MUNDO Y RELIGION - M&R
   
  MUNDO Y RELIGIÓN - M & R
  ¿Deben los cristianos pagar el diezmo?
 
Artículo preparado en respuesta a la consulta de Magdaly Mora Gaete realizada con fecha 6.07.2021.

Muchas personas que asisten actualmente a las distintas iglesias que profesan el cristianismo en el mundo, se preguntan si deben o no pagar el diezmo. El diezmo consiste en una décima parte de algo que se paga como contribución a una organización religiosa que reclama dicho pago como un deber religioso de los creyentes. ¿Cómo se originó el pago del diezmo según la Biblia?

Bueno, la primera referencia al diezmo la encontramos en Génesis 14:18-20 en que Abraham entrega el diezmo a Melquisedech Rey y Sacerdote de Salem.

Del análisis de este pasaje, se desprenden varias cosas interesantes. 

1.- El concepto y principio del diezmo es anterior a la Ley de Moisés y no tiene relación estricta con el sacerdocio levítico.

2.- Los hombres de Dios conocían el principio del diezmo y lo consideraban un deber en su relación con Dios, de otra manera  no se explica que Abraham entregara el diezmo de todo a Melquisedech.

3.- En los días de Abraham ya se reconocía a un tipo de personas como "sacedotes de Dios" ya que Melquisedech es reconocido "sacerdote del Dios Alto"  y a este tipo de personas se entregaba el diezmo de todo (Hebreos 7:1-4).

4.- Todos los miembros del pueblo de Dios deben diezmar, incluídos aquellos que reciben el diezmo (Hebreos 7:5-10).

5.- El diezmo que entregó Abraham a Melquisedech no comprendía ganado o productos de la Tierra, sino más bien el diez por ciento de las riquezas que había acumulado como "botín" resultado de la guerra contra los pueblos paganos que habían oprimido a su sobrino Lot (Hebreos 7:4).

Igualmente, encontramos que en Génesis 28: 20-22 Jacob se compromete a apartar el diezmo para Dios en agradecimiento a sus cuidados y protección.

De este pasaje, igualmente se extraen algunas conclusiones:

1.- Se confirma que anterior al sistema sacerdotal y levítico, los hombres de Dios conocían y practicaban el sistema del diezmo.

2.- Se entiende que al parecer el compromiso del patriarca fue un compromiso permanente  y de por vida. El texto parece indicar que la intención de Jacob no era entregar el diezmo por una única vez, sino más bien hacer de este compromiso algo permanente y duradero ya que él dice: "de todo lo que me dieres, el diezmo he de apartar para tí.

Con todo esto concuerda los siguientes comentarios de una autora:
 "El sistema del diezmo era ordenado por Dios y había sido observado desde los tiempos más remotos. Abrahán, padre de los fieles, pagó diezmo de todo lo que poseía." (DTG 568)

"El origen del sistema de los diezmos es anterior a los hebreos. Desde los primeros tiempos el Señor exigió el diezmo como cosa suya; y este requerimiento fue reconocido y cumplido." (PP 564) 

Sin embargo, el diezmo tal como la mayoría lo conoce, es propio del Antiguo Testamento y estaba reservado para mantenimiento de los miembros de la tribu de Leví que habían sido designados por Dios para servir como sacerdotes y levitas y que, por dedicarse al culto, habían quedado sin parcela al repartirse la tierra de Canaán (Números 18:21-33; 2 Crónicas 31:5-19). Igualmente, el diezmo estaba destinado también para ayudar a los más necesitados, especialmente las viudas y los huérfanos (Deuteronomio 26:12-14).

Hoy en día la mayoría de las iglesias protestantes requieren el diezmo a sus feligreses. Las iglesias evangélicas pentecostales, bautistas, metodistas, presbiterianos, etc. requieren el diezmo a su gente. Los mormones también solicitan el diezmo. Lo mismo hacen los adventistas del séptimo día en sus distintas corrientes, sean tradicionales o reformados. Sin embargo, la Sociedad WatchTower no requiere el diezmo a sus creyentes.

La Iglesia Católica no exige el pago del diezmo a sus feligreses. Cuando en la Iglesia Católica se usa la palabra “diezmo”, no se le da el sentido bíblico originario (la décima parte), sino que se entiende como una aportación de los feligreses para hacer frente a las necesidades económicas de toda la comunidad eclesial. “El quinto mandamiento de la Iglesia Católica señala la obligación de ayudar, cada uno según su capacidad, a socorrer las necesidades materiales de la Iglesia” (Código de Derecho canónico, canon 222). En este sentido, el concepto de diezmo es nada más una orientación que la Iglesia Católica hace a sus creyentes a aportar con sus recursos a las necesidades de la organización y por supuesto, también de la entera comunidad religiosa.

En la Iglesia Católica, durante el Consejo de Tours en 567, se promulgó un decreto para la recolección del diezmo. En 585, durante el Segundo Concilio de Mâcon, se adoptó la obligación de una contribución a la Iglesia con el fin de un desarrollo estructural en los templos, el diezmo no era la décima parte sino una tributo de acuerdo a la realidad económica de la persona, se le daba al obispo pero más tarde el derecho pasó a los sacerdotes parroquiales .​ La Iglesia Católica ya no requiere el diezmo en derecho canónico.

Los adventistas del séptimo día, entienden que el sistema de diezmo era un sistema muy arraigado en la época de Jesús, y es por eso es que no había una orden específica sobre el diezmo en el Nuevo Testamento, subentendiéndose que la entrega del diezmo debió ser asumida por quienes conformaban la iglesia primitiva y que venían del judaísmo y más tarde por quienes procedían de los Gentiles.

Esto concuerda con el siguiente comentario: "El Nuevo Testamento no vuelve a promulgar la ley del diezmo, como no lo hace con la del sábado; pues se asume la validez de ambas y se explica su profundo significado espiritual. Dios ha hecho una reserva absoluta de una porción específica de nuestro tiempo y nuestros medios. Ignorar estas demandas es robar a Dios." (The Review and Herald, 16 de mayo de 1882.)

