"Entonces Tomás respondió, y díjole: ¡Señor mío, y Dios mío!"
Juan 20:28
Juan 20:28 es otro texto controvertido del Nuevo Testamento. ¿A quién refirió Tomás las palabras "¡Señor mío, y Dios mío!"? ¿Dirigió estas palabras a Jesús reconociéndolo como su Señor y Dios, o bien profirió una exclamación y prorrumpió en una alabanza a Dios y no a Cristo?
Como primer punto debemos destacar que el texto en prácticamente todas las traducciones bíblicas deja ver que Tomás le habló a Jesús y le dijo: "¡Señor mío, y Dios mío!". Hasta ahí pareciera todo claro y sin lugar a dudas. Sin embargo, quienes impugnan la divinidad de Cristo sostienen que Tomás no puede haber llamado Dios a Jesús y entonces asumen que las palabras del discípulo tienen que corresponder más bien a una exclamación de admiración y una alabanza a Dios que está en el cielo.
¿Se puede saber la verdad sobre la verdadera aplicación de Juan 20:28? El texto parece ser muy claro y todas las traducciones coinciden en decir que Tomás "le dijo" a Jesús: "¡Señor mío, y Dios mío!", no obstante, así como ocurre en la totalidad de los versículos que hablan de la divinidad de Cristo, Juan 20:28 no es la excepción y también es impugnado por distintas razones para llevarnos a pensar que Tomás en verdad no dijo lo que dijo, algo que incluso puede resultar hasta majadero, pero que en el fondo revela una obstinación por no querer aceptar lo que la Biblia dice de manera muy clara.
LAS DISTINTAS TRADUCCIONES Y JUAN 20:28
Como se dijo, la casi totalidad de las traducciones de la Biblia vierten el texto en el sentido de que las palabras de Tomás van dirigidas a Cristo.
Consultadas 23 traducciones, 15 de ellas vierten el texto de manera semejante a como lo hace la traducción Reina - Valera 1909 y 1960, a saber: "Entonces Tomás respondió, y díjole: ¡Señor mío, y Dios mío!".
A lo menos 5 traducciones señalan: "Tomás entonces exclamó: ¡Mi Señor y mi Dios!" con lo cual se inclinan por dar la idea de que las palabras de Tomás son en realidad una exclamación de alabanza al Dios del cielo y no palabras dirigidas a Jesús de parte de Tomás.
Otras 3 traducciones omiten aclarar si Tomás dirigió a Jesús sus palabras y vierten: "Tomás contestó: ¡Señor mío y Dios mío!", permitiendo igualmente, que las palabras de Tomás puedan ser consideradas una exclamación o alabanza al Dios del cielo.
Una versión conocida como Nácar - Colunga, vierte el texto de esta manera: "Respondió Tomás y dijo: ¡Señor mío y Dios mío!", coincidiendo con lo dicho anteriormente, no obstante, en su texto explicativo indica: "El discípulo incrédulo expresa de una manera inequívoca su fe en la divinidad de Jesús, de la que tantas veces les había hablado." (Biblia Nácar - Colunga Nuevo Testamento, pág. 370)
Cabe notar que una de estas 3 traducciones y más precisamente la Traducción en lenguaje actual (TLA) Copyright © 2000 by United Bible Societies, vierte el texto de esta manera: "Tomás contestó: ¡Tú eres mi dueño y mi Dios!"
Frente a todo esto, cabe preguntar: ¿Qué dice en verdad el texto de Juan 20:28 en griego? Veamos:
ἀπεκρίθη Θωμᾶς καὶ εἶπεν αὐτῷ, Ὁ κύριός μου καὶ ὁ θεός μου.
Contestó Tomás y le dijo a él: Señor mío y Dios mío
Se observa que el texto griego es muy claro y señala sin lugar a dudas que las palabras de Tomás fueron dirigidas a Cristo, pues el texto dice literalmente "Contestó Tomás y le dijo a él". No corresponde entonces omitir las palabras "y le dijo a él" para apoyar la idea de que las palabras del discípulo no iban dirigidas a Jesús.
Por otra parte, la traducción que señala la expresión de Tomás como: "¡Tú eres mi dueño y mi Dios!" se aleja del texto, ya que la expresión Ὁ κύριός μου significa predominantemente "mi Señor" y no "mi dueño", aunque huelga decir que la expresión "Señor" implica propiedad y dominio sobre aquellos que señorea.
