MUNDO Y RELIGIÓN - M&R |
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El espíritu y la carne: El gran conflicto de los siglos |
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En una ocasión Jesús dijo: "Velad y orad: para que no entréis en tentación. El espíritu a la verdad está presto, más la carne enferma." (Mateo 26:41)
La expresión "carne" (del griego σὰρξ) que usa Jesús en este pasaje del Evangelio y que aparece frecuentemente en el Nuevo Testamento, se usa señalando a la naturaleza física y carnal del hombre, el cuerpo, su naturaleza terrenal apartado de la influencia divina acompañado de su naturaleza sensual y animal, con ansias que incitan al mal y por tanto con propensión al pecado y en oposición a Dios, vehículo por medio del cual expresamos nuestros pensamientos, palabras y obras.
Acerca de esta naturaleza terrenal y con propensión al pecado, el apóstol Pablo expresa diciendo: "la intención de la carne es enemistad contra Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede" (Romanos 8:7). Sobre esta misma carne, el apóstol dice: "yo soy carnal, vendido a sujeción del pecado" (Romanos 7:14) y como consecuencia, el también dice: "el pecado mora en mí", "el mal que mora en mí", "el mal está en mí" (Romanos 7:17, 20 y 21).
Como conclusión a todo esto, el apóstol manifiesta: "Yo sé que en mí (es a saber en mi carne) no mora el bien, porque tengo el querer más efectuar el bien no lo alcanzo" (Romanos 7:18). Sí !!! el apóstol indica que su espíritu está dispuesto, tal como dice Jesús, pero su carne está enferma y lo lleva siempre en oposición a Dios a realizar el mal. El dice: "Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios: Mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva cautivo á la ley del pecado que está en mis miembros." (Romanos 7:22-23).
La situación del hombre en su naturaleza carnal, es desesperada y se traduce en lo siguiente:
"Porque lo que hago, no lo entiendo; ni lo que quiero, hago; antes lo que aborrezco, aquello hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no obro aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí (es á saber, en mi carne) no mora el bien: porque tengo el querer, mas efectuar el bien no lo alcanzo. Porque no hago el bien que quiero; mas el mal que no quiero, éste hago. Y si hago lo que no quiero, ya no obro yo, sino el mal que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: Que el mal está en mí." (Romanos 7:15-21).
Conociendo su propia situación y la situación desesperada del hombre, el apóstol Pablo exclama: ¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte? Y el mismo contesta: "Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor Nuestro" (Romanos 7:25). Sí, Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29).
Sabiendo esto, cobra mayor fuerza la verdad evangélica que dice respecto de Jesús: "Y aquel Verbo se hizo carne" (Juan 1:14).
De aquí surge una pregunta muy importante y significativa para todos los cristianos: ¿Qué tipo de carne asumió Jesús cuando se hizo hombre? ¿Era la naturaleza humana de Cristo semejante a la naturaleza perfecta de Adán antes de la caída, o más bien semejante a la naturaleza imperfecta de Adán después de la caída?
A muchos cristianos les gusta pensar lo primero, es decir, que Jesús tomó sobre sí la naturaleza perfecta de Adán tal como era antes de la caída en Edén, pero piense al respecto: ¿Tomó Jesús la naturaleza humana antes o después de la caída de Adán en el Edén? Evidentemente después de la caída y entonces qué naturaleza humana era esa. Sólo hay una respuesta, la naturaleza humana de Adán después de la caída con todo el pasivo que sumaban casi cuatro mil años de descendecía humana después de la caída, tal como relatan en detalle las genealogías de los antepasados humanos de Jesús registradas en los evangelios de Mateo y Lucas preferentemente.
Jesús fue hijo de María y entonces cabe preguntar: ¿Qué naturaleza humana tenía María para heredar a su hijo? ¿Era una naturaleza humana perfecta como la de Adán antes de la caída o una naturaleza humana imperfecta como la de cualquier ser humano que vivía en su época, después de cuatro mil años después de la caída en Edén? Siendo consecuente con la Biblia, tenemos que decir que esa naturaleza era una naturaleza imperfecta como la de cualquier hijo de Adán después de la caída.