Esta posición enfrenta algunos inconvenientes, como el siguiente:

Si los cristianos de la iglesia primitiva aportaban el diezmo a los apóstoles o ancianos de las distintas congregaciones de la Iglesia, significa que ellos dejaron de pagar el diezmo a los sacerdotes y levitas de su época, que existían de manera real y literal. Si aceptamos esto, quiere decir que los cristianos transgredían el precepto indicado por Dios de mantener a los sacerdotes y levitas de la tribu de Leví y entonces se harían acreedores de la amonestación de Malaquías 3:8-10. ¿Dejaron los discípulos de pagar el diezmo a la tribu de Leví y comenzaron a entregar el diezmo en la iglesia? Lo más probable es que no. ¿En qué momento los miembros de la Iglesia Cristiana dejaron de pagar el diezmo a los sacerdotes y levitas del tiempo de Cristo? ¿No sería esto robar a Dios?

Sin embargo, hay otra situación que debe ser analizada. Los seguidores de Jesús de Nazareth y que comenzaron a ser llamados "cristianos" en el Siglo I, por causa de su fe fueron expulsados de la sinagoga (Juan 9:22; 12:42; 16:1-2). ¿Qué significaba esto? Que ya no eran reconocidos como parte del pueblo de Israel y por el contrario eran considerados apóstatas y anatemas. 

Es probable, que los cristianos expulsados de la sinagoga por su fe en Cristo y ahora miembros de la Iglesia Cristiana Primitiva, continuaran con la práctica muy arraigada de entregar el diezmo entendiendo que la voluntad de Dios se cumplía ahora en la Iglesia que Jesús había instituido y por tanto entregaran el diezmo a la Iglesia. Dicha practica habría sido continuada por los Gentiles o no judíos convertidos al cristianismo.
 
LAS IGLESIAS Y LA EXIGENCIA DEL DIEZMO

Como se ve en lo expuesto anteriormente, no todas las corrientes religiosas están de acuerdo en cuanto al asunto del diezmo. Mientras que una gran mayoría opta por hacer del diezmo un deber moral, otras en cambio, prefieren apelar a la generosidad de la gente. ¿Cuál es la posición correcta?

Dado que en el Nuevo Testamento no existe un pasaje que definidamente indique que en la iglesia cristiana se deba exigir el diezmo a los feligreses, finalmente la exigencia de dicho aporte queda sustentada en la interpretación que se haga de dicho deber pecuniario. 

Sin embargo, el hecho de que el asunto del diezmo no sea mencionado en el Nuevo Testamento, lo mismo que ocurre con el sábado, no debe llevar equivocadamente a pensar que el asunto no tenía ninguna importancia en aquel tiempo. Es muy coherente la conclusión de que dichos asuntos no se discuten en el Nuevo Testamento porque en los días de Cristo nadie ponía en duda que había que entregar el diezmo así como también guardar el sábado, de modo que quienes llegaron a integrar la Iglesia Cristiana Primitiva entregaban el diezmo y guardaban el sábado, sin que debiera para ello existir un mandato expreso del magisterio o una instrucción escrita al respecto.

El fundamento del diezmo se basa en la economía del Antiguo Testamento. Como ya dijimos, el diezmo fue un sistema establecido por Dios para asegurar el mantenimiento de la Tribu de Leví, a quienes Dios mismo había designado como sacerdotes y levitas para servicio en el Tabernáculo del Testimonio y por tanto, no les había entregado parte en la repartición de la tierra de Canaán. Mientras todas las demás tribus (11 tribus) recibieron cada una su parte de tierra, la Tribu de Leví no recibió ninguna parte de tierra y en consecuencia no tenía como obtener su sustento ya que no podían sembrar ni criar ganado y por tanto Dios indicó que las 11 tribus debían entregar la décima parte de sus ganancias en la siembra y en la crianza de ganado para mantenimiento de los miembros de la Tribu de Leví. Esto era muy justo, ya que por dedicarse al servicio del Tabernáculo del Testimonio, los levitas no podrían cultivar ni criar ganado como todas las demás (Levítico 27:30, 32; Deuteronomio 14:27; Número 1:49-50; Ezequiel 44:23).

En consecuencia, algunas corrientes religiosas siguiendo el sistema justo de Dios para con los sacerdotes y levitas, han concluido que se mantenga el mismo sistema para sostener a los ministros que predican el Evangelio. Así hacen los evangélicos, mormones y adventistas. Otros en cambio, deciden que los ministros se mantengan a sí mismos y además prediquen el Evangelio. Así hacen los fieles de la WatchTower. Cada congregación o corriente dentro del cristianismo adopta la modalidad que considera apropiada de acuerdo a su entendimiento de las Sagradas Escrituras. Lo establece en sus principios de organización y los feligreses aceptan dicho principio al adherirse oficialmente a tal o cual congregación. Desde este punto de vista, el que cada organización solicite una colaboración a sus feligreses está en lo correcto y la medida de dicha colaboración es la que Ud. acepta de manera libre y voluntaria.


JESÚS Y EL DIEZMO

Jesús dejó ver que la práctica del diezmo había llegado a ser una formalidad en la religión de su época y que se había perdido de vista el verdadero carácter que busca desarrollar la religión en el ser humano (Lucas 18:9-14).

Algo a tener siempre en cuenta. "
Nunca, ni por sus palabras ni por sus acciones, menoscabó Jesús la obligación del hombre de presentar dones y ofrendas a Dios. Cristo fue quien dio todas las indicaciones de la ley acerca de los diezmos y las ofrendas. Cuando estaba en la tierra, elogió a la mujer pobre que dio todo lo que tenía a la tesorería del templo. Pero el celo por Dios que aparentaban los sacerdotes y rabinos era un simulacro que cubría su deseo de ensalzamiento propio. El pueblo era engañado por ellos. Llevaba pesadas cargas que Dios no le había impuesto. Aun los discípulos de Cristo no estaban completamente libres del yugo de los prejuicios heredados y la autoridad rabínica. Ahora, revelando el verdadero espíritu de los rabinos, Jesús trató de libertar de la servidumbre de la tradición a todos los que deseaban realmente servir a Dios."  (DTG 362).

