MUNDO Y RELIGION - M&R
   
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  La ley y la gracia de Dios
 
La mayoría de los cristianos asegura estar bajo la gracia de Dios y estando pretendidamente bajo la gracia de Dios sostienen que están en libertad de transgredir la ley de Dios. Con mucha más frecuencia de la que se pudiera esperar, muchos cristianos repiten sin entender las siguientes palabras: "no estamos bajo la ley sino bajo de la gracia" (Romanos 6:14).

Con esta afirmación creen y sostienen que los cristianos no están bajo la obligación de obedecer la ley de Dios, los Diez Mandamientos, sino que ahora están en un estado de libertad, ¿libertad de qué? De los Diez Mandamientos. En otras palabras enseñan que Jesús vino por medio de la gracia a liberarnos de la obediencia a los Diez Mandamientos. ¿Es correcto esto? ¿Cómo llegaron los cristianos a una conclusión tan inconsecuente con el espíritu de Cristo y con la verdad tal cual es enseñada en la Biblia y el Evangelio?

Como primer punto, la mayoría de los profesos cristianos que aseguran vivir en la gracia de Dios y libres de la obediencia a los Diez Mandamientos, asegura que Jesús abolió la ley de Dios. Enseñan que Jesús abrogó la ley de Dios, los Diez Mandamientos. Llama la atención que Jesús jamás afirmó tal cosa. No hay en ninguno de los cuatro evangelios afirmación alguna de Jesús que indique que el abolió la ley de Dios o que tenía siquiera la intención de hacerlo. 

Por el contrario, hay una afirmación clara y concluyente de Jesús que indica que él no vino a abrogar la ley de Dios sino a cumplirla a cabalidad a fin de darnos un ejemplo. En la misma sentencia, Jesús afirma que la ley de Dios es más estable y duradera que la propia Tierra y los cielos y asegura además, que la ley, los Diez Mandamientos, serán la norma del juicio por la que se evaluará el carácter y la espiritualidad de todos y cada uno de nosotros. Lea esto claramente en Mateo 5:17-19.

"Muchos maestros en religión aseveran que Cristo abolió la ley por su muerte, y que desde entonces los hombres se ven libres de sus exigencias. Algunos la representan como yugo enojoso, y en contraposición con la esclavitud de la ley, presentan la libertad de que se debe gozar bajo el Evangelio. Pero no es así como las profetas y los apóstoles consideraron la santa ley de Dios. David dice: "Y andaré con libertad, porque he buscado tus preceptos." (Salmo 119: 45, V.M.) El apóstol Santiago, que escribió después de la muerte de Cristo, habla del Decálogo como de la "ley real," y de la "ley perfecta, la ley de libertad." (Santiago 2: 8; 1: 25, V.M.) Y el vidente de Patmos, medio siglo después de la crucifixión, pronuncia una bendición sobre los "que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad." (Apocalipsis 22: 14.)

El aserto de que Cristo abolió con su muerte la ley de su Padre no tiene fundamento. Si hubiese sido posible cambiar la ley o abolirla, entonces Cristo no habría tenido por qué morir para salvar al hombre de la penalidad del pecado. La muerte de Cristo, lejos de abolir la ley, prueba que es inmutable. El Hijo de Dios vino para engrandecer la ley, y hacerla honorable. (Isaías 42: 21.) El dijo: "No penséis que vine a invalidar la ley;" "hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni un tilde pasará de la ley." (S. Mateo 5: 17, 18, V.M.) Y con respecto a sí mismo declara: "Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en medio de mi corazón." ( Salmo 40: 8, V.M.)" (CS  519-520) 

¿Por qué los profesos cristianos aseguran que Jesús abolió la ley de Dios y que al estar bajo la gracia ya no debemos obedecer los Diez Mandamientos?

Sencillamente, porque en su profesa vida cristiana no han aceptado verdaderamente a Cristo y viven en transgresión. Están engañados respecto a su condición espiritual delante de Dios. ¿Por qué se puede decir esto?

Porque la Biblia enseña que una persona que ha aceptado a Cristo comienza una vida nueva (2 Corintios 5:17). Esto significa que la persona que era ladrona (trangresión del 8° Mandamiento), ya no lo es. La persona que era asesina y homicida (transgresión del 6° Mandamiento) ya no participa de eso. La persona que era mentirosa (transgresión del 9° Mandamiento) ya no dice mentiras. Lo mismo ocurre con la transgresión de todos los demás mandamientos. El apóstol Pablo indica que esas cosas, las transgresiones, como cosas viejas pasaron y el cristiano accede a una vida nueva. Al aceptar a Cristo en su corazón el cristiano entra en un estado de amor a Dios y al prójimo y ese amor se refleja en la obediencia a los Diez Mandamientos (Romanos 13:8-10).
 
