MUNDO Y RELIGION - M&R
   
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  ¿Cuál es la verdadera Iglesia de Cristo?
 
Es muy común que cuando se encuentran dos personas militantes de diferentes "iglesias cristianas", surja entre ellas la disputa sobre cuál es la verdadera Iglesia de Cristo. Es común también, que ambas personas terminen abanderizándose por su congregación favorita, descalificando a la contraparte y discutiendo de manera estéril en pro de una respuesta a esta pregunta.

Pareciera que al decir de sus militantes, la iglesia en que milita cada uno resulta ser siempre la iglesia verdadera. Es lógico que esto sea así ya que no tendría sentido que una persona que milita en una determinada iglesia piense que su iglesia es una iglesia falsa. Todas las personas piensan que su iglesia es la iglesia verdadera.

La Iglesia Católica, que se llama a sí misma "la iglesia madre" asegura ser la verdadera iglesia cristiana ya que de ella derivan en general todas las iglesias protestantes. No obstante, las iglesias protestantes aseguran que la iglesia católica abandonó la fe de Cristo imponiendo falsas creencias y prácticas y que por tanto es el protestantismo el que está en la senda correcta de la enseñanza de Cristo.

Aún dentro de los propios protestantes, cada corriente de manera particular asegura ser la que conserva intactas las enseñanzas de Jesús, sea esta corriente anglicana, anabaptista, presbiteriana, bautista, metodista, pentecostal, luterana, etc.. Sin embargo, de una simple revisión de las enseñanzas y doctrinas que animan a cada corriente dentro del protestantismo, se observa de inmediato que no hay acuerdo en doctrina y práctica entre ellas. No creen lo mismo los evangélicos pentecostales, metodistas o presbiterianos, o un mormón, un anglicano o un simpatizante de la Sociedad Watch Tower.

Es más, se puede ser católico tradicional u ortodoxo. Metodista Pentecostal tradicional o reformado. Aún dentro de una misma denominación religiosa puede haber más de una tendencia, existiendo divisiones de doctrina y práctica entre ellas. 

Dentro de los adventistas del séptimo día por ejemplo, existen los adventistas tradicionales y los reformistas. Aún dentro de los adventistas reformistas, existen los partidarios de Nicolici y los de Kosel, el primero que da origen a los reformistas tradicionales y el segundo a los reformistas llamados "internacionales". Todos ellos aseguran que componen la verdadera iglesia y la corriente auténtica que conserva intactas las enseñanzas de la Biblia y de Jesús.

La evidencia, lamentablemente deja ver que el cristianismo es la religión más dividida del mundo. Actualmente, existen varias corrientes dominantes o grandes conglomerados religiosos como los católicos, anglicanos, bautistas, metodistas, pentecostales, presbiterianos, mormones, adventistas, testigos, etc., pero aún dentro de todos ellos existen más de 30 mil sectas y corrientes distintas.

¿Qué se puede decir de esta situación que afecta a las iglesias cristianas? ¿Qué pasó con la oración de Jesús pidiendo que los cristianos fueran uno, así como el Padre y el propio Jesús son uno? Lea Juan 17:11, 21-23.

Ciertamente, los cristianos han desantendido el deseo de Cristo de que los cristianos fueran uno, así como él y el Padre son uno. ¿Por qué ha pasado esto? Las divisiones que existen actualmente en aquellos que profesan la fe de Cristo no son sino la clara evidencia de que el espíritu de Cristo no está en el seno de los profesos cristianos (1 Corintios 1:12, 3:4). Las divisiones que se observan hoy en el seno del cristianismo, son una señal de que los profesos cristianos andan en la carne y no practican una vida espiritual (Gálatas 5:19-21).