El Manuscrito Vaticano traduce: "Tomás contestó y le dijo a él: Mi Señor y mi Dios". El Emphatic Diaglott concuerda plenamente y traduce: "Contestó Tomás y le dijo a él: Mi Señor y mi Dios".
Siendo así, queda claro entonces que la forma correcta de traducir el texto griego de Juan 20:28 al idioma de uso común debe ser "Mi Señor y mi Dios" entendiéndose como un reconocimiento de la divinidad de Cristo, de modo que quienes impugnan el correcto significado del texto bíblico, deben necesariamente recurrir a otros recursos.
¿A QUIÉN DIRIGIÓ TOMÁS LAS PALABRAS
"SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO"?
La expresión griega καὶ εἶπεν αὐτῷ se traduce literalmente como: "Y le dijo a él" o "Y díjole", o bien "y el dijo a él" mostrando que las palabras de Tomás iban dirigidas indudablemente a Jesús, con quien estaba hablando y por tanto la idea de que las palabras del apóstol constituyen una doxología dirigida a Dios en el cielo se desvanece y pierde todo sustento,ya que el texto griego y su correcta traducción dejan ver con total claridad que las palabras del apóstol van dirigidas inequívocamente a Jesús, dirigidas a él directamente.
En la Biblia, se utiliza 266 veces la expresión griega εἶπεν αὐτῷ y en todas ella se traduce como "y le dijo a él", haciendo referencia que tal o cual expresión van dirigidas a una persona en particular o receptor del mensaje. De éstas, 192 veces ocurre en el Antiguo Testamento en griego o Septuaginta y 94 veces en el Nuevo Testamento, y en todas ellas lo que se dice después de la expresión εἶπεν αὐτῷ se entiende como dirigido al antecedente contextual o referente a quien se dirige el mensaje.
Ahora bien, asumir que lo expresado después de la expresión griega εἶπεν αὐτῷ refiere al antecedente contextual en 265 veces de las 266 veces en que aparece en la Biblia, salvo en Juan 20:28 en que supuestamente, referiría a un antecedente externo, a lo menos una porfía sin ninguna justificación. Esto, porque según los detractores de la divinidad de Cristo la expresión "Señor mío y Dios mío" no refiere al antecedente contextual que es Cristo, sino más bien al Padre, quien sería un antecedente externo al texto, lo cual implica no reconocer la realidad respecto a lo que dijo Tomás el discípulo. Lo anterior, a pesar de toda la fuerza de la evidencia. De manera que, siendo Jesús el antecedente contextual de Juan 20:28 para la expresión εἶπεν αὐτῷ se entiende que la expresión "Dios mío y Señor mío" iba definitivamente dirigidas a él como antecedente contextual, tal como ocurre en casos similares las restantes 265 veces en que esta expresión aparece en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
La expresión εἶπεν αὐτῷ tal como es usada en Juan 20:28 es también utilizada y de manera exactamente igual en:
Juan 4:9 "Y la mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?"
Juan 9:15 "La mujer le dijo: Señor, dame esta agua"
Juan 13:8 "Le dijo Pedro: No me lavarás los pies jamás".
En todos estos textos, se usa la expresión εἶπεν αὐτῷ y en todos ellos se da a entender y se entiende que las palabras iban dirigidas a Jesús y no a otra persona. ¿Entonces por qué en Juan 20:28 algunas personas insisten en que las palabras no iban dirigidas a Jesús? Ciertamente, tal aseveración no tiene fundamento y en consecuencia debemos aceptar lo evidente: las palabras de Tomás iban dirigidas a Jesús, tal como indica la mayoría de las traducciones de la Biblia para este texto del Nuevo Testamento. De hecho, en opinión de muchos estudiosos, el griego original exige que las palabras de Tomás se consideren dirigidas a Jesús.
EL CASO VOCATIVO EN GRIEGO
Quienes se resisten a aceptar que las palabras de Tomás iban dirigidas a Jesús reconociéndolo como "Señor y Dios", se adelantan a señalar que los sustantivos en griego van declinados según sea su caso y que si las palabras de Tomás hubiesen tenido la intención de reconocer a Jesús como "Señor y Dios", ambos sustantivos debieran haber adoptado el caso vocativo que es el que se usa cuando alguien se dirige a otro de manera personal o como invocación. En Juan 20:28 los sustantivos Señor y Dios están en caso nominativo y no en vocativo, entonces, argumentan estas personas, que las palabras de Tomás no iban dirigidas a reconocer a Jesús como "Señor y Dios" sino que constituyen una alabanza al Dios alto.
