MUNDO Y RELIGION - M&R
   
  MUNDO Y RELIGIÓN - M & R
  Ciencia y religión
 
 


La ciencia y religión constituyen dos grandes visiones del mundo que ilustran al hombre de hoy.  Estos dos cuerpos de conocimiento se han desarrollado como fenómenos globales a través de siglos y han estado presentes a lo largo de toda la historia de la humanidad.

La ciencia y religión son autónomas y desde esa autonomía, se  ha buscado propiciar entre ellas el diálogo y la complementaridad, aunque esto ha generado encendidos conflictos. ¿Son la ciencia y la religión incompatibles y opuestas? ¿Son la mayoría de los científicos materialistas y ateos?

Muchos comentarios negativos sobre la relación entre ciencia y religión se continúan proclamando hoy por parte de creyentes y científicos, a veces, con enconada virulencia. Algunos científicos, ven en la religión un aspecto negativo que se opone al progreso de la ciencia y del que debiera prescindirse. El tema, por la misma connotación que ha adquirido, necesita de una reflexión seria y tranquila que permita visualizar la relación entre ciencia y religión como formas que eventualmente pudieran llegar a complementarse. Para entender ambas disciplinas, es necesario reconocer cómo ha sido la relación entre ambas a lo largo de la historia, en especial, en relación con el cristianismo,  la religión que fundó Jesús de Nazareth y con la cual se identifican hoy en día millones de personas, esto último considerando que la ciencia moderna nace precisamente al amparo del occidente cristiano. 

En el pasado cercano, muchos sociólogos, propusieron que el desarrollo de la sociedad moderna redundaría en que poco a poco la ciencia y la razón sustituyese a la religión como una forma de entender el mundo que nos rodea. En este contexto, la ciencia y la religión se han mostrado como maneras antagónicas de entender la realidad natural. Las cifras de descenso de la espiritualidad o de la religiosidad en Europa principalmente, parece dar toda la razón a los sociólogos de antaño, no obstante, en otros países como Estados Unidos y en Latinoamérica por ejemplo, la religiosidad de la gente parece no sólo no disminuir, sino más bien aumentar. Esto deja ver que el nivel de desarrollo alcanzado por los países o por las distintas sociedades no necesariamente debe estar relacionado a una disminución de la fe en la religión. Parece no haber una relación directa.

Por otra parte, en un país tan ampliamente reconocido por su desarrollo científico, como es Estados Unidos, paradójicamente, más de tres de cada cinco ciudadanos, discrepan directamente de lo que sostiene la ciencia respecto al origen del universo, el origen de la vida en la Tierra o el origen mismo de las especies. En ese país, si bien la mayoría de las personas demuestran una actitud  muy positiva hacia la ciencia, en última instancia, declaran poseer más fe en lo que dice la Biblia que en lo que dice la ciencia sobre el origen y explicación de todas las cosas. ¿Por qué pasa esto?
 
Sencillamente porque la ciencia no tiene todas las respuestas y aun aquellas respuestas que hoy sostiene sobre el origen del universo, el origen de la vida en la Tierra y la evolución de las especies, resultan ser ampliamente insatisfactorias para explicar los fenómenos del mundo natural que a diario observamos, aunque huelga decir, que desde el punto de vista del conocimiento puramente humano es lo mejor que tenemos. 

En cuanto al conocimiento puramente científico que procura explicar el origen y funcionamiento del universo, es claro que no pocos científicos se manifiestan insatisfechos con las postulaciones de la mecánica cuántica. Es sabido que Albert Einstein, uno de los más célebres físicos de la historia, se declaraba disconforme acerca de la mecánica cuántica ya que uno de los grandes objetivos de Einstein fue buscar una fórmula única que pudiera dar cuenta y explicación de todos los fenómenos de la física en el universo.  

