MUNDO Y RELIGION - M&R
   
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  Juan 14:16 ¿Es Jesús el Espíritu Santo?
 



"Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador,
para que esté con vosotros para siempre."
Juan 14:16

El cristianismo vive un tiempo de mucha confusión. Existen innumerables corrientes y posturas religiosas en cuanto a una diversidad de temas al interior del cristianismo y lo mismo ocurre acerca del Espíritu Santo y su relación con Jesús el Cristo.

En el último tiempo y especialmente entre los adventistas del séptimo día, han estado surgiendo resabios de antiguas creencias consideradas heréticas como son el arrianismo y el modalismo.

El arrianismo, doctrina surgida aproximadamente en 318 d.C. atribuida al presbítero alejandrino Arrio (256 – 336 d.C.) niega la divinidad de Cristo, sosteniendo que Jesús es el Hijo de Dios, procedente del Padre, pero no eterno, sino engendrado por el Padre antes que Dios creara el tiempo distinto a Dios y subordinado a Él.

Por su parte, el modalismo sostiene que Dios, se manifiesta a la humanidad en diversas maneras o modos (de ahí el término modalismo), dependiendo de las circunstancias y propósitos. Siendo así, se reconocen tres modos o maneras en que Dios se manifiesta a los hombres, como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo, siendo en consecuencia una misma persona o esencia, pero en tres modos distintos y diferentes.

Estas dos posiciones teológicas antagonizan al trinititarismo con su fe en tres personas y un solo Dios, es decir, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo siendo tres personas diferentes pero el mismo y único Dios.

Hoy en día, dentro de los adventistas del séptimo día ha surgido un movimiento, que dice basarse en lo que creían los pioneros adventistas de la segunda mitad del Siglo XIX y se oponen a la creencia fundamental que dice que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres personas divinas, compartiendo una misma esencia, naturaleza, poder y autoridad, pero un solo Dios. Esto significa que el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios – tres personas, pero un solo Dios. Cada persona es completamente Dios, y sin embargo hay un sólo Dios (Vea Mateo 28:19-20; 1 Juan 5:7).

En resumidas cuentas, estos disidentes dentro del adventismo del séptimo día, promueven que el Padre es Dios Todopoderoso, Jesús es el Hijo de Dios engendrado por el Padre y por tanto de naturaleza divina, aunque no Dios Todopoderoso, mientras que el Espíritu Santo es el mismo Hijo en un modo o diferente manera de manifestarse a la humanidad.

De esta manera, se mezcla confusamente parte del arrianismo, otra parte del modalismo y conceptos del trinitarismo. En otras palabras, es una doctrina ecléctica que mezcla un poco de todo para proponer algo llamativo y diferente y así justificar la existencia de un grupo diferente dentro de otro grupo o corriente religiosa.

En consecuencia, la doctrina que promueven estas personas enseña una posición diferente a las tres doctrinas de base en que se funda, a saber, diferente al trinitarismo ya que no habla de tres que son uno sino de dos que son uno, diferente al arrianismo clásico ya que reconoce divinidad en Jesús, algo que el arrianismo no reconoce, y diferente al modalismo clásico ya que, en el concepto de modos, excluye al Padre y sólo considera al Hijo y al Espíritu Santo. Una enseñanza lamentable, que no se encuentra en la Biblia y que sólo contribuye a enrarecer más y más el ya complejo escenario teológico dentro del cristianismo mundial.

¿ES JESÚS EL ESPÍRITU SANTO? 
   Mateo 3:16-17

Por supuesto que no. En Mateo 3:17 se deja ver claramente que hay tres entidades que se unen en la salvación del hombre, el Padre (la voz que procede del cielo), el Hijo que recibe el bautismo en el Jordán y el Espíritu Santo que desciende sobre Jesús en forma de paloma aprobando el ungimiento del Mesías. Este sencillo relato deja ver claramente que el Espíritu Santo es un agente distinto al Hijo, aunque unido en el mismo propósito. Lo mismo, se deja ver en Mateo 28:19-20 en que se menciona a los tres grandes poderes unidos e invocados en el mismo y único nombre de Dios.