Ahora bien, es cierto que el caso vocativo de determinadas palabras en griego evidencia una característica declinación en -ε, de donde el vocativo de θεὸς sería θεέ, pero es necesario decir, que esta circunstancia ocurre sólo 2 veces en el Nuevo Testamento, ya que tal declinación se utilizaba con mayor frecuencia en el griego clásico, no así en el griego koiné que se escribía y hablaba en los días de Cristo.
Un caso en que se emplea el vocativo clásico es Mateo 27:46 en que se registra la expresión: Θεέ μου θεέ μου que traducido es: "Dios mío, Dios mío" y con que Jesús pregunta a Dios por qué lo ha desamparado. Puesto que las palabras y la expresión van dirigidas a Dios está entonces en caso vocativo.
No obstante, el mismo pasaje escrito por otro evangelista, en este caso Marcos 15:34, registra la siguiente expresión Ὁ θεός μου ὁ θεός μου, εἰς τί ἐγκατέλιπές με y que es equivalente a la anterior y que traduce el mismo pasaje como "Dios mío, Dios mío: ¿por qué me has desamparado?" Note que aquí la expresión "Dios mío, Dios mío" que Jesús dirige a su Padre, está en caso nominativo y no en vocativo y sin embargo, constituye una invocación a Dios indudablemente, al igual que la de Mateo 27:46 ya que está describiendo el mismo momento de la crucifixión de Cristo, dejando ver que la expresión utilizada por Marcos en nominativo es equivalente al vocativo utilizado por Mateo para describir la misma situación.
El vocativo clásico sólo se utiliza dos veces en el Nuevo Testamento y una de ellas es Mateo 27:46. En todas las demás ocasiones, el vocativo ὁ θεὸς se expresa igual que en Juan 20:28 es decir, con el sustantivo en nominativo precedido por el artículo definido, que es la forma en que se construía el vocativo griego en los días de Cristo.
Efectivamente, los estudiosos del griego, indican que si bien Ὁ κύριός y ὁ θεός μου están en caso nominativo, pueden aún llegar a tener valor vocativo, ya que es bien sabido que el texto griego del Nuevo Testamento tiene una gran influencia del texto griego de la Septuaginta o Versión de los Setenta (LXX) y ésta, a su vez, recoge una importante influencia del hebreo, del que se tradujo.
En hebreo, el vocativo, es decir, la invocación o el dirigirse a alguien, se hace mediante colocar el artículo antes del nombre que se quiere invocar. La Septuaginta se apega a esa característica del hebreo y la aplica en su texto griego. De ahí, esta tendencia, de anteponer el artículo definido delante del sustantivo en nominativo para construir el vocativo, pasó al texto griego del Nuevo Testamento. Por está razón, en algunos pasajes o versículos del Nuevo Testamento, un sustantivo en caso nominativo puede llegar a entenderse en vocativo si tiene artículo definido que lo antecede y el contexto así lo señala o requiere. Al respecto, puede consultarse el texto de Salmo 35:23 en que David se dirige en alabanza a Jehová y utiliza una expresión similar a la de Juan 20:28: ὁ θεός μου καὶ ὁ κύριός μου y que es traducida como "Dios mío y Señor mío", referido a Dios sin duda, aunque está en nominativo y no en vocativo.
De esta manera, y en un estricto sentido gramatical y semántico es de toda lógica reconocer que las palabras de Tomás, y que el propio texto griego reconoce que el discípulo dirigió a Jesús, sean un reconocimiento de Jesús como "Señor y Dios" en un sentido vocativo siguiendo la influencia del hebreo que se venía plasmando desde hace siglos a través de la lectura y aplicación de la Septuaginta.
En cuanto a Juan 20:28 es el contexto el que va a indicar, en cada caso, que el sustantivo nominativo con artículo definido que lo precede pueda llegar a tener el valor del caso vocativo tal como señalamos para Salmo 35:23 y que de paso la versión del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras nuevamente traduce de mala manera al no señalar de manera correcta la expresión utilizada por el salmista en alabanza a Dios tal como aparece en la Septuaginta.