 
¿Qué hacen los cristianos respecto de las divisiones? La Iglesia Católicia propició a partir del II Concilio Ecuménico que los cristianos se unieran en un movimiento común, el movimiento ecuménico, realizando una ferviente llamada a la unidad de los cristianos. El llamado movimiento ecuménico, llama a los cristianos a unirse en base a los puntos comunes de doctrina y práctica y no buscar la división atendiendo a las diferencias de doctrina y práctica que los separan. Sin embargo, esto más que unificación parece ser un convenio entre partes que buscan unificarse en torno a un interés común, pero manteniendo las diferencias que los separan y que en definitiva les impide llegar a ser un sólo cuerpo, una sola fe y un solo bautismo. El movimiento ecuménico no une a los cristianos en un sólo cuerpo, sino más bien busca mantener la cordialidad por medio de un mismo convenio ya que en definitiva cada grupo religioso continúa con sus creencias y práctica propias, desatendiendo el deseo de Dios de que haya "un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos" (Efesios 4:5-7).

El movimiento ecuménico no ha unido a los cristianos. Cada cual continúa participando de su propia individualidad doctrinal en la iglesia de su preferencia y manteniendo las divisiones y diferencias que dieron origen al llamado a la unidad. El movimiento de ecumenismo pasa así a ser sólo una tendencia o movimiento que busca la restauración de la unidad de los cristianos, es decir, la unidad de las distintas confesiones religiosas cristianas "históricas", separadas desde los grandes cismas. En la actualidad la palabra "ecumenismo" tiene una significación eminentemente religiosa, y es usada primordialmente para aludir a los movimientos existentes en el seno del cristianismo cuyo propósito consiste en la unificación de las diferentes denominaciones cristianas, separadas por cuestiones de doctrina, de historia, de tradición o de práctica, pero no es ni cerca un movimiento que realmente garantice la unidad de todos los cristianos. Es más, en la práctica el movimiento ecuménico es más bien un convenio de cooperación y no beligerancia interdenominacional, que unifica a los cristianos en dos creencias o prácticas fundamentales, la observancia religiosa del domingo, al que los católicos consideran "el día del Señor" ( y que ha sido heredado por los protestantes) y la doctrina de la inmortalidad del alma, que indica que la persona cuando muere va a un lugar de recompensa (el cielo), uno de castigo (el infierno) o bien uno de naturaleza transicional o intermedia (el purgatorio).

El 10 de noviembre de 1994, en su carta apostólica Tertio Millennio Adveniente dirigida al episcopado, al clero y a los fieles con motivo de la preparación del jubileo del año 2000, Juan Pablo II instó a analizar el curso de los últimos diez siglos y señaló la falta de unidad de los cristianos entre "los pecados que exigen mayor compromiso de penitencia y de conversión", al tiempo que lo calificaba como "un problema crucial para el testimonio evangélico en el mundo".

Si bien en el sentir de numerosas personalidades cristianas del último siglo, el ecumenismo constituye un camino de superación de las divisiones entre los cristianos, en orden al cumplimiento del mandato de Cristo: "que todos sean uno" (Juan 17:21), lo cierto es que los cristianos siguen estando tan desunidos como antes y cada vez que se encuentran creyentes de distintas denominaciones, terminan discutiendo acaloradamente respecto de los puntos de diferencia doctrinal y que los han mantenido divididos por siglos.

¿Qué deben hacer los cristianos cuando se encuentran con cristianos de otras denominaciones religiosas? Sencillamente, debemos seguir el ejemplo que Jesús nos dejó en su propia vida y enseñanza.

Primero, debemos entender que todos los cristianos debemos tratarnos como hermanos, no sólo porque compartimos en esencia una misma fe y buscamos la salvación de nuestras almas, sino además porque somos todos hijos por creación del mismo Dios (Hechos 17:24-28). Todos creemos en Dios y aceptamos a Cristo como nuestro Salvador y todos en esencia buscamos la salvación por medio de la fe. No debemos discutir acalarodamente unos con otros sobre puntos de doctrina (cuando más compartir conocimientos adquiridos de la Biblia), sino más bien alegrarnos porque compartimos el interés por la Biblia y el conocimiento de Dios, cosa cada vez más extraña en nuestros días.

