MUNDO Y RELIGION - M&R
   
  MUNDO Y RELIGIÓN - M & R
  Juan 19:19-20 ¿A quién crucificaron los judíos?
 


"Y escribió también Pilato un título, que puso encima de la cruz. Y el escrito era: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. Y muchos de los judíos leyeron este título: porque el lugar donde estaba crucificado Jesús era cerca de la ciudad, y estaba escrito en hebreo, en griego, y en latín." (Juan 19:19-20)

EL TÍTULO
(Mateo 27:37;Marcos 15:26;Lucas 23:38;Juan 19:19-20)

Como parte del proceso de la crucifixión romana, el título (titulus) era una tablilla que tenía por función especificar el nombre y motivo de la condena del crucificado: generalmente precedía al condenado de camino al lugar de ejecución, o se la colgaba de su cuello.​ Existía cierta liberalidad en la redacción, al punto de permitirse burlas o ironías mordaces.​ En la tablilla constaba el nombre del condenado, eventualmente su lugar de residencia, y la causa por la que había sido condenado. Todo esto de manera muy breve y concisa.​

En todos los casos, el propósito del título era desalentar a otros a cometer el mismo crimen. Una vez que el condenado era fijado al madero, sobre su cabeza, se ubicaba la tablilla con la causa de su condena en breves palabras. Esta tablilla era escrita en los idiomas propios de cada región. En este caso, por ser Jerusalén una ciudad importante y visitada por gentes de todas las nacionalidades, el "título" de Jesús fue escrito en hebreo, griego y latín. 

"Tan pronto como Jesús estuvo clavado en la cruz, ésta fue levantada por hombres fuertes y plantada con gran violencia en el hoyo preparado para ella. Ésto causó los más atroces dolores al Hijo de Dios. Pilato escribió entonces una inscripción en hebreo, griego y latín y la colocó sobre la cruz, más arriba que la cabeza de Jesús. Decía: “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos.” Esta inscripción irritaba a los judíos. En el tribunal de Pilato habían clamado: “Crucifícale.” “No tenemos rey sino a César.” San Juan
19:15. Habían declarado que quien reconociese a otro rey era traidor. Pilato escribió el sentimiento que habían expresado. No se mencionaba delito alguno, excepto que Jesús era Rey de los judíos. La inscripción era un reconocimiento virtual de la fidelidad de los judíos al poder romano. Declaraba que cualquiera que aseverase ser Rey de Israel, era considerado por ellos como digno de muerte. Los sacerdotes se habían excedido. Cuando maquinaban la muerte de Cristo, Caifás había declarado conveniente que un hombre muriese para salvar la nación. Ahora su hipocresía quedó revelada. A fin de destruir a Cristo, habían estado dispuestos a sacrificar hasta su existencia nacional." (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 732)

LA ESCRITURA DEL TÍTULO

La frase, que aparece en la tablilla, varía ligeramente en los cuatro evangelios del Nuevo Testamento: se encuentra en su versión más corta en el Evangelio de Marcos 15:26 "El rey de los judíos" y en el de Lucas 23:38 "Éste es el rey de los judíos"; es más extensa en el Evangelio de Mateo 27:37 "Éste es Jesús, el rey de los judíos", y completa en el de Juan 19:19 "Jesús de Nazaret, rey de los judíos" ubicado usualmente por encima de la figura de Jesús.

De los cuatro evangelistas, fue Juan el único que estuvo presente en el juicio de Pilato, y más tarde en la crucifixión. Siendo así, es de toda lógica que el vio directa y personalmente el título que el gobernador romano escribió de su propio puño y letra y se puso sobre la cabeza de Jesús y por tanto transcribió literalmente lo que en la tablilla fue escrito: "Jesús nazareno rey de los judíos". También es el único que describe el orden correcto en que fue escrito el título, a saber: hebreo, griego y latín.



Recreación del título puesto sobre la cabeza de Jesús 
que decía: "Jesús Nazareno Rey de los Judíos"
y estaba escrito en hebreo, griego y latín.

EL TÍTULO EN HEBREO
La elección del pueblo judío 

Si bien Jesús de Nazaret fue crucificado por orden de Poncio Pilato, gobernador romano de Judea, lo cierto es que la responsabilidad de crucificar a Cristo recae sobre el pueblo judío, nación con la que Dios se comunicó desde los inicios de ella en idioma hebreo. Resulta entonces muy significativo que el título puesto sobre la cabeza de Jesús estuviera primeramente en hebreo. 