La teoría de la relatividad, formulada por Einstein, establece que el universo es ordenado y predecible. Sin embargo, en las leyes de la mecánica cuántica reina la incertidumbre. La única posibilidad para pronosticar algo en el mundo de la mecánica cuántica es predecir todas las posibles soluciones o eventos que pudieran darse en un momento dado respecto de un hecho. Albert Einstein rechazaba la teoría de la mecánica cuántica y afirmaba que la física no podría manejarse al azar, que las leyes físicas son siempre predecibles. En la mecánica cuántica todo es incertidumbre, o "azar" mientras que para Einstein esto no es posible porque de acuerdo a la teoría de la relatividad todo es ordenado y predecible. Mientras que en el mundo subatómico, todo parece ser un juego de azar, como tirar los dados, para la física la realidad no puede ser cosa de suertes o azares si no que todo tiene reglas y en este sentido Einstein decía que "Dios no juega a los dados".  



El reputado físico teórico norteamericano Michio Kaku, famoso por formular la revolucionaria teoría de las cuerdas (modelo fundamental de la física que asume que las partículas materiales aparentemente puntuales son, en realidad, “estados vibracionales”), causó recientemente un pequeño remezón en la comunidad científica luego que afirmara haber encontrado pruebas de la existencia de una fuerza inteligente y desconocida por el hombre que gobierna la naturaleza, es decir, algo bastante parecido al concepto que muchos tienen de Dios como ente creador y rector del universo.

Según el físico, los seres humanos vivimos en un mundo regido por leyes y principios concebidos por una especie de gran arquitecto inteligente. Según esto, estaríamos en un mundo hecho por reglas creadas por una inteligencia, aseguró el científico. Estamos dice Kaku en un plano regido por reglas creadas y no determinado por azares universales. Esto quiere decir que, con toda probabilidad, existe una fuerza desconocida que lo gobierna todo.

Un pensamiento semejante es sustentado por la religión. La sola razón nos indica que todo en el universo ha sido diseñado y creado por un Hacedor, que en el universo existe un orden subyacente. Como parte o resultado de este orden, dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno siempre darán como resultado H2O ya sea que estemos en este planeta o en la orilla del universo y eso obedece a algoritmos aleatorios que dan origen a la materia.

No obstante, desde el punto de vista de lo que la ciencia nos da a conocer, hay grandes incognitas sobre otros aspectos y que no concuerdan con lo que la Biblia nos enseña.

Por una parte, la edad de la Tierra y el universo que aporta la ciencia no es compatible con lo que se deduce de la simple lectura bíblica. Por más que algunas corrientes dentro del cristianismo tratan de compatilibilizar los cientos de millones de años que la ciencia acepta para la aparición de la vida en la Tierra, no es posible actualmente compatibilizar las dos posiciones divergentes, ya que de acuerdo a la Biblia, la vida en sus diversas formas, ya sea vegetal o animal, no redundaría en cifras mayores a 6 mil años. Es claro que algunas corrientes dentro del cristianismo intentan desesperadamente compatibilizar las cifras y acomodarse a las edades geológicas que aporta la ciencia, no obstante, estos intentos violentan una clara interpretación de las Sagradas Escrituras, que debe ajustarse a principios bien establecidos de interpretación, como la historicidad, la filología, etc. Queda claro sin embargo, que el hecho que una información aportada por la Biblia no compatibilice decididamente con la ciencia, no indica necesariamente que la Biblia esté equivocada o que la información sea errónea. Muchas veces, una investigación más acuciosa, desde el punto de vista científico, ha reportado veracidad a la Biblia en detrimento de lo que hasta entonces postulaba la ciencia. Se debe ser cauto al respecto.