La corriente modalista afirma que el Espíritu Santo es Jesús mismo, pero en modo o manera distinta desprovisto de la naturaleza humana y por medio del cual puede estar con nosotros en todas partes. Según ellos, esto estaría en armonía con todos los textos en los que la Biblia usa la expresión “Espíritu de Cristo”, y que la preposición “de” sería un indicador de identidad, es decir, que el Espíritu es Cristo mismo. Algo que está lejos de ser correcto, ya que la preposición “de”, gramaticalmente indica pertenencia y no identidad.

En resumen, esto es una tergiversación del texto bíblico y del verdadero sentido de las Santas Escrituras. Las expresiones “Espíritu de Cristo” (Romanos 8:9), “Espíritu de Jesucristo” (Filipenses 1:19) o “Espíritu de su Hijo” (Gálatas 4:6) corresponden indudablemente al modo genitivo del griego y que se utiliza para mostrar el origen o la procedencia de algo, en este caso del Espíritu Santo. Cuando se llama a Jesús “Hijo de David”, no significa que él mismo sea David, pero sí que procede de David. Así también, “Espíritu de Cristo” indica que el Espíritu procede de Cristo, y no que es el mismo Cristo. Se debe recordar que la Biblia sí enseña que entre las tres Personas divinas existe una íntima relación. Por eso, se afirma que el Espíritu Santo procede tanto del Hijo como del Padre (Juan 14:26; 15:26).

En otro ámbito, a quienes razonan que el Espíritu Santo es Cristo mismo porque se le menciona como "el espíritu de Cristo" o "el espíritu del Señor", tenemos que decir, que se debiera aplicar el mismo razonamiento frente a Isaías 11:2 en que se dice que el Espíritu Santo es "el espíritu de Jehová" e Isaías 61:1 en que se dice: "el espíritu del Señor Jehová" o bien Juan 15:26 en que se dice que el Espíritu Santo "procede del Padre". 

En una lectura reflexiva de los dos textos anteriores y en que se habla de la obra terrenal del Mesías, es decir Jesús el Cristo, se indica que el Espíritu de Jehová reposará sobre él, no que el Mesías sea el Espíritu, sino que el Espíritu reposará sobre él que es lo que ocurrió en Mateo 3:16-17. Esto fue confirmado por el propio Jesús, quien nunca dijo que el fuera el Espíritu Santo, sino por el contrario y confirmando las Escrituras dijo: "El Espíritu el Señor es sobre mí" (Lucas 4:14-21).

La enseñanza bíblica y apostólica no enseña que Jesús es el Espíritu Santo como enseñan algunos disidentes adventistas, sino más bien: "Cuanto a Jesús de Nazaret; como le ungió Dios de Espíritu Santo y de potencia" (Hechos 10:38) coincidiendo con todas las Escrituras tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento (Isaías 11;2; 61;1; Mateo 3:16-17; Lucas 4:14-21).

Note también, que el Espíritu Santo es llamado "el espíritu de Dios" y el "espíritu de Cristo" en Romanos 8:9-11. ¿Por qué sucede esto? Sencillamente, porque el Espíritu Santo es uno con el Padre y también uno con el Hijo, en la unión perfecta de tres que llegan a ser uno en naturaleza, autoridad y propósito. 

Algunos grupos disidentes dentro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día han asimilado este aspecto del error modalista y afirman que la misma Elena G. de White creía que Jesús era el Espíritu Santo. Citan una declaración que ella escribió en 1895:

“El Espíritu Santo es él mismo despojado de su personalidad humana e independiente de ella” (Manuscript Releases, t. 14, p. 23).

¿Significa esto que para Elena G. de White Jesús es la misma persona que el Espíritu Santo, pero “despojado de su personalidad humana”? Claramente, no.

¿A qué refiere Elena G. de White cuando expresa que “el Espíritu Santo es el mismo (Cristo) despojado de su personalidad e independiente de ella”? ¿Significa que Cristo se despojó de su personalidad humana y adoptó la forma del Espíritu Santo despojado de su personalidad como Cristo e independiente de ella? No, claro que no.

