MUNDO Y RELIGION - M&R
   
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  ¿Podemos prescindir de Dios en la explicación de todas las cosas?
 


Durante una reciente y multitudinaria conferencia en el Instituto de Tecnología de California (Caltech) en Pasadena, el físico británico Stephen Hawking y uno de los científicos más famosos del mundo ha vuelto a rechazar la necesidad de un “Creador” para explicar la existencia del Universo. En opinión del célebre investigador, el Universo no necesitó la intervención de Dios para estallar y comenzar su existencia. En un momento de su charla, Hawking afirmó que la enseñanza de la Creación es insostenible tal y como, en su opinión, demuestran los datos obtenidos desde hace décadas por los astrónomos utilizando potentes y sofisticados telescopios espaciales. 

En palabras del Dr. Hawking: "Dado que existe una ley como la de la gravedad, el Universo pudo y se creó de la nada. La creación espontánea es la razón de que haya algo en lugar de nada, es la razón por la que existe el Universo, de que existamos. No es necesario invocar a Dios como el que encendió la mecha y creó el Universo. «God did not create the universe, says Hawking». news.yahoo.com. 2010-09-02. Retrieved 2010-09-02. Archivado desde el original el 4 de septiembre de 2010.

Con estas palabras el Sr. Hawking propone que el universo es autodiseñado y que no es necesario invocar a Dios para explicar la existencia de todas las cosas. 

Ciertamente, las charlas e ideas del Dr. Hawking son por demás entretenidas e interesantes y constituyen un encomiable esfuerzo de su parte en la investigación sobre el origen del universo. No obstante, no debemos ni remotamente pensar que sus opiniones constituyan una expresión concluyente de la realidad. La ciencia es un proceso dinámico de generación de nuevo conocimiento en base a rigurosos métodos de búsqueda y análisis de datos, que lleva a que disciplinas científicas como la astronomía, la física relativista y la cosmología por ejemplo, estén constantemente en un proceso de revisión, expansión o bien rechazo de ideas que ya se tenían como conocimiento científico aceptable hasta hace sólo unos años, Un ejemplo de esto es la idea de un Universo que se expande y se contrae periódicamente, idea que el propio Hawking rechazó junto a Roger Penrose un físico matemático oriundo de Inglaterra y Profesor Emérito de Matemáticas de la Universidad de Oxford.

Sin embargo, por más brillante que el Sr. Hawking parezca a vista del público general y de sus miles de adeptos y admiradores, resulta claro que su comentario es más efectista que certero dado que el Prof. John Lennox, Dr. en matemáticas y catedrático en la Universidad de Oxford, señala que hay más de un error de lógica en la sentencia del científico británico y que en definitiva la famosa sentencia se plasma en un pensamiento circular que propone que el universo necesitaba existir y puesto que necesitaba existir se creó a sí mismo sin ahondar más profundamente en cómo llegó a formarse el universo.

Hoy en día y a 10 años de la sentencia del Sr. Hawking, su declaración vuelve a caer en duda y ahora por parte de los propios científicos, ya que se descubrió que "la nada" a la que refiere el científico en su declaración no puede ser considerada como "nada" y que en realidad "la nada" es algo. ¿Qué es la nada? No se sabe, pero ciertamente no es aquello en que estaba pensando Stephen Hawking cuandó formuló su declaración. En otras palabras, a 10 años de haber sido formulada, la famosa sentencia del científico está a punto de ser declarada obsoleta por los propios miembros de la comunidadcientífica. 