Jesús no vino a anular la Ley de Moisés, de manera que nunca encontráremos una declaración de su parte invitando a abandonar el sistema de diezmo, ya que dicho sistema estaba plenamente vigente en sus días y aún existía un Templo de Dios, existía una sistema de sacerdotes y levitas y por tanto estaba vigente la ley de mantener ese sistema por medio del diezmo. 


JESÚS Y EL ABUSO DEL DIEZMO

En los días de Jesús la Ley Mosaica exigía preferencialmente el pago del diezmo a los terratenientes (quienes poseían tierras) y que por consecuencia tenían cultivos y ganados. ¿Qué ocurría con los pobres que no tenían ni cultivos ni ganados? El sistema sacerdotal les exigía el diezmo de cualquier cosa que para ellos comprendiera alguna ganancia, por mínima que fuera. Esto finalmente, había redundado en un sistema abusivo y odioso que fue duramente cuestionado por Jesús, aunque Jesús nunca sugirió dejar de diezmar (Lea Mateo 23:23-24; Lucas 11:42).

"“¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejasteis lo que es lo más grave de la ley, es a saber, el juicio y la misericordia y la fe: ésto era menester hacer, y no dejar lo otro.” En estas palabras Cristo vuelve a condenar el abuso de la obligación sagrada. No descarta la obligación misma. El sistema del diezmo era ordenado por Dios y había sido observado desde los tiempos más remotos. Abrahán, padre de los fieles, pagó diezmo de todo lo que poseía. Los gobernantes judíos reconocían la obligación de pagar diezmo, y eso estaba bien; pero no dejaban a la gente libre para ejecutar sus propias convicciones del deber. Habían trazado reglas arbitrarias para cada caso. Los requerimientos habían llegado a ser tan complicados que era imposible cumplirlos. Nadie sabía cuándo sus obligaciones estaban satisfechas. Como Dios lo dio, el sistema era justo y razonable, pero los sacerdotes y rabinos habían hecho de él una carga pesada. Todo lo que Dios ordena tiene importancia. Cristo reconoció que el pago del diezmo es un deber; pero demostró que no podía disculpar la negligencia de otros deberes. Los fariseos eran muy exactos en diezmar las hierbas del jardín como la menta, el anís y el comino; ésto les costaba poco, y les daba reputación de meticulosos y santos. Al mismo tiempo, sus restricciones inútiles oprimían a la gente y destruían el respeto por el sistema sagrado ideado por Dios mismo. Ocupaban la mente de los hombres con distinciones triviales y apartaban su atención de las verdades esenciales. Los asuntos más graves de la ley: la justicia, la misericordia y la verdad, eran descuidados. “Ésto, dijo Cristo, era menester hacer, y no dejar lo otro.”" (DTG 568-569).

Como bien se indica en el párrafo anterior: "Como Dios lo dio, el sistema era justo y razonable, pero los sacerdotes y rabinos habían hecho de él una carga pesada." En la sentencia de Mateo 23:23 Jesús condena "el abuso de la obligación sagrada" sin embargo, para su tiempo "No descarta la obligación misma". 

Por otra parte la misma autora, indica que aquellos dirigentes religiosos corrompidos por la avaricia, tras la condena de Jesús, acordaron asesinar al Cristo pensando que con esto: "Después recobrarían su influencia sobre el pueblo, y lo convertirían de nuevo a las tradiciones y doctrinas humanas, para que siguieran diezmando la menta y la ruda." (PE 166). En este interesante párrafo, se deja ver que la costumbre de diezmar incluso las hierbas y especias aromáticas que portaban las personas, no era el plan de Dios, sino un proceder basado en "las tradiciones y doctrinas humanas", las mismas que tantas veces Jesús recriminó y denunció como injustas.
 
¿Se abusa hoy en día del diezmo? Si, por supuesto. Las corrientes religiosas que hacen del diezmo un sistema de financiamiento abusan del privilegio y de esta manera pervierten un sistema justo, lo convierten en algo odioso y lo alejan del plan de Dios. 
 
Es sabido que las iglesias evangélicas cada cierto tiempo aparecen en las noticias de TV y radio porque sus ministros o pastores son acusados de enriquecimiento ilícito. Ministros y pastores que se dicen cristianos son dueños de millonarias propiedades y vehículos, poseedores de millonarias cuentas corrientes y propietarios de prósperos negocios de bienes raíces, transporte y joyería. ¿Cómo llegaron estos ministros a poseer tal riqueza? Piense Ud. y compare con el ejemplo de Cristo, de quien esos ministros alegan que es su "maestro" (Lea Mateo 8:19-20; 10:24-25).

01.- Las iglesias y el cobro de diezmos a las personas jubiladas o pensionadas.

Igualmente, hay corrientes religiosas que están formadas mayoritariamente por adultos mayores, ancianos y personas jubiladas o pensionadas. Las iglesias igualmente exigen el diezmo a estas personas de las jubilaciones que reciben cada mes. Sin embargo, la jubilación no es ganancia, como si lo es el sueldo o salario. La jubilación que las personas reciben cada mes, corresponde a un sistema de "ahorro previsional" y en que dichas personas durante toda su vida laboral cuando eran jóvenes y trabajadores activos imponían de su sueldo, del mismo sueldo que diezmaban, 
una pequeña parte como ahorro previsional para la vejez y que en consecuencia constituye un fondo de ahorro para la vejez. Siendo entonces un ahorro, no debe ser diezmado. Sin embargo, las iglesias exigen diezmo a las personas jubiladas. 

Si se acepta que las personas jubiladas diezmen de su ahorro previsional, entonces basados en el mismo principio, cada vez que un feligrés retire dinero del banco de una cuenta de ahorro, debiera consecuentemente diezmar también, a pesar de que ese dinero corresponda a un sueldo que ya fue diezmado en su oportunidad. En otras palabras, las iglesias que cobran el diezmo, prácticamente asaltan el bolsillo de su comunidad en beneficio de un grupo de personas al que llaman ministros o pastores. Abusos del sistema de diezmo se observan continuamente y esto sólo revela una perversión del sistema que Dios instituyó. 

