadas entre sí.
La sola idea de que alguien discuta los planteamientos de la teoría de la evolución, causa ácidas reacciones en agunos sectores del mundo científico, especialmente aquellos dominados por biólogos, quienes no soportan que una persona común albergue en su corazón siquiera la menor duda de que la evolución pueda ser la verdad explicativa de todas las cosas.
Cabe hacer notar sin embargo, que no son pocos los astrónomos, físicos teóricos, químicos, bioquímicos y matemáticos, que no aceptan plenamente la teoría de la evolución como la explicación veraz del origen de la vida y su desarrollo en la Tierra sino que se abren a la posibilidad de que la vida y su desarrollo posterior en nuestro planeta sea un fenómeno inducido por la participación de alguien inteligente, un Hacedor de todas las cosas. Aunque esto moleste especialmente a los biólogos.
Aún en áreas relacionadas con la propia biología, como es la medicina y las ciencias de la salud, son numerosos los profesionales y científicos que aceptan la existencia de Dios y creen que sea Dios la causa de la existencia de vida en la Tierra.
Ciertamente, las ideas de Darwin y que de paso es necesario aclarar que no eran propias de él sino de pensadores anteriores a él mismo, como su propio abuelo Erasmus Darwin, no están ni cerca de constituir "la verdad" aceptada por toda la comunidad científica. Hoy en día muchos científicos se abren a la posibilidad de que la teoría de la evolución no sea en realidad la mejor explicación del origen y desarrollo de la vida en la Tierra.
Hoy en día, la teoría de la evolución se ha elevado en ciertos sectores de científicos como una especie de "dogma científico" que no acepta discusión ni duda, bajo apercibimiento de castigo, tal como hacían antaño los fanáticos religiosos de la edad media. Si un científico se atreve a hablar o publicar abiertamente sus cuestionamientos a la teoría de la evolución o siquiera insinuar que cree en una explicación diferente a esta para explicar el origen de todas las cosas, inmediatamente se le amenaza con "las penas del infierno", a saber, ser removido de sus catédra en las universidad, impedimiento de publicar, descréditos de sus trabajos y publicaciones, impedimento de participar libremente en congresos y simposios, etc. y etc. No muy diferente de como reaccionaban los prelados católicos frente al emergente protestantismo o de cómo reaccionan los propios protestantes frente a cualquier cosa que cuestione sus arraigadas creencias.
Sin embargo, la realidad muestra que bajo este contexto de rigidez dogmatica en el mundo científico, son muchos, miles los científicos, que en su interior y en lo más íntimo de sus corazones, creen en la existencia de Dios, leen la Biblia y hacen oración privada en lo secreto de sus habitaciones.
Muchas veces, científicos que enseñan biología, genética, física teórica, etc. cuando son consultados si creen en Dios afirman que no pueden confesar esto en la universidad o en el seno de la comunidad científica, pero que sí, que en su intimidad sí creen en Dios porque les parece que la intervención de Dios como Creador es lo que más les da sentido a la hora de explicar el origen de la vida y su desarrollo en la Tierra.
Resulta curioso, que en un simposio de paleontología celebrado en Chile en el año 2014, se realizó un recordatorio por la muerte de un célebre paleontólogo y por sus contribuciones a la ciencia de los fósiles y después de pronunciar algunas palabras alusivas a su obra se dijo: "esperemos que nos esté viendo desde alguna parte", aludiendo esto último a que el mencionado científico ya muerto pudiera estar en alguna parte más allá de este mundo aún después de muerto observando los detalles de dicho simposio. Todos los presentes, científicos en su mayoría, asintieron a lo dicho con su silencio. Lo curioso de esto, es que la paleontología es una disciplina que hace de la teoría de la evolución su fundamento explicativo a la hora de interpretar la filogenia de las especies fósiles que publica en los cientos de medios de difusión en que comunica sus hallazgos. Sin embargo, este hecho anecdótico, no hace sino traslucir que el ser humano por más que intente borrar de su corazón la conciencia de la existencia de Dios o de una realidad más allá de la muerte, finalmente en su más profundo interior, presiente que las ideas de Darwin no son la absoluta verdad de respecto a la vida en la Tierra.
¿CÓMO SURGIÓ LA VIDA EN LA TIERRA?
¿Cómo surgió la vida en la Tierra? ¿Se puede explicar todo en un contexto de azar? ¿Surgió la vida en la tierra producto de una casualidad?
Despojado del concepto religioso que habla de la vida como de un fenómeno causado por Dios, desde los primeros tiempos el hombre se ha preguntado de dónde proviene la vida y cuál es el origen de la gran diversidad de especies y formas vivientes que hoy habitan la Tierra. El buscar una explicación consistente al gran misterio de la vida y la complejidad con que ésta se manifiesta ante nuestros ojos, ha llegado a ser uno de los problemas más desconcertantes que el hombre se ha planteado. Quizás una de las razones fundamentales por las que el hombre debiera plantearse la necesidad de comprender el significado de la vida, se desprende del siguiente comentario de un afamado científico llamado Paul Davies y quien expresa claramente lo siguiente: “El origen de la vida es la clave para entender el significado de la vida.”
Aunque la Biblia es muy clara en determinar que la vida procede de Dios y que el hombre y las especies son fruto de la obra creadora de un Magnífico Hacedor de todas las cosas, resulta evidente que esta enseñanza no satisfacía la mente siempre inquieta del ser humano, especialmente de la clase científica ávida de explicaciones y conjeturas más racionalistas y menos sobrenaturales. La ciencia insistía en plantear que, en otras palabras, la vida es un fenómeno natural y que no necesariamente necesita o requiere la agencia de un Creador o Hacedor de todas las cosas (Génesis 1:1).
