MUNDO Y RELIGION - M&R
   
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  Divorcio y nuevo casamiento ¿puede bautizarse un divorciado?
 
Respuesta a consulta realizada por Carlos Vanda con fecha 30.01.2023



"También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio." (Mateo 5:31-32)

Vivimos en una época en que el matrimonio se encuentra amenazado por serios problemas. La actual condición moral de nuestro mundo afecta al matrimonio en su estabilidad no sólo como institución sagrada, sino también como base fundamental de la sociedad. 

Con mucha razón una prestigiada autora expresó lo siguiente:  "Si los demonios se hubieran propuesto inventar la manera más eficaz de destruir todo lo que existe de venerable, de bueno o de permanente en la vida doméstica, con la seguridad a la vez de que el daño que intentaban hacer se perpetuaría de generación en generación, no habrían podido echar mano de un plan más adecuado que el de la degradación del matrimonio." (Conflicto de los Siglos, pág. 313)   
 
La penosa condición del mundo hoy, no es sino la palpable consecuencia de haber tenido en poco el importante aspecto del matrimonio, no sólo como base de la familia, sino como base fundamental de nuestra sociedad organizada. No en vano el Señor Jesús advirtió claramente que errores tales fueron sin más los que condujeron al mundo antiguo a sufrir la triste experiencia del diluvio universal y que sin duda serán los mismos errores que han de influir de manera determinante en el destino final de nuestro mundo actual (Mateo 24:37-39).

De manera conciliadora con su posición religiosa, la iglesia está llamada a salvaguardar el matrimonio frente al avance de la corrupción imperante, luchando incansablemente contra toda tendencia encaminada a debilitarlo, deteriorarlo o tergiversarlo, sabiendo que:  "la restauración y el levantamiento de la humanidad empiezan en el hogar." (El Hogar Ideal, pág. 7)

"La institución del matrimonio.../es el/ baluarte sagrado para la protección de la familia." (Conflicto de los Siglos, pág. 642) "La unión matrimonial /es/ el contrato más sagrado que puedan hacer seres humanos, y cuya permanencia y estabilidad contribuye eficacísimamente a la consolidación de la sociedad."  (El Conflicto de los Siglos, pág. 313)

EL MATRIMONIO ES PARA TODA LA VIDA

Jesús dijo: "¿No habéis leído acaso que el que los hizo al principio, macho y hembra los hizo. Y dijo: Por tanto, el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y serán dos en una carne?  Así que no son ya más dos, sino una carne: por tanto, lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre."  (Mateo 19:4-6).

El Señor Jesús enseñó que el matrimonio es una institución divina y que establece la unión indisoluble de dos personas y que no debe ser disuelta por leyes humanas. El matrimonio es un pacto de convivencia independiente entre un hombre y una mujer que les permite disfrutar de la unión sexual y llegar a ser una sola carne. En esta unión matrimonial "no son ya más dos, sino una carne" por tanto, "lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre."

De acuerdo a la enseñanza de Cristo, antes de debatir sobre las causas o legalidad del divorcio, debemos considerar si la práctica del divorció está de acuerdo con la voluntad de Dios. Jesús enseña que el divorcio contraviene el plan de Dios para el hombre pretendiendo separar lo que Dios ha unido y declara enfáticamente: "lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre.” 

Comentando Mateo 5:31-32 y 19:1-10, una autora señala lo siguiente:

"Entre los judíos se permitía que un hombre repudiase a su mujer por las "ofensas más insignificantes, y ella quedaba en libertad para casarse otra vez. Esta costumbre era causa de mucha desgracia y pecado. En el Sermón del Monte, Jesús indicó claramente que el casamiento no podía disolverse, excepto por infidelidad a los votos matrimoniales. "El que repudia a su mujer -dijo él-  a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio."

Cuando, después los fariseos lo interrogaron acerca de la legalidad del divorcio, Jesús dirigió la atención de sus oyentes hacia la institución del matrimonio conforme se ordenó en la creación del mundo. "Por la dureza de vuestro corazón - dijo él- Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres: mas al principio no fué así".    Se refirió a los días bienaventurados del Edén, cuando Dios declaró que todo "era bueno en gran manera".  Entonces tuvieron su origen dos instituciones gemelas, para la gloria de Dios y en beneficio de la humanidad: el matrimonio y el sábado. Al unir Dios en matrimonio las manos de la santa pareja diciendo: "Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne", dictó la ley del matrimonio para todos los hijos de Adán hasta el fin del tiempo. Lo que el mismo Padre eterno había considerado bueno era una ley que reportaba la más elevada bendición y progreso para los hombres.

