MUNDO Y RELIGION - M&R
   
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  La Cena del Señor
 

La Santa Cena de Leonardo Da Vinci

"La Cena del Señor", con este nombre se conoce uno de los ritos más importantes de la vida cristiana. También es conocido como "Santa Cena", "Eucaristía", "Comunión", etc. La Iglesia mantiene su vida espiritual en torno a la Santa Cena, siendo ésta el núcleo de la fe cristiana que a través del cuerpo y la sangre de Cristo simbolizados en el pan y el vino representa todos y cada uno de los misterios de la fe cristiana. Jesús estableció esta conmemoración la noche de la Pascua judía del año 31 de nuestra era. La Pascua era una fiesta judía que tenía lugar sólo una vez al año, el día 14 de nisán, el primer mes del calendario judío. Siendo así, la Santa Cena es una ordenanza que nos recuerda la expiación del Salvador. Durante la Santa Cena, los cristianos participan del pan y del vino en aceptación de la carne y sangre de Cristo, que Él ofreció como sacrificio por todos nosotros. El rito de la cena, para los cristianos, sustituyó a la Pascua judía y, por esa razón, se celebra todos los años. Del misterio pascual surge la Comunión que señala el nacimiento de la Iglesia y se convierte en el centro de la vida cristiana.
 
¿CÓMO ESTABLECIÓ JESÚS LA SANTA CENA?

Fue durante la antigua celebración de la Pascua, en la tarde de su muerte, que Jesús instituyó una nueva y significativa cena que celebramos hasta el día de hoy. Es una parte integral de la adoración cristiana. Nos hace recordar la muerte y resurrección del Señor, mirando hacia el futuro, esperando Su regreso en gloria.

El mejor relato de cómo se estableció la Cena del Señor, aparte de los Evangelios, es el relato que realiza el apóstol Pablo en 1 Corintios 11:23-25 diciendo:

“El Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed: ésto es mi cuerpo que por vosotros es partido: haced ésto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre: haced ésto todas las veces que bebierais, en memoria de mí. Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebierais esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga.” Cristo se hallaba en el punto de transición entre dos sistemas y sus dos grandes fiestas respectivas. Él, el Cordero inmaculado de Dios, estaba por presentarse como ofrenda por el pecado, y así acabaría con el sistema de figuras y ceremonias que durante cuatro mil años había discípulos, instituyó en su lugar el rito que había de conmemorar su gran sacrificio. La fiesta nacional de los judíos iba a desaparecer para siempre. El servicio que Cristo establecía había de ser observado por sus discípulos en todos los países y a través de todos los siglos." (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 608)
 
El Evangelio de Mateo explica lo que pasó: “Jesús tomó un pan y,  después de decir una bendición, lo partió y, dándolo a los discípulos, dijo: ‘Tomen, coman. Esto significa mi cuerpo’. También, tomó una copa y, habiendo dado gracias, la dio a ellos, diciendo: ‘Beban de ella, todos ustedes; porque esto significa mi “sangre del pacto”, que ha de ser derramada a favor de muchos para perdón de pecados’” (Mateo 26:26-28).

LA CENA DEL SEÑOR ES UNA TRANSICIÓN
DEL JUDAÍSMO AL CRISTIANISMO

"Cristo se hallaba en el punto de transición entre dos sistemas y sus dos grandes fiestas respectivas. Él, el Cordero inmaculado de Dios, estaba por presentarse como ofrenda por el pecado, y así acabaría con el sistema de figuras y ceremonias que durante cuatro mil años había anunciado su muerte. Mientras comía la pascua con sus discípulos, instituyó en su lugar el rito que había de conmemorar su gran sacrificio. La fiesta nacional de los judíos iba a desaparecer para siempre. El servicio que Cristo establecía había de ser observado por sus discípulos en todos los países y a través de todos los siglos.