Que esto es así, lo señala enfáticamente la Dra. Inmaculada Delgado Jara en "Gramática griega del Nuevo Testamento II. Sintaxis" (Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca, 2011), pág. 25 diciendo: "Por otra parte, ya en griego clásico el nominativo con artículo sustituye al vocativo, pero incrementa su uso en el N.T. y en los LXX debido a la influencia del hebreo, donde esta manera es la única de expresar el vocativo."
De manera, que la expresión de Juan 20:28 "Señor mío y Dios mío" dirigida a Jesús, puede y debe correctamente entenderse como un reconocimiento de su divinidad por parte de Tomás aunque esté expresada en nominativo con artículo, que en este caso y de acuerdo a lo que ya se dejaba ver en el griego koiné sustituía sin ningún problema al vocativo
APELANDO AL CONTEXTO Y OTROS RECURSOS
Quedando desarmado el argumento del caso vocativo, ya que los propios estudiosos y eruditos del griego indican que estando el texto en caso nominativo, aún se le puede reconocer valor vocativo, entonces se recurre al contexto, argumentando que el reconocimiento de Tomás hacia Jesús como "Señor y Dios" contradice el contexto de la Biblia y especialmente del Nuevo Testamento.
Quienes esgrimen el argumento del contexto, parecen olvidar o no querer entender que el propio Juan comienza su evangelio con un reconocimiento de la divinidad de Cristo en Juan 1:1.
Ahora bien, el argumento del contexto, genera de manera derivada otros problemas. Quienes discuten que Tomás no se dirigía a Jesús (a pesar de que el texto bíblico dice: "y le dijo a él") indican que el discípulo en verdad estaba haciendo una exclamación a Dios en el cielo, como exaltando a Dios por estar delante de su Hijo resucitado
Sin embargo, y puesto que el texto bíblico es demasiado claro para buscarle un significado a partir del mismo texto, estas personas se adelantan a decir que Tomás llamó a Jesús "dios" pero no pensando en el Dios Todopoderoso sino más bien como un “dios menor”, aunque esta idea del "dios menor" no aparece en toda la Biblia y además es refutada por Isaías 43:10.
Existe todavía otra interpretación que divide en dos la expresión de Tomás y deja “Señor mío” para el Hijo y “Dios mío” para el Padre. En todos estos casos, se cae en la especulación más gratuita sobre un texto bíblico que es muy claro y se pretende que aceptemos esa especulación como la verdad que no necesita de esas argucias y sin embargo se presenta sola a partir de lo que el texto griego indica claramente y está correctamente traducido en la versión bíblica Reina - Valera de 1909 o 1960 y posteriores.
A medida que se van acabando los argumentos que permitan negar lo que Tomás en verdad dijo a Jesús, aparecen otros aún más descabellados y fuera de razón, como por ejemplo, que si Tomás llamó "dios" a Jesús lo hizo en el mismo sentido en que algunos líderes de la Tierra fueron llamados "dioses" según Salmo 82:1 y 6 (Vea también Exodo 7:1; 4:16).
¿EN QUÉ SENTIDO DIJO TOMÁS A JESÚS: MI SEÑOR Y MI DIOS?
Quizás ningún cristiano tenga alguna objeción con la confesión que hace Tomas respecto de Cristo llamándolo "Señor". Esto porque todos los cristianos concuerdan en que Jesucristo es "Nuestro Señor" (Juan 13:13; Efesios 4:5; Filipenses 2:11).
Sin embargo, algunas personas no están de acuerdo en que Tomás haya llamado "Dios" a Jesús. Note sin embargo, que en más de una ocasión, Jesús dio a entender que él es Dios (Vea Juan 8:12 y compare con Salmo 27:1; Vea Juan 10:11 y compare con Salmo 23:1). Vea también Juan 8:58 y Juan 10:30-33.
Se dice que Tomás no puede haber llamado "Dios" a Jesús porque al hacerlo estaría infringiendo gravemente la fuerte tradición judía que dice que sólo hay un Dios según Deuteronomio 6:4 y que está plasmada además en el primero de los Diez Mandamientos que dice: "No tendrás dioses ajenos delante de mí" (Exodo 20:3).
