MUNDO Y RELIGION - M&R
   
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  ¿Se puede creer en un Dios que no se puede ver?
 
Muchas personas que se declaran ateas, alegan que no se puede pedir a un persona que crea en un Dios que no se puede ver. ¿Se puede creer en algo que no se puede ver? ¿Es sensato creer en lo que no se puede ver?

Estas preguntas que parecen muy cuerdas e inteligentes, en realidad no lo son tanto. Todos los días aceptamos cosas sin la necesidad de verlas. Las personas aceptan que su café o su leche caliente del desayuno tiene azúcar sin que necesariamente sean capaces de ver el azúcar en su taza o distinguirla en la leche. ¿Por qué esas personas aceptan que hay azúcar en su café o en su leche aún si no la pueden ver? Sencillamente porque la pueden percibir a través del gusto.

Una persona no vidente de nacimiento, no puede ver el sol pero puede sentir el calor del sol en su rostro y aceptar que el sol existe aunque nunca lo haya podido ver. Sí, todos los días las personas aceptan la existencia de algo sin la necesidad de ver ese algo. Esto es porque tenemos otros sentidos que nos permiten sentir, percibir, detectar estímulos del medio que nos rodea y que pueden ser captados por nuestro sistema nervioso central y nuestro cerebro no sólo a través de la vista, sino también del tacto, olfato, gusto o el oído.

Lo mismo sucede con el viento. ¿Puede Ud. ver el viento? No, nadie puede. Sin embargo, podemos sentir el viento que acaricia nuestra cara o mueve nuestro cabello. Podemos ver la acción del viento moviendo las hojas de los árboles o elevando un trozo de papel en la calle y aceptar su existencia porque vemos su acción o su efecto. De manera que también podemos aceptar la existencia de algo, el viento en este caso, porque se deduce a partir de su acción sobre las hojas de los árboles por ejemplo. De manera que el aserto de que no debiéramos creer en Dios porque no lo vemos no deslumbra por su inteligencia. 

¿Qué pasa sin embargo si no podemos percibir a Dios a través de la vista, el tacto, el olfato, el gusto o el oído?  Recuerde que estos sentidos nos han sido dados para percibir el medio que nos rodea y que en realidad corresponde a distintas manifestaciones de la materia. El agua, la tierra, el sonido del viento entre los árboles, el olor del aroma de las flores, etc. Sin embargo, la Biblia señala que Dios no es materia sino que "Dios es espíritu" (Juan 4:24).  Evidentemente, no podemos pretender percibir a Dios a través de sentidos que están dispuestos para percibir la materia. 

EL PODER DE LA DEDUCCIÓN

La Biblia explica: "A Dios nadie le vió jamás" (Juan 1:18). Acerca de Dios el apóstol Pablo señala: "A quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver" (1 Timoteo 6:16).

¿Significa esto que no podemos saber si Dios existe o no? De ninguna manera, aún poseemos recursos para discernir cosas que no vemos. Ese recurso es nuestra inteligencia que nos permite emplear el método de la deducción.

¿Qué es la deducción? 
La deducción, es una de las herramientas con mayor utilidad en la ciencia. Los científicos la utilizan y a través de ella pueden llegar a descubrir la incógnita de algún experimento o suceso natural.

¿De qué manera se utiliza el poder de deducción? 
Considere usted lo siguiente: Si al salir por la mañana hacia su trabajo dejara su casa completamente desordenada y sucia y luego, al volver por la tarde, la encontrara perfectamente limpia y ordenada, ¿cuál sería su natural y lógica pregunta? Evidentemente, se preguntaría quién estuvo en casa e hizo ese trabajo de orden y limpieza. ¿Por qué se preguntaría usted tal cosa? Sencillamente porque las cosas hechas y el orden y la limpieza realizados dan incuestionable evidencia de que alguien estuvo en su casa y para llegar a tal deducción no requiere necesariamente haber visto a ese "alguien" que hizo todas las cosas. Así también, la Biblia enseña que "en el principio la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo" (Génesis 1:1). No obstante, en la actualidad la Tierra, nuestro planeta, evidencia orden en todas las cosas. ¿A qué nos lleva nuestra capacidad de deducción? A deducir que existe suficiente evidencia para aceptar que "Alguien" ordenó y dispuso todas las cosas. 

Otra interesante deducción. La Biblia dice: "toda casa requiere de un hacedor". Seguramente toda persona sensata estará de acuerdo con eso. Una casa o todo otro elemento complejo, con un diseño, un propósito y un destino funcional, debe ser el resultado de una acción inteligente. Si una persona encontrara un reloj en medio del desierto, no pensaría bajo ningún punto de vista que ese objeto es fruto de los agentes naturales como el viento, el frío, el calor, la erosión, etc. ¿Por qué no podría pensar eso? Sencillamente, porque el reloj es un elemento complejo, cuyo diseño, propósito y destino funcional, no son producto del azar o de origen inexplicable. Alguien lo hizo tal como es. Alguien lo diseño, le asignó un propósito y le confirió un destino funcional. Esa es la lógica de la deducción humana.