"Cuando Pilato se declaró inocente de la sangre de Cristo, Caifás contestó desafiante: “Su sangre sea sobre nosotros sobre nuestros hijos.” Estas terribles palabras fueron repetidas por los sacerdotes y gobernantes, y luego por la muchedumbre en un inhumano rugir de voces. Toda la multitud contestó y dijo: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.” El pueblo de Israel había hecho su elección. Señalando a Jesús, habían dicho: “Quita a éste, y suéltanos a Barrabás.” Barrabás, el ladrón y homicida, era representante de Satanás. Cristo era el representante de Dios. Cristo había sido rechazado; Barrabás había sido elegido. Iban a tener a Barrabás. Al hacer su elección, aceptaban al que desde el principio es mentiroso y homicida. Satanás era su dirigente. Como nación, iban a cumplir sus dictados. Iban a hacer sus obras. Tendrían que soportar su gobierno. El pueblo que eligió a Barrabás en lugar de Cristo iba a sentir la crueldad de Barrabás mientras durase el tiempo.

Mirando al herido Cordero de Dios, los judíos habían clamado: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros 
hijos.” Este espantoso clamor ascendió al trono de Dios. Esa sentencia, que pronunciaron sobre sí mismos, fue escrita en el cielo. Esa oración fue oída. La sangre del Hijo de Dios fue como una maldición perpetua sobre sus hijos y los hijos sus hijos. Ésto se cumplió en forma espantosa en la destrucción de Jerusalén y durante dieciocho siglos en la condición de la nación judía que fue como un sarmiento cortado de la vid, una rama muerta y estéril, destinada a ser juntada y quemada. ¡De país a país a través del mundo, de siglo a siglo, muertos, muertos en delitos y pecados! Terriblemente se habrá de cumplir esta oración en el gran día del juicio. Cuando Cristo vuelva a la tierra, los hombres no le verán como preso rodeado por una turba. Le verán como Rey del cielo. Cristo volverá en su gloria, en la gloria de su Padre y en la gloria de los santos ángeles. Miríadas y miríadas, y miles de miles de ángeles, hermosos y triunfantes hijos de Dios que poseen una belleza y gloria superiores a todo lo que conocemos, le escoltarán en su regreso. Entonces se sentará sobre el trono de su gloria y delante de él se congregarán todas las naciones. Entonces todo ojo le verá y también los que le traspasaron. En lugar de una corona de espinas, llevará una corona de gloria, una corona dentro de otra corona. En lugar de aquel viejo manto de grana, llevará un vestido del blanco más puro, “tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.” Y en su vestidura y en su muslo estará escrito un nombre: “Rey de reyes y Señor de señores.” Los que le escarnecieron e hirieron estarán allí. Los sacerdotes y príncipes contemplarán de nuevo la escena del pretorio. Cada circunstancia se les presentará como escrita en letras de fuego. Entonces los que pidieron: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos,” recibirán la respuesta a su oración. Entonces el mundo entero conocerá y entenderá. Los pobres, débiles y finitos seres humanos comprenderán contra quién y contra qué estuvieron guerreando. Con terrible agonía y horror, clamarán a las montañas y a las rocas: “Caed sobre nosotros, y escondednos de la cara de Aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero: porque el gran día de su ira es venido; ¿y quién podrá estar firme?” Apocalipsis 6: 16-17." (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 726-727)

LA PROVIDENCIA DIVINA GUIÓ EL TEXTO DEL TÍTULO
PUESTO SOBRE LA CABEZA DE JESÚS EN LA CRUZ

Es sabido que los acontecimientos que tuvieron que ver con la muerte y crucifixión de Jesús de Nazaret fueron anticipados con siglos de antelación. Así es con las palabras que el pronunció antes de morir, la forma en que fue crucificado y muchos aspectos de la crucifixión (Lea Salmo 22). Del mismo modo, la escritura del Título sobre su cabeza fue un evento providencial y que estuvo bajo el control de Dios.

