"Y preguntó uno de ellos, intérprete de la ley, tentándole y diciéndo: Maestro, ¿cuál es el mandamiento grande en la ley? Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente. Este es el primero y el grande mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas." (Mateo 22:36-40)
Muchos profesos cristianos cuando interpretan esta enseñanza de Jesús señalan que con estas palabras Jesús cambió la Ley de Dios. Estas personas enseñan que Jesús cambió la ley de los Diez Mandamientos por una nueva ley de sólo Dos Mandamientos.
Al enseñar esto, tergiversan y confunden totalmente la verdadera enseñanza de Jesús ya que él no vino en ningún modo a abrogar la Ley de Dios sino a darle pleno cumplimiento. Jesús no sólo no vino a abrogar la Ley de Dios, sino que declaró que esta ley es más estable e imperecedera que el mismo cielo y la tierra y que será la norma del juicio ante el tribunal de Dios (Mateo 5:17-19).
Jesús consideraba la Ley de Dios, los Diez Mandamientos como una ley necesaria y que señala una vida de santidad en obediencia a la voluntad de Dios, base fundamental juntamente con la fe, para entrar en la vida eterna (Mateo 19:16-17).
¿CUÁL ES EL MANDAMIENTO GRANDE EN LA LEY?
Esta pregunta surge de las creencias de la época de Jesús. Algunas corrientes dentro del judaísmo consideraban que algunos mandamientos eran más importantes que otros. Por ejemplo, se pensaba que matar era mucho más serio que mentir. De hecho, hoy en día millones de personas creen lo mismo. Muchos dirán hidalgamente que nunca han matado a nadie, sin embargo: ¿cuántas personas pueden decir que no mienten?
Otras corrientes consideraban que el mandamiento tocante a la observancia del sábado como día de reposo era el más importante porque le daba identidad al pueblo judío, el pueblo observador del sábado, sin embargo descuidaban mandamientos también importantes como "no hurtarás" y cometían diversidad de pecados por su falta de honestidad para con los demás.
Muchas otras personas consideraban que el séptimo mandamiento que dice "no cometerás adulterio" era el más importante porque, en opinión de ellos, resguardaba a la familia y la familia es la base de la sociedad. Sin embargo, estas mismas personas se abandonaban a la codicia de los bienes ajenos, deseando tener las posesiones de los demás.
LA ENSEÑANZA DE JESÚS
"La ley de Dios es la expresión de su naturaleza, es el súmmum del gran principio del amor, y por lo tanto, la base de su gobierno en el cielo y en la tierra." (E. G. de White, El Camino a Cristo)
"Los primeros cuatro mandamientos del Decálogo están resumidos en el primer gran precepto: "Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón." Los últimos seis están incluidos en el otro: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos son la expresión del principio del amor. No se puede guardar el primero y violar el segundo, ni se puede guardar el segundo mientras se viola el primero. Cuando Dios ocupe en el trono del corazón su lugar legítimo, nuestro prójimo recibirá el lugar que le corresponde. Le amaremos como a nosotros mismos. Únicamente cuando amemos a Dios en forma suprema, será posible amar a nuestro prójimo imparcialmente. Y puesto que todos los mandamientos están resumidos en el amor a Dios y al prójimo, se sigue que ningún precepto puede quebrantarse sin violar este principio. Así enseñó Cristo a sus oyentes que la ley de Dios no consiste en cierto número de preceptos separados, algunos de los cuales son de gran importancia, mientras otros tienen poca y pueden ignorarse con impunidad. Nuestro Señor presenta los primeros cuatro y los últimos seis mandamientos como un conjunto divino, y enseña que el amor a Dios se manifestará por la obediencia a todos sus mandamientos." (E. G. de White, El Deseado de Todas las Gentes).

Jesús enseñó a sus oyentes que la ley de Dios no consiste en cierto número de preceptos separados y sin conexión entre ellos, algunos de los cuales son de gran importancia, mientras otros tienen poca y pueden ignorarse con impunidad. Jesús presentó los primeros cuatro y los últimos seis mandamientos como un conjunto divino, y enseña que el amor a Dios y al prójimo son la base de la práctica de la verdadera religión.
Los primeros cuatro mandamientos están resumidos en el amor que le debemos a Dios. No tener dioses ajenos, no adorar imágenes, no tomar en vano el nombre de Dios y la observancia del sábado, el día que Dios instituyó para el descanso son los deberes morales que observaremos si amamos perfectamente a Dios.
Por otra parte, honrar a nuestros padres, no matar, no cometer adulterio, no hurtar, no mentir y no codiciar los bienes de nuestros semejantes, es lo que observaremos como práctica de vida si en realidad amamos a nuestro prójimo.
JESÚS NO CAMBIÓ LA LEY DE DIOS
Quienes enseñan que Jesús cambió la Ley de Dios por una nueva ley de dos mandamientos, ignoran voluntariamente que los "dos mandamientos" que Jesús señaló en su diálogo con el hombre que le preguntaba ya habían sido indicados en el Antiguo Testamento:
"Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder." (Deuteronomio 6:5)
"Amarás a tu prójimo como a tí mismo" (Levítico 19:18)
De manera que Jesús no está promulgando una nueva ley en desmedro de los Diez Mandamientos, o cambiando los Diez Mandamientos por una ley de "dos mandamientos" sino aportando una interpretación magistral de la Ley de Dios que señala el amor a Dios y al prójimo como el cumplimiento real y verdadero de la Ley de Amor promulgada en el Edén y notificada al pueblo más tarde en el Monte Sinaí por medio de Moisés.
Que los dos mandamientos de amor constituyen una interpretación de los Diez Mandamientos se hace claro a partir de otro diálogo sostenido por Jesús con un maestro religioso de su época (Vea Lucas 10:25-28). En este pasaje Jesús inquiere a un doctor de la ley respecto a cómo el interpreta la ley o cómo entiende el cumplimiento de ley, a lo que el estudioso le responde lo que él ha entendido del tema señalando el amor a Dios y al prójimo como la esencia del cumplimiento de la Ley de Dios y lo que Dios espera de cada uno de nosotros.
La idea de que Jesús resumió la ley de Dios en los dos grandes principios del amor a Dios y al prójimo es recogida por el magisterio de la Iglesia y promulgada por el apóstol Pablo quien claramente indica que los últimos seis mandamientos de la Ley se comprenden sumariamente o resumidamente en el gran concepto general "amarás a tu prójimo como a tí mismo" (Vea Romanos 13:9). Luego, el mismo apóstol pasa a decir que "el cumplimiento de la ley es el amor" (Romanos 13:10).
La Versión Moderna Reina Valera de la Biblia 1960 (RVR 1960) vierte así el texto de Romanos 13:9: "Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo."
La Versión Internacional de la Biblia vierte de esta manera el texto: "Porque los mandamientos que dicen: no cometas adulterio, no mates, no robes, no codicies, y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: Ama a tu prójimo como a ti mismo."
Todo esto deja ver que la Iglesia nunca entendió ni enseñó que Jesús cambió los Diez Mandamientos por una nueva ley de dos mandamientos, tal como enseñan muchos profesos cristianos, sino que los preceptos consignados en los Diez Mandamientos se resumen de manera general en los dos grandes preceptos de amor a Dios y al prójimo.
EL AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO
El amor a Dios y al prójimo es la esencia de la vida cristiana (Vea 1 Juan 4:20-21). No se puede decir con verdad que se ama a Dios si no se ama al prójimo. No se puede amar al prójimo de verdad si no se ama primeramente a Dios. El amor al prójimo es el resultado y la evidencia de nuestro amor a Dios.
Muchas personas que profesan el cristianismo hacen esfuerzos para amar al prójimo y generalmente fracasan en su empeño. Nosotros no debemos buscar amar a nuestro prójimo sino que debemos buscar amar a Dios. Cuando amemos a Dios verdaderamente, el amor al prójimo germinará en nuestro corazón naturalmente.
El apóstol Juan dice: "En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Porque este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son penosos." (1 Juan 5:2-3)
El amor es la prueba del discipulado, Jesús dijo: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros, como os he amado, que también os améis los unos a los otros. En esto conocerán todos que sóis mis discípulos, si tuvieréis amor los unos a los otros." (Juan 13:34-35).
LA LEY DE DIOS ES ETERNA
Jesús no cambió ni abrogó la ley de los Diez Mandamientos más bien vino a darle cumplimiento y a enseñarnos con su propio ejemplo como debe vivir el ser humano a la luz de los mandamientos (Lea nuevamente Mateo 5:17-19). La enseñanza de Jesús debe ser consecuentemente la enseñanza que todos los cristianos son llamados a transmitir al mundo como parte del Evagenlio del Reino (Juan 13:15).
La Biblia una y otra vez deja ver que la Ley de Dios es eterna e inmutable, tal como su carácter. Dios no cambia y tampoco sus principios o gobierno (Ecclesiastés 3:14; Salmo 119:89-90, 142).