EL TRATO DE JESÚS CON LAS PERSONAS DE DISTINTO PENSAMIENTO RELIGIOSO NOS ENSEÑA CÓMO TRATAR A QUIENES NO PIENSAN IGUAL QUE NOSOTROS EN MATERIA DE DOCTRINA Y FE CRISTIANA


Jesús trataba con amabilidad y cortesía a todas las personas. No establecía distancias ni amparaba rivalidades con personas que creyendo en Dios, tenían conceptos y prácticas distintas en materia de religión. En los días de Cristo, existían serias diferencias y discrepancias entre grupos religiosos, aún dentro de los propios judíos, como por ejemplo entre éstos y los samaritanos. Jesús no reconocía estas diferencias y habló libremente con una mujer samaritana y compartió con ella el mensaje de la buenas nuevas (Juan 4:1-30). La mujer, como sucede hoy en día entre muchos grupos de personas religiosas que se encuentran con otras personas de distinto pensamiento religioso, le recordó que entre ellos habín diferencias, diciendo: "Y la mujer samaritana, le dice; ¿Cómo tú, siendo judío, me pides agua de beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos no se tratan con los samaritanos". Así hoy en día los católicos no se hablan con los protestantes. Los evangélicos no hablan con los adherentes a la Sociedad Watchtower, más conocidos como "testigos". Estos últimos no hablan con los mormones, etc. Abunda el prejuicio y finalmente hay un dicho que dice: "sobre religión es mejor no hablar", porque la conclusión es que siempre esas conversaciones terminan en discusión y a veces hasta en los golpes, o incluso en guerras entre naciones. 

Si bien, dentro de la convesación que mantuvo Jesús con la mujer de Samaria surgieron algunos puntos de controversia, tal como el que expresó la mujer diciendo: "Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar" (Juan 4:230), Jesús estableció que las diferencias de conceptos y opiniones acerca de las cosas de Dios, finalmente deben ser encausadas en un cauce común, Jesús dijo: "Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad." (Juan 4:21-24).

Si bien, existían diferencias entre judíos y samaritanos, que incluso se hacían tan graves que entre ellos no se hablaban, Jesús nos enseñó que el amor a nuestros semejantes debe superar esas diferencias y que debemos ser capaces de conversar amistosamente con personas de otras creencias religiosas aún dentro del propio cristianismo. Es claro que cada uno de nosotros tiene afianzados en su corazón conceptos acerca de la fe y práctica de la verdad, pero cuando presentamos estos conceptos a otras personas, sean religiosas o no, debemos hacerlo con amor, con interés por esas personas más que en defender tal o cual posición doctrinal o religiosa. Si seguimos el ejemplo de Jesús, podremos hablar en amistad con personas de otras denominaciones religiosas y compartir nuestra fe en Cristo.

La unidad cristiana nos llama a no rivalizar con personas de otras denominaciones religiosas o que no siguen a nuestra propia denominación religiosa. Personas de otras denominaciones religiosas pueden ser sinceros en su quehacer religioso y a pesar de que no siguen con nosotros, estar haciendo la voluntad de Dios en ciertos aspectos de la verdad. 

Es más, en ocasiones la rivalidad entre las "iglesias" es tan grande que se desprestigian unas a otras y son incapaces de ver algo bueno unas de otras. Sin embargo, Jesús era imparcial. El reconocía lo malo donde el mal se hallaba enquistado, aun fuera dentro del propio pueblo judío y era también capaz de reconocer lo bueno en personas que no eran judías y que incluso practicaban otra religión o incluso otro concepto acerca de Dios.

Las Sagradas Escrituras dejan ver que el arrepentimiento aún si viene de aquellos que se han mantenido sistemáticamente lejos de Dios, es aceptable delante del Dios del universo (Mateo 11:20-24; Mateo 12:38-42).

En el Evangelio encontramos el siguiente pasaje en la vida de Cristo y sus discípulos: "Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es." (Lucas 9)

En este pasaje se dejan ver varias cosas. Primero, de manera general la rivalidad entre las denominaciones que profesan el cristianismo no es si tal o cual denominación sigue o  no sigue a Cristo. Lo que más le duele a los seguidores de estas denominaciones es que "no sigue con nosotros". Es el orgullo propio herido porque "no sigue con nosotros", lo que provoca el verdadero malestar entre esos creyentes.  Si los adherentes a la Sociedad Watch Tower pudieran, prohibirían hablar a los mormones. Si los mormones pudieran, prohibirían hablar a los evangélicos y si los evangélicos pudieran, prohibirían hablar a los católicos. Gracias a Dios eso no puede ser porque hay libertad de culto y expresión en los países. 