Por otra parte, la ocurrencia del Diluvio es también impugnada por la ciencia. La información que actualmente aporta la geología, es que la corteza terrestre está compuesta por series sucesivas de estratos que aportan distintas antiguedades, siendo los más superficiales los más recientes y los más profundos los más antiguos. Pareciera que la disposición de los estratos, no informa ni aporta datos que avalen la ocurrencia de un Diluvio en la Tierra. Cabe hacer presente, que la geología puede aportar datos de la aparicion de un lago o de su desaparición hace más de 60 millones de años y sin embargo, no encuentra, al decir de sus informes, datos que avalen la ocurrencia de un Diluvio universal hace no más de 4500 años atrás. Esto es un punto en que no hay acuerdo entre la ciencia y la religión. ¿Ocurrió efectivamente un diluvio tal como señala la Biblia? La ciencia dice que no. No ha sido posible encontrar el arca de Noé, perdida en el monte Ararat, aunque se le ha buscado intensamente y continuamos sin una evidencia empírica que avale la ocurrencia del Diluvio tal como señala la Biblia. Tenemos que continuar buscando datos al respecto. Se necesita más científicos cristianos que dediquen esfuerzo investigativo sobre el tema, más allá de que los cristianos creamos con toda certeza que si ocurrió un Diluvio universal en el pasado. 

Ahora bien, cabe investigar por qué todas las etnias del mundo, orientales u occidentales, sin tener muchas de ellas relaciones culturales entre ellas, invariablemente registran historias y leyendas de la ocurrencia de un diluvio universal como parte de sus tradiciones orales. En Chile, por ejemplo los mapuches ya tenían entre sus leyendas una historia de diluvio, la historia de Trentren y Kaikai, mucho antes que a Chile llegarán los españoles. La ciencia no puede explicar consistentemente esto. 

Con relación a la aparición del lenguaje, nuevamente la ciencia tiene que inclinarse ante lo que indica la Biblia sobre el tema. La arqueología linguística una y otra vez, debe reconocer que las raíces del lenguaje y de la escritura en códigos, se remonta a la zona de Mesopotamia donde se encontraba Babilonia, la cuna de la civilización, tal como indica la Biblia. 

Sobre la evolución y la gran diversidad de flora y fauna que existe actualmente, más toda aquella que hoy figura como extinta, debemos aceptar que la vida en la Tierra se ha manifestado de formas mucho más amplias que las que actualmente conocemos. Los cristianos siempre habla de que Dios creo al caballo, al león, a los peces en el mar, las aves en los cielos y toda la variedad de plantas que conocemos. Pero ¿que hay de los dinosaurios, los grandes reptiles marinos como los mosasaurios, los ictiosaurios o la variedad enorme de plesiosaurios que pululaban en los oceános? ¿Qué hay de los pterosaurios, reptiles voladores, que oscilaban los 12 metros de envergadura como el gran Quetzatcoatl northropi? ¿Quién creó a los tigres dientes de sable, los mamuts, los indricoterios y toda la variedad enorme de animales que ni siquiera sospechabamos que existieron en el pasado? Frente a esto, los cristianos generalmente tenemos poco que decir. En consecuencia, los científicos y especialmente los defensores enconados de la evolucion, avasallan con sus argumentos. ¿Indica esto que la ciencia tiene la razón, que si ocurrió una evolución y que la Biblia o la religión está equivocada?

Por supuesto que no. Muchas veces la ciencia puede aportar datos e información que avalen la microevolución, pero hay grandes lagunas explicativas que avalen la macroevolución, esto es: ¿Cómo se originó la primera célula? ¿Cómo se pasó de un sistema unicelular a uno pluricelular? ¿Cómo se inció la reproducción sexuada, esto es a través de mitosis y meiosis? ¿Cómo el ser humano ha llegado a evolucionar a partir de cordados inferiores que pululaban primigeniamente en las aguas como el Anfioxo actual? La ciencia también tiene sus seres mitológicos, como ellos llaman a Noé. En ciencia evolutiva se habla mucho de urbilateria, un hipotético ancestro común de los organismos bilaterios. No existe evidencia alguna de la existencia de urbilateria en el pasado, sin embargo, todos los biológos evolucionistas creen que existió.  Urbilateria es como el Noé de los evolucionistas. No existe evidencia que existío, no hay evidencia empírica que avale su existencia y sin embargo todos creen que existió. La ciencia no es muy diferente de la religión. Es más, no son pocos, los que aseguran que la ciencia es sólo una forma más de religión. 

Sin ir más lejos, hasta hace no más de 100 años, la ciencia buscaba infructuosamente a los eslabones perdidos en la cadena evolutiva que relaciona al hombre con los simios. Hoy la ciencia ya no los busca, sencillamente porque no existen. No hay una cadena gradualista que una al hombre con los grandes antropoides, hoy más bien se habla de una serie de saltos en la cadena que darían cuenta de la aparición de primates más derivados en la secuencia evolutiva y que pudieran dar razón de cómo llegó a existir el propio hombre dentro de los primates. La ciencia, al igual que la religión tiene sus bemoles.

De todo esto, se desprende que tanto la ciencia como la religión proponen una explicación de la verdad sobre el mundo natural. La ciencia y la religión no necesariamente deben ser excluyentes e incluso no son pocos los que opinan que debieran complementarse. Albert Einstein decía: "La ciencia sin religión está coja y la religión sin ciencia está ciega." 




¿Por qué entonces existe tanta discordia entre ciencia y religión? Quizás esto tenga que ver con la esencia de cada una. Mientras la ciencia se funda en la duda y en el escepticismo que busca la prueba empírica de algo, la religión se funda en la certeza y la convicción de ese algo. Mientras unos dudan de todo, los otros hacen gala de una fe que parece ser ciega e irrazonable. El escenario contumaz de la ciencia es la duda, mientras que el corazón mismo de la religión se funda en la fe. Esta diferencia esencial se aloja en el corazón de personas que por formación resultan distintas y que por ende, no logran encontrar puntos de contacto o de complementación. 

¿Se puede llegar a complementar la ciencia y la religión? Indudablemente que sí. Observemos un caso. Mientras la ciencia y más ampliamente el campo de la medicina y la salud, recientemente está descubriendo que la ingesta de grasas de origen animal o de colesterol ambiental está constituyéndose en la primera causa de muerte en el mundo como causa de las enfermedades cardiovasculares, la Biblia en cambio propone que desde el principio el hombre nunca fue llamado a comer carne (Leáse Génesis 1:29). En el reino de Dios tampoco la carne será un alimento (Isaías 65:25). Consecuentemente, la Biblia aconseja "no comer carne", así como tampoco consumir vino, de cuya ingesta consuetudinaria procede el alcoholismo, otra lacra de la humanidad (Proverbios23:20). A Dios nunca le ha agradado el consumo de carne (Vea Números 11).

Hoy en día la ciencia está procurando alertar al mundo sobre el consumo de grasas de origen animal. contenidas mayormente en las carnes rojas, aunque también se encuentran en las llamadas carnes blancas, como la carne de ave por ejemplo. El consumo de grasas saturadas, es factor de riesgo no sólo en las enfermedades cardiovasculares propiamente tales, sino también en otra enfermedad dramática para el hombre, la hiperplasia prostática benigna por la acción aromatizante indirecta que ejerce el colesterol sobre la testosterona. La impotencia funcional, la disfuncion eréctil y la infertilidad masculina también están relacionadas a la ingesta de colesterol en la dieta. La caida del cabello también está relacionada con el aumento de los niveles séricos de colesterol. 

¿Se da cuenta que la información que trata de entregar la ciencia a la población respecto a cuidados en la salud por ejemplo ya había sido dada por la Biblia siglos antes? Es claro, que dejando de lado puntos favoritos de controversia, la ciencia y la religión muy bien podrían complementarse.

MÁS INFORMACIÓN EN:

https://larevolucionpacifica2011.wordpress.com/2015/07/18/michio-kaku-el-azar-no-tiene-
sentido-existe-una-fuerza-inteligente-que-lo-gobierna-todo/

 
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