Sin embargo, la Biblia dice: "Entonces el que creó todas las cosas es Dios" (Hebreos 3:4). Si un reloj o una casa necesitan de un hacedor toda vez que son elementos complejos, ¿qué diremos de un pájaro, de un perro, o del mismo ser humano, que en diseño, propósito y destino funcional son mucho más complejos que un reloj o una casa?. La deducción simple, tal y como plantea la Biblia, es que todas estas cosas también requieren de un hacedor. 

Uno de los personajes más célebres por utilizar el poder de la deducción es Sherlock Holmes, personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle y que destaca por su inteligencia, su hábil uso de la observación y el razonamiento deductivo para resolver problemas difíciles. ¿Qué sucedería si Ud. usa de su inteligencia, un hábil uso de la observación y su capacidad de razonamiento deductivo para descubrir si Dios existe? ¿Se puede descubrir y conocer a Dios a través de sus obras?    
                                                                           

Sherlock Holmes el personaje de Sir Arthur Conan Doyle se hizo célebre por su inteligencia, su uso hábil de la observación y su capacidad de deducción para resolver casos difíciles.


VER A DIOS A TRAVÉS DE LAS COSAS CREADAS

¿Se puede ver a Dios? Sí, de la misma manera en que Ud. puede reconocer el viento, a través de sus obras. 

La Biblia dice que podemos descubrir y conocer a Dios a través de las cosas que son hechas. El escritor bíblico declara esto cuando dice:
"Porque las cosas invisibles de él [Dios], su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas, de modo que son inexcusables." (Romanos 1:20)

Siendo así, la Biblia nos invita a ver a Dios, a conocer a Dios y a reconocer su existencia por medio de la observación de las cosas que nos rodean.


"Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, que ellas te enseñarán,
y a las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán.
O habla a la tierra, que ella te enseñará.
Los peces de la mar, te lo declararán también,
¿Qué cosa de todas estas no entiende que la mano de Jehová la hizo? 
[La Biblia, Job 12:7-9)
 
"La naturaleza habla sin cesar a nuestros sentidos. El corazón que está preparado quedará impresionado por El amor y la gloria de Dios tal como se revelan en la obra de sus manos. El oído atento puede escuchar y entender las comunicaciones de Dios por las cosas de la naturaleza. Los verdes campos, los elevados árboles, los capullos y las flores, la nubecilla que pasa, la lluvia que cae, el arroyo que murmura, las glorias de los cielos, hablan a nuestro corazón y nos invitan a conocer a Aquel que lo hizo todo." (E. G. de White, El camino a Cristo, pág. 60)
 
"En todas las cosas creadas se ve el sello de la Divinidad. La naturaleza da testimonio de Dios." (E. G. de White, La Educación, pág. 95)

El salmista dice: "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y la expansión denuncia la obra de sus manos. El un día emite palabra al otro día, y la una noche a la otra noche declara sabiduría." (Salmo 19:1-2)

"Dios es amor, está escrito en cada capullo de flor que se abre, en cada tallo de la naciente hierba. Los hermosos pájaros que llenan el aire de melodías con sus preciosos cantos, las flores exquisitamente matizadas que en su perfección perfuman el aire, los elevados árboles del bosque con su rico follaje de viviente verdor, todos dan testimonio del tierno y paternal cuidado de nuestro Dios y de su deseo de hacer felices a sus hijos." (E. G. de White, El camino a Cristo, pág. 1, 2)

VER A DIOS A TRAVÉS DE LOS OJOS DEL ENTENDIMIENTO

Ya hemos visto que hay cosas que pueden llegar a ser conocidas a través de la deducción. Esta capacidad deductiva inteligente está en íntima relación con lo que la Biblia llama "los ojos de vuestro entendimiento" y que es muy necesaria para percibir aspectos relacionados con Dios que una persona descuidada o poco perceptiva difícilmente podrá llega a entender (Efesios 1: 17-18).

Note que la Biblia en distintas ocasiones refiere a esta capacidad de entendimiento que nos lleva a conocer las cosas que Dios desea que comprendamos (Lucas 24:31-32, 45). 

Este tipo de entendimiento, dependiendo de sí se posee o no, puede determinar nuestra capacidad de comprender a Dios o no hacerlo y esto redundará en nuestra propia posición ante Dios y las verdades que se desea que conozcamos (Vea mateo 16:13-17).

En hecho, la Biblia habla de personas que no usan su entendimiento para discernir las cosas y aceptan sin más cuestionamiento que todo lo que observamos en el mundo natural, aún nuestra propia existencia es producto del azar y de la casualidad. Respecto de aquellas personas, la Biblia dice: "Que si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto. En los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios." (1 Corintios 4:3-4). Note que la Biblia habla de estas personas como de aquellos que tienen en el entendimiento adormecido, cegado, lo cual no les permite entender la realidad evidente. ¿Cuál es la realidad evidente?