Darwin, basado en su célebre teoría, adelantó lo siguiente:
“Según el principio de la selección natural, con divergencia de los caracteres, no me parece imposible que los animales y las plantas hayan podido desarrollarse a partir de estas formas inferiores e intermedias (esporas y otros cuerpos reproductores de las algas inferiores); ahora bien, si admitimos este punto, debemos admitir también que todos los seres organizados que viven o que han vivido sobre la Tierra pueden descender de una única forma primordial.”
¿Qué significaba esto? Sencillamente que si admitimos la teoría de la evolución con base en la selección natural como valida, entonces debemos suponer que la evolución comenzó hace millones de años atrás en el pasado no en el ámbito de las especies superiores sino en el ámbito microscópico de la primera célula primordial o primer organismo viviente que pobló nuestro planeta y del cual por lógica deberíamos descender todas las especies de la Tierra, incluido el hombre.
Los actuales estudios biológicos indican que los más de 2 millones de especies que habitan hoy la Tierra, más los millones de especies que se han extinguido y de las cuales sólo tenemos referencias a través del registro fósil, descienden de una forma de vida primitiva que vendría a ser el antepasado común de todos los seres vivos. Este concepto, señala que la vida pudo desarrollarse a partir de la materia inerte, bajo condiciones atmosféricas y de temperatura muy especiales que supuestamente habrían existido hace más de 3.600 millones de años.
Lo anterior, nos lleva a preguntar: Si todas las formas vivientes que hoy existen, sumadas a las que han vivido en el pasado, descienden evolutivamente de una primera y única forma de vida que surgió casualmente en un hipotético pasado hace miles de millones de años, entonces la vida sobre la Tierra no sólo es fruto de una circunstancia que raya en la imposibilidad matemática, sino también concluimos que la vida procede de la materia inerte. La vida según Darwin se originó de la materia que no tenía vída, ¿cómo pudo ser esto? La verdad es que Darwin no tenía la más remota idea de cómo ocurrió esto. Sin embargo, la ideas de Darwin son hoy en día la base de la ciencia humana y según Dobzhansky nada tiene sentido en biología sino es a la luz de las ideas de una persona que pretendía explicar el origen de todas las especies y en su libro no da el punto clave sobre el origen de todas las especies, a saber, de dónde surgió la vida y con ello todas las especies.
OPARÍN Y EL ORIGEN DE LA VIDA EN LA TIERRA
La urgente necesidad de explicar lo que Darwin no explicaba en su libro, llevó a que algunas científicos decidieran cubrir la laguna de información que resaltaba a todas luces en la idea de Darwin, a saber cómo surgió la vida en la Tierra.
Alexander Oparin fue el primero en establecer una hipótesis fundamental sobre el origen de la vida en la que se señalaba de manera general que la vida había surgido como resultado de una evolución de sustancias orgánicas.
A través de sus investigaciones y experiencias, Oparin descubrió que era de todo punto de vista posible obtener algunos elementos constituyentes de la vida en un matraz o probeta pero no como resultado de una generación espontánea sino como resultado de una generación progresiva y mediante procesos químicos que llevaran a que algunas moléculas se organizaran para dar lugar a elementos complejos que son fundamentales con relación a la constitución de la vida.
Basado en esos experimentos, Oparin propuso su teoría en que sostiene que en una atmósfera primitiva compuesta por moléculas de metano, amoníaco, dióxido de carbono y agua, se formaron en combinación con la energía aportada por los rayos solares o la fuerza de los rayos, una serie de compuestos orgánicos simples llamados "polímeros". Luego, se formaron otros compuestos un poco más complejos como ácidos grasos, azúcares, ácidos nucleicos, etc., los cuales mediante la acción cooperativa de estos complejos moleculares, provocan la abrupta aparición de la primera entidad con capacidad de reproducirse, la primera célula.
El 3 de marzo de 1922, Oparín presentó su teoría en una reunión de la Sociedad Botánica Rusa, de la que era miembro. En dicha ocasión su posición fue elegantemente rechazada, por cuanto carecía de apoyo experimental. Sin desalentarse, el científico escribió un libro titulado El Origen de la Vida, publicado en noviembre de 1923. La obra fue posteriormente revisada por el mismo Oparin en 1936.
En su obra Oparin explica que la vida se originó en términos de procesos físicos y químicos en una progresión de lo simple a lo complejo, proceso por medio del cual algunas moléculas se habrían organizado naturalmente dando lugar a la formación de complejos moleculares que al organizarse dieron vida a la primera célula con capacidad de alimentarse y reproducirse.
No obstante lo anterior, la teoría de Oparin no permite conocer una serie de pasos conducentes a la aparición de la primera célula con capacidad de alimentarse y reproducirse. En líneas generales y haciendo una analogía, es como si pretendiera explicarnos como es que llega a existir una casa pero tan solo informándonos cómo es que se puede producir los ladrillos, faltando todos aquellos pasos que llevaran a que cada ladrillo se ensamble uno sobre otro en un orden y sincronización perfectos y de acuerdo a un modelo estructural bien definido y organizado, para dar después lugar a la aparición de departamentos y compartimentos, un sistema eléctrico y neurálgico que no sólo aportará luz y energía sino que además contribuirá al desarrollo de muchas otras actividades en el edificio. Tampoco explica nada sobre el sistema de cañerías o de conducción del agua como tampoco del sistema de drenaje o alcantarillado que habrá de eliminar desechos, etc.
En otras palabras, la teoría que hoy goza de mayor aceptación en el mundo científico con miras a explicar el origen de la primera célula viviente o cómo se originó la vida en la Tierra sólo llega a explicar cómo es que pudieron eventualmente haberse formado algunos azúcares, ácidos grasos, lípidos, ácidos nucleicos o aminoácidos, los elementos básicos y fundamentales de los sistemas complejos de una célula, pero están lejos de explicar cómo es que esos elementos básicos se organizaron en sistemas complejos, los que a su vez se organizaron para dar origen a sistemas y éstos a su vez se organizaron para dar origen a una célula. En otras palabras, explica el 1 % (y siendo bastante pretensiosos) del conjunto de procesos que llevaran a que exista la primera manifestación de vida, a saber una simple célula.