En el mejor de los casos, las personas jubiladas debieran diezmar del "interés en dinero" que generaron sus ahorros. Siendo así, y teniendo las tasas de interés bancarias que se usan actualmente, si una persona retira un ahorro de  200 mil pesos en Chile, a una tasa de interés anual que oscila entre el 8% y 11%, dando un promedio de 10% anual. Entonces, una persona que posee 1 millón de pesos en Chile, generando un interés anual de 100 mil pesos, y retira la quinta parte de su ahorro, a saber los 200 mil pesos ya mencionados, debiera entregar el diezmo de la quinta parte del interés, a saber el diezmo de 20 mil pesos. Es decir, un diezmo de 2 mil pesos. Sin embargo, las iglesias solicitan el 10% de 200 mil pesos, es decir, 20 mil pesos. ¿Quién está robando a quién?  Saque Ud. las cuentas.

02.- Las iglesias y el cobro de diezmo a las dueñas de casa.

Se dan muchos casos en que las dueñas de casa, mujeres que no trabajan porque se dedican al cuidado de los niños y el quehacer propio del hogar son exigidas de cancelar el diezmo. Sin embargo, el fundamento del diezmo es recoger el 10% de las utilidades de los feligreses y las dueñas de casa no perciben sueldo o salario y por tanto durante el mes no tienen utilidades. De un simple ejercicio matemático se desprende que el 10% de 0, es 0. Por tanto, las dueñas de casa no debieran cancelar el diezmo. 

No obstante, las iglesias que exigen el diezmo, tambien exigen dicha contribución a las dueñas de casa que no trabajan y en consecuencia, dichas personas para poder cumplir con esta obligación impuesta por la congregación, piden dinero a sus maridos cristianos (que ya pagan el diezmo) y en consecuencia el marido termina pagando el diezmo por él y por su esposa y de esa manera es defraudado, ya que termina pagando un doble diezmo. Un caso más serio y que ocurre muy a menudo, es que cuando el marido no es miembro de la iglesia, la esposa para poder cumplir con el "deber moral" de pagar el diezmo a su iglesia, sustrae (por no decir hurta) dinero a su marido no creyente y así cumple con la exigencia. Los líderes de la congregación aceptan esto y no recaban el hecho de que el robo o hurto, es una transgresión manifiesta del Octavo Mandamiento de la Ley de Dios que indica expresamente: "No hurtarás". Sin embargo, los líderes religiosos se desentienden de esto con tal de que las personas, en este caso las dueñas de casa, cumplan con el "deber moral" de pagar el diezmo impostergablemente cada mes.

En relación a esta situación embarazosa, una congregación que requiere el diezmo a las dueñas de casa indica lo siguiente: "Si se trata de una mensualidad que ya fue diezmada, la esposa no necesita volver a diezmarla. Pero, si esta mensualidad proviene de un esposo creyente y él no diezmó su salario, entonces la esposa puede ser de gran ayuda a su esposo y ayudarlo a diezmar. Puede existir el caso de un esposo no creyente, que se incomoda mucho si se entera que su esposa diezma su dinero; en ese caso es mejor actuar con prudencia. Es preferible que la esposa desista de hacerlo." 

Note que en el enunciado anterior, se indica de manera muy ambigua que: "Puede existir el caso de un esposo no creyente, que se incomoda mucho si se entera que su esposa diezma su dinero" en circunstancia que el hecho concreto es que en este caso, la esposa le sustrae o roba su dinero para cumplir con el diezmo que la congregación le exige a ella. Eso no es diezmar el dinero del esposo, es sencillamente hurtar el dinero del esposo. En este caso, la recomendación de la congregación requirente es actuar con prudencia y no se recomienda decididamente no robar el dinero al esposo como debiera ser. Y como consejo adicional: "es preferible que la esposa desista de hacerlo". Es decir, que desista de sustraer o robar el dinero a su esposo. 


03.- Las iglesias y el cobro de diezmo a los niños.

Una autora aconseja sobre los niños: “Enséñeseles a pagar diezmos y ofrendas” (El hogar adventista, p. 353). La mejor forma de enseñanza es el ejemplo de los padres e incentivar a los niños a ser dadivosos y benevolentes con la causa de Dios. Sin embargo, se da el caso que algunas congregaciones exigen el pago de diezmo a los niños. Cabe hacer presente, que los niños no trabajan y por tanto no debieran estar sujetos a una exigencia de este tipo de aportes. Siendo así, y en una familia donde los dos adultos mayores trabajan, ambos deben pagar el diezmo a su congregación de turno, pero además, deben pagar diezmo por sus hijos, ya que como éstos no trabajan, finalmente quienes terminan pagando el aporte correspondiente a ellos son los propios padres, gravando más la economía de ellos y en consecuencia de la familia completa. Esto no es poco frecuente observarlo en iglesias que profesan ser cristianas, ya que muchas de ellas señalan que es bueno enseñar a los niños el concepto del diezmo desde que son pequeños.

Así reza un enunciado de una congregación que pide diezmo a los niños: 
"Como medio educativo y de concientización sería de gran bendición que diezme el dinero que recibe para su uso personal, aunque ese dinero ya fue diezmado previamente." Note, que en este enunciado, se reconoce que el dinero que el ñiño pueda dar ya fue diezmado en su momento, al requerirse el diezmo del padre. Finalmente, el que resulta más gravado con el diezmo es el padre, pero al parecer ese resulta ser "un detalle", lo importante es educar al niño en el pago celoso del diezmo.

El pago del diezmo en los  niños debe ser a modo de que ellos adquieran la disciplina de devolver el diezmo a la Iglesia, no obstante, no debe considerarse "un deber de los niños". Primero, porque ellos no son miembros oficiales de la organización que requiere el diezmo y segundo, porque ellos no han entrado oficialmente en ningún pacto con la Iglesia, ya que no son bautizados.

Recuerde que la Iglesia no reconoce como "miembro" a ninguna persona no bautizada y por tanto, si no es miembro no está bajo el acuerdo de devolver el diezmo a una organización que no lo reconoce como miembro.