Siendo así, ahora podemos entender con más fuerza la expresión que dice sobre Jesús: "Y aquel Verbo se hizo carne" (Juan 1:14). Jesús tomó sobre sí no una naturaleza perfecta, como la de Adán antes de la caída, sino una naturaleza imperfecta, como la de cualquier hijo de Adán después de la caída. La Biblia y especialmente los escritos evangélicos dicen que Jesús se hizo "semejante en todo a sus hermanos." (Hebreos)
Sin embargo, quien más enfatiza este singular hecho es el propio apóstol Pablo quien decididamente dice: "Dios enviando á su Hijo en semejanza de carne de pecado, y á causa del pecado, condenó al pecado en la carne." (Romanos 8:3)
La expresión "carne de pecado" que alude a la naturaleza humana de Cristo, deja ver que Jesús venció al pecado no en un cuerpo de naturaleza humana perfecta como la que tenía Adán antes de la caída, sino que Jesús venció al pecado en un cuerpo de naturaleza humana imperfecta, como el que tiene cualquier hijo de Adán después de la caída, como el cuerpo y naturaleza humana que tiene Ud. y yo, con una naturaleza debilitada por el pecado. En esa naturaleza humana debilitada por el pecado, Jesús venció al pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.
Jesús venció en el conflicto que antagoniza al espíritu y la carne. Existe una verdadera batalla en cada uno de nosotros entre el espíritu (nuestra mente) y la carne (nuestro cuerpo). Es claro que el espíritu señala a nuestra mente, que es el origen de nuestros pensamientos, palabras y obras. Que la carne es el cuerpo y el espíritu es la mente, se deja ver en la conclusión del propio apóstol quien dice: "Así que, yo mismo con la mente sirvo á la ley de Dios, mas con la carne á la ley del pecado." (Romanos 7:25)
El consejo de Jesús es que estemos atentos en nuestra lucha contra el pecado. El dice: "Velad y orad para que no entréis en tentación". Los cristianos debemos estar alerta contra el pecado, sabiendo que el pecado toma ocasión en nosotros y nos conduce hacia el mal y hacia el destino final que es la muerte, ya que la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23).
Frente a esto, Jesús indica que si bien en nuestro espíritu, tenemos toda la intención de hacer bien las cosas y de sujetar nuestra vida a la voluntad de Dios, como dice él: "el espíritu a la verdad está dispuesto", nos enfrentamos en cambio a una inexorable realidad, nuestra incapacidad de armonizar nuestro espíritu con nuestros hechos, ya que "la carne está enferma". Jesús nos indicó que debemos estar alerta y atentos para que el pecado no tome ocasión y obre en nosotros haciendo el mal. El consejo de Jesús es "velad y orad". Sin embargo, nunca debemos olvidar que "el espíritu a la verdad está presto, más la carne enferma".
Como resultado de esta condición, en que el espíritu se contrapone a la carne Romanos 8:1-15, hay dos clases de personas: 1) los que andan conforme a la carne y 2) los que andan conforme al espíritu.
¿Qué significa andar en la carne? Lea Gálatas 5:19-21. ¿Qué significa andar en el espíritu? Lea Gálatas 5:22-23.
Las personas pueden decidir libremente si andan en la carne o andan en el espíritu. Ud. puede decidir ser cristiano y andar en el espíritu. La Biblia dice: "Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme á la carne, mas conforme al espíritu." (Romanos 8:1)
¿Cómo obra el cambio? ¿Cómo es que una persona puede pasar de andar en la carne a andar en el espíritu? El apóstol Pablo dice enfáticamente: "¡Gracias doy a Dios por Jescristo Señor Nuestro !" (Romanos 7:25) La Biblia enseña que todo comienza por aceptar a Cristo en el corazón. En el libro de Apocalipsis Jesús hace un ferviente llamado a todas las personas diciendo: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él y cenaré con él, y el conmigo." (Apocalipsis 3:20)
Si Ud. acepta a Cristo en su corazón, su vida será modelada de acuerdo a la vida y la enseñanza de Jesús y se operará un cambio, habrá nuevos intereses, nuevos deseos, nuevos motivos que ocuparán su vida. El apóstol Pablo describe este cambio diciendo: "El que está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas." (2 Corintios 5:17)
Cuando el cristiano acepta a Jesús en su corazón, se inicia en su vida el gran conflicto de los siglos entre el bien y el mal. Por una parte, el cristiano desea ser santo, justo y bueno, de acuerdo a los principios de santidad, justicia y bondad consignados en la ley de Dios, pero por otra parte, se da cuenta de que el es "carnal, vendido a sujeción del pecado" (Romanos 7:14). A partir de entonces, Jesús adquiere relevancia en la vida cristiana constituyéndose en el Alfa y Omega de la salvación personal y de una vida cristiana justa. Las palabras de Jesús "sin mí nada podéis hacer" y que él pronunció en su parábola de la vid y los pampanos cobran vedadero sentido (Juan 15:1-5) y desde entonces el cristiano anhela vivir sin pecado y fervientemente hará suya la oración que el propio Jesús nos enseñó: "Padre Nuestro que estás en el cielo... no nos dejes caer en tentación" (Mateo 6:13).