¿LA GRACIA DE DIOS NOS LIBERA DE OBEDECER LA LEY? 
 
"¿Está entonces libre para violar la ley de Dios? El apóstol Pablo dice: "¿Abrogamos pues la ley por medio de la fe? ¡No por cierto! antes bien, hacemos estable la ley." "Nosotros que morimos al pecado, ¿cómo podremos vivir ya en él?" Y San Juan dice también: "Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos." (Romanos 3: 31; 6: 2; 1 Juan 5: 3, V.M.) En el nuevo nacimiento el corazón viene a quedar en armonía con Dios, al estarlo con su ley. Cuando se ha efectuado este gran cambio en el pecador, entonces ha pasado de la muerte a la vida, del pecado a la santidad, de la transgresión y rebelión a la obediencia y a la lealtad. Terminó su antigua vida de separación con Dios; y comenzó la nueva vida de reconciliación, fe y amor. Entonces "la justicia que requiere la ley" se cumplirá "en nosotros, los que no andamos según la carne, sino según el espíritu." (Romanos 8: 4, V.M.) Y el lenguaje del alma será"¡Cuánto amo yo tu ley! todo el día es ella mi meditación." (Salmo 119: 97.)" (CS 521)

La gracia de Dios no nos libera de obedecer la ley de Dios sino antes nos constriñe a obedecerla más fielmente (Romanos 6:1-2; 6:15).

Consideremos un ejemplo. En Chile, un famoso y muy querido boxeador fue detenido un día por conducir en estado de ebriedad y chocar su vehículo contra un poste del alumbrado público provocando un gran corte de energía eléctrica. Aunque no hubo heridos ni muertos por el accidente en cuestión, sí suscitó mucha atención en los medios de prensa y en la opinión de la gente. Por dicha infracción de la ley de tránsito, la ley condenaba al boxeador a una pena de cárcel como castigo, sin embargo y atendiendo a la fama y cariño del público hacia el deportista, el presidente de turno de esa época lo indultó y le concedió la gracia presidencial, es decir, no pagó su delito con cárcel.

¿Cree Ud. que para este boxeador la gracia presidencial lo liberó no sólo de la culpa por la falta cometida sino también de obedecer la ley de tránsito en el futuro? ¿En eso consiste la gracia? ¿Quédo libre este boxeador de obedecer la ley de tránsito en el futuro? No, definitivamente no. Ahora,  y estando bajo la gracia presidencial, lo que se esperaba de él, es que precisamente obedezca más fielmente la ley que transgredió para que no vuelva estar en la misma condición de culpabilidad. Así es igual con la gracia de Dios. 

NATURALEZA Y CARÁCTER DE LA LEY DE DIOS
Romanos 7:12

"La ley de Dios, por su naturaleza misma, es inmutable. Es una revelación de la voluntad y del carácter de su Autor. Dios es amor, y su ley es amor. Sus dos grandes principios son el amor a Dios y al hombre. "El amor pues es el cumplimiento de la ley." (Romanos 13: 10, V.M.) El carácter de Dios es justicia y verdad; tal es la naturaleza de su ley. Dice el salmista: "Tu ley es la verdad;" "todos tus mandamientos son justos." (Salmo 119: 142, 172, V.M.) Y el apóstol Pablo declara: "La ley es santa, y el mandamiento, santo y justo y bueno." (Romanos 7: 12, V.M.) Semejante ley, expresión del pensamiento y de la voluntad de Dios, debe ser tan duradera como su Autor. " (CS  380)

EL VERDADERO ROL DE LA LEY DE DIOS
EN LA VIDA DEL CRISTIANO
Salmo 19:7-10


"La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma." (Salmo 19: 7, V.M.) Sin la ley, los hombres no pueden formarse un justo concepto de la pureza y santidad de Dios ni de su propia culpabilidad e impureza. No tienen verdadera convicción del pecado, y no sienten necesidad de arrepentirse. Como no ven su condición perdida como violadores de la ley de Dios, no se dan cuenta tampoco de la necesidad que tienen de la sangre expiatoria de Cristo. Aceptan la esperanza de salvación sin que se realice un cambio radical en su corazón ni reforma en su vida.Así abundan las conversiones superficiales, y multitudes se unen a la iglesia sin haberse unido jamás con Cristo." (CS  522) 

"Sólo en la medida que la ley de Dios se repuesta en el lugar que le corresponde habrá un avivamiento de la piedad y fe primitivas entre los que profesan ser su pueblo." (CS  532)