La Pascua fue ordenada como conmemoración del libramiento de Israel de la servidumbre egipcia. Dios había indicado que, año tras año, cuando los hijos preguntasen el significado de este rito, se les repitiese la historia. Así había de mantenerse fresca en la memoria de todos aquella maravillosa liberación. El rito de la cena del Señor fue dado para conmemorar la gran liberación obrada como resultado de la muerte de Cristo. Este rito ha de celebrarse hasta que él venga por segunda vez con poder y gloria. Es el medio por el cual ha de mantenerse fresco en nuestra mente el recuerdo de su gran obra en favor nuestro." (El Deseado de Todas las Gentes, pág.608-609)

Con la muerte y sacrificio de Cristo, quedaron abolidas las leyes de ritos y ceremonias que se realizaban bajo la dispensación mosaica, la pascua incluída (Daniel 9:24-27). La Cena del Señor marca el punto de transición entre una religión basada en una gran cantidad de ritos y ceremonias a una expresión religiosa que sólo reconoce dos ritualidades, el bautismo y la Santa Cena, expresándose más bien en una vida entregada a Dios y el Evangelio.
 
 
¿QUÉ ES EN REALIDAD LA CENA DEL SEÑOR?

Cristo pidió a sus discípulos que lo recordaran por medio de celebrar una comida sencilla de pan y vino. Los cristianos celebran la cena del Señor en obediencia a Jesús.

1.- La Cena del Señor es un Memorial.

La Cena del Señor es ante todo una comida de recuerdo: "Haced esto en memoria de mí". Al compartir la Cena del Señor recordamos la vida de Cristo, su muerte, su resurrección y su promesa de venir de nuevo.

2.- La Cena del Señor es un acto de encuentro con Cristo (Mateo 18:20; 28:19-20).

"Es en estas ocasiones designadas por él mismo cuando Cristo se encuentra con los suyos y los fortalece con su presencia." (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 613)


3.- La Cena del Señor es un acto de Comunión.

La Cena del Señor es a menudo llamada "La Comunión". De hecho, en el mundo católico el primer acto de asistencia a este evento es llamado "La Primera Comunión" y que generalmente deriva en una celebración familiar.

La Cena del Señor es una comida de comunión con Cristo, pues mientras comía con sus discípulos, Jesús les dijo: "Esto es mi cuerpo [...] esto es mi sangre". Él dijo: "El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él".

"Es recibiendo la vida derramada por nosotros en la cruz del Calvario como podemos vivir la vida santa. Y esta vida la recibimos recibiendo su Palabra, haciendo aquellas cosas que él ordenó. Así llegamos a ser uno con él. “El que come mi carne, dice él, y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.” San Juan 6:54, 56-57. Este pasaje se aplica en un sentido especial a la santa comunión. Mientras la fe contempla el gran sacrificio de nuestro Señor, el alma asimila la vida espiritual de Cristo. Y esa alma recibirá fuerza espiritual de cada comunión. El rito forma un eslabón viviente por el cual el creyente está ligado con Cristo, y así con el Padre. En un sentido especial, forma un vínculo entre Dios y los seres humanos que dependen de él. Al recibir el pan y el vino que simbolizan el cuerpo quebrantado de Cristo y su sangre derramada, nos unimos imaginariamente a la escena de comunión del aposento alto. Parecemos pasar por el huerto consagrado por la agonía de Aquel que llevó los pecados del mundo. Presenciamos la lucha por la cual se obtuvo nuestra reconciliación con Dios. El Cristo crucificado es levantado entre nosotros. Contemplando al Redentor crucificado, comprendemos más plenamente la magnitud y el significado del sacrificio hecho por la Majestad del cielo. El plan de salvación queda glorificado delante de nosotros, y el pensamiento del Calvario despierta emociones vivas y sagradas en nuestro corazón. Habrá alabanza a Dios y al Cordero en nuestro corazón y en nuestros labios; porque el orgullo y la adoración del yo no pueden florecer en el alma que mantiene frescas en su memoria las escenas del Calvario." (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 615-616)

La Cena del Señor es además un acto de comunión entre todos los cristianos. "La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan." 1 Corintios 10:16-17. Todos los que parten el pan testifican que no se sirven a sí mismos, sino los unos a los otros. Partiendo el pan cada cristiano testifica que no vive para sí mismo, sino para los demás. Así como Jesús puso su vida por nosotros, también nosotros debemos poner nuestras vidas unos por otros (1 Juan 3:16). 