De más está decir, que la teoría de Oparin ni siquiera sueña con explicar cómo es que aquella célula primordial que se cree apareció hace unos 3.500 millones de años atrás, se organizó junto a otras células para dar origen a seres complejos o pluricelulares (formados por más de una célula) y que se supone dieron origen a la gran diversidad de especies que pueblan actualmente nuestro planeta o que han vivido alguna vez sobre la Tierra.
Aunque Oparin habla de pequeñas gotas de complejos moleculares que en algún momento llegaron a organizarse, gotas a las que llamó “coacervados”, lo cierto es que nadie sabe como es que aquellos “coacervados” llegaron hipotéticamente a organizarse.
Por más que a los hombres de ciencia les pese, debemos reconocer lo siguiente:
"No se sabe con exactitud cuándo y de qué manera estas complejas gotas se perfeccionaron hasta convertirse en células vivientes." [1 ]
La hipótesis de Oparin y que habla de los “coacervados”, los cuales pudieran haber estado compuestos de grupos de moléculas con presumible estructura de proteínas y con capacidad de realizar ciertas reacciones químicas, no explica sin embargo, cómo es que estos “coacervados” desarrollaron un código genético que les permitió reproducirse. Por ello, la hipótesis de los denominados “coacervados” fue paulatinamente desechada, aunque en términos generales la teoría de este singular científico ruso sigue siendo la base de todos los estudios sobre el origen de la vida.
La realidad concluyente hasta el día de hoy, es que el fenómeno conducente a la aparición de la vida, si es que éste obedece a una evolución química como se asegura, es absolutamente desconocido para la ciencia actual.
Por otra parte, y si bien la teoría de Oparin ha sido llevada al campo experimental lográndose interesantes resultados en la síntesis de elementos complejos como ácidos nucleicos, aminoácidos y otros, lo cierto es que estos resultados han sido obtenidos por personas diferentes y empleando distintas mezclas experimentales.
Mucho se dice sobre científicos como Miller, Oró, Sagan, Calvin o Ponnamperuma, quienes siguiendo una técnica en muchos aspectos semejante para diversos compuestos orgánicos, han logrado sintetizar la mayoría de los elementos que componen la química necesaria para el origen de la vida. Sin embargo, no se deja muy en claro que hasta la fecha no existe una método experimental único por medio del cual se puedan sintetizar invariablemente todos los elementos constituyentes de la vida. Tampoco se informa que las moléculas a ser sintetizadas en los distintos experimentos no son las mismas en todos los casos lo cual le resta la validez requerida a los resultados obtenidos.
En efecto, ninguno de los científicos especializados en la química de la vida ha utilizado la misma mezcla de gases y componentes en sus experimentos, lo cual lleva a pensar que en mucho la obtención de ciertos elementos orgánicos como lípidos, ácidos grasos, azúcares, aminoácidos, etc. no es posible en un único ambiente experimental. En hecho, mientras que algunos científicos han insistido en la concentración de un determinado elemento, el metano por ejemplo, otros han insistido en la concentración de amoníaco. Tampoco resulta muy claro que concentración de oxígeno es la ideal para el experimento en sí ya que son muchos los que postulan que la atmósfera primitiva era altamente “reductora” o carente de oxígeno.
La teoría sobre el origen de la vida y de si éste se desarrolló en una atmósfera como la que se espera, no produce en definitiva un acuerdo, ya que algunos científicos sostienen que dicha atmósfera poseía abundante oxígeno y otros aseguran que no lo poseía. En un ambiente de discusión tal, ¿cómo se espera descubrir el origen de la vida?
¿Por qué se produce la discusión señalada? Simplemente porque las delicadas estructuras moleculares que dieron origen a la primera célula, no pudieran haberse desarrollado en un ambiente saturado de oxígeno, como nuestra atmósfera actual, ya que el oxígeno ejerce un efecto letal sobre ellas. Por otra parte, ¿cómo pudiera haberse desarrollado la primera célula o ser vivo en un ambiente carente de oxígeno considerando que este elemento es un eficaz protector contra los efectos de los rayos cósmicos que impiden el florecimiento de la vida en un ambiente falto de él? Este es un enigma que aún no se puede resolver.
Es claro que toda discusión sobre el origen de la vida abogando por la aparición de ésta de una manera espontánea y sin la intervención de un Diseñador Inteligente debe comenzar por aclarar cuál era la condición de la Tierra en aquel tiempo cuando aún no existía la vida. Actualmente existe un convencimiento casi unánime respecto a que la Tierra primitiva era muy rica en hidrógeno y muy pobre en oxígeno. Se piensa igualmente que, la atmósfera contenía cantidades importantes de nitrógeno y carbono como parte integrante de moléculas de metano y amoníaco. El oxígeno no existía en estado libre sino como parte integrante de moléculas de agua o de dióxido de carbono.
Lo anterior ha cobrado fuerza, porque desde el punto de vista de la experimentación, cuando se someten mezclas de metano, amoníaco y agua a la acción de partículas cargadas de energía, es factible lograr la síntesis de aminoácidos, azúcares o ácidos grasos.
Por otra parte, es bien sabido que el oxígeno ejerce un efecto letal sobre muchos mecanismos celulares, los cromosomas por ejemplo, los cuales se desarrollan en ambientes carentes de oxígeno. La misma división celular tiene lugar en un período de carencia de oxígeno temporal. Lo anterior, lleva a suponer que no es posible que mecanismos celulares y previos a la formación de una primera célula hayan podido desarrollarse en un ambiente de oxígeno abundante.