Sin embargo, el mandato de Jesús es: "No se lo prohibáis". Los cristianos no deben estorbar o tratar de impedir la obra evangelística que realizan personas de otras denominaciones religiosas dentro del cristianismo. Finalmente, toda obra evangelística tiene aspectos positivos, como inculcar el interés por la Biblia y conocimiento de Dios, por más que se piense que algunas denominaciones están equivocadas en tal o cual punto de doctrina o práctica. Es claro que todo aquel que no se manifiesta decididamente "contra nosotros, por nosotros es" y ese es un principio que aplicó Jesús y que por tanto estamos llamados a seguir en nuestras vidas.  

Si bien cuando Jesús compartió con personas de distinto pensamiento religioso surgieron puntos de debate doctrinal, es claro también que Jesús siempre se esforzó por mostrar la verdad y aclarar puntos de doctrina y fe basado ampliamente en el respeto y el amor por todos sus semejantes. En Jesús no había lugar para la burla, el descrédito o el menoscabo de aquellos con los cuales debatía sobre las Escrituras.

Jesús muchas veces se vio en la necesidad de corregir el error en la interpretación y el entendimiento de las Escrituras, sin embargo, nunca lo hizo con el deseo o la intención de prevalecer sobre la otra persona sino sólo con el deseo de sacar a relucir la verdad en beneficio de todas las personas. Igualmente, nosotros en alguna ocasión debemos corregir el entendimiento equivocado que algunas personas exhiben sobre las Escrituras, pero esta acción nunca debe ser con el deseo de prevalecer sobre otros. No importa quién o cuál tendencia está equivocada en la interpretación de las Escrituras, lo que importa es que siempre reluzca la verdad. Es claro además, que si alguien con buenos argumentos nos muestra que somos nosotros los equivocados, entonces debemos aceptar la verdad por una sola razón, porque es la verdad.

¿PERTENECE UD. A LA VERDADERA IGLESIA DE CRISTO?

No importa lo que Ud. predique sobre la verdad. Si su profesión de fe no va acompañada por los frutos consecuentes de una vida cristiana, entonces Ud. no práctica la verdad tal como es en Jesús y no tienen ninguna importancia si Ud. pertenece o no a la verdadera iglesia. 

"No hay acepción de personas para con Dios. Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados". (Romanos 2:11-12).

Dios es justo y las personas que pecan, sean religiosas o no, serán juzgados y condenados por sus pecados. No importa a cual denominación religiosa pertenece Ud. y si esa congregación está más cerca o menos cerca de la verdad, si Ud. comete pecado y no vive a la altura de una vida cristiana, ciertamente será juzgado y condenado por sus pecados.

La Biblia siempre ha dejado claro que la mera profesión de fe no tiene valor alguno delante de Dios: "porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados." (Romanos 2:13) 

Aún las personas que sin ser declaradamente religiosas viven una vida correcta y de acuerdo a la voluntad de Dios en aspectos mínimos, como la moral y las buenas costumbres, están en mejor pie delante de Dios que aquellos que declarándose religiosos o cristianos devotos, no viven a la altura de su profesión de fe: "Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres." (Romanos 2:14-16).

“Entre los paganos hay quienes adoran a Dios ignorantemente, quienes no han recibido jamás la luz por un instrumento humano, y sin embargo no perecerán. Aunque ignorantes de la ley escrita de Dios, oyeron su voz hablarles en la naturaleza e hicieron las cosas que la ley requería. Sus obras son evidencia de que el Espíritu de Dios tocó su corazón, y son reconocidos como hijos de Dios.”  [Elena G. de White, DTG 592]

Los profesos cristianos, aun cuando militen en una iglesia de la cual se pueda decir que está más cerca de la verdad, pero no viven a la altura de una vida cristiana consecuente, por su ejemplo traen descrédito a Dios y no importa cuán cerca esté su congregación de la verdad, eso no tiene valor delante de Dios. 