Como todas las demás excelentes dádivas que Dios confió a la custodia de la humanidad, el matrimonio fue pervertido por el pecado, pero el propósito del Evangelio es restablecer su pureza y hermosura." (El Discurso Maestro de Jesucristo, págs. 56-57).

¿Hasta cuándo está vigente el pacto matrimonial? Lea Romanos 7:2-3
Una reconocida autora escribe sobre el matrimonio diciendo que: "liga los destinos de dos personas con vínculos que sólo la muerte puede cortar." (Elena G. de White, El Hogar Cristiano, pág. 309)

JESÚS Y EL MATRIMONIO

El ideal del matrimonio se cumple en lo establecido por Dios en el génesis de la creación humana y esto es un matrimonio entre un hombre y una mujer que se independizan de los padres para vivir una vida juntos con el fin de formar una familia y tener hijos, para lo cual dentro de este plan matrimonial pueden llegar a ser una sola carne (Génesis 2:24).

Jesús reconoce el ideal divino para el matrimonio y enseña que es el modelo al cual debe aspirar todo ser humano, hombre y mujer, cumpliendo así el designio de Dios que permite a dos personas llegar a ser una sola carne con el fin de engendrar hijos. De manera, que aquellos que entran en el plan matrimonial y llegan a ser una sola carne: "ya no son más dos, sino una sola carne". Esta unión íntima entre un hombre y una mujer, constituye una unión imperecedera y que: "liga los destinos de dos personas con vínculos que sólo la muerte puede cortar." (Elena G. de White, El Hogar Cristiano, pág. 309), por tanto: "lo que Dios juntó, no lo separe el hombre" (Mateo 19:4-6).


JESÚS Y EL DIVORCIO
Mateo 5:31-32 y 19:9

"En el Sermón del Monte, Jesús indicó claramente que el vínculo matrimonial no podía disolverse, excepto por infidelidad a los votos matrimoniales. "El que repudia a su mujer -dijo él-  a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio."  (Elena G. de White, El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 61)

De acuerdo a este comentario, el matrimonio o vínculo de casamiento, sólo puede considerarse disuelto por la infidelidad de uno de los cónyuges a los votos matrimoniales. En otras palabras, la infidelidad de uno de los cónyuges permite que la parte inocente o afectada por la infidelidad declare disuelto el voto matrimonial por las leyes de su país y pueda optar a un nuevo matrimonio sin que esto se considere adulterio, ya que su primer vínculo matrimonial se considera disuelto por la infidelidad del cónyuge culpable.

Siendo así, sólo la infidelidad a los votos matrimoniales puede disolver el vínculo matrimonial y dar lugar a un nuevo casamiento de los que alguna vez estuvieron casados pero cuyo vínculo fue declarado disuelto. Esto claro, si la parte traicionada o inocente solicita el divorcio. Si el divorcio no es solicitado, el matrimonio sigue estando vigente y es considerado válido antes Dios y las leyes del país.

Cualquier divorcio obtenido por otra causa, no entra en la cláusula de excepción y no da derecho a casarse nuevamente. El que se divorcia de su mujer, si no es por causa de fornicación, hace que la mujer repudiada adultere, ya que el vínculo matrimonial no ha sido disuelto por infidelidad y continúa estando vigente. De esta manera, el que se casa con la repudiada igualmente estaría cometiendo adulterio. De manera consecuente, el hombre que se divorcia de su mujer por un motivo que no sea la infidelidad a los votos matrimoniales y se casa con otra mujer, está cometiendo adulterio (Lea Marcos 9:10-11; Lucas 16:18).

"Una separación o divorcio que sea el resultado de factores tales como la violencia física, o en el que no esté implicada la "infidelidad al voto matrimonial", no le da a ninguno de los cónyuges el derecho bíblico de volver a casarse, a menos que en el ínterin la otra persona se haya vuelto a casar, haya cometido adulterio o fornicación, o haya muerto." (Creencias de los Adventistas del Séptimo Día, pág. 418-419)

EL CRISTIANISMO Y EL MATRIMONIO
Mateo 19:3

La Iglesia Católica no acepta el divorcio y nuevo casamiento y quienes se encuentran en dicha condición no pueden participar de los sacramentos de la Iglesia, esto es el bautismo, la comunión, etc. No obstante, esta actitud, plantea serias interrogantes no sólo en el magisterio sino también en la feligresía en general. En la actualidad, se está investigando respecto a la situación de aquellos que se han divorciado y vuelto a casar en el ámbito de la Iglesia.