En estos días, en que la ingeniería genética hace maravillas, muchas personas creen que el misterio que entraña el origen de la vida es un tema hace mucho tiempo resuelto, sin embargo, pocos saben que todas las ideas que hoy se tienen al respecto, están bastante lejos de ser verificadas mediante la ciencia experimental. De hecho, no es extraño que quienes se sienten menos animados a dar por resuelto el misterio sobre la aparición de la vida en la Tierra, son aquellos científicos que estudian particularmente el tema desde el punto de vista de la bioquímica y la biología celular.
Hay de parte de estos hombres de ciencia un abrumador silencio respecto de cuál puede haber sido el verdadero origen de la vida en nuestro planeta. Aunque la gran mayoría llevados por un inusitado entusiasmo aducen procesos evolutivos conducentes a la aparición de la vida, lo cierto es que los mecanismos que sustentan la singular teoría de la evolución están muy lejos de explicar definitivamente cómo es que surgió la primera célula en la Tierra y con ello el primer ser vivo. En realidad, aunque muchos hablan del origen de la vida, nadie parece poder explicarlo desde un punto de vista coherente y científico.
La ciencia avanza cada día formulando teorías y proponiendo nuevos modelos explicativos que aporten una idea clara y aceptable que explique el origen de la vida en nuestro planeta, pero es indispensable la verificación experimental, un requisito ante el cual claudican todas y que impide aceptarlas como absolutamente válidas.
El conocimiento actual de los posibles mecanismos que originaron la vida es el resultado de enormes esfuerzos para comprender y, al mismo tiempo, intentar reproducir esos mecanismos. Los avances científicos y tecnológicos permiten hoy en día discutir y analizar las distintas hipótesis e intuiciones elaboradas a través de siglos y que buscan explicar el fenómeno de la vida, pero la verificación no siempre es fácil toda vez que muchas de las teorías e hipótesis que se proponen hablan de condiciones imposibles de reproducir fielmente en un laboratorio.
Los procesos por medio de los cuales se cree que se originó la vida deben en opinión de la ciencia haberse producido hace miles de millones de años atrás en el tiempo y en hecho, algunos de estos procesos, son reproducibles, en líneas generales en un laboratorio, donde se ha verificado por ejemplo, que un ambiente más bien acuoso o líquido es fundamental para el desarrollo de la vida tal cual la conocemos.
El pensamiento científico moderno ha recogido esta conclusión referente a la intervención del agua en el desarrollo de la vida y ha formulado en consecuencia la idea de que la vida se generó básicamente con la síntesis de elementos complejos en agua. El mundo natural evidencia una gran y sorprendente unidad: todos los seres vivos están hechos o constituidos por las mismas moléculas y son el resultado maravilloso de la misma química, a saber la del Carbono (C2) en agua líquida (H2O). Siendo así, todo ser vivo es en propiedad un organismo constituido básicamente de estos dos elementos, el Carbono y Agua, elemento este último que se compone a su vez de Hidrógeno (H2) y Oxígeno (O2).
A fin de verificar la hipótesis de que las moléculas esenciales para la aparición de la vida en la Tierra fueron sintetizadas de manera espontánea sin que fuera necesaria la agencia de un Hacedor o Diseñador Inteligente, han de aclararse debidamente dos cuestiones importantes, a saber:
Definir claramente cuáles eran las condiciones imperantes en la Tierra al momento de originarse la vida y los elementos que participaron en el singular proceso conducente a la organización de la primera célula.
Realizar las experiencias de laboratorio correspondientes a fin de verificar experimental la veracidad de las conclusiones aportadas.
Todo esto, llevó a un joven científico de nombre Stanley Miller, a que en 1953, ideará un sistema por medio del cual poner a prueba la consistencia de las teorías prevalecientes sobre el origen de la vida.
En efecto, Miller tuvo la brillante idea de reproducir en un gigantesco balón de vidrio, las condiciones que supuestamente existían en la Tierra primitiva al momento de originarse la vida.
Así, el joven científico mezcló metano, amoníaco, dióxido de carbono y agua, los principales componentes de lo que se cree era la atmósfera de aquellos días, los cuales sometió por espacio de varias semanas al efecto de descargas eléctricas de diferente intensidad, las que simulaban el efecto de las radiaciones solares o de los rayos a los que se supone estaba sometido a su vez nuestro planeta en la época azoica o sin vida.
Esquema general del famoso experimento de Stanley Miller en que mezcló Nitrógeno [N2], Hidrógeno [H2], Metano [NH3], Amoníaco [CH4], Dióxido de Carbono [CO2] y Agua [H2O]
Cuando al cabo de algunas semanas Miller analizó minuciosamente el resultado de su experimento, comprobó que como natural consecuencia de someter el contenido del matraz a las descargas eléctricas o descargas de energía, habían aparecido una gran variedad de compuestos hasta entonces inexistentes, entre ellos algunos ácidos grasos y fundamentalmente, aminoácidos, los ladrillos de la vida.
El entusiasmo generado por el experimento de Miller llevó a los científicos a declarar con desmedido ánimo que habían descubierto el misterio de la vida ya que habían logrado “fabricar” moléculas orgánicas de características claramente fundamentales en el aspecto biológico, es decir, moléculas que intervienen decididamente en el fenómeno de la vida.
Se dijo que el experimento de Miller había demostrado fuera de toda duda que en condiciones análogas a las de la Tierra primitiva, la aparición de compuestos orgánicos que más tarde daría origen a la vida era una consecuencia natural e inevitable. Posteriores experiencias en este campo redundaron en un mayor entusiasmo al respecto. Se aseguró que el hombre en su actual nivel de conocimiento y avance científico era capaz de sintetizar en condiciones favorables todos los elementos constituyentes de la vida. ¿Adónde habría de conducir tan inusitado entusiasmo? Una reflexión ulterior, llevaría a que los ánimos encendidos comenzaran a apagarse.