Sin embargo, Juan comienza su evangelio diciendo que Jesús es Dios (Juan 1:1) y nadie pudiera acusar al apóstol de ir en contra de la fuerte tradición judía o de transgredir la ley de Dios al llamar "Dios" a Jesús.
¿En qué sentido Juan llama Dios a Jesús en Juan 1:1? Obviamente, en el más alto sentido ya que si así no fuera, estaría reconociendo un "dios extraño" delante de Jehová. Jesucristo, según muestra el apóstol Juan en su evangelio, es Dios en el más alto sentido. Jesús es Dios en naturaleza, esencia y poder y el apóstol desea así manifestarlo a lo largo de todo su evangelio ya que él es el único que registra estos pasajes Juan 8:58; 10:30; 14:8-11; 8:12; 10:11.
Lo mismo ocurre con Tomás, quien acepta a Jesús como Dios en su vida, Dios que se ha manifestado en carne y que ha venido, por medio de Jesucristo, a ser Dios con nosotros (Vea Romanos 9:5).
Tanto Juan 20:28 como otros textos en el Nuevo Testamento que nos hablan de la divinidad de Cristo, nos llevan a reflexionar en la verdadera naturaleza de Jesucristo para con nosotros. ¿Quién era Jesús de Nazareth en verdad?
Juan dice que Jesús es el Dios Creador del Génesis (compare Génesis 1:1 con Juan 1:1-3 y 10). Lo mismo dice el apóstol Pablo en Colosenses 1:16-17.
Jesús declara ser el Dios del Antiguo Testamento: Salmo 27:1 y Juan 8:12; Salmo 23:1 y Juan 10:11.
El apóstol Pablo dice que si los judíos hubiesen conocido y aceptado a Cristo, jamás hubiesen crucificado "al Señor de Gloria" y ante la pregunta "¿Quien es el Señor de la Gloria?" el Antiguo Testamento responde: "Jehová de los ejércitos, el es el Rey de la Gloria" (Salmo 24:7-10).
¿Quién fue en verdad crucificado en el Monte Gólgota? Zacarías 12:10 y Juan 19:37.
REBUSCANDO REGLAS GRAMATICALES
(Aclaración solicitada por el Sr. Elías Sandoval con fecha 19.08.2020)
Hay quienes incluso intentan hilar un poco más fino y de manera mucho más rebuscada a fin de desconocer lo que la Biblia y en este caso el Nuevo Testamento indica claramente y sin rodeos ni resquicios linguísticos.
En este sentido, se argumenta que las palabras de Tomás dirigidas a Jesús son mal reconocidas como un vocativo sólo porque los sustantivos "Señor" y "Dios" van precedidos por el artículo definido "el", estructura gramatical que como ya se dijo era ampliamente usada en los días de Cristo como herencia del hebreo en su transición al griego. En el griego koiné de los días de Cristo era común encontrar el artículo definido precediendo a un sustantivo en el caso nominativo concediéndole un sentido vocativo y seguido por un pronombre posesivo ("mi"). Se indica entonces que el valor vocativo de la estructura gramatical usada por el discípulo Tomás es reclamada fundamentalmente por la presencia del artículo definido "el" antes de la palabra "Señor" y "Dios".
Sin embargo, hay quienes intentan destruir el valor vocativo de las palabras de Tomás señalando que dicho sentido no es necesariamente requerido ya que según establece C.F.D.: “En Juan XX :28 ὁ κύριός μου καὶ ὁ θεός μου es de notar que un sustantivo en el caso nominativo utilizado en un sentido vocativo y seguido por un posesivo no podría ser anartro." En otras palabras cuando un sustantivo es seguido por el pronombre posesivo no puede no llevar artículo, es decir no puede ser anartro (sin artículo), de lo cual se deduce que la presencia del artículo definido "el" antes de "Señor" y "Dios" no obedece necesariamente al carácter vocativo de lo que expresó Tomás sino más bien a una sencilla regla gramatical del griego koiné que indica que dicho sustantivo nominativo debe por regla gramatical llevar artículo definido.