"Un poder superior a Pilato y a los judíos había dirigido la colocación de esa inscripción sobre la cabeza de Jesús. Era la providencia de Dios, tenía que incitar a reflexionar e investigar las Escrituras. El lugar donde Cristo fue crucificado se hallaba cerca de la ciudad. Miles de personas de todos los países estaban entonces en Jerusalén, y la inscripción que declaraba Mesías a Jesús de Nazaret iba a llegar a su conocimiento. Era una verdad viva transcrita por una mano que Dios había guiado." (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 733)
 

En el texto del Título aún había un mensaje para el pueblo judío. El texto mismo de la condena de Jesús de Nazaret sería para siempre una reprensión para un pueblo ciego de entendimiento y duro de corazón. Cada palabra escrita en el Título constituye una verdad establecida en el principio de los tiempos y una reprensión para un pueblo que falló desastrosamente en el fin último de su religión, a saber, recibir a su propio Salvador.
 
Y LLAMARÁS SU NOMBRE JESÚS
ישוע
Mateo 1:21

La primera palabra del título es el nombre del Salvador: Jesús. Recordemos que el nombre JESUS es la forma españolizada del hebreo ישוע (se lee Yeshua) y que es una forma abreviada del nombre más significativo "Jehová salvará" (יהשוע  - Yehoshua). Este nombre fue puesto por Dios a su Hijo. El nombre Jesús o Yeshua no fue una decisión de José, el padre legal de Jesús, ni tampoco de María su madre. Jesús o Yeshua, fue el nombre que el ángel le indicó a José y el nombre con que el Mesías había de ser llamado para siempre. La pregunta es por qué Yeshua debía llamarse "Yeshua" (Mateo 1:21). Recordemos que la instrucción de llamar "Yeshua" o "Jesús" al Mesias o Cristo, fue también dada a María, lo cual deja ver que el nombre del Mesías y su significado era algo que había sido determinado por Dios en el cielo (Vea Lucas 1:31-33).

Cuando se lee el texto en español, griego, latín u otro idioma no se entiende claramente la razón de por qué el Mesías o el Cristo debía llamarse "Yeshua" traducido "Jesús", aunque el mismo texto de Mateo 1:21 lo explica en palabras del ángel que habla con José: "porque él salvará a su pueblo de sus pecados." 

Primeramente, el nombre de Jesús tenía un propósito y además un sentido profético explicado en Mateo 1:22-25. A lo largo de todas las Escrituras del Antiguo Testamento o Escrituras Sagradas Hebreas aparece la enseñanza y promesa de que: "Jehová salvará a su pueblo" (Vea Salmo 27:1).


La expresión hebrea para salvación ישע (se lee Yesha). Si deseamos expresar que el que lleva ese nombre es nuestra salvación se leería ישוע (se lee Yeshua), que es el nombre de Jesús y que como dijimos es una forma abreviada de יהשוע  - Yehoshua que significa "Jehová es nuestra salvación" en cumplimiento de Salmo 27:1.

Por tanto, la escritura del nombre de Jesús o Yeshua en el título que Pilato señaló sobre la cabeza de Jesús en la cruz no era sino una amonestación a todo el pueblo y al mundo de quien era en verdad Jesús de Nazaret y cuál era su papel respecto de la humanidad. Jesús vino al mundo para nacer como nuestro Salvador (Vea Lucas 2:11). 

La enseñanza del Dios Salvador o de que la salvación viene de Dios (enseñanza que está plasmada en el hombre Yeshua)
 se encuentra plasmada en todas las Santas Escrituras, he aquí algunos ejemplos:

Isaías 25:9 "la salvación de él (Dios)"  ישׁוּעָתֹֽו   (se lee Yeshuatí) 
Salmo 14:7 "la salvación de Israel" 
ישועת ישראל  (se lee Yeshuat Israel)
Salmo 98:3 "la salvación de nuestro Dios"  ישועת אלהינו (se lee Yeshuat Eloheinu)
 
 
Dios es nuestro Salvador y esa es la confianza que se entrega en toda la Biblia a todo ser humano, eso es lo que significa el nombre Jesús o Yeshua "porque él salvará a su pueblo de sus pecados". Es la confianza del cristiano y de todos los que en su corazón aceptan al Salvador (Isaías 12:2-6).

Sin embargo, en el título el nombre de Jesús nuestro Salvador, es una reprensión para todos cuanto lo rechazaron en su tiempo y para todos cuantos lo rechazan hoy en nuestro propio tiempo (Lea Hebreos 6:4-6). Los cristianos aceptamos a Jesús como "nuestro gran Dios y Salvador" (Lea Tito 2:13 y 3:4-6).
 
JESÚS NAZARENO
ישוע הנצרי
Isaías 11:1
 
La profecía de Isaías 11:1 señalaba lo siguiente: "Una rama brotará de Isaí, un vástago flocerá de sus raíces."