"He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor, y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad. Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros." (Romanos 2:17-24).

El profesar la fe cristiana y estar bautizado en una determinada iglesia a la que consideramos la verdadera iglesia, sólo tiene valor si vivimos conforme a la voluntad de Dios. 

"Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión. Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión? Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres transgresor de la ley. Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;  sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios." (Romanos 2:25-29). 

JESÚS Y LOS FARISEOS
 


En los días de Cristo, existía un grupo religioso o una "corriente" dentro del pueblo de Dios y al que llamaban los fariseos. Estos habían establecido un sistema de adoración particular y creían que su sistema tenía la aprobación de Dios. Los fariseos pensaban ser algo así como "la verdadera iglesia" o el verdadero camino que conduce a Dios.

¿Aceptaba Jesús la religión de los fariseos? Definitivamente no. Más de una vez Jesús manifesto decididamente su rechazo y desaprobación por la forma de religión que habían adoptado los fariseos. En una ocasión dirigiéndose a cientos de personas dijo: "Guardaos de la levadura de los fariseos, que es hipocresía." (Lucas 12:2) En otra ocasión, reprendió duramente a esta clase de creyentes, que se autocomplacían pensando que estaban en buen pie delante de Dios mientras sus hechos demostraban lo lejos que estaban de alcanzar el ideal de Dios (Mateo 23). 

¿Qué es lo que estaba mal en la adoración de los fariseos?  ¿Eran acaso las doctrinas de los fariseos lo que los hacía repudiables delante de Dios? En un consejo general dado a las gentes, Jesús señaló claramente cuál era el problema de los fariseos, diciendo: "Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen." (Mateo 23:1-2)

En general, no era la doctrina de los fariseos lo que estaba mal, sino la decidida negligencia en la práctica de esas doctrinas. En cuanto a lo que enseñaban o creían  los fariseos Jesús dijo: "todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo". Pero en cuanto a cómo vivían ellos sus creencias fundamentales Jesús fue categórico al referirse a ellos diciendo: "mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.

Aplicando estos conceptos a nuestros días, tenemos que decir que más allá de las creencias que distinguen a católicos y protestantes (anglicanos, presbiterianos, anabaptistas, bautistas, pentecostales, luteranos, mormones, adventistas, testigos u otros, etc.), hay algo que las mayoría de los adeptos a estas denominaciones tienen generalmente en común: "dicen, y no hacen". Esto redunda hoy en día en la poca credibilidad con que cuentan las distintas "iglesias" y denominaciones dentro del cristianismo. Al seguir esta conducta, los católicos y protestantes de hoy no resultan ser mejores que los fariseos de antaño que pensaban que la sola profesión de fe los hacía aceptos delante de Dios sin parar en cuenta que dicha actitud de hipocresía sólo los aleja cada vez más de Dios.

Una forma de religión tal no es buena. Si bien muchas de esas personas son fervientes servidores de sus organizaciones y como dijo Jesús:
 "Rodean el mar y la tierra por hacer un prosélito"  (un seguidor de su doctrina) Mateo 23:15, lo cierto es que por su conducta de "decir y no hacer": "cierran el reino de los cielos delante de los hombres, que ni vosotros entráis, ni a los que están entrando dejáis entrar." (Mateo 23:13) 

Muchas veces, quienes fundan su quehacer religioso en el "decir" y no en el "hacer", derivan en dar mucha importancia a cosas que no tienen verdadera importancia o que simplemente están equivocadas en cuanto a interpretación bíblica y dejan de lado las cosas que si son importantes, como la práctica de la verdad. A esto refería Jesús cuando habló de evitar la levadura de los fariseos y de los saduceos. La doctrina base de los fariseos y saduceos "la cátedra de Moisés", era correcta y en cuanto a esto el consejo siempre fue cuanto digan que guarden, guardadlo y hacedlo. Sin embargo, respecto a todas las "cosas adicionales" que ellos sobreponían a la palabra de Dios, el consejo fue guardaos de la levadura de esas cosas.