El dinamismo de la ciencia lleva a cambios en las ideas y las prácticas en todo el ámbito del conocimiento humano, ya sea en la química, la física o la biología, de dónde lo que se daba por aceptado ayer, no es necesariamente lo que se piensa hoy o lo que se tendrá por cierto mañana. Esta realidad del conocimiento, humano limitado a nuestras propias capacidades de conocer el universo y el mundo en que vivimos, por no decir la limitada capacidad de conocer a nosotros mismos o a las formas de vida que nos rodean, lleva a que constantemente y con no poca frecuencia, la ciencia esté cambiando de idea respecto a cosas que ya tenía por ciertas, tal como el geocentrismo, la generación espontánea o los mismos fundamentos de la teoría de Darwin, como el gradualismo, que hoy ya no son aceptados por la comunidad científica en general y son considerados como ideas equívocas de la realidad natural que conocemos. 

Siendo así, no se puede pensar y menos aceptar que un científico connotado o un grupo de cientificos pueda estar en condiciones de sostener concluyentemente que "no se requiere un Dios en el universo". La sola razón nos llama a ser cautos en esto y a no dejarnos desbordar por opiniones de alguna autoridad en ciencia, filosofía o religión.

Hay un sinnúmero de fenómenos con los que convivimos a diario y que demandan explicaciones más concretas de su existencia que las declaraciones efectistas de un científico en particular. La fisiología humana y animal en general, la biología celular, el metabolismo de los seres vivos, el fenómeno de la reproducción en seres complejos a través de mitosis y meiosis (sin las cuales no pudieran perpetuarse los caracteres específicos de las especies), la periodicidad de los elementos químicos y las leyes que gobiernan la materia, como la regla del octeto o la tendencia de los iones de los elementos del sistema periódico a completar sus últimos niveles de energía con una cantidad de 8 electrones, de tal forma que adquieren una configuración muy estable  mediante la generación de enlaces entre los átomos, determinando la naturaleza de estos enlaces el comportamiento y las propiedades de las moléculas.

La naturaleza del sistema inmune. La absorción de los nutrientes. La generación del tejido óseo, nervioso, muscular, ligamentoso o tendinoso. La función del cerebro y la sinapsis neuronal. La generación del impulso nervioso motor o sensitivo. Las conexiones neuromusculares con sus finas implicaciones en el reclutamiento muscular. La propiocepción, etc.

En realidad no hay área del conocimiento sobre nuestra propia naturaleza humana o del mundo que nos rodea que nos deje impávidos frente a tanta complejidad y maravillosa arquitectura. No resulta difícil entonces, sentirse identificado con las palabras del salmista quien dijo: "
Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien." (Salmo 139:14)

En los libros de ciencia frecuentemente encontramos declaraciones como "que es sabia la naturaleza", "que es inteligente la naturaleza", "que es previsora la naturaleza", etc. que no son sino declaraciones que pretenden atribuir personalidad y características de persona a quien de suyo no las tiene, a saber la naturaleza, lo cual deja ver que el arrobamiento ante el mundo natural o nuestra propia constitución humana no es prerrogativa del salmista sino que se manifiesta también en el observador científico.

No son pocos los científicos que aceptan la declaración de otro de los salmos que dice: "Los cielos cuentan la gloria de Dios y la expansión denuncia la obra de sus manos." (Salmo 19:1) 

Cada vez que la ciencia, la filosofía o alguna otra esfera del conocimiento humano llama a desechar la idea causativa de Dios en el universo, resuena con mayor énfasis una sentencia que descuella por su seriedad abrumadora: "Dijo el necio en su corazón: no hay Dios". (Salmo 14:1)

La posición o actitud del necio, redunda no sólo en el mero desconocer la existencia de Dios, sino en el ateísmo práctico que se desprende de desconocer a Dios, la actitud de quienes, sin negar la existencia de Dios, viven habitualmente como si Dios no existiera, es decir, organizando sus vidas en función de un sistema de valores del que Dios está ausente.  La expresión "no hay Dios", al menos en lo que concuerdan los exegetas, conduce al relativismo moral de aquelllos que piensan que no hay que dar cuentas, nadie toma conciencia de nuestros actos, no existe la cólera de Dios, nadie ve lo que hacemos, el bien y el mal es relativo. Lo que niega en definitiva el necio, no es tanto la existencia de Dios, sino más bien su presencia activa en el corazón humano.