"Cristo instituyó este rito para que hablase a nuestros sentidos del amor de Dios expresado en nuestro favor. No puede haber unión entre nuestras almas y Dios excepto por Cristo. La unión y el amor entre hermanos deben ser cimentados y hechos eternos por el amor de Jesús. Y nada menos que la muerte de Cristo podía hacer eficaz para nosotros este amor." (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 614)

4.- La Cena del Señor es un acto de renovación de compromiso.

La Cena del Señor es un acto de renovación. Al participar del pan y del vino, renovamos nuestro pacto del bautismo, recibiendo a Jesús en nuestro corazón, manifestando nuestra decisión de resistir el pecado y vivir una vida santa.

Por medio de participar de la Cena del Señor manifestamos renovar nuestra disposición de continuar siendo cristianos y seguidores de Jesús. Manifestamos renovar nuestra decisión de vivir una vida de acuerdo a la vida y enseñanzas de Jesús, siendo principalmente buenos cristianos y buenas personas, de manera que otras personas puedan, a través de nuestro testimonio personal, aceptar a Jesús en sus corazones.


5.- La Cena del Señor es una acción de gracias.

La Cena del Señor es una comida de acción de gracias y por ello es llamada también "eucaristía" que significa dar gracias. A través de la Cena del Señor damos gracias por la vida, la salud y el alimento que recibimos a diario. Damos gracias por la inmensa misericordia de Dios para con todos nosotros.

"Nuestro Salvador dijo: “Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y bebierais su sangre, no tendréis vida en vosotros . . Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.” San Juan 6:53-55. Ésto es verdad acerca de nuestra naturaleza física. A la muerte de Cristo debemos aun esta vida terrenal. El pan que comemos ha sido comprado por su cuerpo quebrantado. El agua que bebemos ha sido comprada por su sangre derramada. Nadie, santo, o pecador, come su alimento diario sin ser nutrido por el cuerpo y la sangre de Cristo. La cruz del Calvario está estampada en cada pan. Está reflejada en cada manantial. Todo ésto enseñó Cristo al designar los emblemas de su gran sacrificio. La luz que resplandece del rito de la comunión realizado en el aposento alto hace sagradas las provisiones de nuestra vida diaria. La despensa familiar viene a ser como la mesa del Señor, y cada comida un sacramento.

A través de la Cena del Señor damos gracias a Dios haciendo nuestras las palabras del salmista quien dijo: "¿Cómo pagaré a Jehová todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de salvación, invocando su nombre." (Salmo 116:12-13)

6.- La Cena del Señor es un acto evangelístico.

Pablo dijo: "todas las veces que comieréis este pan y bebieréis esta copa la muerte del Señor anunciás." De manera que al realizar el memorial, no sólo recordamos la muerte de Cristo por nuestros pecados, sino que también anunciamos su muerte vicaria y nuestra fe en el inmenso amor entregado por todos nosotros.

7.- La Cena del Señor anuncia el Nuevo Pacto de Dios.

"Al participar con sus discípulos del pan y del vino, Cristo se comprometió como su Redentor. Les confió el nuevo pacto, por medio del cual todos los que le reciben llegan a ser hijos de Dios, coherederos con Cristo. Por este pacto, venía a ser suya toda bendición que el cielo podía conceder para esta vida y la venidera. Este pacto había de ser ratificado por la sangre de Cristo. La administración del sacramento había de recordar a los discípulos el sacrificio infinito hecho por cada uno de ellos como parte del gran conjunto de la humanidad caída." (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 613)

8.- La Cena del Señor anuncia la Segunda Venida de Cristo y el Reino de Dios.

"El rito de la comunión señala la segunda venida de Cristo. Estaba destinado a mantener esta esperanza viva en la mente de los discípulos. En cualquier oportunidad en que se reuniesen para conmemorar su muerte, relataban cómo él “tomando el vaso, y hechas gracias, les dio, diciendo: Bebed de él todos; porque ésto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados. Y os digo, que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid hasta aquel día, cuando lo tengo de beber nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.” En su tribulación, hallaban consuelo en la esperanza del regreso de su Señor. Les era indeciblemente precioso el pensamiento: “Todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga.” 1 Corintios 11:26." (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 614)

EL PAN Y EL VINO DE LA CENA PASCUAL

Muchas personas piensan que el pan y el vino que se utilizó en la Cena del Señor era pan y vino comunes que se utilizaban en el día a día de cada judío. Sin embargo, esto no es así, tanto el pan como el vino que se usaba en ocasión de la Pascua y que por tanto, se utilizó en la Cena del Señor eran sin levadura ni fermento. Los panes eran sin levadura y el vino consistía en jugo puro de uva sin fermentar. 