Por su parte, a pesar de que el matrimonio es el "baluarte sagrado" para la protección de la familia y que decididamente "liga los destinos de dos personas con vínculos que sólo la muerte puede cortar", las iglesias evangélicas o protestantes, de manera general han aceptado una amplia intrusión del divorcio dentro del régimen matrimonial, dando lugar a la desintegración de la familia y abriendo en consecuencia la  posibilidad natural de un nuevo matrimonio, provocando con esto un daño en la mayoría de los casos irreparable y por qué no decir, un verdadero cáncer en el seno de la sociedad.

Aunque el protestantismo de manera general profesa apoyar y sostener el matrimonio como algo sagrado, lo cierto es que la posición oficial de las iglesias evangélicas acepta una amplia gama de razones para justificar un divorcio y en esto se alejan de la enseñanza de Jesús en cuanto a que lo único que puede disolver el matrimonio es la infidelidad de los votos matrimoniales.

Consultando la página oficial de la WatchTower se indica lo siguiente: "La única razón por la que la Biblia permite el divorcio es que uno de los cónyuges tenga relaciones sexuales fuera del matrimonio (Mateo 19:5-6, 9)." 

Consultado lo que enseñan los adventistas del séptimo día sobre el asunto, se lee: "Una separación o divorcio que sea el resultado de factores tales como la violencia física, o en el que no esté implicada la "infidelidad al voto matrimonial", no le da a ninguno de los cónyuges el derecho bíblico de volver a casarse, a menos que en el ínterin la otra persona se haya vuelto a casar, haya cometido adulterio o fornicación, o haya muerto." (Creencias de los Adventistas del Séptimo Día, pág. 418-419)

De esta declaración, se desprende que quienes tienen "el derecho bíblico" de volver a casarse por infidelidad del cónyuge a los votos matrimoniales no se encuentran en adulterio, sino tan sólo ejerciendo su derecho de volver a casarse. En consecuencia, si dicha persona no está en pecado, debiera poder optar al bautismo cristiano aún después de haberse casado por segunda vez.

De lo anterior, también se entiende que aunque un divorcio haya sido obtenido por causas que no están contempladas en la "cláusula de excepción" de Mateo 5:31-32 o Mateo 19:9, puede darse el caso que un divorcio siendo obtenido por maltrato familiar, por desavenencia de los cónyuges o cualquier otra razón que no sea "fornicación", provoque que más tarde la parte repudiada inicie una vida de pareja con otra persona y entonces si se cumple la "cláusula de excepción" y por ende el divorcio es considerado válido desde el punto de vista cristiano y la persona divorciada podría entonces optar al bautismo y aceptación en la Iglesia.

¿Qué ocurre si una de las partes es infiel al voto matrimonial con una persona del mismo sexo? Opera la misma cláusula de excepción de Mateo 5:31-32 y Mateo 19:9 y de alguna manera explica por qué Jesús utilizó la palabra fornicación (πορνεια) en un sentido muy amplio de inmoralidad sexual y no sólo adulterio (μοιχεια) que posee un sentido más limitado.

¿ES EL DIVORCIO UN PECADO IMPERDONABLE?
Bautismo de personas casadas en segundo matrimonio

El bautismo de personas casadas en un segundo matrimonio plantea un serio problema para la Iglesia.¿Deben ser bautizadas las personas que se han divorciado y vuelto a casar? 

El divorcio es un tema sobre el cual la iglesia cristiana ha tomado una de sus posturas más rígidas. A pesar de su prevalencia tanto dentro como fuera de la iglesia, el divorcio o el divorcio y nuevo casamiento, a menudo ha sido tratado como un pecado casi imperdonable. ¿A qué se debe esta postura tan rígida de parte de muchos profesos cristianos?

Primero, hay que decir que existe mucha ignorancia sobre el divorcio a la luz de la Biblia y en este ámbito, estamos considerando situaciones delicadas y sobre las cuales no hay un pensamiento o posición unánime. Lo lógico sería que cada denominación religiosa tuviera su propia y única convicción respecto al tema del divorcio, nuevo casamiento y bautismo, sin embargo, no es así. En una misma denominación, no hay acuerdo respecto a cuál debiera ser la actitud correcta frente a personas divorciadas y casadas por segunda vez respecto al bautismo.