¿Es posible explicar los importantes fenómenos naturales, como el origen del universo, la aparición de la vida, la evolución de las formas orgánicas y el orden subyacente en el mundo natural como simples manifestaciones del azar y la casualidad? La verdad es que asumir esa posición, desde el punto de vista de la razón y la lógica, no es fácil y resulta prácticamente insostenible.

En hecho, el famoso astrónomo Fred Hoyle (1915-2001), quien fue director del Institute of Astronomy de Cambridge, Inglaterra, sostuvo que es probabilísticamente imposible que la vida pudiera surgir espontáneamente en la Tierra por combinación de los elementos que la componen, siendo necesariamente obra de un intelecto superior. Hoyle, recibió en 1968 la Medalla de oro de la Real Sociedad Astronómica, en 1994 el Premio Balzan (con Martin Schwarzschild) y en 1997 el Premio Crafoord. 

Otro gran científico, Francis Crick (1916-2004) descubridor junto a James Watson de la estructura del ADN, sostuvo que la vida fue creada por una inteligencia no humana. ¿Por qué este científico llegó a sostener tal idea? Simplemente, porque se puede observar ingeniería en la estructura del ADN. Al parecer, como solía decir este científico, el ADN fue pensado por alguien. Crick, recibió el Premio Nobel de Medicina en 1962. Asimismo, recibió también las medallas Royal y Copley de la Royal Society de Londres (1972 y 1975), y también la Orden del Mérito (27 de noviembre de 1991).

Efectivamente, los hallazgos científicos en el área de la genética, la biología y la bioquímica, dejan ver que la vida tal como se conoce en este planeta fue diseñada y estructurada de manera no azarosa, es decir, bajo una dirección superior. No pocos científicos hacen oído de las palabras de Isaías 40:26 que dice: "Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio." 

La Biblia apela a la inteligencia humana cuando dice: "En efecto, pregunta ahora a las bestias, que ella te enseñarán. Y a las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán. O habla a la tierra que ella te enseñará. Los peces de la mar te lo declarán también. ¿Qué cosa de todas estas no entiende que la mano de Jehová la hizo?" (Job 12:7-9)

Cuando reflexionamos en la sorprendente complejidad y belleza de todas las cosas, no podemos dejar de admitir que en todas las cosas se observa un magnífico diseño y propósito. Todo en la naturaleza denuncia la obra de un Hacedor o como dice una autora: "En todas las cosas creadas se ve el sello de la Divinidad. La naturaleza da testimonio de Dios." (La Educación, pág. 95)

La misma autora refirió lo siguiente: "La naturaleza habla sin cesar a nuestros sentidos. El corazón que está preparado quedará impresionado por El amor y la gloria de Dios tal como se revelan en la obra de sus manos. El oído atento puede escuchar y entender las comunicaciones de Dios por las cosas de la naturaleza. Los verdes campos, los elevados árboles, los capullos y las flores, la nubecilla que pasa, la lluvia que cae, el arroyo que murmura, las glorias de los cielos, hablan a nuestro corazón y nos invitan a conocer a Aquel que lo hizo todo." (El Camino a Cristo, pág. 60)
 
"Mira las maravillas y bellezas de la naturaleza. Piensa en su prodigiosa adaptación a las necesidades y a la felicidad , no solamente del hombre, sino de todas las criaturas vivientes. El sol y la lluvia que alegran y refrescan la tierra; los montes, los mares y los valles, todos nos hablan del amor del Creador." (El Camino a Cristo, pág. 1)

El corazón honesto  y sincero reconocerá en la naturaleza la obra de su originador: "¡Cuán muchas son tus obras oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría, la tierra está llena de tus beneficios." (Salmo 104:24) "Te alabaré, porque formidables, maravillosas son tus obras. Estoy maravillado. Y mi alma lo sabe muy bien." (Salmo 133:14)

 
 
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