Sabemos que el pan que se utilizaba en la Pascua judía era pan sin levadura o "pan ázimo", de manera que no hay duda en esto, no era pan común o el pan que se comía todos los días (Exodo 13:4-8). Por otra parte y dado que en la Pascua no debía haber ni siquiera un gramo de levadura en el hogar celebrante, se asume que el vino debía ser sin fermentar. El relato evangélico destaca en tres de los evangelios que el vino utilizado en la última cena era "el fruto de la vid", es decir, el jugo puro de uva y sin fermentar (Mateo 26:29; Marcos 14:25; Lucas 22:18).

"Cristo estaba todavía a la mesa en la cual se había servido la cena pascual. Delante de él estaban los panes sin levadura que se usaban en ocasión de la Pascua. El vino de la Pascua, exento de toda fermentación, estaba sobre la mesa. Estos emblemas empleó Cristo para representar su propio sacrificio sin mácula. Nada que fuese corrompido por la fermentación, símbolo de pecado y muerte, podía representar al “Cordero sin mancha y sin contaminación.” 1 Pedro 1:19." (El Deseado de Todas las Gentes, pag. 609)

La levadura era considerada en los días de Cristo y mucho antes, como símbolo del pecado (Gálatas 5:9; 1 Corintios 5:6-8). Muchas veces, el pecado del corazón afecta las doctrinas religiosas de quienes profesan fe verdadera y Jesús recomendó cuidarse de los errores del pecado (Mateo 16:5-12).

Hoy en día, muchas corrientes religiosas no observan cuidado en los emblemas que se utilizan en la Cena del Señor como símbolos del cuerpo y sangre de Jesucristo. Utilizan pan y vino comunes, con levadura y fermentación y esto constituye una ofensa al cuerpo y la sangre de Cristo que se presentó sin mancha delante de Dios.

PREPARACIÓN PARA LA CENA DEL SEÑOR

"Mientras los discípulos del Señor se reúnen alrededor de su mesa, no han de recordar y lamentar sus faltas. No han de espaciarse en su experiencia religiosa pasada, haya sido ésta elevadora o deprimente. No han de recordar las divergencias existentes entre ellos y sus hermanos. El rito preparatorio ha abarcado todo ésto. El examen propio, la confesión del pecado, la reconciliación de las divergencias, todo ésto se ha hecho. Ahora han venido para encontrarse con Cristo. No han de permanecer en la sombra de la cruz, sino en su luz salvadora. Han de abrir el alma a los brillantes rayos del Sol de justicia. Con corazones purificados por la preciosísima sangre de Cristo, en plena conciencia de su presencia, aunque invisible, han de oír sus palabras: “La paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy.” San Juan 14:27." (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 613-614)
 
CREENCIAS EQUIVOCADAS SOBRE LA CENA DEL SEÑOR
 
Hay quienes creen, los católicos entre ellos, que Jesús convirtió realmente el pan en su carne, y el vino en su sangre. Igualmente, estas personas creen que el vino y el pan que se ofrecen en la misa, se convierten realmente en la sangre y la carne de Jesucristo. A este evento llaman ellos la "transubstanciación". La transubstanciación o transustanciación​ es, según las enseñanzas de la Iglesia católica, la conversión de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre. Sin embargo, esto es un error.