Aunque la experiencia de Stanley Miller permitió comprobar que los distintos moléculas que componían la atmósfera primitiva bien podían originar la aparición de elementos más complejos, en definitiva no pudo comprobar que en un ambiente favorable pudiera generarse naturalmente la vida.
Si bien Miller logró sintetizar una cantidad importante de elementos fundamentales en la constitución de la vida, esto está muy lejos de ser un paso definitivo en dirección al descubrimiento del misterio de la vida.
Siendo bien objetivos, sólo se ha logrado sintetizar algunos elementos primordiales que forman parte de la base estructural de algunas proteínas y ácidos nucleicos, pero no se ha logrado en modo alguno descubrir cómo es que estos elementos complejos se organizan en sistemas celulares, desarrollando a su vez una membrana protectora, definiendo un núcleo celular y delimitando funciones a las proteínas, ya sea como productoras o generadoras de energía o como agentes fundamentales en el delicado proceso de la reproducción.
Se afirma de una manera engañosa, que la ciencia experimental ha sido capaz de sintetizar los 20 aminoácidos necesarios para producir vida. Lo anterior, como se dijo, resulta engañoso, porque si bien se han sintetizado los aminoácidos que se requieren para producir vida, no se informa que estos aminoácidos han sido sintetizados siguiendo procedimientos experimentales distintos. La ciencia actual no conoce un medio único por el cual se logre sintetizar de una sola vez los 20 aminoácidos que requiere la vida.
Por otra parte, es bien sabido que la singular estructura celular requiere que estos 20 aminoácidos sean levógiros, es decir que sean capaces de polarizar un haz de luz que los atraviese hacia la izquierda. Esta es una curiosidad de la estructura celular y que habla de su gran complejidad.
En efecto, hasta la fecha se han descubierto a lo menos 100 tipos diferentes de aminoácidos, de los cuales sólo 22 son requeridos para originar la vida y sin embargo, estos 22 aminoácidos deben ser necesariamente levógiros, es decir poseer la capacidad de polarizar la luz hacia la izquierda. En otras palabras, existiendo en la naturaleza indiscriminadamente aminoácidos dextrógiros (que polarizan la luz hacia la derecha) y levógiros (que polarizan la luz hacia la izquierda), la compleja estructura celular sólo acepta aminoácidos levógiros, es decir que polarizan la luz hacia la izquierda.
Estos aminoácidos de distinta configuración geométrica pero de similar composición atómica y de un mismo peso molecular, reciben el nombre de isómeros ópticos, es decir, aminoácidos de similar estructura molecular pero de diferente orientación en cuanto a la desviación de la luz polarizada.
La discriminación de isómeros ópticos, es decir, separar isómeros derechos de izquierdos, es algo que se realiza con no poca dificultad por parte de los científicos. Sobre esto opina una publicación que habla del origen de la vida:
“La naturaleza de los isómeros ópticos es tal que sus propiedades fisicoquímicas, aunque distintas, son muy parecidas. A causa de ello, la separación de mezclas de isómeros ópticos ha presentado siempre graves problemas. En estos últimos años, y gracias al empleo de métodos muy complejos se ha empezado a lograr.” [2]
Lo anterior, lleva a preguntar con algún grado de curiosidad: ¿Cómo se puede esperar que naturalmente y sin la intervención de un ente inteligente, se pueda separar isómeros ópticos derechos de izquierdos, un proceso que para los propios científicos es de intrincada y difícil realización? En el fondo se resume a esperar que el azar sea capaz de realizar lo que en un proceso de laboratorio, bajo un intrincado sistema y equipamiento, dirigido por especialistas en microbiología, sea difícil o imposible de lograr.
Sobre esto, el físico J.D. Bernal reconoce lo siguiente: “Hay que confesar que la explicación todavía sigue siendo una de las partes más difíciles de aclarar en cuanto a los aspectos estructurales de la vida.” “Quizás nunca podamos explicar esto.” [3]
En otras palabras, asegurar que la estructura de una célula, sólo en cuanto al ordenamiento y naturaleza de los aminoácidos, surgió como producto del azar, equivale a arrojar desde un avión en vuelo una cantidad indeterminada de bolas al espacio, unas azules y otras amarillas, esperando que en Tierra y en un reducido círculo de un metro de diámetro, caigan sólo bolas de color amarillo y ordenadas una al lado de la otra. La posibilidad de que esto ocurra naturalmente es de 10 elevado a 113. Es decir un 10 seguido de 113 ceros. De acuerdo a la ley de probabilidades, un evento cuya posibilidad de ocurrencia es de tan sólo 10 elevado a 50 se entiende que es imposible que ocurra.
Algo muy parecido sucede al considerar la íntima relación que existe entre las proteínas y el ADN (ácidodesoxirribonucleico) al interior de la estructura celular. Se sabe que las proteínas dependen del ADN para su formación, pero el ADN no puede formarse sin la participación de las proteínas. Lo anterior plantea un serio problema a la teoría del origen natural de la vida por cuanto nos lleva a realizar la antigua pregunta de quién fue primero: el huevo o la gallina.
Si la estructura celular se desarrolló en forma gradual como propone la teoría de la evolución química sostenida por Oparin, cabe preguntar quién existió primero: las proteínas o el ADN. Esto plantea un problema no menor por cuanto es posible preguntar: cómo se originaron las proteínas sin que existiera antes el ADN o cómo se originó el ADN sin que existieran antes las proteínas. Esto constituye un callejón sin salida para la teoría sobre el origen de la vida y la ciencia experimental no tiene nada que aportar en su defensa.