Con esta profecía se indicaba claramente que el Mesías, descendería como un "vástago" de la raíz de Isaí, el padre de David. Si bien el concepto vástago en el ámbito de la botánica o estudio de las plantas indica un renuevo o ramo tierno que brota de un árbol o de una planta, en el sentido profético y mesiánico del texto de Isaías 11:1 indica al hijo o descendiente de Isaí, el padre de David. 

Cabe señalar que en hebreo la palabra vástago es 
נצר (se lee nétzer). El Mesías sería el vástago o   נצר (nétzer) de la estirpe o el linaje de Isaí, padre de David. Por tanto, el Mesías debía ser descendiente del Rey David, o "hijo de David". 

Es interesante notar que nétzer es una rama o brote que sale de la tierra aparentemente independiente del tronco original, como un nuevo árbol, pero en realidad esta rama o brote está unido con el tronco original por debajo de la tierra. Es sabido que la familia de Jesús era originaria de Belén, el lugar donde nació Isaí citado en Isaías 11:1 y donde nació por tanto el propio David. Fue allí donde nació igualmente Jesús, el Mesías. Sin embargo, Jesús nació en Belén sólo de manera circunstancial, ya que la familia de Jesús viajó a Belén circunstancialmente debido a una ordenación de censo por parte del Imperio Romano en su época. Jesús vivió la mayor parte de su vida en Nazaret, o Natzéret. Ahora bien, cuando Jesús se dio a conocer en Galilea, nadie sospechaba sobre su conexión con la familia del rey David, hijo de Isaí, ya que esta era una región alejada de Judea. Jesús, literalmente “brotó” en un lugar lejano del tronco original (Belén), pero perteneció a ese mismo tronco, tal como un nétzer. Todo esto demuestra que cada aspecto de la vida de Jesús el Mesías estaba profetizado, lo que deja ver sin lugar a dudas que él es el Mesías prometido, el Hijo de Dios.

Mateo escribió que estaba escrito que el Mesías sería llamado Nazareno, no obstante, ninguno de los profetas escribió acerca de Nazaret. Mateo hace referencia a lo escrito en Isaías 11:1: “Un retoño brotará del tronco de Isaí, y un vástago de sus raíces dará fruto.” Sin embargo, el nombre de la ciudad Nazaret en su raíz hebrea está relacionado indudablemente con el concepto nétzer, de donde al referir el gentilicio "nazareno" o procedente de Natzrat o Nazaret una forma griega de un derivado del hebreo nétzer, lo que Mateo está refiriendo es que el Mesías sería el vástago de Isaí, padre del rey David, antepasado de Jesús. Por esto, Jesús fue llamado “Jesús Nazareno”, debido a que creció en Nazaret, pero el trasfondo profético nos muestra la profecía de Isaías 11:1 cumplida en la vida del Salvador.


Considerando esto, el apóstol Mateo en su Evangelio señala lo siguiente: "Y vino, y habitó en la ciudad que se llama Nazaret: para que se cumplieses lo que fue dicho por los profetas, que había de ser llamado Nazareno." (Mateo 2:23).

¿Por qué Jesús debía vivir en Nazaret para cumplir las profecías?  Sencillamente, porque, como se dijo, el nombre de la ciudad de Nazaret está relacionado con el vástago es decir 
נצר (netzer). Note que incluso en el nombre españolizado de Nazaret, se puede percibir la raíz de la palabra "netzer" que está compuesta por una nun, tzadi y una resh tres letras hebreas que corresponden en español a n, tz y r (ntzr). El nombre Nazaret del hebreo נָצְרַת (natzrat) indica en su raíz hebrea que está relacionada con el "vástago" y se entiende literalmente "del vástago". De ahí, que el apóstol Mateo, con mucha razón señala que la profecía indicaba que sería llamado "el vástago" o "nazareno", gentilicio de la ciudad de Natzrat o Nazaret en español.

La relación entre el nombre Natzrat y la profecía de Isaías 11:1 referente al "vástago" (netzer) no es algo antojadizo ya que según Jerónimo, el nombre Nazaret es derivado de la palabra hebrea נצר (natzer, transcrito Nazer), que significa "brote", en alusión a la profecía de Isaías en que llama al Mesías Saldrá una vara del tronco de Isaí y un vástago (Nétzer) retoñará de sus raíces (Isaías 11:1). 