Que todas las cosas que llamamos del "mundo natural" en realidad no son naturales ni casuales, son obra y fruto de una mente creadora, la mente de Dios. El aire que llena nuestros pulmones aún cuando estamos dormidos mediante la acción de leyes de presión y un intrincado sistema respiratorio regulado por el sistema nervioso central y que manifiesta características autónomas más allá de nuestra propia voluntad, nos habla de una mente maestra que lo pensó todo. Lo mismo el sistema urinario, que permite la eleminación de líquido y desechos metabólicos a través de la orina, compuesto por riñones, uréteres, vejiga, uretra, etc. Qué podemos decir del sistema cardiovascular, del funcionamiento del corazón, etc. Todo ello, sumado a todo cuanto podemos observar a nuestro alrededor, apela a nuestro entendimiento, esa capacidad que los seres humanos tenemos de comprender el medio que nos rodea y preguntarnos cómo llegaron estas cosas a su existencia.

Sin embargo, cuando tenemos un corazón dispuesto podemos reconocer deductivamente la existencia de Dios y decir como el salmista: "Te alabaré, porque formidables, maravillosa son tus obras. Estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien." (Salmo 139:14 VM)

El mismo poder que hizo la luz y que disipó las tinieblas sobre la Tierra en el principio de los tiempos, actúa para iluminar el entendimiento de aquellas personas que sinceramente buscan a Dios en sus vidas: "Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo." (2 Corintios 4:6)

De esta manera, la vida cristiana se fundamenta en la evidencia que nos aporta la deducción inteligente que ilumina los ojos de nuestro entendimiento, capacidad que nos da Dios para conocerlo y que nos lleva a asumir la certeza y convicción propias de una fe bien establecida y que nos permitirá vivir nuestra vida cristiana cada día como viendo al Dios Invisible (Hebreos 11:24-27).

VER A DIOS A TRAVÉS DEL AMOR Y 
DE NUESTRA EXPERIENCIA RELIGIOSA

El apóstol Juan dice: "Ninguno vió jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios está en nosotros, y su amor es perfecto en nosotros." (1 Juan 4:12).

Es cierto que no podemos ver a Dios porque Dios es espíritu y no podemos conocerlo a través de nuestros sentidos. Sin embargo, eso no significa que no podamos conocer a Dios o saber de su existencia. ¿Se ha preguntado por qué existe el amor? ¿Por qué el ser humano ama a sus seres más cercanos o ama a sus amigos? ¿Por qué el hombre es capaz de amar a los animales?  El amor es un sentimiento que no tiene sentido alguno en un mundo de competencia como el que proponen los evolucionistas y en que sólo es válido sobrevivir a costa de cualquier cosa, incluso de la vida e intereses de los demás. 

El apóstol Juan reconoce que nadie, "ninguno vió jamás a Dios", sin embargo, él dice que "si nos amamos unos a otros, Dios está en nosotros" y se hace visible por su acción de amor en nosotros. Es la obra de Dios la que nos lleva a amarnos unos a otros, de modo que si nos amamos unos a otros, el amor de Dios se hace perfecto y visible en nosotros.

Podemos conocer a Dios a través del amor, porque Dios es amor (1 Juan 4:8). De hecho, el amor es la característica que realmente constituye la prueba del discipulado cristiano (Juan 13:34-35; 15:12, 17)

El apóstol Juan plantea una paradoja: "Si alguno dice, Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano al cual ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?"  ¿Qué quiere decir esto? Que si una persona no es capaz de amar a su prójimo con el cual se relaciona todos los días a través de sus cinco sentidos, vista, olfato, gusto, tacto y oído, ¿cómo podrá relacionarse con Dios a quien no puede conocer a través de sus sentidos materiales sino más bien a través de sus sentidos espirituales? Sencillamente, esta paradoja revela la incapacidad de muchas personas de vivir una vida cristiana consecuente. El apóstol Juan concluye: "Y nosotros tenemos este mandamiento de él: Que el que ama a Dios, ame también a su hermano." (1 Juan 4:20-21)

RECONOCIENDO AL DIOS INVISIBLE

La fe en Dios no consiste en el mero asentimiento de que hay un Hacedor del Universo sino que consiste en la certeza y convicción que provee el razonamiento deductivo e inteligente y que nos permite reconocer a Dios en nuestras vidas (Hebreos 11:1).

Los hombres de Dios en el pasado, no vivieron una vida de credulidad o de fe ciega y sin sentido. Ellos vivieron una vida de fe basada en la certeza y convicción de la existencia de Dios y de su amor y cuidado por los hombres.

La evidencia que nos aporta la Biblia y la naturaleza sobre la existencia de Dios es tan innegable que la propia Sagrada Escritura señala que sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 1:6)
 
 
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