Se sostiene entonces que en Juan 20:28 la expresión "Mi Señor y mi Dios" lleva artículo definido simplemente porque un nominativovocatival seguido de un pronombre posesivo es invariablemente articular. En este caso, la expresión de Tomás no sería un vocativo dirigido a Jesús reconociéndolo como "Señor y Dios" porque lleva artículo definido "él", sino sencillamente una construcción que de acuerdo a la gramática requiere de artículo porque va seguida del pronombre posesivo "mí". De esta manera quita importancia a la presencia del artículo definido "el" que, según la mayoría de los investigadores, demarca el valor vocativo de la expresión y en cambio asigna fundamental importancia al pronombre posesivo "mi" que le quita precisamente ese valor como expresión vocativa dirigida a Cristo. ¿Cuál es la realidad de todo esto?
Sencillamente que las palabras de Tomás tienen sentido vocativo no sólo por construcción gramatical en cuanto a que el sustantivo Señor y Dios van precedidas por el artículo definido "él" tal como reconoce la casi totalidad de los eruditos en griego, sino sencilla y claramente porque Tomás dirigió sus palabras a Cristo tal como expresa claramente el texto "y le dijo a él". Se dice que el caso vocativo tiene sentido direccional es decir en dirección a una persona o cosa, y es cierto, pero todo esto se ve ampliamente confirmado porque las palabras y la expresión de Tomás van dirigidas a Cristo y esto lo confirma el texto y en consecuencia el caso vocativo y el sentido direccional de las palabras del discípulo viene definida más que por la construcción gramatical, que muchos autores e investigadores sostienen, por el texto mismo que muestra que las palabras van definitivamente dirigidas a Cristo.
Entonces, más que discutir el valor del artículo definido "el" concediendo un sentido vocativo a las palabras de Tomás o desconocer tal sentido apelando a que la estructura gramatical de las palabras del discípulo pueden llegar a considerar la posibilidad de que el pronombre "mi" seguido del sustantivo en nominativo impide que este sea anartro, es sano preguntarnos si queremos o no reconocer la verdad y el sentido vocativo de las palabras de Tomás sencillamente porque van dirigidas a Cristo y puesto que es esto lo que mayormente le da el sentido direccional a las palabras del discípulo, incluso por sobre la estructura gramatical de las mismas.
APELANDO A LA REGLA GRAMATICAL
DE GRANVILLE SHARP
En su desesperación por no poder probar que las palabras de Tomás iban inapelablemente dirigidas a Jesús, hay quienes echan mano a la regla gramatical de Granville Sharp que indica que cuando dos sustantivos van unidos por la conjunción "y" sólo uno de ellos lleva artículo definido, entonces refiere a una misma persona, sin embargo, cuando ambos sustantivos llevan artículo definido, entonces, se refiere a dos personas distintas. Tal es el caso de Juan 20:28 en que tanto la expresión Señor como Dios van precedidas en el griego por el artículo definido masculino singular en nominativo.
De esta manera, quienes esgrimen este argumento, quieren establecer que la expresión de Tomás "Señor mío y Dios mío" debe ser dividida en dos partes, la primera "Señor mío" dirigida a Jesús, y, la segunda "Dios mío", dirigida al Padre. De esa manera, le quitan el valor al texto, en que el discípulo Tomás claramente llama Dios a Jesús.
Sin embargo, el propio texto gramatical de Granville Sharp establece que Juan 20:28 es una excepción a la regla ya que si bien dos sustantivos que son principales sustantivos nominativos de una oración, expresarían las cualidades o dignidades descriptivas de dos personas distintas según la Regla Quinta de Granville Sharp , en Juan 20:28, dos caracteres divinos distintos se aplican a una sola persona y constituye una excepción a la regla por la fuerza del contexto del propio versículo que expresa claramente a quiénes fueron dirigidas las palabras referidas por Tomás y esto es que fueron dirigidas a Jesús. Sharp determinó entonces, que Juan 20:28 es una excepción a la regla, ya que el contexto, indica claramente que Tomás estaba hablando sólo con Jesús y lo estaba identificando como Señor y Dios.
En este sentido, quienes apelan a la regla gramatical de Granville Sharp para desconocer el reconocimiento de Tomás a Jesús como Señor y Dios, desconocen por otra parte, lo que el propio Sharp expresa fundadamente respecto a Juan 20:28 como una excepción a su propia regla.
Ahora bien: ¿puede una regla tener excepciones? Por supuesto que sí y aplica entonces el conocido principio que indica que la excepción confirma la regla y que quiere decir ni más ni menos que si existe una excepción, debe consecuentemente existir una regla a la cual aplica dicha excepción. En este caso, y según señala el propio Granville Sharp, Juan 20:28 es una excepción a la regla.