Se entiende entonces que la ciudad de Natzrat (Nazaret o Netzeret) debe su nombre a la palabra nétzer (nuestro ‘vástago’ de Isaías 11). ¿Cómo surgió el nombre Natzrat o Nazaret? Se podría sospechar que los descendientes de Isaí se establecieron en esta región y llamaron proféticamente a este pueblo con el nombre que Isaías designó para llamar al Mesías que habría de revelarse en tiempos futuros.

Siendo así, el que Jesús fuera llamado "nazareno" lo identificaba como el "vástago" profetizado por Isaías y en consecuencia como el Mesías esperado por Israel. Por tanto, el título que Pilato pone sobre la cabeza de Jesús no hace sino confesar y confirmar que él es el prometido por las Escrituras. Jesús es el vástago de la raíz de Isaí. La expresión hebrea que Pilato escribió en el título puesto sobre la cabeza de Jesús y que leía 
הנצרי (nazareno) con las consonantes hebreas נצר es una directa alusión a la profecía de Isaías 11:1. Nuevamente, vemos que el título es una amonestación al pueblo de Israel haciéndolo responsable de la muerte de un Mesías al que no quisieron ver ni comprender.

Sin embargo, los judíos antagonistas de Jesús de Nazaret, se adelantan a señalar que en ninguna parte de las escrituras judías se menciona a Nazaret (Natzrat) en alguna relación con el Mesías y que por tanto, no se debe relacionar a Nazaret (Natzrat) con el Mesías prometido en el Tanaj. Esto es algo, que se cae por la propia debilidad del argumento ya que existe un sinnúmero de aspectos y situaciones que no están referidas en el Tanaj con relación al Mesías y no por eso se puede concluir que como relación con el Mesías es algo equívoco o fuera de contexto.

Algunos apologistas del judaísmo rabínico en las redes sociales esgrimen literatura para desacreditar la relación entre "netzer" (vástago) y Natzrat (el nombre hebreo de Nazaret) y uno de estos casos es la siguiente referencia: Schweizer, E. (1960). Er wird Nazoräer heißen. En W. Eltester (Ed.), Judentum Urchristentum Kirche: Festschrift für Joachim Jeremias (pp. 92-95). Berlin, Boston: De Gruyter. En esta publicación se señala que posiblemente la acepción "nazareno" de Mateo 2:23 está relacionada con la expresión "nazareo" de Jueces 13:7 y Jueces 16:17 relacionada con el voto nazareo de Sansón. Esto último no tiene ninguna fortaleza y si muchas debilidades si deseamos aplicarlo a Jesús de Nazaret. Luego, a fin de apoyar esta posicion  sostenida por Schweizer, éste desacredita la relación de la expresión nazareno (natzori) con la profecía de Isaías 9:11 relativa al "netzer" (vástago). El comentarista de redes sociales se adelanta a plantear su impresión y señalar que la relación "netzer" es refutada por Schweizer de "manera bastante elocuente", recordemos que la elocuencia es definida por la RAE (Real Academia Española de la Lengua) como: "Facultad de hablar o escribir de modo eficaz para deleitar, conmover o persuadir", sin embargo, la elocuencia no es sinónimo de veracidad argumentativa o de planteamiento sólido y contundente. Que Schweizer en su libro y a fin de dar crédito a una idea favorita de su parte, descredita la conexión de "Netzer" con Nazrat o Nazaret no es un argumento muy fuerte como para desestimar la relación etimológica que existe entre estas dos palabras.

Lo que sí es contundente, es que la raíz de la palabra "Natzrat" (Nazaret) es "ntzr" que en hebreo es "netzer" o vástago. En hebreo existe la sólida enseñanza de que si una persona desea conocer el verdadero significado de una expresión hebrea, debe atender necesariamente a su raíz hebrea, es decir el conjunto de letras que da origen a la palabra o su raíz hebrea. La raíz hebrea de Natzrat es "ntzr" que son exactamente las letras que componen la palabra "netzer" de Isaías 11:1. Esto es una realidad indesmentible y que no puede ser obviada. No se puede pretender tapar la luz del sol con un dedo.