Veamos algunas declaraciones que dan más luz sobre el comentario anterior:

¿Es Jesús el mismo que el Espíritu Santo? Vea el siguiente comentario:

“Aunque nuestro Señor ascendió de la Tierra al Cielo, el Espíritu Santo fue designado como su representante entre los hombres. [Se cita Juan 14:15-18]”.

La línea de pensamiento que ella intenta desarrollar en el contexto indica que, en su concepto, el Espíritu Santo era el “representante” de Cristo “entre los hombres”, y no el mismo Cristo. Entonces, ¿por qué dijo que “el Espíritu Santo es él mismo despojado de su personalidad humana”? Sencillamente, porque Jesús y el Espíritu Santo son uno y el mismo Dios. No podemos separar lo que es uno desde tiempos eternos.

Afortunadamente, con los años, Elena de White fue clarificando esta idea, y ya no quedó duda de lo que ella tenía en mente. En 1898 escribió:

 “El Espíritu Santo es el representante de Cristo, pero despojado de la personalidad humana e independiente de ella. Estorbado por la humanidad, Cristo no podía estar personalmente en todo lugar. Por tanto, convenía a sus discípulos que fuese al Padre y enviase el Espíritu como su sucesor en la tierra. Entonces nadie podría tener ventaja por causa de su situación o contacto personal con Cristo. Por medio del Espíritu el Salvador sería accesible a todos. En este sentido estaría más cerca de ellos que si no hubiese ascendido a lo alto” (El Deseado de todas las gentes, pp. 622, 623).

Este pasaje es muy claro en la línea de pensamiento del adventismo. “El Espíritu Santo es el representante de Cristo, pero despojado de la personalidad humana e independiente de ella.” El Espíritu Santo no es Cristo mismo, sino su “representante” y es el Espíritu Santo el que está despojado de la personalidad humana e independiente de ella”, no Cristo. Recordemos que Cristo está actualmente sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso como mediador entre Dios y nosotros. ¿En qué naturaleza está sentado Cristo a la diestra de Dios Padre? La Biblia lo dice claramente: “Porque hay un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. ¿Está actualmente Cristo despojado de su naturaleza humana para estar entre nosotros como el Espíritu Santo? Por supuesto que no. Jesús como Sumo Sacerdote está en este momento intercediendo por nosotros ante el Padre como un Santo Mediador, Jesucristo hombre. Jesús en su naturaleza humana intercede ante el Padre por nosotros. ¿Entonces quién está despojado de la personalidad humana e independiente de ella? El Espíritu Santo, que es el Representante de Cristo, pero no Cristo mismo.

Jesús y el Espíritu Santo no son la misma persona, sin embargo, si son uno y el mismo Dios.  El Espíritu Santo no es Cristo despojado de la naturaleza humana como pretenden enseñar los disidentes adventistas, sino que: “El Espíritu Santo es el representante de Cristo, pero despojado de la personalidad humana e independiente de ella.” ¿Por qué era necesario que viniese el Espíritu Santo? El mismo párrafo contesta: “Estorbado por la humanidad, Cristo no podía estar personalmente en todo lugar.” Sin embargo: “Por medio del Espíritu el Salvador sería accesible a todos. En este sentido estaría más cerca de ellos que si no hubiese ascendido a lo alto”.  Es por medio del Espíritu Santo que Jesús está con la Iglesia y en medio de todos nosotros (Lea ahora y entienda Mateo 18:20; 28:19-20).

TRES PERSONAS
EN MATEO 28:19-20

Mateo 28:19-20 es quizás uno de los textos que más claramente nos habla de las tres personas divinas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Primero, menciona a los tres poderes bajo un mismo y único nombre. Si bien menciona a las tres personas en orden, deja ver que poseen la misma, esencia, naturaleza y poder, ya que los tres están invocados en el mismo nombre.