De esa manera, el plan de Dios busca que "la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme á la carne, mas conforme al espíritu." (Romanos 8:4)
El cristiano asume que en su vida nueva debe haber un cambio cualitativo, sabiendo que: "los que viven conforme á la carne, de las cosas que son de la carne se ocupan; mas los que conforme al espíritu, de las cosas del espíritu." (Romanos 8:5)
La decisión que cada cual tome sobre este asunto es determinante: "Porque la intención de la carne es muerte; mas la intención del espíritu, vida y paz: Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta á la ley de Dios, ni tampoco puede. Así que, los que están en la carne no pueden agradar á Dios." (Romanos 8:6-8)
Siendo así, las personas deciden para su bien o para su mal, ya sea que acepten para sí "la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús" o "la ley del pecado y de la muerte" (Romanos 8:2).
El primer paso en este gran conflicto de los siglos entre la carne y el espíritu, es que Jesús venció al pecado en su propia carne y obtuvo para todos nosotros el perdón de los pecados. El apóstol Pablo explicar de la siguiente manera esto: "Porque lo que era imposible á la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando á su Hijo en semejanza de carne de pecado, y á causa del pecado, condenó al pecado en la carne; Para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme á la carne, mas conforme al espíritu." (Romanos 8:3-4)
Jesús condenó al pecado en la carne, es decir, venció al pecado y obtuvo para nosotros el perdón de los pecados, ofreciendo su propia vida inmaculada como ofrenda por los pecados del mundo. Esto es lo que se llama "justicia imputada", por "la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida" y "por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos" (Romanos 5:18-19).
Sin embargo, en el plan de Dios no sólo se desea que el hombre sea perdonado de sus pecados y que sea salvo, sino que también se busca que el cristiano desarrolle un carácter santo, justo y bueno. Se busca que el cristiano viva en su vida de acuerdo al ejemplo que Jesús nos dejó en su propia vida y enseñanza, guardando la ley de Dios (Mateo 5:17-19). El cristiano debe guardar la ley de Dios para entrar en la vida eterna, tal como el propio Jesús enseñó (Mateo 19:16-17).
¿Quizás alguien pregunte cómo un hombre de naturaleza carnal puede guardar la ley de Dios? El apóstol Pablo dijo: "la ley es espiritual, más yo soy carnal, vendido a sujeción del pecado" y como resultado de eso, el mismo dice: "Y yo sé que en mí (es á saber, en mi carne) no mora el bien: porque tengo el querer, mas efectuar el bien no lo alcanzo." (Romanos 7:14 y 18)
Sin embargo, una vez que el propio apóstol aceptó plenamente a Cristo en su corazón, el dijo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13) y en cuanto al guardar de la ley de Dios, el también dice: "Dios es el que en vosotros obra el querer y el hacer por su buena voluntad." (Filipenses 2:13). Mientras el que vive en la carne dice. "tengo el querer, mas efectuar el bien no lo alcanzo", el que vive en el espíritu dice: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" y "Dios es el que en vosotros obra el querer y el hacer por su buena voluntad".
Para los que están en Cristo, aquellos que no andan conforme a la carne, el apóstol Pablo dice: "vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne." (Romanos 13:14)
El consejo cristiano es "velad y orad", "para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios." (1 Pedro 4:2)
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