RECONOCIENDO UNA REALIDAD INDESMENTIBLE
¿A quién iban en verdad dirigidas las palabras de Tomás? Como ya se dijo, se han levantado muchos argumentos para intentar desvirtuar lo que el texto bíblico de Juan 20:28 indica claramente, a saber, que las palabras de Tomás iban dirigidas a Cristo porque el propio texto dice: "Y le dijo a él", no obstante, la realidad es tan clara e indesmentible, que incluso quienes impugnan el texto se han visto en la necesidad de reconocer lo siguiente:
"La respuesta de Tomás, es el texto de oro de esta lección, 'Mi Señor y mi Dios !' El reconoció un poder divino como indudablemente atestiguado por esta manifestación; el reconoció por lo tanto que aquel en cuya presencia estaba no sólo era su Señor y Maestro Jesús, cuyo discípulo el había llegado a ser, sino que lo reconoció como su Dios, como alguien poderoso, superior a toda la humanidad, digno de ser llamado por el nombre Dios, lo cual significa 'alguien poderoso'" (Zion's WatchTower, 1908, pág. 171-172)
"Ahí Tomás dijo a Jesús: “¡Mi Señor y mi Dios!”. Como ya se ha mostrado, no hay nada que objetar a que Tomás llame a Jesús un dios. Eso estaría en armonía con el hecho de que Jesús, antes de ser humano, ciertamente había sido un dios, es decir, una poderosa persona divina." (La Atalaya 1° de junio 1988)
"Tomás pudo haberse dirigido a Jesús como 'Dios' en el sentido limitado de ser 'un dios', pero no el Dios Todopoderoso." (Despertad 8 de julio de 1972).
Como se puede ver, aún quienes niegan la divinidad de Cristo, se ven forzados por la propia evidencia textual, a reconocer que las palabras de Tomás efectivamente iban dirigidas a Jesús refiriéndose a él como Dios, aunque seguidamente, estas personas agregan su propia interpretación diciendo que si a Jesús se le llama Dios, esto no debe ser inferido como el Dios Todopoderoso. Esto ya es una especulación de ellos, ya que el propio texto no permite realizar tal discriminación.
LLAMÓ TOMÁS A JESUS "DIOS"
COMO REPRESENTANTE DEL DIOS VERDADERO
A fin de desconocer que Tomás reconociera a Jesús como Dios Verdadero hay quienes se adelantan a decir que Tomás llamó "Dios" a Jesús porque lo consideraba un representante del Dios Verdadero, tal como pudo haber ocurrido en Jueces 13:21-22 en que Manoa y su mujer declararon haber visto a Dios, sin embargo, a quien vieron fue al ángel de Jehová que lo representaba. Quienes así piensan, igualmente, indican que en el pasado, Moisés fue constituido "Dios" para las gentes, no porque él fuera Dios, sino su representante ante faraón y las demás personas (Éxodo 7:1; 4:16). Basándose en textos como éstos, estas personas insinúan que Tomás quizás llamó "Dios mío" a Jesús porque reconocía que él era el representante y portavoz del Dios Verdadero.
¿Es Jesús llamado Dios en la Biblia en su calidad de representante del Padre o del Dios Verdadero? No, de ninguna manera. Lea reflexivamente Juan 1:1.En este pasaje, Juan el apóstol llama Dios a Jesús remontándose al principio, un tiempo en que ni aún los ángeles existían y por tanto Jesús, no representaba al Padre ante nadie, porque no existía nadie ante quien representarlo. Y en aquel principio, en la eternidad, Juan llama a Jesús como "Dios". Sí, Jesús, el Verbo era Dios, mucho antes de que cualquier cosa fuera creada. El texto bíblico dice refiriéndose a Jesús el Verbo: "este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho." (Juan 1:3-4). Jesús, era Dios en el principio porque él era uno con el Padre, uno en naturaleza, autoridad y poder. Mucho antes de venir al mundo Jesús existía como Dios y era igua a Dios según Filipenses 2:5-8.
Por otra parte, Jesús es llamado "Dios" en la Biblia (vea Romanos 9:5; 1 Timoteo 3:16; Tito 2:13) no por ser un representante del Dios Verdadero, sino sencillamente porque el es uno con el Dios Verdadero tal como él mismo dijo y manifestó muchas veces (vea Juan 10:30; 14:8-11). Jesús es llamado Dios porque él es Dios Verdadero (1 Juan 5:20).
RESISTIENDO UNA PROFECÍA
El Antiguo Testamento hablando acerca de Cristo anuncia que sería reconocido como "Dios" (Isaías 9:6) y sin embargo, muchos hoy en día resisten llamar "Dios" a Jesús, tal como lo llamó el discípulo Tomás al decir: "¡Señor mío y Dios mío!
Hay quienes incluso, obligados por la fuerza de la evidencia, reconocen que se debe llamar "Dios" a Jesús, pero argumentan que debe ser llamado "un dios menor" distinguiéndolo del Padre, que es Dios Todopoderoso. No obstante, Jesús enseñó que no hay distinción entre él y el Padre ya que él y el Padre están en tal unión, que el que ha visto a Jesús ha visto al Padre, porque como el propio Jesús dice: "yo soy en el Padre y el Padre en mí", "creedme que yo soy en el Padre y el Padre en mí" (Juan 14:8-11). "Yo y el Padre una cosa somos" (Juan 10:30). "Nosotros somos una cosa" (Juan 17:22).
Siendo Jesús "una cosa" con el Padre: ¿Comparte Jesús la naturaleza y autoridad del Padre? Vea lo que el propio Jesús dice al respecto en Juan 17:10. ¿Es Jesús Dios Todopoderoso? Jesús dice de él y el Padre: "nosotros somos una cosa" (Juan 17:22). Así como el Padre es Dios, Jesús es Dios. Así como el Padre es Todopoderoso, Jesús es Todopoderoso (Vea Apocalipsis 1:8; 22:13, 16).
JESUCRISTO: SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO
De todo lo expuesto anteriormente, se hace claro que Jesucristo es Nuestro Señor (Juan 13:13; Efesios 4:5; Filipenses 2:11) y también Nuestro Dios (Juan 1:1; Romanos 9:5; Tito 2:13, 2 Pedro 2:1; 1 Juan 5:20).
El texto de Juan 20:28 no puede ser tergiversado ni mal interpretado, es muy breve y muy claro. La estructura del texto griego Ὁ κύριός μου καὶ ὁ θεός μου sólo puede ser traducida como "Señor mío y Dios mío" que es la confesión que hace Tomás dirigiéndose a Cristo y que debe ser también la confesión de todo cristiano.
La forma en que está vertida Juan 20:28 y específicamente la declaración "Señor mío y Dios mío" constituye lo que en griego se conoce como una endíadis (o hendíadis), término que procede de la expresión griega ἓν διὰ δυοῖν y que se traduce 'uno mediante dos', una figura retórica que consiste en la expresión de un único concepto mediante dos términos coordinados.
En la endíadis dos conceptos se toman como una unidad y se refuerzan entre ellos para indicar una idea común. Ejemplos de endíadis son: "hacer algo a tontas y a locas" dando la idea de hacer algo de manera irreflexiva. "Estar en las duras y las maduras", dando la idea de estar con alguien a todo evento.
Ethelbert William refiriendo a Juan 20:28, indica: “Uno de los nombres incrementa la intensidad del otro hasta un grado superlativo” (Diccionario de Figuras de Dicción Usadas en la Biblia, por Ethelbert William Bullinger)
De esa manera, en la endíadis "Señor mío y Dios mío" estos dos conceptos y dos acepciones, se unen en una sola gran confesión de que Jesucristo es todo para nosotros, Dios, luz, vida y salvación.
CONCLUSIÓN
Las palabras de Tomás en Juan 20:28 fueron dirigidas a Jesús reconociéndolo como "Señor y Dios". Tal como sucede en el caso gramatical de la endíadis, la expresión "Señor", se ve reforzada por la expresión "Dios", dándole mayor valor al reconocimiento de Tomás hacia Jesús, no sólo como Señor, sino también como Dios. El carácter vocativo de la expresion de Tomás: " Señor mío y Dios mío" se deja ver por el propio texto sin requerir mayor análisis. Siendo así, la expresión del discípulo Tomás en Juan 20:28 reconociendo a Jesús como "Señor y Dios" no es si no, la confesión que todo cristiano hace de corazón al reconocer a Jesús como Señor y Dios de todos nosotros.