Por otra parte, la aplicación que hace Mateo 2:23 relacionando "Natzrat", el nombre de la ciudad en que habitó Jesús, con el término Nétzer, traducido "el vástago" de Isaías 11:1 está en el contexto de un midrash (término hebreo que designa un método judío de exégesis de un texto bíblico o de las Escrituras Hebreas) y que ve en la raíz de Natzrat (ntzr) una clara relación con Nétzer (ntzr) aludiendo al origen mesiánico de Jesús de Nazaret, ya que es sabido que no son pocos los rabinos del propio judaísmo que ven en el texto Nétzer de Isaías 11:1 un claro título mesiánico (4Q161; 4Q174). Por otra parte, se hace claro que Mateo consideró la similitud en la raíz linguística de Natzrat y Nétzer como una clara condición de Mesías, ya que dentro del nombre de la ciudad Natzrat, figura la raíz del nombre mesiánico Nétzer. 

Luego, lo que el gobernador romano Poncio Pilato escribió en el Título puesto sobre la cabeza de Jesús de Nazaret, llamado "el nazareno", resultó ser una inconsciente reprensión al pueblo judío de su inconsecuente decisión de crucificar al Mesías profetizado en Isaías 11:1.


Natzrat o Nazaret es la ciudad del "netzer" o "natzori" como fue identificado Jesús en el Título escrito por Pilato sobre la cruz del Mesías y esto, a más de ser una gran verdad y realidad respecto del Mesías que estaba siendo crucificado, es una reprensión viva para un pueblo que crucificó a su Mesías.

 
REY DE LOS JUDÍOS 
ומלך היהודים
 
Una vez más el título que Dios guió a Pilato a escribir sobre la cabeza de Jesús señala su identidad como el Mesías que el pueblo esperaba. El título denunciaba a Jesús como "rey de los judíos" indicando que él era el rey prometido a David y su descendencia.

Sin embargo, la apostasía de Israel se hizo clara cuando sus dirigentes declararon: "no tenemos rey sino a César", reconociendo en lugar del Mesías a un rey pagano y romano. 

El título que Pilato escribió de su puño y letra no era sino una confesión de la propia convicción que él mismo había adquirido respecto a Jesús de Nazaret, ya sea por lo que había escuchado de él a través de los informes del pueblo, lo que le había dicho su esposa tocante al nazareno y lo que él mismo vió y percibió al convesar con Jesús durante el interrogatorio y escucharlo personalmente (Vea Mateo 27:11; Juan 18:33-37).

La convicción de Pilato, nada tenía que ver con la disposición de los soldados y de quienes se dedicaron a hostigarlo durante el proceso, quienes se burlaban de lo que escuchaban de labios del pueblo (Mateo 27:26-31).

De hecho, la convicción de Pilato en cuanto a la inocencia de Jesús y a su propio convencimiento de que Jesús no era un simple detenido y sedicioso le llevó a presentar ante el pueblo a Jesús como "rey de los judíos" (Vea Marcos 15:9-15).

¿Cuántas veces Pilato invitó al pueblo a tomar conciencia de que Jesús era el Rey de los Judíos? Veamos:

Una - Marcos 15:9
Dos - Marcos 15.12
Tres - Juan 19:14
Cuatro - Juan 19:15
Cinco - Marcos 15:26; Mateo 27:37; Lucas 23:38; Juan 19:19-20

La decisión del pueblo y declaración: "No tenemos rey sino a César" (Juan 19:15) es la declaración final de un pueblo que rechazó abiertamente al Mesías. Un pueblo que crucificó a su Salvador y al Dios que quiso salvarlos.

"Pilato tomó entonces su lugar en el sitial del tribunal, y volvió a presentar a Jesús al pueblo diciendo: “He aquí vuestro Rey.” Volvió a oírse el furioso clamor: “Quita, quita, crucifícale.” Con voz que fue oída lejos y cerca, Pilato preguntó: “ ¿A vuestro Rey he de crucificar?” Pero labios profanos y blasfemos pronunciaron las palabras: “No tenemos rey sino a César.” Al escoger así a un gobernante pagano, la nación judía se retiraba de la teocracia. Rechazaba a Dios como su Rey. De ahí en adelante no tendría libertador. No tendría otro rey sino a César. A ésto habían conducido al pueblo los sacerdotes y maestros. Eran responsables de ésto y de los temibles resultados que siguieron. El pecado de una nación y su ruina se debieron a sus dirigentes religiosos." (El Deseado de Todas las Gentes, pág.686-687)
 
LOS JUDÍOS PROTESTAN POR EL TÍTULO
ישוע הנצרי ומלך היהודים

Es sabido que en la cultura judía de hace dos mil años y como también lo es hoy día, después de dos mil años, es una costumbre asignar significados místicos, misteriosos y particulares a ciertas palabras o conjuntos de palabras que leídas en conjunto o partes de ellas, aportan además del significado natural, un significado oculto o misterioso al ser leídas bajo ciertas perspectivas. Esto es lo que se conoce como "acróstico". ¿Qué es un acróstico? Pues bien, un acróstico es una composición, cuyas letras iniciales, medias o finales forman un vocablo, una frase o una palabra oculta o misteriosa. Los judíos de la época de Cristo, eran muy asiduos a componer y dar a conocer acrósticos con mensajes místicos o misteriosos. ¿Qué pasó con con el título que fue puesto sobre la cabeza de Jesús? Veamos. 