Sobre este asunto en particular refiere una publicación que trata sobre el problema del origen de la vida:
“La vieja cuestión del huevo o la gallina sigue vigente. La gallina nace de un huevo, pero el huevo sale de la gallina: ¿Quién apareció primero? De la misma manera, los ácidos nucleicos necesitan proteínas – enzimas para duplicarse. Ahora bien, las proteínas –enzimas no pueden formar por sí solas la unidad del sistema vivo. ¿Cuál de esos dos tipos de macromoléculas gigantes apareció primero sobre la Tierra primitiva?” [4]
¿Quién fue primero el huevo o la gallina? Este es un problema que se plantean los científicos respecto a la relación del ADN y las proteínas al interior de la estructura celular. Hasta aquí la ciencia no tiene una respuesta consistente para dilucidar este gran misterio.
El experimento realizado por Stanley Miller, más que apoyar la generación natural de la vida a partir de elementos orgánicos fundamentales, lo único que hace es confirmar que para que elementos sencillos se organicen en elementos más complejos que eventualmente pudieran dar origen a azúcares, ácidos grasos, aminoácidos o ácidos nucleicos, se requiere una especial preparación al amparo de un ambiente adecuado y bajo la estricta dirección de una mente muy sabia.
Hasta aquí la ciencia experimental que busca apoyar la teoría del origen de la vida, en cierto modo deja bastante claro que la casualidad tuvo poco que ver con las condiciones experimentales altamente específicas que estuvieron implicadas en determinado experimento. Después de elaborar el intrincado procedimiento experimental que pretende rastrear el origen de la vida, es poco probable que alguien diga que dicho experimento fue tan sólo obra del azar.
Hasta aquí, la teoría accidental argumenta perentoriamente que lo único que obra en la aparición de la vida es el azar. Sin embargo, a nivel científico, asegurar que algo suceda aleatoriamente o por obra de la simple casualidad, impide indagar más profundamente en busca de las verdaderas razones que obraron en la aparición de la vida sobre la Tierra, inhibiéndonos de abrir nuestros ojos a lo evidente: un fenómeno dirigido ex profeso por una mente Superior y Maestra.
Según se desprende de todo lo informado, el apoyo experimental que sustenta la teoría sobre el origen de la vida está muy lejos de conferirle la categoría de hecho científico y por más que a muchos incomode la realidad, es claro que hasta aquí, como dice una publicación: “La teoría de Oparin no deja de ser una hipótesis”.[5]
[1] Enciclopedia Popular, Año 2, N° 16, págs. 16-17.
[2] El Origen de la Vida, Biblioteca Salvat de Grandes Temas, pág. 59.
[3] The Origin of Life, John D. Bernal, 1967, pág. 144.
[4] Francois Raulin, “La Aparición de la Vida”, pág. 77.
[5] Enciclopedia Popular, Año 2, N° 16, págs. 16.
¿SE FORMÓ AL AZAR LA PRIMERA CÉLULA EN LA TIERRA?
Que la organización celular con todos los elementos que la componen y la intrincada especialización que en ella se observa ha llegado sin más al campo de la existencia, sólo como resultado de la organización azarosa de moléculas y grupos moleculares en concomitancia con condiciones atmosféricas o ambientales específicas, no puede ser aceptado de una manera tan simplista como se pretende, de donde se desprende que la sola razón nos invita a buscar una explicación fuera del ámbito de la fantasía o irreal y con firme asiento en una explicación inteligente y bien pensada.
La situación es tal, que con relación a la teoría que pretende explicar el origen de la vida y más específicamente de la organización celular como resultado de un accidente casual, un reconocido científico partidario de ella recomienda en el prólogo de su libro: "Este libro debe leerse casi como si fuera ciencia ficción." [2]
De hecho, la organización y función celular es tan increíblemente compleja, que pocas personas, pudieran decir que en verdad han llegado a comprender y quienes afirman que de alguna manera se han acercado a comprender un poco más esta maravillosa unidad de todo lo viviente, no pudieran concebir esto sin antes obtener un doctorado en biología, bioquímica u otra ciencia relacionada en alguna universidad de prestigio.
Frente a lo anterior, queda pendiente la pregunta: ¿Cómo algo tan complejo pudo ser el resultado de un accidente o casualidad en el mundo natural? Una célula viva es enormemente compleja. Los libros o compendios que a su vez buscan explicar la organización o función celular son en su lenguaje y afán explicativo tan complejos, que difícilmente una persona sin preparación pudiera leerlos con algún provecho.
Según una afamada revista de ciencias, las instrucciones que contiene el ADN de la célula son tantas, que si se pusieran por escrito, llenarían sin más mil libros de 600 páginas cada uno. ¿Qué podemos decir de todo esto? Sencillamente, que la enorme complejidad de la vida no hace sino indicar claramente a nuestros sentidos la existencia de un Magnífico Hacedor y quien por su maravillosa agencia intervino en la existencia de todas las cosas.
Concebir que una célula no es sino el resultado de un accidente molecular al amparo de una atmósfera especialmente favorable, equivale a pensar que de una cantidad de partes y elementos de plástico, metal u otro, dispersados libremente en el océano pudiera, con la colaboración de un tiempo de millones de años, llegar a formarse una computadora de alta y compleja tecnología. Pensar así, es negarse a pensar o ser realistas. Queriendo el hombre descartar la intervención de Dios con relación a la existencia de todas las cosas, ha elaborado teorías e hipótesis absurdas para explicar el origen de la vida, la evolución de las especies o la misma existencia del hombre.