04.- Las iglesias y su pretensión de cobrar un segundo diezmo.

Se dio el caso de una determinada corriente religiosa, que requería un segundo diezmo a sus feligreses en atención a Deuteronomio 14:22-23. Es decir, ya no el 10% sino el 20% de las ganancias. Evidentemente, eso es un abuso en cualquier parte. Esto deja ver que las organizaciones continúan en su empeño de abusar del sistema de diezmo, tal como ocurría en los días de Jesús. Pues, bien, en esa congregación, la hermandad se opusó tenazmente a ser exigidos de un segundo diezmo, se discutió el asunto y se llegó a la conclusión de que no tenía fundamento alguno el pretender cobrar un segundo diezmo a la gente y se desechó finalmente. Quienes proponían ese segundo diezmo, los líderes, quedaron chasqueados y tuvieron que contentarse con el diezmo que regularmente cobran a sus hermanos feligreses. Dios no desea que estas cosas sean así, pero desgraciadamente las personas que no reciben a Cristo en su corazón y que por circunstancias de la vida llegan a ejercer como ministros, pierden de vista los valores cristianos y son dominados por la avaricia y codicia del dinero. Ud. no está llamado a seguir a personas tales. Ud. está llamado a seguir a Cristo.

05.- Los ministros de la iglesia y el diezmo.

Por lo general, en las iglesias evangélicas que son autónomas y que no pertenecen a una congregación con presencia mundial, el diezmo es colectado por el ministro o grupo de ministros y quienes reciben directamente la recolección mensual y la distribuyen de acuerdo a sus propios criterios. No hay una fiscalización, ni control de ninguna especie. Esto redunda en enriquecimiento ilícito y en denuncias que constantemente aparecen en televisión y en medios informativos. De esta manera, el ministerio evangélico más que una misión espiritual parece más bien un buen negocio y de esa manera es denunciado con bastante frecuencia en los medios informativos.

En cambio, en las iglesias que evidencian presencia mundial, generalmente el diezmo es colectado por un organismo central que recibe diversos nombres como "asociación mundial", "conferencia general", "central mundial", etc. y que una vez recibido el aporte, lo distribuye a sus ministros de todo el mundo.

En el caso de estos ministros, se dice que a ellos se les descuenta el diezmo de sus sueldos de manera directa, sin embargo, esto en realidad no es devolver el diezmo o entregar el diezmo, ya que estos ministros no devuelven nada  ni entregan nada. No se puede entregar lo que no se recibió, ni se puede devolver lo que no se ha recibido. El  principio resulta en una estratagema que en definitiva se traduce en que los ministros no entregan ni devuelven el diezmo en la práctica. Distinto sería, que el ministro reciba su sueldo como toda persona que trabaja y de ese dinero recibido, devuelva o entregue el diezmo como cualquier persona normal y con el restante 90% cumpla mensualmente con sus obligaciones de mantenimiento, vestuario, renta, educación de los hijos, etc. como hace cualquier persona normal dentro de la iglesia. De otra manera, se cumple en ellos lo que precisamente denunció Jesús al decir:
 "Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; más ni aún con su dedo las quieren mover" (Mateo 23:4; Lucas 11:46).

Sobre este punto una autora comenta:
 "Los gobernantes judíos reconocían la obligación de pagar diezmo, y eso estaba bien; pero no dejaban a la gente libre para ejecutar sus propias convicciones del deber. Habían trazado reglas arbitrarias para cada caso. Los requerimientos habían llegado a ser tan complicados que era imposible cumplirlos. Nadie sabía cuándo sus obligaciones estaban satisfechas. Como Dios lo dio, el sistema era justo y razonable, pero los sacerdotes y rabinos habían hecho de él una carga pesada." (DTG 568)

06.- La iglesia y el diezmo procedente de dinero sucio.

Hay congregaciones que reciben diezmo de actividades o negocios que en sí son contrarios a la voluntad de Dios como la prostitución, el tráfico de drogas, la venta de alcohol, tráfico de armas, etc. Sin embargo, una congregación que exige el diezmo de sus feligreses orienta en este sentido: " Pero en realidad no hay tal cosa como dinero sucio o limpio, digno o indigno. El dinero en sí mismo es neutro. Lo que son sucios o indignos son los medios para obtener el dinero."  No obstante, una autora aconseja lo siguiente: “En consecuencia, cuando el dinero se dedica a Dios puede ser recibido legítimamente, salvo cuando el dinero obtenido es producto de fraudes, asaltos, robos, etc.” (Elena G. White, Chuvas de bênçãos, compilado y organizado por Arnaldo Enríquez (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 1998, p. 87). Esto indica, que el dinero que es objeto de diezmo debe haber sido ganado honradamente y no ser fruto de actividades ilícitas o ilegales según las leyes del país o en conflicto con la Ley de Dios.

07.- Castigo por no pagar el diezmo.

La Biblia no enseña, ni deja ver que debe haber un castigo para quien no diezma. Sin embargo, las iglesias que requieren el diezmo de sus feligreses, generalmente sancionan o castigan a quienes no entregan el diezmo celosamente cada mes. ¿En qué consiste el castigo? Primeramente, en que se retiran los privilegios a dichos miembros,como por ejemplo ser parte del liderazgo, desarrollar algún cargo en particular, se les niega la participación en Santa Cena o La Comunión, etc. En el caso que una persona no diezme por un período mayor a seis meses, entra en lista de expulsión y finalmente es expulsada o borrada de la congregación. Sin embargo, Dios nunca especificó un castigo en particular para quienes no devolvían el diezmo de sus productos durante el Antiguo Testamento.

Dios prometió a la nación que si ellos eran fieles en el diezmo, él les daría bendición y nunca les faltaría nada (Malaquías 3:10). Por otra parte, si eran infieles en el diezmo, no tendrían bendición y les iba mal (Nehemías 13:10; Malaquías 3:7).

Sin embargo, los ministros de las iglesias protestantes, señalan que el diezmo es una obligación moral y por tanto, requiere una sanción tal como el cometer adulterio, fornicar o transgredir el sábado (en iglesias adventistas) y por tanto, dichas personas deben ser excluídas de la congregación.