Quienes abogan por enseñar que el Espíritu Santo es “la fuerza activa de Dios”, por el propio peso de esta cita bíblica, se ven obligados en Mateo 28:19-20 a señalar al Espíritu Santo tal como lo señalan las Escrituras y no reemplazar su clara mención por “la fuerza activa de Dios” concepto que no aparece en ninguna parte en las Santas Escrituras y que constituye una adulteración del texto bíblico so pretexto de interpretar correctamente lo que el propio texto enseña.

Si en verdad El Espíritu Santo fuera “la fuerza activa de Dios” no tendría ningún sentido mencionarlo en Mateo 28:19-20 ya que serían sólo dos las personas que actúan en nuestra salvación, a saber: el Padre y el Hijo. No obstante, el texto menciona tres agentes que intervienen en nuestra salvación.

Reflexione en los siguientes comentarios:

“Debemos cooperar con los tres poderes más elevados del Cielo: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y estos tres poderes trabajarán mediante nosotros convirtiéndonos en obreros juntamente con Dios” (Elena g. de White, El evangelismo, p. 618).

“Hay tres personas vivientes en el trío celestial; en el nombre de estos tres grandes poderes el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son bautizados los que reciben a Cristo mediante la fe, y esos poderes colaborarán con los súbditos obedientes del cielo en sus esfuerzos por vivir la nueva vida en Cristo.” (E. G. de White, El Evangelismo, pág. 446). — Special Testimonies, Serie B, 7:62, 63 (1905).  

“Los eternos dignatarios celestiales — Dios, Cristo y el Espíritu Santo —armándolos [a los discípulos] con algo más que una mera energía mortal... avanzaron con ellos para llevar a cabo la obra y convencer de pecado al mundo” (E. G. de White, El Evangelismo 447) - Manuscrito 145, 1901.   

Si en verdad la Divinidad estuviera compuesta sólo por dos personas, en Mateo 28:19-20 se hubiese mencionado sólo al Padre y al Hijo. Sin embargo, se menciona al Espíritu Santo como si tuviese la misma esencia, naturaleza y autoridad que el Padre y el Hijo. 

TRES PERSONAS DIVINAS
1 Juan 5:7

La Biblia enseña que las tres personas divinas que actúan en favor de nuestra salvación si bien se mencionan en orden como el Padre, el Hijo y El Espíritu Santo, esto no obedece a un orden jerárquico sino más bien a un orden de función en relación a la salvación del hombre. El Padre es el Juez, el Hijo es nuestro Abogado y el Espíritu Santo es quien nos conduce a nuestro Abogado.

En este sentido, el Padre es la Primera Persona de la Divinidad, el Hijo es la Segunda Persona de la Divinidad y el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Divinidad. Esto es lo que han creído los Adventistas del Séptimo Día desde sus inicios en 1863, aunque como siempre, en todo tiempo ha habido detractores y quienes no están plenamente en comunión con esta creencia fundamental. Recordemos que, si bien en los inicios del adventismo del séptimo día había hermanos que en su fuero interno eran detractores de la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, la Sra. Elena G. de White, una de las principales fundadoras de la Iglesia Adventistas del Séptimo Día, sí creía y enseñaba que hay tres personas divinas que actúan unidas en favor de nuestra salvación lo cual queda ampliamente sustentado en sus escritos desde el mismo inicio de su obra evangelística.

"El Verbo existía como un ser divino, como el eterno Hijo de Dios, en unión y unidad con su Padre. Desde la eternidad era el Mediador del pacto, aquel en quien todas las naciones de la tierra, tanto judíos como gentiles, habían de ser bendecidas si lo aceptaban. 'El Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios' (Juan 1:1). Antes de que fueran creados los hombres o los ángeles, el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios.