Es sabido que hay organizaciones dentro del cristianismo que no celebran los cumpleaños, no admiten transfusiones de sangre, o tienen ciertas restricciones sobre el comer o el beber. Aún hay otras organizaciones que ponen énfasis en la vestimenta y en el largo de los vestidos para las mujeres, o en los adornos y accesorios que éstas usan. Cada una de estas corrientes alega que esas restricciones son de lo más importante en la vida cristiana, no obstante esas organizaciones están llenas de personas que mienten, son envidiosas, orgullosas, defraudan impuestos, no tienen amor por el prójimo, mantienen vicios poco saludables, etc. y son en definidas cuentas elementos negativos para el cristianismo.

Sobre personas tales Jesús dijo: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y éstas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquéllas." (Mateo 23:23)

LA VIDA CONSECUENTE DE LOS CRISTIANOS
EL DECIR Y EL HACER




En el Sermón del Monte Jesús realizó la siguiente declaración de principio fundamental, diciendo: "No penséis que he venido para abrogar la ley ó los profetas: no he venido para abrogar, sino á cumplir. Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas. De manera que cualquiera que infringiere uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñare á los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos: mas cualquiera que hiciere y enseñare, éste será llamado grande en el reino de los cielos." (Mateo 5:17-19)

Jesús nuevamente aclaró que: "cualquiera que infringiere uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñare á los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos: mas cualquiera que hiciere y enseñare, éste será llamado grande en el reino de los cielos."

Aquella persona que como profeso cristiano pretende enseñar el camino de Dios a las gentes, no obstante en su vida cada día transgrede los mandamientos de Dios, ya sea mintiendo, robando, siendo un mal hijo, una persona sensual o sinverguenza, dominada por la avaricia o la codicia: "muy pequeño será llamado en el reino de los cielos".

Sin embargo, la promesa cierta es que: "cualquiera que hiciere y enseñare, éste será llamado grande en el reino de los cielos." 

Hoy en día y esto sucede en la mayoría de las iglesias, las personas se contentan con asistir a las reuniones de culto y cumplir con ciertas formalidades y protocolos dentro de su adoración y práctica, sin pensar decididamente que nadie se salvará escuchando sermones o asistiendo regularmente a misas o reuniones de culto, cantando himnos cristianos o siendo parte de un coro de canto, sino siendo un cristiano consecuente que armoniza el oir y el hacer la palabra de Dios.

El apóstol Santiago, exhortó a los hermanos en Cristo diciendo: "Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores, engañandoos a vosotros mismos. Porque si alguno oye la palabra y no la pone por obra, semejante es al hombre que mira en un espejo su rostro natural, luego se fue y se olvidó que tal era. Pero el que considera atentamente en la perfecta ley, que es de la libertad, no siendo un oidor olvidadizo sino un hacedor de la obra, este tal será bienaventurado en su hecho." (Santiago 1:24-25)

¿Por qué la mayoría de las personas que asisten a las distintas iglesias no alcanzan finalmente el ideal cristiano? Sencillamente porque no están en comunión con Dios, porque Dios es quien pone en nosotros el "querer y el hacer" por su buena voluntad. (Filipenses 2:13) Como dijo la Sra. Elena G. de White: "Muchos se han unido a la iglesia sin haberse unido jamás a Cristo". 

SOMETIENDO A PRUEBA EL CRISTIANISMO DE HOY

En una ocasión Jesús preguntó: "¿Por qué me llamáis Señor, Señor: y no hacéis lo que digo." (Lucas 6:46)

Hoy en día muchas organizaciones que profesan el cristianismo no animan a sus miembros a ser fieles cristianos y a hacer la voluntad de Dios. El simple hecho de que una organización use la Biblia no indica necesariamente que todas las personas que participan de ella concuerdan con la voluntad de Dios. La verdadera iglesia cristiana es aquella que anima a sus miembros a ser fieles y consecuentes con la voluntad de Dios. 

Jesús fue enfático en señalar: "No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos". (Mateo 7:21) 

¿Dónde está expresada fielmente la voluntad de Dios? En su ley, los Diez Mandamientos. El apóstol Pablo llamó la atención a esto cuando dijo: "Y conoces su voluntad, instruido por la ley" (Romanos 2:18)  ¿A qué ley se refería el apóstol? A los Diez Mandamientos definitivamente, por cuanto el pasa a decir: "Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios?" (Romanos 2:21-23)

El mismo apóstol dice: "por medio de la ley es el conocimiento del pecado" (Romanos 3:20). Y agrega: "yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás." (Romanos 7:7). La verdadera iglesia será aquella que anime a sus miembros a vivir de acuerdo a la ley de Dios, los Diez Mandamientos.

CUÁL ES LA VERDADERA IGLESIA CRISTIANA

Más allá de identificar a la verdadera iglesia cristiana con nombre y apellido, como quizás nos gustaría a cada uno de nosotros (y obviamente escuchar el nombre de nuestra propia iglesia) J
esús reconoció a la verdadera iglesia en aquellos que hacen la voluntad de Dios, y los llamó como su propia familia: "Y le fue dado aviso, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera, que quieren verte. El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la ejecutan." (Lucas 8:20-21)

En otra ocasión, el mismo Jesús dijo: "Bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan." (Lucas 11:28)

En las enseñanzas de Jesús, siempre se da énfasis al oír y el hacer, o dar fruto. En la parábola del sembrador, Jesús se refirió a estas personas que el llamó "mi hermano, y hermana y madre" como la "buena tierra" diciendo: "Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno." (Mateo 13:23). Estos son los que oyen la palabra, la entienden y como resultado de ese entendimiento que conduce a la convicción, dan fruto. 

La verdadera iglesia cristiana está compuesta no por un grupo en particular de personas que adhieren a ciertas creencias o prácticas particulares sino por aquellos que hacen la voluntad de Dios y que en su vida cotidiana viven como cristianos. Esta personas no siempre pertenecen a la misma iglesia o congregación religiosa, pero si todas ellan han sido impresionadas en sus corazones por Jesús, su vida y sus enseñanzas. Hay buenos cristianos entre los católicos, así como hay buenos cristianos entre los protestantes en general, sean estos evangélicos, adventistas o adherentes de la Sociedad Watch Tower. No podemos pensar que todos aquellos que pertenecen a una iglesia que no es la nuestra son malas personas, sólo porque no practican o creen la verdad que nosotros hemos aceptado y creído. Tampoco podemos pensar que todas aquellas que pertenecen a nuestra iglesia o congregación favorita son buenas personas y están en el camino de la salvación. 

En una ocasión, Jesús presentó el siguiente relato para ilustrarnos al respecto: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: "Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver". ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?" "El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera". (Lucas 9:30-37)

Los judíos y los fariseos, que pensaban ser el verdadero pueblo de Dios, despreciaban a los samaritanos y decían de ellos que no eran el verdadero pueblo de Dios. Sin embargo, con el relato del samaritano, Jesús nos enseñó que muchas de aquellas personas que pensamos pertenecen a un grupo equivocado dentro del cristianismo, actúan como verdaderos cristianos al practicar la verdad. Aman a Dios de todo corazón y aman a su semejante como a sí mismos. Estos componen en definitiva la verdadera iglesia y no aquellos que pensando ser el verdadero pueblo de Dios, en definitiva no actúan como verdaderos cristianos. 

EDIFICANDO SOBRE CRISTO

Jesús aclaró que una religión que no hace de la práctica de los principios su esencia de vida es una religión que no edifica sobre terreno seguro y cuyo fin sólo puede ser la destrucción y la ruina.

En el Sermón del Monte y como conclusión a todo su mensaje, él dijo: "Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que eidifcó su casa sobre la peña. Y descendió lluvía, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y combatieron aquella casa, y no cayó: porque estaba fundada sobre la peña. Y cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena. Y descendió lluvía, y vinieron ríos, y soplaron vientos, e hicieron ímpetu en aquella casa, y cayó, y fue grande su ruina." (Mateo 7:24-27)

La iglesia y cada cristiano están llamados a ser "edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo." (Efesios 2:20)

Al igual que Jesús, los apóstoles enseñaron que la religión no se funda en las palabras sino en una vida que se distingue por la virtud (1 Corintios 4:20).
 
 
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