Sobre el particular, el afamado evolucionista Michael Denton, admitiendo lo evidente, declara lo siguiente:
"La complejidad del tipo de célula más sencilla conocido es tan grande que es imposible aceptar que tal objeto pudiera haber sido hecho a toda prisa por algún tipo de evento enormemente improbable y anormal. Tal acontecimiento sería imposible de distinguir de un milagro." [3]
¿Podría decirse con propiedad que el origen de la vida es una consecuencia de la química orgánica en condiciones atmosféricas favorables? El astrónomo Fred Hoyle piensa decididamente que no: “La idea de que el programa operativo de una célula viva pudiera conformarse por casualidad en una sopa primordial aquí en la tierra es evidentemente de lo más absurdo.” [4]
De igual manera piensa otro científico, el Dr. Wilder Smith:
"Como científico, estoy convencido que la química de la célula por sí sola no basta para explicar su funcionamiento, aunque funcione de forma química. Los mecanismos químicos de la célula son controlados por información que no reside en los átomos y moléculas de dicha célula.
Existe un autor que trasciende la materia de la cual éstas hebras están hechas. Primero que nada, el autor concibió la información necesaria para crear una célula, luego la escribió, y luego la fijó en un mecanismo que pudiera leerla y llevarla a cabo en la práctica, para que así la célula se formara a sí misma a partir de la información." [5]
Con mucha razón escribió el salmista: "Dijo el necio en su corazón: No hay Dios." [Salmo 15:1] No se puede negar la existencia de Dios atestiguada por la enorme complejidad de los sistemas vivos. La agencia de Dios en la existencia de todas las cosas se deja ver invariablemente en la complejidad de una simple célula, cuya intrincada elaboración escapa al control y entendimiento pleno de los más brillantes hombres de ciencia del mundo de hoy.
La misma química de la vida a partir de sustancias básicas como el Hidrógeno, el Carbono o el Oxígeno, nos hablan de una complejidad inusitada en su organización, una complejidad que no puede ser atribuida libremente al azar.
Sobre la increíble complejidad de la vida y su estructura en la concepción de todos los seres vivos, un prestigiado científico expone lo siguiente:
“La vida tal como la conocemos está basada en la química de un elemento concreto, el carbono: es decir. En la química orgánica y un disolvente concreto, el agua. El carbono es uno de los elementos atómicos más abundantes del Universo. Gracias a sus propiedades, es la fuente de una gran variedad de compuestos distintos, de estabilidad bien adaptada a los mecanismos químicos de la vida. Las moléculas orgánicas poseen, en efecto, unos enlaces lo suficientemente estables como para garantizar la cohesión de su edificio, pero también lo suficientemente inestables como para permitir su participación en los procesos bioquímicos, lo cual es indispensable para la puesta en marcha del metabolismo. Todos los organismos vivos terrestres están formados por los mismos ladrillos, unidos por la misma marca de cemento. Acidos nucleicos y proteínas, la esencia misma de la vida, se forman a partir de un número muy reducido de pequeñas moléculas distintas, unidas entre sí y que se repiten gran número de veces. La información se encuentra en la secuencia, es decir, en el encadenamiento específico de esos ladrillos, de la misma forma que la secuencia de las letras caracteriza una palabra.” [6]
La vida y más particularmente la célula, desde su mismo origen, proclaman un Diseño Inteligente. Desconocer la necesidad de una mente maestra en la concepción celular no es ni sabio ni inteligente. Sólo una mente en serios problemas puede pretender confiar en el azar como alternativa explicativa que permita concebir el universo, el mundo y la vida que en él se manifiesta.
La concepción de la vida, la estructura celular y su integración en los sistemas vivos complejos, entidades compuestas a su vez de billones de células organizadas, los llamados organismos pluricelulares (metazoos y fitozoos), no pueden sino impresionar la mente del hombre y llamarlo a meditar en el primigenio origen de todas las cosas. Lea con detención Job 12:7-9. En este sencillo pero profundo pasaje de la Biblia, se deja ver que la complejidad inherente a los organismos vivos, su singular y magistral diseño, su maravillosa adaptación a la necesidad y felicidad de todas las cosas, no puede ser considerado ingenuamente como producto del azar o de un pretendido accidente natural sino como la obra indiscutible de una Creador de todas las cosas.
[1] Enciclopedia Popular, N°16, Año 2, pág. 15.
[2] Richard Dawkins, The Selfish Gene, 1976, pág. 16.
[3]Michael Denton, Evolution: A Theory in Crisis (Bethesda, Maryland: Adler and Adler Publishers, 1986), p. 264.
[4]Fred Hoyle and N. Chandra Wickramasinghe, Evolution from Space (New York: Simon and Schuster, 1981), and "Where Microbes Boldly Went," New Scientist, Vol. 91, No. 1266 (August 13, 1981), pp. 412-415.
[5]Arthur E. Wilder-Smith in Willem J.J. Glashouwer and Paul S. Taylor, The Origin of Life (PO Box 200, Gilbert AZ 85299 USA: Eden Films and Standard Media, 1983) (Creationist motion picture).
[6] Francois Raulin, “La Aparición de la Vida”, pág. 39
¿EVOLUCIÓN LENTA Y GRADUAL DE LAS ESPECIES?
En su libro "El Origen", Darwin propone que todas las especies se han desarrollado en la Tierra como resultado de un proceso lento y gradual que lleva a que una especie se desarrolle en otra a lo largo de millones de años, esto es lo que se conoce como "gradualismo" en biología. La pregunta es: ¿la evidencia cientifica realmente muestra que las especies se desarrollaron de manera gradual unas de otras como nos dijo Darwin?
Diether Sperlich, un connotado científico quien en un libro aboga por la teoría de Darwin, señaló:
“Si dispusiéramos de un registro ordenado de los fósiles de todas las formas vivientes que han existido a lo largo del tiempo, en el que se pudiera ver cómo, de forma ordenada, unos organismos descienden de otros, este registro constituiría la prueba más directa del hecho de la evolución.” [1]
“Así pues, en el registro fósil nos encontramos con una gran abundancia de restos de los grupos plenamente evolucionados, pero las formas intermedias o de transición que nos revelarían de manera eficiente el paso de unos grupos a otros son escasísimas o inexistentes.” [2]
Efectivamente, el registro fósil arroja una gran cantidad de restos de especies bien definidas pero falla al ser requerido sobre las especies transitorias.
¿Qué permite apreciar la evidencia fósil entonces? Sencillamente que cada género y cada especie existen de manera única y sin formas intermedias que acrediten un proceso evolutivo lento y gradual. Si el registro fósil arrojara satisfactoriamente evidencia de formas intermedias para explicar el origen de todas las especies, el gradualismo propuesto por Darwin pasaría a ser un hecho científicamente comprobado. No obstante, el registro fósil no resulta satisfactorio al respecto y cada especie o grupo de especies tiene su propio “eslabón perdido”, el cual está llamado a unir necesariamente una especie con otra en la cadena evolutiva.
Si Darwin estuviese hoy entre nosotros, tendría motivos justificados para sentirse bastante desalentado respecto de su propuesta del gradualismo ya que esperando él que el registro fósil le ayudará a confirmar su punto de vista en el futuro, lo cierto es que dicho registro ha contribuido en un sentido absolutamente contrario, a saber, dar a entender que dicho punto de vista carece absolutamente de verdadero fundamento.
El registro fósil no apoya el gradualismo de Darwin para explicar el origen de las especies. La situación respecto a la ausencia de evidencia fósil que apoye la evolución gradual es tan significativa, que algunos científicos como el recientemente fallecido Stephen J. Gould, han propuesto rendirse ante la evidencia y replantear la teoría de una evolución lenta y gradual, como la propuesta por Darwin y por la mayoría de los científicos. Gould plantea acomodarse a un sistema evolutivo de “equilibrio punteado” y que sostiene que la evolución no se sustente necesariamente en lentos procesos de millones de años sino en accidentados saltos evolutivos que dieron origen a nuevas especies. Este nuevo planteamiento es aún discutido en los ambientes científicos y cuenta actualmente con cada vez mayor aceptación ya que a juicio de muchos científicos es la mejor respuesta para explicar la inconsistencia en el registro fósil de las especies respecto al gradualismo propuesto por Darwin.
En la actualidad, en el ámbito evolucionista más acérrimo, se escucha hablar de "saltacionismo" y "equilibro punteado", el primero que considera el origen repentino de nuevas especies y el segundo que considera que los cambios graduales sólo explican la microevolución, mientras que la macroevolución se produce por cambios bruscos.
Hasta aquí, aún sigue plenamente vigente, por más que a muchos les pese, que la existencia de las especies no obedece a lentos procesos de evolución gradual sino más bien a la aparición súbita de especies, hecho que por su naturaleza espontánea está más cerca de lo que plantea la Biblia cuando dice que Dios creó todas las cosas.
[1, 2] Diether Sperlich, “La Evolución de las Especies”, pág. 33.
¿NOS DIJO DARWIN LA VERDAD
SOBRE EL ORIGEN DE LAS ESPECIES?
Cada 12 de febrero y cuando se llega nuevamente al "día de Darwin" cabe preguntar: ¿Nos dijo Darwin la verdad sobre el origen de la vida y de las especies sobre la Tierra? La respuesta es no.
La propuesta original de Darwin: la evolución por medio de la selección natural como un proceso lento y gradual que dio origen a todas las especies, a la verdad era un planteamiento absolutamente incompleto, equívoco en sus mecanismos de desarrollo y contradictorio con la evidencia fósil.
La evolución como tal, no corresponde a un proceso único, distinguible y armónico, haciéndose necesario hoy en dia hablar de "microevolución" y "macroevolución" para poder hacer concordar las ideas darwinistas con la realidad que observamos cada día en la naturaleza o en la huella que han dejado los seres vivos del pasado en la corteza de la tierra a manera de fósiles.
Lo que hoy conocemos como "teoría de la evolución" no es la idea original de Darwin sino más bien la llamada "teoría sintética" o "síntesis evolutiva moderna", conocida también como "síntesis neodarwinista" o simplemente como "neodarwinismo" y que atestigua que el darwinismo original debió ser completado y retocado para que se ajustara efectivamente a la realidad biológica que hoy conocemos.
El "gradualismo darwiniano" propuesto enfáticamente en el libro "El Origen" es hoy impugnado a todas luces y considerado por no pocos científicos como uno de los mayores errores de Darwin en su planteamiento, dando lugar al "saltacionismo" y al "equilibrio punteado" que a mucho pesar de los científicos más tradicionalistas y acérrimos defensores de Darwin, es hoy aceptado por los nuevos investigadores en biología y paleontología especialmente, como la mejor explicación de lo que realmente informa el mundo natural y los fósiles.
¿La selección natural? Huelga decir que la selección natural, la propuesta original de Darwin para explicar el origen de las especies, es hoy absolutamente insatisfactoria y forma sólo una parte de los muchos mecanismos que abogan por explicar realmente el origen de todas las especies, como son entre otros la selección sexual, el aislamiento geográfico, etc.
¿Realmente las especies surgieron en la Tierra por una lenta evolución gradual basada en la selección natural como propuso Darwin? Muchos científicos, aún entre aquellos que dan grandes conferencias sobre el tema en universidades, centros de convenciones y congresos del quehacer científico, en sus corazones, intimamente siguen pensando tal como la Biblia dice: “Porque él dijo, y fue hecho. El mandó, y existió.” [Salmo 33:9]
Lea el siguiente libro:
La ley de probabilidades echa por tierra la teoría de la evolución
http://www.seif-filosofos.com/seif-filosofos/teoriafalsaevolucion_files/Otra%20teoria%20falsa%20de%20la%20Evolucion.pdf