"La rey revela al hombre sus pecados, pero no dispone ningún remedio. Mientras promete vida al que obedece, declara que la muerte es lo que le toca al transgresor. Sólo el Evangelio de Cristo puede librarle de la condenación o de la mancha del pecado. Debe arrepentirse ante Dios cuya ley transgredió, y tener fe en Cristo y en su sacrificio expiatorio. Así obtiene "remisión de los pecados cometidos anteriormente," y se hace partícipe de la naturaleza divina. Es un hijo de Dios, pues ha recibido el espíritu de adopción, por el cual exclama: "¡Abba, Padre !" "(CS  381)

¿"Cuál es la obra del Espíritu Santo? Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando viniere aquél, el Espíritu de verdad, él os guiará al conocimiento de toda la verdad." (S. Juan 16: 13, V.M.) Y el salmista dice: "Tu ley es la verdad." Por la Palabra y el Espíritu de Dios quedan de manifiesto ante los hombres los grandes principios de justicia encerrados en la ley divina. Y ya que la ley de Dios es santa, justa y buena, un trasunto de la perfección divina, resulta que el carácter formado por la obediencia a esa ley será santo. Cristo es ejemplo perfecto de semejante carácter. El dice: "He guardado los mandamientos de mi Padre." "Hago siempre las cosas que le agradan." (S. Juan 15: 10; 8: 29, V.M.) Los discípulos de Cristo han de volverse semejantes a él, es decir, adquirir por la gracia de Dios un carácter conforme a los principios de su santa ley." (CS 382) 
 
LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA DEL CRISTIANO

Aunque muchas personas abogan diciendo que la obra del Espíritu Santo se manifiesta principalmente en el don de hablar lenguas, echar fuera demonios o sanar enfermos, la verdad es que la obra del Espíritu Santo es mucha más amplia que eso y se manifiesta en una clara convicción del pecado, no pregonando libertad de los Diez Mandamientos sino más bien instándonos a obedecer la Ley de Dios de manera fiel y concienzuda.

La Biblia dice que cuando el Espíritu Santo viene a la vida de una persona, su obra consiste en convencerlo "de pecado, de justicia y de juicio" (Lea Juan 16:8).

¿Por qué el Espíritu Santo necesita convencernos de pecado? Porque el enfermo, necesita reconocer primero su enfermedad para luego desear ser sano. Asimismo, el pecador necesita reconocer que es pecador y que está afectado profundamente por el pecado a fin de reconocer igualmente que necesita una Salvador. El pecador necesita reconocer íntimamente que es pecador. 

¿De qué manera el Espíritu Santo nos convence de pecado? A través de la Ley de Dios, ya que a través de la Ley de Dios es el conocimiento del pecado (Romanos 3:20; 7:7).

De esta manera, la Ley de Dios, presta un servicio muy valioso al ser humano dándole a conocer cuál es la voluntad de Dios (Romanos 2:18) y señalándole cuál es el camino a seguir para alcanzar el perdón y la justicia, ya que "el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree" (Romanos 10:4)

La Sagrada Escritura indica que "el pecado es transgresión de la ley" (1 Juan 3:4). Luego, una vez que a través de la Ley de Dios el Espíritu Santo ha convencido al hombre de pecado, le hace desear la justicia. ¿Y qué es la justicia?

Un texto dice: "la perfecta obediencia a la ley de Dios, la perfecta justicia" (El Camino a Cristo, pág. 44). 

Ahora bien: "Puesto que somos pecadores y malos, no podemos obedecer perfectamente una ley santa. No tenemos por nosotros mismos justicia con que cumplir lo que la ley de Dios demanda. Mas Cristo nos ha preparado una vía de escape. Vivió sobre la tierra en medio de pruebas y tentaciones tales como las que nosotros tenemos que arrostrar. Sin embargo, su vida fue impecable. Murió por nosotros y ahora ofrece quitarnos nuestros pecados y vestirnos de su justicia. Si os entregáis a é y lo aceptáis como vuestro Salvador, por pecaminosa que haya sido vuestra vida, seréis contados entre los justos por consideración a él. El carácter de Cristo toma el lugar del vuestro, y vosotros sois aceptados por Dios como si no hubieráis pecado." (El Camino a Cristo, pág. 45) 

Si nosotros no aceptamos esta opción de vida que Dios nos ha dado, reconocer el pecado, arrepentirnos del mal que hay en nuestras vidas y buscar la justicia de Dios en Cristo, habremos caído de la gracia y entonces lo único que queda es una inevitable expectativa de juicio.

De manera tal, que vivir bajo la gracia no significa ser liberado de obediencia a la Ley de Dios, sino que vivir bajo la gracia es un apelo a alcanzar una vida en perfecta obediencia a la ley de Dios, una vida en perfecta justicia.
 
 
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