Se pudiera esperar que al menos el magisterio de la Iglesia estuviese unánime sobre la cuestión del divorcio, nuevo casamiento y bautismo pero tampoco es así en la realidad. Es más, muchas veces ni siquiera se logra un acuerdo a nivel de congregación local donde suele haber más de una opinión sobre el tema. La pregunta es: ¿estamos cumpliendo el propósito de Cristo al estar divididos frente a la cuestión del divorcio, nuevo casamiento y bautismo de los feligreses?
Lea Juan 17:22-22.

¿Por qué el divorcio provoca el rechazo de los profesos cristianos? Quizás cuando leemos Malaquías 2:16 "Yo aborrezco el divorcio, dice Jehová, Dios de Israel" nos sintamos justificados en nuestra posición frente al divorcio, sin embargo, la Biblia dice que Dios aborrece el divorcio, no a los divorciados.  

Una cosa es clara, el matrimonio es válido mientras el verdadero cónyuge está vivo, más allá de esto, quien se divorcia de su cónyuge, fuera de la cláusula de excepción establecida por Moisés en Deuteronomio 24:1 y Jesús en Mateo 5:31-32 y Mateo 19:9 invariablemente adultera y en tal condición no puede optar al bautismo cristiano ya que en la práctica está en adulterio flagrante (
Marcos 10:11-12; Lucas 16:18).

Pero: ¿Qué pasa con aquel que se divorcia de su cónyuge por causa de infidelidad a los votos matrimoniales, se volvió a casar y ahora solicita el bautismo? ¿Debe o puede la Iglesia bautizar a esa persona y aceptarlo como un discípulo de Cristo?

Primero, considerando la situación actual de la familia, debemos reconocer que muchas personas viven el dolor de la separación y del divorcio, no sólo fuera de la Iglesia sino dramáticamente dentro de la Iglesia. El ejemplo que Jesús nos dejó con su propia vida y enseñanza, nos invita a acercarnos a estas personas con misericordia, porque quienes han sido casados y se han divorciado por causa de infidelidad a los votos matrimoniales, siguen siendo objeto del plan de Dios para la humanidad (Marcos 2:17). Dichas personas no pueden ni deben considerarse separados de la Iglesia (Juan 6:37; Lucas 9:56). 

Notemos, sin embargo, que en un divorcio por infidelidad a los votos matrimoniales hay una parte culpable (la que es infiel) y una parte inocente (la que sufre la infidelidad). Se entiende que el divorcio es solicitado por la parte inocente y que no desea continuar casada con una persona que ha sido infiel a los votos matrimoniales. 

¿Puede la Iglesia bautizar a quien se ha divorciado por infidelidad a los votos matrimoniales (la parte inocente) y vuelto a casar? Considerando la cláusula de excepción de Mateo 5:31-32 y Mateo 19:9 la respuesta es sí, ya que quien ha sido objeto de infidelidad, al divorciarse ha declarado nulo y disuelto el vínculo matrimonial, pudiendo en consecuencia, al no estar ya casado, ir y casarse con otra persona sin que esto sea considerado adulterio. Luego, si la posición del postulante al bautismo no es la de adulterio, acogiéndose a la cláusula de excepción, no está en pecado y consecuentemente puede ser bautizado.

Pero: ¿qué ocurre con la parte culpable de infidelidad y que ahora se encuentra divorciada? ¿Puede bautizarse? La respuesta es, que el divorcio anula el matrimonio para ambas partes. Los divorciados ya no están casados y en consecuencia ambas partes pueden volver a casarse y rehacer sus vidas, incluso dentro de la Iglesia.  

Recordemos que la infidelidad a los votos matrimoniales disuelve el vínculo matrimonial a través del divorcio, de manera que ambos quienes estuvieron una vez casados, ya no lo están. En consecuencia, ambos pueden optar a un segundo matrimonio ya que el primer vínculo fue disuelto por el divorcio. Siendo así, el divorcio y la infidelidad que dio origen a él pueden ser perdonados y los involucrados pueden rehacer sus vidas, aunque el daño que provoca la infidelidad y el divorcio mismo, continuarán con ellos el resto de sus días y la falta de amor cristiano que motivó el divorcio será tenida en cuenta por Dios según Malaquías 2:16 ya que el divorcio en sí contraviene el plan de Dios (Mateo 19:4-6) y degrada lo que en un principio dijo Dios que era bueno en gran manera cayendo en la costumbre de estar "casándose y dándose en casamiento" que Dios mismo reprobó en los días del Diluvio (Mateo 24:37-39). Siendo así, sobre el divorcio y las causas que lo provocaron urge en los involucrados una reflexión profunda en busca de un sincero y verdadero arrepentimiento que les permita, a pesar de la falta, continuar caminando con Dios.
 
 
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