Cabe hacer presente, que en aquellas iglesias dónde hay muchas personas excluídas por no pagar el diezmo, si revisamos sus libros de exclusión nunca hay personas excluídas por idolatría, tomar en vano el nombre de Dios, robar, mentir u otro pecado (aunque si las hay por fornicación o adulterio). Lo anterior, deja ver que el diezmo es mucho más importante para dichas iglesias que la real condición moral de sus miembros. Esto ocurría también en los días de Cristo, en que los sacerdotes y levitas daban gran importancia al diezmo, pero le asignaban poca importancia a otros aspectos de la vida piadosa y que sin duda resultaban mucho más importantes a la vista de Dios (Vea Mateo 23:23).
 

09.- Otros abusos del diezmo.

En una congregación que requiere el diezmo de sus feligreses aparece el siguiente enunciado sobre las herencias, regalos y dinero que el feligrés pueda encontrar botado:
 "Considerando que la herencia constituye un aumento o ganancia patrimonial, deberíamos devolver el diezmo correspondiente. En el caso de regalos, si estos son útiles para el momento actual y su valor está incluido en el presupuesto familiar, debe diezmarse. Si el dinero encontrado se incorpora al patrimonio del que lo encontró, debe diezmarse."

Igualmente, puede considerarse un abuso del sistema de diezmo lo ocurrido durante el año 2021 en Chile. En este país se autorizó que cada persona cotizante de "ahorro previsional" pudiera retirar hasta el 10% de sus ahorros para la jubilación a objeto de enfrentar las dificultades económicas provocadas por la pandemia mundial de Covid 19. Pues bien, comenzaron a aparecer declaraciones a través de televisión y periódicos de pastores evangélicos que requerían a sus feligreses que retiraron el 10% de sus ahorros previsionales que devolvieran el diezmo de ese dinero, sin parar cuentas tres aspectos importantes de dicho retiro: 1) que el dinero es producto de ahorro y no puede ser considerado un sueldo o utilidad por tanto no debe ser objeto de diezmo, 2) que el dinero resultante del ahorro previsional ya fue diezmado en el momento de ser percibido el sueldo que dio origen a la cotización que generó el ahorro y 3) que el dinero retirado fue considerado una ayuda por parte del Estado en tiempos de pandemía y no fue grabado con impuesto por el propio Estado considerando que era una ayuda en tiempo de necesidad para la gente a fin de enfrentar las dificultades económicas producto del momento de crisis mundial que estaba viviendo todo el mundo y sin embargo, los pastores protestantes dejaron ver su codicia y falta de honestidad al exigir el diezmo de dichos retiros no teniendo derecho para hacerlo.

EL DIEZMO Y LA IGLESIA DEL NUEVO TESTAMENTO
 
Como se dijo, el diezmo en los días de Moisés era para sostener las necesidades de los miembros de la tribu de Leví, que servían en el sacerdocio y en la mantención diaria del tabernáculo y posteriormente del templo.

Siendo así, hasta los días de Cristo en que el sacerdocio y el servicio de los levitas estaba vigente, era deber del pueblo entregar el diezmo para el sostén del servicio. "En tiempos de Israel se necesitaban los diezmos y las ofrendas voluntarias para cumplir los ritos del servicio divino. ¿Debiera el pueblo de Dios dar menos hoy?" (Patriarcas y Profetas 568)

Según el Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia, de Alfonso Ropero Berzosa, “durante los primeros siglos la Iglesia no practicó el diezmo y las comunidades cristianas se sostenían por medio de limosnas y ofrendas voluntarias”. Al parecer, la cancelación del diezmo no se hizo obligatoria sino hasta más adelante. La obra Historia Universal, de Cesare Cantú, explica que “en el concilio de Tours (567) se declaró que todos los fieles debían pagar el diezmo”.

Al parecer, los cristianos no continuaron pagando el diezmo a los sacerdotes y levitas y en cambio comenzaron a pagar el diezmo a la Iglesia siglos después. ¿Por qué ocurrió esto? 
Sencillamente, porque cambió el sacerdocio y el sistema de servicio, también cambió el tabernáculo. 

¿ES EL DIEZMO UN SISTEMA ORDENADO POR DIOS EN EL NUEVO PACTO?
Hebreos 7:12

El Nuevo Testamento y en palabras del apóstol Pablo señala que: "mudado el sacerdocio, necesario es también que se haga mudanza de la ley" (Hebreos 7:12).

 
Si bien el sistema de diezmo fue para mantener el sacerdocio levítico, es claro que hoy no estamos bajo dicho sacerdocio. No hay levitas entre los cristianos y tampoco sacerdotes literales que no tienen tierras y que por tanto deben ser sostenidos con los diezmos de aquellos que sí poseen heredades.

 
Hoy estamos bajo el sacerdocio de Cristo, quien es sacerdote según el orden de Melquisedech y no de Leví. ¿Necesita Cristo que le devolvamos el diezmo para mantenerse? Por supuesto que no, ya que el es el Dios que creó y sostiene el universo. ¿Entonces debemos devolver el diezmo para mantener al sacerdote? Claro que no.

 
Sin embargo, el sistema del diezmo era justo en los días incluso anteriores al sacerdocio levítico, en los días de Melquisedech y continúa siendo un sistema justo en nuestros días.

 
Abraham, y también Jacob en su oportunidad, entregaron el diezmo por decisión y devoción a Dios pero no por mandato u obligación. De igual manera hoy en día, los cristianos pueden considerar entregar el diezmo a la congregación por decisión propia y como una manera de apoyar la causa del Evangelio, más no como una obligación para sostener al ministerio.  Ya no estamos bajo el sacerdocio Levítico y por tanto no estamos bajo la ley del diezmo establecida en la Torah. Nuestro sacerdote es Cristo según el orden de Melquisedech figura a quien Abraham entregó el diezmo por voluntad y no por mandato u obligación.