El Señor Jesucristo, el divino Hijo de Dios, existió desde la eternidad como una persona distinta, y sin embargo era uno con el Padre. Era la excelsa gloria del cielo. Era el Comandante de las inteligencias celestiales, y el homenaje de adoración de los ángeles era recibido por él con todo derecho." (E. G. de White, 1 Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 238)

Quienes majaderamente, insisten en que el Espíritu Santo es el propio Cristo despojado de la naturaleza humana, citan prejuiciosamente un pasaje de la siguiente autora para reforzar su error:

"'Cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad.' Tan sólo mediante la ayuda de aquel Espíritu que en el principio 'se movía sobre la haz de las aguas;' de aquel Verbo por quien 'todas las cosas... fueron hechas;' de aquella 'Luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo,' puede interpretarse correctamente el testimonio de la ciencia. Sólo mediante su dirección pueden discernirse sus verdades más profundas." (Elena G. de White, La Educación, pág. 130)

¿Enseña este pasaje que el Verbo (Cristo) y el Espíritu Santo son una misma persona? Claro que no. Sin embargo, son una misma cosa. ¿Cómo puede ser esto? De la misma manera en que Jesús explicó diciendo: "Yo y el Padre somos una cosa" (Juan 10:30). ¿Dijo Jesús que él y el Padre eran una misma persona? No claro que no, Jesús identificó dos personas "Yo y el Padre" y entonces dijo: "somos una cosa". El Espíritu Santo es una sola y misma cosa con el Padre y con el Hijo, por ello no se puede hablar de tres dioses, sino de un solo Dios. 

No debiera resultarnos extraño que al Espíritu Santo se lo menciona como a Cristo, así como tampoco debiera resultarnos extraño que al Espíritu Santo se lo menciona como al Padre. ¿Significa esto que el Espíritu Santo es Cristo o que el Espíritu Santo es el Padre? No, de ninguna manera, sin embargo, es uno con Cristo y con el Padre. 

En 1 Juan 5:7 se indica y señala claramente: “tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo”. No dos, sino tres. ¿Por qué se tiende a confundir al Padre con el Espíritu Santo? ¿Por qué se tiende a confundir al Hijo con el Espíritu Santo? Sencillamente porque tal como dice el versículo bíblico: “estos tres son uno”.

EL ESPÍRITU SANTO
LA TERCERA PERSONA DE LA DIVINIDAD       
Mateo 28:19-20

“La personalidad del Espíritu Santo — Necesitamos comprender que el Espíritu Santo, que es una persona así como Dios es persona, anda en estos terrenos.” — E. G. de White, Manuscrito 66, 1899. [Extracto de un discurso dado a los alumnos del Colegio de Avondale, Australia.] El Evangelismo, pág. 447. Manuscript 130, 1901

"El mal se había estado acumulando durante siglos, y sólo podía ser restringido y resistido por el grandioso poder del Espíritu Santo, la tercera Persona de la Divinidad, que vendría con energía no modificada, sino con la plenitud del poder divino. Debía hacerse frente a otro espíritu; porque la esencia del mal trabajaba de todas maneras, y la sumisión del hombre al cautiverio satánico era asombrosa” (E. G. de White, Testimonios para los Ministros, pág. 398). 

“El príncipe del poder del mal puede ser mantenido en jaque únicamente por el poder de Dios en la tercera persona de la Divinidad, el Espíritu Santo.” (Special Testimonies, Serie A, Nº 10, pág. 37. Año 1897)”. El Evangelismo, pág. 448).

"El pecado podía ser resistido y vencido únicamente por la poderosa intervención de la tercera persona de la Divinidad, que iba a venir no con energía modificada, sino en la plenitud del poder divino. El Espíritu es el que hace eficaz lo que ha sido realizado por el Redentor del mundo. Por el Espíritu es purificado el corazón. Por el Espíritu llega a ser el creyente partícipe de la naturaleza divina. Cristo ha dado su Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias hacia el mal, hereditarias y cultivadas, y para grabar su propio carácter en su iglesia." (Elena G. de White, El Deseado de Todas las Gentes, pág. 625)

¿JESÚS Y EL ESPÍRITU SANTO SON LA MISMA PERSONA? 
Juan 14:16-17

¿Es Cristo el Espíritu Santo? No, definitivamente no.

"El Espíritu Santo es el representante de Cristo, pero despojado de la personalidad humana e independiente de ella. Estorbado por la humanidad, Cristo no podía estar en todo lugar personalmente. Por lo tanto, convenía a sus discípulos que fuese al Padre y enviase el Espíritu como su sucesor en la tierra. Nadie podría entonces tener ventaja por su situación o su contacto personal con Cristo. Por el Espíritu, el Salvador sería accesible a todos. En este sentido, estaría más cerca de ellos que si no hubiese ascendido a lo alto." (Elena G. de White, El Deseado de Todas las Gentes, pág. 623)

El pasaje anterior, indica claramente que el Espíritu Santo no es Cristo mismo, sino que "El Espíritu Santo es el representante de Cristo", "su sucesor en la tierra". Jesús no es el Espíritu Santo, sino que "Por el Espíritu, el Salvador sería accesible a todos." 

¿Es Jesús y el Espíritu Santo la misma persona?

"El Espíritu Santo es el Consolador, en el nombre de Cristo. El personifica a Cristo, sin embargo, es una personalidad diferente." (Elena G. de White, MR 20, 324 - Ms. 93, 1893) ¿Hay algo más claro que esto?

¿De qué otra manera Jesús atribuyó una personalidad al Espíritu Santo? En Juan 14:16-17, 26 según la traducción Reina - Valera 1909 y 1960 Jesús llama al Espíritu Santo como "El Consolador". Sin embargo, otras traducciones vierten la expresión "ayudante" como sucede con la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras o The New King James Versión en inglés, lo mismo que ocurre con la English Standard Version. Por su parte la Nueva Traducción Viviente vierte "Abogado Defensor".

EL OTRO CONSOLADOR
Juan 14:16

La definición "Consolador" es una traducción del griego παράκλητος que significa "socio", "ayudante", "colaborador", "apoyador". Es importante destacar que la expresión Consolador (παρακαλῶν) también es usada en Septuaginta (traducción griega de la Biblia) con relación al Padre y que traduce el hebreo מְנַחֶמְכֶ֑ם en Isaías 51:12. La expresión también se usa en relación al Hijo (παράκλητος en 1 Juan 2:1) de donde se desprende que la Biblia nos habla de tres personas que son colaboradoras o están asociadas en el plan de la salvación de la humanidad y son denominadas con el término griego παράκλητος o Consolador. 

Siendo así, el Padre es Consolador, el Hijo es Consolador y el Espíritu Santo es Consolador, ya que los tres colaboran en la salvación de la humanidad. Por esa razón Jesús habla de "otro Consolador" porque aparte del Espíritu Santo como Consolador, el Padre también es Consolador (Vea Isaías 51:3; 2 Corintios 1:3-4 ) y el Hijo también es Consolador (1 Juan 2:1) ¿Hay tres consoladores? No, son uno y el mismo Consolador, Dios nuestro Salvador.

En consonancia con 1 Juan 2:1 en que a Cristo se le llama Consolador o abogado (παράκλητος) se hace la siguiente invitación:

"Cristo debe ser conocido por el bendito nombre de Consolador." (Elena de White, Sra. 7, par. 10, 26 de enero de 1902).  En hecho, la misma comentadora indica sobre el Espíritu Santo en Juan 14:16-17: "Esto se refiere a la omnipresencia del Espíritu de Cristo, llamado el Consolador." (Elena de White, Manuscript Releases 14. p. 179:2)

En la declaración de Juan 14:16 Jesús señala a los discípulos que el Padre enviará "otro Consolador" que es la traducción de la expresión griega ἄλλον παράκλητον. Resulta interesante notar que en griego existen dos expresiones para indicar la idea de otro, a saber έτερος (hetero) que señala a otro de distinta naturaleza  y que se usa por ejemplo en la expresión "heterosexual" que aplica a una persona que se relaciona afectivamente con personas de otro y distinto sexo (un hombre con una mujer). Sin embargo, la expresión  ἄλλος señala a otro de igual naturaleza, como por ejemplo en la expresión "alopata" que se aplica a la medicina tradicional y que generalmente en el uso de fármacos, sana una enfermedad, pero mediante efectos secundarios puede llegar a generar otra enfermedad con el tiempo.