"Los sacerdotes vieron lo que habían hecho, y pidieron a Pilato que cambiase la inscripción. Dijeron: “No escribas, Rey de los judíos: sino, que él dijo: Rey soy de los Judíos.” Pero Pilato estaba airado consigo mismo por su debilidad anterior y despreciaba cabalmente a los celosos y arteros sacerdotes y príncipes. Respondió fríamente: “Lo que he escrito, he escrito.” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 732-733) ¿Por qué los judíos protestaron por el título? Sencillamente, porque vieron que las primeras letras de cada palabra escrita en hebreo, reflejaban algo que ellos no querían ni estaban dispuestos a reconocer. ¿Qué era esto? Veálo Ud. mismo.

   

La primera letra del nombre "Jesús" es una Yod, luego la palabra "nazareno" o "de Nazaret" comienza con la letra Hei que corresponde al artículo definido "el", la palabra "Rey" comienza con la letra Vav que corresponde a la conjunción "Y", y finalmente la expresión "de los judíos" con la letra Hei que igualmente corresponde al artículo definido "los". Así tenemos YodHeiVavHei יהוה nombre que en la mayoría de las Biblias se transcribe como: JEHOVÁ.


Esta circunstancia providencial, no agradó nada a los judíos porque "Jehová" o יהוה es el nombre del Dios que ellos decían adorar. Por eso, se apresuraron en dirigirse a Pilato para que modificara el título, ya que resultaba reprensivo que dicho título, sugiriera siquiera que ellos eran responsables de crucificar al Dios de la Biblia. Aunque en la realidad, eso fue justamente lo que hicieron. Vea nuevamente el título. 
 


¿CRUCIFICARON LOS JUDÍOS AL DIOS DE LA BIBLIA?
Zacarías 12:10
 
El apóstol Pablo hablando a la comunidad cristiana de Corinto dijo:  "Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria: la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de gloria." (1 Corintios 2:7-8)  ¿Quién es el Señor de Gloria? Veálo Ud. mismo en Salmo 24:7-10. 

"El Señor de gloria estaba muriendo en rescate por la familia humana. Al entregar su preciosa vida, Cristo no fue sostenido por un gozo triunfante. Todo era lobreguez opresiva. No era el temor de la muerte lo que le agobiaba. No era el dolor ni la ignominia de la cruz lo que le causaba agonía inefable. Cristo era el príncipe de los dolientes. Pero su sufrimiento provenía del sentimiento de la malignidad del pecado, del conocimiento de que por la familiaridad con el mal, el hombre se había vuelto ciego a su enormidad. Cristo vio cuán terrible es el dominio del pecado sobre el corazón humano, y cuán pocos estarían dispuestos a desligarse de su poder. Sabía que sin la ayuda de Dios la humanidad tendría que perecer, y vio a las multitudes perecer teniendo a su alcance ayuda abundante." (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 739)

¿En qué momento se cumple lo anunciado en el Salmo 24:7-10? Después de la resurrección y ascención al cielo para recibir la gloria de parte de su Padre (Juan 17:5). Veamos.

"Todo el cielo estaba esperando para dar la bienvenida al Salvador a los atrios celestiales. Mientras ascendía, iba adelante, y la multitud de cautivos libertados en ocasión de su resurrección le seguía. La hueste celestial, con aclamaciones de alabanza y canto celestial, acompañaba al gozoso séquito.

Al acercarse a la ciudad de Dios, la escolta de ángeles 
demanda:

“Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.” Gozosamente, los centinelas de guardia responden: “¿Quién es este 
Rey de gloria?”

Dicen ésto, no porque no sepan quién es, sino porque 
quieren oír la respuesta de sublime loor: “Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla. Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.” Vuelve a oírse otra vez: “¿Quién es este Rey de gloria?” porque los ángeles no se cansan nunca de oír ensalzar su nombre. Y los ángeles de la escolta responden: “Jehová de los ejércitos, Él es el Rey de la gloria.” Salmo 24:7-10.

Entonces los portales de la ciudad de Dios se abren de 
par en par, y la muchedumbre angélica entra por ellos en medio de una explosión de armonía triunfante. Allí está el trono, y en derredor el arco iris de la promesa. Allí están los querubines y los serafines. Los comandantes de las huestes angélicas, los hijos de Dios, los representantes de los mundos que nunca cayeron, están congregados. El concilio celestial delante del cual Lucifer había acusado a Dios y a su Hijo, los representantes de aquellos reinos sin pecado, sobre los cuales Satanás pensaba establecer su dominio, todos están allí para dar la bienvenida al Redentor. Sienten impaciencia por celebrar su triunfo y glorificar a su Rey." (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 817-818)

¿QUIÉN ERA EN VERDAD JESÚS DE NAZARET?
Juan 1:1


 
A pesar de que Jesús de Nazaret dio muchas pruebas de su Divinidad, los judíos jamás aceptaron la realidad de que el Hijo de Dios era igual al Padre y en consecuencia era igual a Dios (Juan 5:18). 

Si bien la Divinidad de Jesús siempre fue puesta en duda por los judíos, las obras que él hacía daban testimonio de su naturaleza divina (Marcos 2:1-12). Note que las señales y obras maravillosas de Jesús de Nazaret no sólo eran conocidas y sabidas por el pueblo, sino también por los dirigentes del pueblo, quienes deliberada y concienzudamente decidieron ignorarlas a fin de condenar a un inocente (Lea Juan 11:47-53).

Las señales que Jesús de Nazaret hizo delante de todas las gentes, sanando enfermos, resucitando a los muertos y otras muchas cosas, tenían por objeto que ellos reconocieran su autoridad y naturaleza divina (Juan 5:36). Hubo personas que al ver las señales reconocieron que Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios (Juan 3:1-2; 4:46-54)

En más de una oportunidad, Jesús declaró su Divinidad (Juan 8:58-59) y manifestó su unidad con el Padre, el Dios de los judíos (Juan 10:30; 14:8-11; 17:21-22). En más de una oportunidad Jesús manifestó ser el Dios del Antiguo Testamento como la luz del mundo (compare Juan 8:12 y Salmo 27:1), el buen pastor (compare Juan 10:14 y Salmo 23:1), etc.. 

"Con solemne dignidad Jesús respondió: "De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, YO SOY." Cayó el silencio sobre la vasta concurrencia. El nombre de Dios, dado a Moisés para expresar la presencia eterna había sido reclamado como suyo por este Rabino galileo. Se había proclamado a sí mismo como el que tenía existencia propia, el que había sido prometido a Israel, "cuya procedencia es de antiguo tiempo, desde los días de la eternidad.'" (E.G. de White, El Deseado de Todas las Gentes).

"Los judíos nunca antes habían oído estas palabras de labios humanos, y una influencia convincente los asistió, porque parecía que la divinidad destellaba a través de la humanidad, cuando Jesús dijo: 'Yo y el Padre una cosas somos' (Juan 10:30). Las palabras de Cristo estaban llenas de profundo significado al asegurar que él y el Padre son de una misma sustancia y poseen los mismos atributos." (E. White. The Signs of the Times, 27 de noviembre 1893, pág. 54)   

Los cristianos creemos que Jesús era Dios antes de que el mundo fuese. Se despojó de su Divinidad para venir al mundo y se hizo hombre (Juan 1:1 y 14). Aunque en el cielo era la Majestad del Universo, existiendo en forma de Dios y siendo igual a Dios, se humilló a sí mismo tomando la forma de un hombre (Filipenses 2:5-8). Por tanto, Dios fue manifestado en carne (1 Timoteo 3:16) y dio su vida por nosotros (Zacarías 12:10; Hechos 20:28). Dios estaba en Cristo, muriendo en la cruz y reconciliando el mundo a sí mismo (2 Corintios 5:19). 

Jesús es el gran YO SOY (יהוה) del Antiguo Testamento el Dios que habló a Moisés y que dirigió a Israel durante gran parte de su historia (Éxodo 3:13-15; Juan 8:56-59; Juan 8:24; Juan 13:19). El propio Jesús anticipó que cuando fuera crucificado, se haría evidente su identidad como el gran YO SOY (Juan 8:28). Esta es la verdad que aún hoy no quiere aceptar el pueblo judío.  

 
 
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