Efectivamente, el registro bíblico deja ver que en un tiempo muy anterior a Moisés y al sistema levítico, Abraham entregó los diezmos a Melquisedech quien en realidad era un tipo de Cristo (Génesis 14:18-20; Hebreos 5:5-10). Así como Melquisedech no tenía linaje sacerdotal ni pertenecía a ninguna casta sacerdotal, de igual manera Jesús no pertenecía a la tribu de Leví ni pertenecía a casta sacerdotal alguna (Hebreos 7:1-3; 13-18).

Un detalle interesante. Mientras que el sacerdocio levítico obedeció a un llamado de Dios a la tribu de Leví, el sacerdocio de Cristo procede de un juramento (Salmo 110:4; Hebreos 6:17-20). El sacerdocio de Cristo es mejor que el sacerdocio levítico porque mientras el primero obedeció a un llamado de Dios, el segundo obedece a un juramento de Dios (Hebreos 7:19-22, 28).

El sacerdocio levítico fue cambiado por el sacerdocio de Cristo (Hebreos 7:11-12; 18-19). En el nuevo pacto, Jesús, al igual que Melquisedech es Rey y Sacerdote y como sacerdote sirve igualmente en un tabernáculo. ¿Dónde está el tabernáculo de Cristo? Veálo Ud. mismo Hebreos 8:1-2; Apocalipsis 15:5. En este Tabernáculo del Cielo, al igual que en el tabernáculo terrenal hay un arca conteniendo los Diez Mandamientos (Apocalipsis 11:19). Recuerde que el arca era llamada "Arca del Testimonio" porque contenía "el testimonio" o "las tablas del testimonio" como se llamaba a los Diez Mandamientos (Vea Exodo 25:10, 16; 31:18; 40:20-21). Igualmente, el Tabernáculo era llamado Tabernáculo del Testimonio porque contenía el arca con los Diez Mandamientos, llamados el testimonio (Exodo 40:34-35). El hecho de que Juan el apóstol menciona que hay un Tabernáculo del Testimonio en el cielo, deja ver que en el cielo están escritos los Diez Mandamientos en original y están contenidos en el Tabernáculo, que por esa causa se llama Tabernáculo del Testimonio.

Igualmente, la Biblia deja ver que los Diez Mandamientos eran llamados "el pacto" (Deuteronomio 4:12-13). Por ello, los Diez Mandamientos eran a menudo llamados "las tablas del pacto" (Deuteronomio 9:9-11) y consecuentemente el arca que contenía los Diez Mandamientos era llamada "el arca del pacto" o "arca del testamento" (Josué 3:6 y 11). Cuando Juan el apóstol señala que vió el "arca del pacto" en el cielo (Apocalipsis 11:19), indica que en el cielo hay un arca que contiene los Diez Mandamientos, ya que estos Diez Mandamientos son llamados "el pacto". 

En consecuencia, dado que en el primer sistema los diezmos estaban destinados a ser entregados en favor de quienes ejercían el sacerdocio y el servicio levítico en el tabernáculo terrenal, en la dispensación cristiana habiendo mudado el sacerdocio y teniendo un Tabernáculo en el cielo, los diezmos ya no son entregados a los sacerdotes y levitas, sino para sostén de la Iglesia el "real sacerdocio" de Dios (1 Pedro 2:1-10). 

En relación a esto, el apóstol Pablo refirió la necesidad de que el Magisterio de la Iglesia debía ser mantenido por el pueblo (1 Corintios 9:4-14). ¿A qué refirió el apóstol en su exhortación?

Notemos que el apóstol Pablo en su disertación a la Iglesia de Corinto, refiere un pasaje del Antiguo Testamento y lo aplica a la Iglesia (Lea 1 Corintios 9:13-14). La referencia aludida por el apóstol Pablo  en 1 Corintios 9:13 corresponde a Deuteronomio 18:1-2 en que Dios señala que quienes se dedicaban por tiempo completo al servicio del Santuario o Tabernáculo del Testimonio: "de las ofrendas encendidas a Jehová, y de la heredad de él comerán" y que aclara que aparte de comer de las ofrendas encendidas a Jehová, es decir del altar del sacrificio, ellos comerán de la heredad de Dios y: ¿cuál es la heredad de Dios? Números 18:20-21 lo aclara diciendo: "
Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel. Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo del testimonio."  Luego, aplicando este principio, Pablo lo aplica a la Iglesia y establece que al igual que hacían los sacerdotes y levitas: "Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del Evangelio.

Una importante autora concuerda con esta aplicación y expone lo siguiente:


"El apóstol se refirió aquí al plan del Señor para sostener a los sacerdotes que ministraban en el templo. Aquellos que eran apartados para este sagrado cargo eran sostenidos por sus hermanos, a quienes ellos ministraban las bendiciones espirituales. “Y ciertamente los que de los hijos de Leví toman el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley.” Hebreos 7:5. La tribu de Leví fué escogida por el Señor para los cargos sagrados pertenecientes al templo y al sacerdocio. Acerca del sacerdote se dijo: “Porque le ha escogido Jehová, ... para ministrar al nombre de Jehová.” Deuteronomio 18:5. Dios reclamaba como propiedad suya una décima parte de todas las ganancias, y consideraba como robo la retención del diezmo.

A este plan para el sostén del ministerio se refirió Pablo cuando dijo: “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.” Y más tarde, escribiendo a Timoteo, el apóstol dijo: “Digno es el obrero de su jornal.” 1 Timoteo 5:18. El pago del diezmo no era sino una parte del plan de Dios para el sostén de su servicio. Se especificaban divinamente numerosas dádivas y ofrendas. Bajo el sistema judío, se le enseñaba al pueblo a abrigar un espíritu de liberalidad, tanto en el sostén de la causa de Dios, como en la provisión de las necesidades de los pobres. En ocasiones especiales había ofrendas voluntarias. En ocasión de la cosecha y la vendimia, se consagraban como ofrenda para el Señor los primeros frutos del campo: el trigo, el vino y el aceite. Los rebuscos y las esquinas del campo se reservaban para los pobres. Las primicias de la lana cuando se trasquilaban las ovejas, y del grano cuando se trillaba el trigo, se apartaban para Dios. Así también se hacía con el primogénito de todos los animales. Se pagaba un rescate por el primogénito de toda familia humana. Los primeros frutos debían presentarse delante del Señor en el santuario, y se dedicaban al uso de los sacerdotes.