Cristo presenta al Espíritu Santo en este texto como ἄλλον Παράκλητον. Las palabras ἄλλον Παράκλητον significan “otro Consolador” u “otro Ayudador”. El término ἄλλον significa “otro de la misma especie” u “otro de la misma clase” u “otro igual”. “Visto que la palabra griega ἄλλον significa “otro de la misma clase”, se deduce que el Espíritu Santo era de la misma clase que Cristo, a saber, una persona divina”.

Siendo así, la expresión usada por Jesús en Juan 14:16 ἄλλον παράκλητον al decir que el Padre enviará "otro Consolador", está reconociendo que este otro Consolador posee la misma esencia y naturaleza que él, y que en definitiva es la misma esencia y naturaleza del Padre. La expresión "otro Consolador" ubica al Espíritu Santo en la misma posición que el Padre y el Hijo, siendo en consecuencia tres colaboradores que trabajan por la salvación de la humanidad. En este párrafo de la Biblia, Jesús asigna al Espíritu Santo su rol como "socio", "colaborador" o "ayudante" en el plan de la redención humana, siendo en consecuencia un tercer "colaborador" en el plan de la salvación del hombre, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tal como él mismo Jesús expresa en la conocida fórmula bautismal que hoy en día usan todos los cristianos (Mateo 28:19-20).

Que la expresión usada por Jesús en Juan 14:16 ἄλλον παράκλητον refiere a "otro" aparte de él, se entiende fácilmente de una sana y desprejuiciada lectura del texto. El Espíritu Santo, el Consolador, es una persona distinta a Jesús, el Hijo. El Espíritu Santo y Jesús el Hijo, no son la misma persona como enseñan equivocadamente unos pocos adventistas disidentes, sino una persona distinta a Jesús pero en unión con el y el Padre (Lea Juan 16:7-14).

¿Qué significa la expresión "otro Consolador"? Sencillamente que Jesús también es Consolador y por tanto que se lo llame Consolador en las Santas Escrituras o en algún otro escrito aparte de la Biblia no significa que Jesús es el Espíritu Santo sino que se reconoce a Cristo como Consolador y por consecuencia y tal como dice el propio Jesús, al Espíritu Santo como "otro Consolador".  Igualmente, ya vimos que al Padre se le llama igualmente "Consolador". ¿Significa esto que el Padre y el Espíritu Santo son la misma persona? No, de ninguna manera. El Espíritu Santo en relación al Padre, y también al Hijo, es "otro Consolador".

Jesús en todo tiempo y por todos los cristianos de los primeros siglos fue reconocido como el bendito Consolador, no porque el fuera el Espíritu Santo sino sencillamente porque esa es su misión en el plan de salvación, al igual que la misión del Padre y del Espíritu Santo. ¿Cómo puede ser Cristo un Consolador? Vea Lucas 4:14-21.



Jesús se dio a conocer como Consolador 
en Lucas 4:14-21

Recordemos lo dicho por la célebre autora adventista: 

"Cristo debe ser conocido por el bendito nombre de Consolador." (Elena de White, Sra. 7, par. 10, 26 de enero de 1902).
 
Cristo Jesús, fue el Consolador para los primeros cristianos, como debe serlo para nosotros hoy en día. Así ha quedado registrado en un valioso testimonio arqueológico de una sinagoga judía de los primeros siglos en la ciudad de Susya situada en la zona C de Cisjordania controlada administrativa y militarmente por Israel dada a conocer en 2020 y en que aparece el nombre de Jesús consignado como el Consolador.

Efectivamente, entre las ruinas arqueológicas de esta sinagoga judía se encuentra una inscripción en el piso que en lengua aramea derivada del hebreo dice: 
“דכירן לטב מנחמה ישוע שהדה ומנחמה ש…”  (dejiran latov menajemah yeshuá sahadáh umenajemah sh...) que traducido significa aproximadamente "recuerden para bien al Consolador Jesús martir y Consolador" dejando ver claramente que la misión de Consolador no sólo era reconocida para el Espíritu Santo sino también para Jesús, el Consolador.  



Hallazgo arqueológico de una sinagoga judía del Siglo I
en que se reconoce a Jesús como Consolador





Grabado en el piso de la Sinagoga de Susya
en que aparece el nombre de Jesús y se le llama Consolador


 
 
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