Una comentadora señala lo siguiente: "La institución bíblica de la Cena del Señor fué substituída por el sacrificio idolátrico de la misa. Los sacerdotes papales aseveraban que con sus palabras podían convertir el pan y el vino en 'el cuerpo y sangre verdaderos de Cristo.' (Cardenal Wiseman, The Real Presence, Confer. 8, sec. 3, párr. 26.) Con blasfema presunción se arrogaban el poder de crear a Dios, Creador de todo. Se les obligaba a los cristianos, so pena de muerte, a confesar su fe en esta terrible herejía que afrentaba al cielo. Muchísimos que se negaron a a ello fueron entregados a las llamas." (El Conflicto de los Siglos, pág. 64)

¿Significa esto que los discípulos comieron de verdad la carne de Jesús y bebieron su sangre? No, definitivamente no, ya que eso habría sido una violación de la ley de Dios (Génesis 9:3, 4; Levítico 17:10). Más bien los evangelios dejan ver que las palabras de Jesús, al decir este pan es mi cuerpo y esta copa es mi sangre estaba refiriendo un simbolismo. 
Sí, el pan y el vino son sólo símbolos. El pan representa el cuerpo de Cristo que por nosotros fue quebrantado. El pan que simbolizó el cuerpo de Cristo estaba hecho sin levadura o fermento de ningún tipo, al igual que el vino que representa la sangre de Jesús derrramada por el pecado de todos nosotros. Jesús indicó que derramaría su sangre “para perdón de pecados” (Éxodo 12:8). 

En palabras de Martín Lutero se dijo: "La misa es una cosa mala. Dios se opone a ella. Debería abolirse, y yo desearía que en su lugar se estableciese en todas partes la cena del Evangelio." (El Conflicto de los Siglos, pág. 200)

1.- ¿Qué día debe celebrarse la Cena del Señor?

La verdad es que en los Evangelios o en las Cartas Apostólicas no se encuentra instrucción referente a qué día en especial debe celebrarse la Cena del Señor o la Comunión. 

Siendo así, los católicos y mormones celebran la Comunión todos los días domingos. Los evangélicos no tienen un día especial para celebrarla. Los adventistas celebran la Cena del Señor varias veces en el año (3 o 4 veces al año) pero no en un día específico. Los simpatizantes de la WatchTower celebran el Memorial una vez al año y en algún día específico de fines de marzo o primera quincena de abril, que coincida con el día 14 de Nisán del calendario judío, fecha en que fue crucificado Jesús de Nazareth.

Frente a esto, cabe preguntar: ¿en qué día debemos celebrar la Cena del Señor? Bueno, como ya dijimos, no existe una instrucción precisa al respecto.

Quienes abogan por celebrar la Comunión cada domingo, se adelantan a señalar Hechos 20:7 que dice: "Y el día primero de la semana, juntos los discípulos a partir el pan". Sin embargo, si analizamos el contexto de este versículo, veremos que en Hechos 2:6 dice: "pasados los días de los panes sin levadura, navegamos de Filipos y vinimos a ellos a Troas en cinco días, donde estuvimos siete días."

De este sencillo pasaje se desprende lo siguiente: Los días de los panes sin levadura comenzaban el día 14 de Nisán (Abib) y terminaban el día 21 (Exodo 12:15-20; 13:3-6).

El relato bíblico dice que "pasados los días de los panes sin levadura" esto es pasada la Pascua y el día 21 de Nisán, 7 días después de la Pascua "navegamos de Filipos, y vinimos a ellos a Troas en cinco días" lo que nos lleva al día 26 de Nisán y luego continúa diciendo: "donde estuvimos siete días", lo que ya nos lleva al día tercero o cuarto del mes siguiente Iyar. Después de esto, señala: "y el día primero de la semana juntos los discípulos a partir el pan". Todo esto deja ver que la situación de reunirse el día primero de la semana para realizar el partimiento del pan, no necesariamente debe ser un domingo, sino más bien el texto deja ver que coincidió en aquella ocasión con ser un domingo o primer día de la semana después de toda la travesía que realizaron los discípulos navegando por Filipos y tras su estadía en Troas.

Hechos 20:7 es la única referencia bíblica que indica la realización de una Cena del Señor en un día domingo. De hecho, la primera Santa Cena fue realizada por Jesús un jueves por la noche y no un domingo. 

Ahora, quienes insisten en la Cena del Señor o el Memorial debe realizarse sólo una vez al año y en el día 14 de Nisán, se ven desmentidos por este mismo texto, en que la Cena del Señor se realizó un día tercero o cuarto de Iyar, el mes siguiente al de Nisán.

2.- ¿Quiénes pueden participar de la Cena del Señor?

Generalmente, las distintas confesiones religiosas proponen que sólo las personas bautizadas y en regla pueden participar de la Cena del Señor. 

"El ejemplo de Cristo prohibe la exclusividad en la cena del Señor. Es verdad que el pecado abierto excluye a los culpables. Ésto lo enseña claramente el Espíritu Santo 1 Corintios 5:11. Pero, fuera de ésto, nadie ha de pronunciar juicio. Dios no ha dejado a los hombres el decir quiénes se han de presentar en estas ocasiones. Porque ¿quién puede leer el corazón? ¿Quién puede distinguir la cizaña del trigo?" (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 612)

"Nadie debe excluirse de la comunión porque esté presente alguna persona indigna. Cada discípulo está llamado a participar públicamente de ella y dar así testimonio de que acepta a Cristo como Salvador personal. Es en estas ocasiones designadas por él mismo cuando Cristo se encuentra con los suyos y los fortalece por su presencia. Corazones y manos indignos pueden administrar el rito; sin embargo Cristo está allí para ministrar a sus hijos. Todos los que vienen con su fe fija en él serán grandemente bendecidos. Todos los que descuidan estos momentos de privilegio divino sufrirán una pérdida. Acerca de ellos se puede decir con acierto: “No estáis limpios todos.” (El Deseado de Todas las Gentes, pág.613)
 
¿QUÉ SIGNIFICA COMER LA CENA DEL SEÑOR INDIGNAMENTE?
1 Corintios 11:27-29

Muchas personas piensan que no son dignos de participar de la Cena del Señor, se sienten indignos. Sin embargo, aunque las traducciones de la Biblia al español utilizan la expresión "indignamente" refiriendo a algunas personas que se presentan a la Cena del Señor, esto no refiere a la indignidad del pecado. Recuerde que Jesús dijo: "Al que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6:37). Jesús precisamente convoca a todos aquellos que se sienten cansados y agobiados por la carga del pecado y les promete el descanso (Mateo 11:28-30). El dice: "No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores" (Marcos 2:17). Concluyentemente, no es la indignidad del pecado lo que nos hace indignos.

Entonces: ¿qué significa comer y beber “indignamente”? según 1 Corintios 11:27-29. Lea esto a la luz de Lucas 17:9-14.

¿Qué quiso decir Pablo con la expresión “indignamente”? La palabra griega que se usa es ἀναξίως (anaxios). No es un adjetivo calificativo, sino un adverbio de modo y que se traduce "indignamente" y significa "inadecuado para una cosa". Hacer algo de una manera indigna. Note que la indignidad no está propiamente en el que realiza la acción, sino en la manera o en la forma que realiza la acción.

Pablo no esta hablando de la gente, sino del modo en que la gente participa de la Cena. Lo que hace indigna a una persona para participar de la Cena del Señor no es que sea indigna por el pecado, sino por la manera en que se acerca a los emblemas, ya sea sin dolor por el pecado, sin arrepentimiento, con orgullo, arrogancia, con ira, disensión, sin examen propio, sin intención de compromiso con Dios.

¿Cuál es la consecuencia de participar de la Cena del Señor "indignamente"?  La respuesta la da el mismo apóstol diciendo: 
 ἔνοχος ἔσται τοῦ σώματος καὶ τοῦ αἵματος τοῦ κυρίου. "culpable es del cuerpo y de la sangre del Señor".

¿De qué manera se puede estar participando de la Cena del Señor indignamente? Veamos algunas traducciones de la Biblia para 1 Corintios 11:27-29 y esto nos ayudará a aclarar conceptos.

"Por eso, si una persona come del pan o bebe de la copa del Señor Jesucristo sin darle la debida importancia, peca en contra del cuerpo y de la sangre de Jesucristo. Por lo tanto, antes de comer del pan y beber de la copa, cada uno debe preguntarse si está actuando bien o mal. Porque Dios va a castigar al que coma del pan y beba de la copa sin darse cuenta de que se trata del cuerpo de Cristo." (Traducción en Lenguaje Actual)

"Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna, será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor. Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa. Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena." (Nueva Versión Internacional)



 
 
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