Por este sistema de benevolencia, el Señor trataba de enseñar a Israel que en todas las cosas él debía ser el primero. Así se les recordaba que él era el propietario de sus campos, sus rebaños y sus ganados; que era él quien enviaba la luz del sol y la lluvia que hacían crecer y madurar la sementera. Todas las cosas que ellos poseían eran de él. Ellos no eran sino sus mayordomos." (Hechos de los Apóstoles pág. 276-278)
 
“El sistema ordenado a los hebreos no ha sido abrogado ni reducido su vigor por Aquel que lo ideó. En vez de carecer de fuerza ahora, tiene que practicarse más plena y extensamente, puesto que la salvación por Cristo debe ser proclamada con mayor plenitud en la era cristiana” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 80). 

Igualmente, el que los ministros de Dios hoy día vivan del diezmo es una opción, más no una obligación. El apóstol Pablo, pudiendo ser sostenido por la benevolencia de la Iglesia, decidió sin embargo no hacerlo (1 Corintios 914-16). El que los ministros de la Iglesia sean sostenidos por la benevolencia de la Iglesia no es una obligación sino más bien una opción.

¿DEBE UD. PAGAR EL DIEZMO?

Muchas personas se hacen esta pregunta hoy en día. Mucho más, cuando ven que la entrega del diezmo merma de manera importante los ingresos del mes, que muchas veces son necesarios para cubrir los gastos de renta u hospedaje, alimentación, vestuario, etc. Sin embargo, es claro que si Ud. realizó un pacto o convenio por medio del cual se hizo parte de tal o cual corriente religiosa, debe respetar los acuerdos y convenios que suscribió cuando se bautizó o adhirió a dicha congregación religiosa. En este sentido, si Ud. decidió por voluntad propia hacerse pentecostal, presbiterianos, metodista, mormón o adventista, debe en consecuencia respetar el acuerdo al que llegó al momento del bautismo. Si dentro de los acuerdos o pactos, Ud. aceptó que pagaría el diezmo o 10% de sus ganancias a la organización, entonces, mientras sea  miembro de dicha colectividad, debe respetar su acuerdo como un buen cristiano (Lea Mateo 5:37; Santiago 5:12; Salmo 15:4).

El sistema del diezmo busca sostener a quienes se dedican al ministerio del Evangelio y en este sentido, se observa que desde sus inicios los ministros de Cristo fueron sostenidos por la Iglesia tal como expresa el apóstol Pablo en 1 Corintios 9:1-14.

"A este plan para el sostén del ministerio se refirió Pablo cuando dijo: “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.” Y más tarde, escribiendo a Timoteo, el apóstol dijo: “Digno es el obrero de su jornal.” 1 Timoteo 5:18. El pago del diezmo no era sino una parte del plan de Dios para el sostén de su servicio. Se especificaban divinamente numerosas dádivas y ofrendas. Bajo el sistema judío, se le enseñaba al pueblo a abrigar un espíritu de liberalidad, tanto en el sostén de la causa de Dios, como en la provisión de las necesidades de los pobres. En ocasiones especiales había ofrendas voluntarias. En ocasión de la cosecha y la vendimia, se consagraban como ofrenda para el Señor los primeros frutos del campo: el trigo, el vino y el aceite. Los rebuscos y las esquinas del campo se reservaban para los pobres. Las primicias de la lana cuando se trasquilaban las ovejas, y del grano cuando se trillaba el trigo, se apartaban para Dios. Así también se hacía con el primogénito de todos los animales. Se pagaba un rescate por el primogénito de toda familia humana. Los primeros frutos debían presentarse delante del Señor en el santuario, y se dedicaban al uso de los sacerdotes.

Por este sistema de benevolencia, el Señor trataba de enseñar a Israel que en todas las cosas él debía ser el primero. Así se les recordaba que él era el propietario de sus campos, sus rebaños y sus ganados; que era él quien enviaba la luz del sol y la lluvia que hacían crecer y madurar la sementera. Todas las cosas que ellos poseían eran de él. Ellos no eran sino sus mayordomos. 

No es propósito de Dios que los cristianos, cuyos privilegios exceden por mucho a los de la nación judía, den menos liberalmente que los judíos. “A cualquiera que fué dado mucho—declaró el Salvador,—mucho será vuelto a demandar de él.” Lucas 12:48. La liberalidad que se requería de los hebreos era en gran parte para beneficio de su propia nación; hoy la obra de Dios abarca toda la tierra. Cristo confió los tesoros del Evangelio a las manos de sus seguidores, y les impuso la responsabilidad de dar las alegres nuevas de la salvación al mundo. Nuestras obligaciones son por cierto mucho mayores que las del antiguo Israel.

A medida que la obra de Dios se extienda, se pedirá ayuda más y más frecuentemente. Para que estas peticiones puedan atenderse, los cristianos deben prestar atención al mandato: “Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa.” Malaquías 3:10. Si los profesos cristianos fueran fieles en traer a Dios sus diezmos y ofrendas, su tesorería estaría llena. No habría entonces que recurrir a exposiciones, loterías, o excursiones de placer para asegurar fondos para el sostén del Evangelio." (Hechos de los Apóstoles, pág.  276-278)

Ahora bien: ¿es obligación para los ministros vivir del diezmo? No, por supuesto que no. Es un privilegio. Pero note que el apóstol Pablo decidió no vivir del diezmo (1 Corintios 9:14-16). Hoy en día, algunas corrientes dentro del cristianismo, optan por no exigir el diezmo a sus feligreses y en consecuencia sus ministros o ancianos, se autosustentan para no gravar a la Iglesia o a la congregación. Siendo el diezmo un medio de sostén para la Iglesia, algunos ministros o la iglesia en pleno, pueden decidir no vivir del diezmo, ya que vivir del diezmo es un privilegio, pero no una obligación. (*)

(*) Quienes suscriben este apartado no piden el diezmo a sus adherentes (1 Corintios 9:15-16).
 
 
  Hoy habia 89 visitantes (160 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!  
 
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis